H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975 Serie meditativa 02 cepam H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975 Serie meditativa 02 cepam

“El espíritu se transmite viviéndolo; la espiritualidad admite fórmulas de expresión e incluso ser enseñada. Dicha tarea encajaría perfectamente en la vocación del Centro de Acogida de Ntra. Sra. del Hermitage, y estaría muy en su punto el que se realizasen allí una serie de estudios para investigar la naturaleza y consecuencias de nuestra espiritualidad; y ello, no para dárnoslas de aristócratas con cédula de nobleza, sino para encontrar el papel que nos corresponde en la Iglesia. No realizaremos ciertamente el plan divino con solo introducir un tipo cualquiera de dinamismo en el cuerpo del Instituto, sino «volviendo a ser lo que somos» lo más dinámicamente posible.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 192) “El espíritu se transmite viviéndolo; la espiritualidad admite fórmulas de expresión e incluso ser enseñada. Dicha tarea encajaría perfectamente en la vocación del Centro de Acogida de Ntra. Sra. del Hermitage, y estaría muy en su punto el que se realizasen allí una serie de estudios para investigar la naturaleza y consecuencias de nuestra espiritualidad; y ello, no para dárnoslas de aristócratas con cédula de nobleza, sino para encontrar el papel que nos corresponde en la Iglesia. No realizaremos ciertamente el plan divino con solo introducir un tipo cualquiera de dinamismo en el cuerpo del Instituto, sino «volviendo a ser lo que somos» lo más dinámicamente posible.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 192)

“Yo diría, por ejemplo, que no hay por qué aplicar a nuestra espiritualidad todos los elementos de la espiritualidad del P. Champagnat, y me explico: al P. Champagnat le fue dada la vocación de Padre Marista, que es tanto como decir de religioso sacerdote, y la de cofundador de dicha congregación; y, junto con la vocación; recibió los elementos requeridos para vivir esa vocación y comunicarla. Fue la suya una espiritualidad sacerdotal, afín en muchos aspectos a la espiritualidad del Cura de Ars, señaladas ambas con la impronta de la teología de su tiempo y no con la del Concilio Vaticano II, aun cuando aparezcan en la pastoral de Champagnat no pocos rasgos de una pastoral de vanguardia.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 192) “Yo diría, por ejemplo, que no hay por qué aplicar a nuestra espiritualidad todos los elementos de la espiritualidad del P. Champagnat, y me explico: al P. Champagnat le fue dada la vocación de Padre Marista, que es tanto como decir de religioso sacerdote, y la de cofundador de dicha congregación; y, junto con la vocación; recibió los elementos requeridos para vivir esa vocación y comunicarla. Fue la suya una espiritualidad sacerdotal, afín en muchos aspectos a la espiritualidad del Cura de Ars, señaladas ambas con la impronta de la teología de su tiempo y no con la del Concilio Vaticano II, aun cuando aparezcan en la pastoral de Champagnat no pocos rasgos de una pastoral de vanguardia.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 192)

“El P.Champagnat pudo ver la Sociedad de María aprobada por Roma, e hizo sus votos en dicha Institución. Cuando, poco antes de morir, exclamaba: «¡Qué dichoso me siento de morir en la Sociedad de María!», pensaba sin duda en el conjunto de ramas de la Sociedad. Tal fue, en efecto, la exclamación que salió de sus labios el 11 de mayo de 1840, al recibir los últimos sacramentos, y que viene a ser la misma que dejaría escrita unos días después (18 de mayo) en su Testamento espiritual. Y poco antes de morir, dice asimismo al P. Janvier: «Si supiera Ud. el placer que se siente de morir en la Sociedad de María, no titubearía un instante para entrar en ella».” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 195) “El P.Champagnat pudo ver la Sociedad de María aprobada por Roma, e hizo sus votos en dicha Institución. Cuando, poco antes de morir, exclamaba: «¡Qué dichoso me siento de morir en la Sociedad de María!», pensaba sin duda en el conjunto de ramas de la Sociedad. Tal fue, en efecto, la exclamación que salió de sus labios el 11 de mayo de 1840, al recibir los últimos sacramentos, y que viene a ser la misma que dejaría escrita unos días después (18 de mayo) en su Testamento espiritual. Y poco antes de morir, dice asimismo al P. Janvier: «Si supiera Ud. el placer que se siente de morir en la Sociedad de María, no titubearía un instante para entrar en ella».” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 195)

"El P.Champagnat es un Padre Marista de la primera época; si espera algo de su pertenencia a la Sociedad de los Padres, aporta también algo a esa Sociedad y es el fundador de los Hermanos. Inculca en sus 300 o 400 primeros discípulos un estilo de vida y un ideal; de ellos recibe, a cambio, positivas reacciones de participación en aquella vida y en aquel ideal." (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 196) "El P.Champagnat es un Padre Marista de la primera época; si espera algo de su pertenencia a la Sociedad de los Padres, aporta también algo a esa Sociedad y es el fundador de los Hermanos. Inculca en sus 300 o 400 primeros discípulos un estilo de vida y un ideal; de ellos recibe, a cambio, positivas reacciones de participación en aquella vida y en aquel ideal." (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 196)

“De haber algo que unos religiosos creen poseer y que a otros tal vez les falta, no sería nada realmente importante, pues lo que de veras tiene importancia en nuestra heredad es común a todos los cristianos: un solo Dios, un solo Cristo, una sola esperanza, etc. Y hay que echar por la borda no pocas pretensiones, muy corrientes en el pasado, porque son absurdas. Lo esencial de las diversas espiritualidades es el substrato evangélico y eclesial que subtiende formas variadas, y no la variedad de por sí. Como dice Rahner, no hay por qué buscar motivaciones sofisticadas para justificar fines que poco tienen de confesables: servir a los sacerdotes, abrirles las puertas cuando pasan, barrerles la habitación... y construir toda una espiritualidad tomando por base elementos discutibles.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 198) “De haber algo que unos religiosos creen poseer y que a otros tal vez les falta, no sería nada realmente importante, pues lo que de veras tiene importancia en nuestra heredad es común a todos los cristianos: un solo Dios, un solo Cristo, una sola esperanza, etc. Y hay que echar por la borda no pocas pretensiones, muy corrientes en el pasado, porque son absurdas. Lo esencial de las diversas espiritualidades es el substrato evangélico y eclesial que subtiende formas variadas, y no la variedad de por sí. Como dice Rahner, no hay por qué buscar motivaciones sofisticadas para justificar fines que poco tienen de confesables: servir a los sacerdotes, abrirles las puertas cuando pasan, barrerles la habitación... y construir toda una espiritualidad tomando por base elementos discutibles.” (H. Basilio Rueda Guzmán, “El Espíritu del Instituto”, Circular del 25 de diciembre de 1975, Vol. XXVI, N° 3, p. 198)

Deja que lo que has leído se hunda lentamente en tu espíritu. Ora al Señor por medio de María para que lo comprendas mejor y lo lleves a la vida Deja que lo que has leído se hunda lentamente en tu espíritu. Ora al Señor por medio de María para que lo comprendas mejor y lo lleves a la vida