Pedagogía de la escucha. Por qué enfocarnos en la escucha.
Cada niño es único e irrepetible. Reconocer su subjetividad y sus múltiples lenguajes implica aportar a su creatividad e ir al encuentro de su alegría. Esto exige un educador capaz de construir el conocimiento junto al pequeño.
Un educador que le ofrezca la capacidad de escucha, el registro de la palabra del niño, el proyectar desde sus hipótesis, el brindar actividades para que el niño se exprese en todos sus lenguajes.
Escuchar no es sólo oír. La escucha se centra en todos los sentidos, en escuchar los cien lenguajes, símbolos, códigos con los que nos expresamos y comunicamos.
Mirar forma parte de escuchar Mirar forma parte de escuchar. La observación puede ayudar a los adultos a comprender mejor la forma en que los niños reaccionan en su entorno, las opciones que toman y las conexiones que establecen.
En este camino, el docente debe crear un contexto en el cual la curiosidad, las teorías y la investigación de los niños se consideren legítimas y escuchadas. Debe crear espacios para y con los niños.
Con los intereses de los niños en mente, debe planificar las actividades con materiales que ofrezcan posibilidades para estimular nuevas ideas, para ampliar el pensar. Así, el aprendizaje es la acción de pensar, en vez de la transmisión de un conocimiento preestablecido.
El niño tiene 100 idiomas,100 manos, 100 pensamientos, 100 formas de pensar, de jugar y de hablar. 100, siempre 100 caminos para atender y para amar, 100 alegrías, 100 caminos para descubrir, 100 mundos para investigar, 100 mundos para inventar, 100 mundos para soñar. El niño tiene 100 idiomas, y otros 100, y otros 100… Loris Malaguzzi