 Un revisión en la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc) nos deja ver que entre el año 2000 y el año 2010 en México se publicaron 13 artículos de investigación educativa que incluyeron entre sus palabras clave el término investigación cualitativa.

Presentaré tres argumentos para explicar mi planteamiento: Al menos desde 1996 la investigación cualitativa (IC) es reconocida públicamente como una contribuyente importante en el campo de la investigación educativa mexicana. Hay trabajos de IC en educación que no se atribuyen esa etiqueta. Actualmente las principales y más prestigiosas revistas educativas de México incluyen trabajos de IC.

 En la colección Investigación educativa en México (Estado del conocimiento), el Consejo Mexicano de Investigación Educativa reconoce, a través de varios de los múltiples contribuyentes a esa colección, que la IC tiene ya un lugar por derecho propio.

Eduardo Weiss escribe, parafraseando un texto de Ángel Díaz Barriga, que la investigación educativa Mexicana se caracterizaba hacia esos años por:

“a) investigaciones de carácter teórico, tanto sobre la educación como sobre problemas de conocimiento de las ciencias sociales en su conjunto; b) investigaciones de corte sociohistórico político que buscan develar un conjunto de dinámicas sociales en las que se mueve la educación; y c) investigaciones de corte cualitativo sobre procesos micro-educativos que proceden de múltiples influencias (etnografía, psicoanálisis, teorías de la subjetividad, etcétera) (Weiss, 2003, p. 64).

Lo anterior nos obliga a replantear la revisión inicial hecha en Redalyc sobre las investigaciones cualitativas en el campo de la educación en México. Esto es así porque hay trabajos de investigación que no se atribuyen la etiqueta de cualitativos y, sin embargo, lo son.

¿Qué significa lo anterior?

Voy a tratar de explicar mi interpretación por medio de una comparación

¿Saben ustedes cuántas veces se emplea la palabra “charro” en, la que quizá sea la novela más mexicana del siglo XX, Pedro Páramo?

Esto tiene todo que ver con un hecho que apunté previamente: en el texto de Eduardo Weiss sobre la investigación educativa en México de 1992 a 2002, que cité antes, no se refiere al término investigación cuantitativa.

Al autor no se le ocurre hacerlo porque en el ambiente académico es un sobre-entendido que la investigación cuantitativa, siendo dominante, forma parte del panorama de la investigación educativa en México. No es novedad y por eso no hay que destacarlo.

Y eso ocurre con la misma naturalidad con que Juan Rulfo prescinde del uso de la palabra charro en una novela que tiene lugar en la tierra de los charros. A nadie, verdaderamente nativo de estas tierras académicas de la investigación educativa, se le ocurriría hacer notar algo tan obvio.

Es por eso que mi tercer argumento es necesario…

La investigación cualitativa tiene un lugar que ya se da por sentado en las mejores revistas de educación en México.

El CONACYT reconoce a las siguientes: Educación Matemática, Perfiles Educativos, Revista de Educación Superior, Revista Electrónica de Investigación Educativa, Revista Latinoamericana de Investigación en Matemática Educativa, Revista Mexicana de Investigación Educativa, Sinéctica.

En todas se publican artículos que reportan investigaciones de corte cualitativo.

Para redondear el argumento: Mario Rueda apunta, en el número especial por los 15 años de la emblemática Revista Mexicana de Investigación Educativa, lo siguiente: “Un análisis somero de los números correspondientes a 2000, 2005 y 2010 ofrecen un panorama en el que están presentes estudios de corte cualitativo, cuantitativo o mixtos” (Rueda, 2011, p. 24).

Sobre la base de los tres argumentos presentados concluyo que: La investigación cualitativa se encuentra plenamente establecida en el campo de la investigación educativa en México y hace importantes aportes para el conocimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje.