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PSICOPATOLOGIA NFANTO JUVENIL Prof. Lic. Leandro M. Sánchez

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Presentación del tema: "PSICOPATOLOGIA NFANTO JUVENIL Prof. Lic. Leandro M. Sánchez"— Transcripción de la presentación:

1 PSICOPATOLOGIA NFANTO JUVENIL Prof. Lic. Leandro M. Sánchez
NEUROSIS PSICOPATOLOGIA NFANTO JUVENIL Prof. Lic. Leandro M. Sánchez

2 El Sentido de los Síntomas
Freud hace una clara distinción entre el enfoque de la psiquiatría clásica de su época y la del psicoanálisis. El describe a la sintomatología de la llamada Neurosis Obsesiva, en donde hay conductas para muchos irracionales, y a diferencia de la psiquiatría que los consideraban como “degenerados” y no trataban de explicar estas conductas, el plantea que hay un sentido oculto detrás de cada síntoma.

3 Para esto el narra dos casos de su propia clínica en dónde quiere demostrar que siempre hay un suceso precedente y desencadenante que está oculto a la conciencia del paciente Dice que el síntoma en es individual y rico sentido, y este sentido se entrama con la historia del enfermo Coincide en este punto con Janet al considerarlos “exteriorizaciones del inconsciente”.

4 También hace una diferencia entre la sintomatología de la neurosis obsesiva y la de la histeria de conversión. En esta última la angustia se aloja en el cuerpo y en la Neurosis Obsesiva el sufrimiento esta en el alma, caracterizada por pensamientos recurrentes que el enfermo no puede refrenar y son movidos a realizar acciones que no le dan satisfacción alguna. Estos pensamientos son el disparador de una esforzada actividad de pensamiento que deja exhausto al enfermo.

5 Hay impulsos en estos pensamientos que no puede materializar entonces realiza un montón de actividades para evitar llevar a cabo esas atrocidades para la conciencia. El resultado es el triunfo de la huída y la precaución. El enfermo no puede dejar de hacer estas rutinas, porque en ellas desplaza la pulsión que lo atormenta, pero no las suprime. Él lo describe como un penar estrafalario. El plantea que analizar el síntoma nos lleva al núcleo más íntimo de un caso.

6 Freud concluye que los síntomas neuróticos tienen un sentido similar al de las operaciones fallidas y los sueños y que están en vinculación directa con el paciente. El plantea que la tarea del analista es descubrir esta situación del pasado en la que la idea estaba justificada y la acción respondía a su fin. El habla de que los síntomas tienen rasgos “típicos” y rasgos “particulares”. Es estos que se va a poder investigar la historia que los desencadeno. Los rasgos típicos son los que van a ayudarnos para enmarcar al paciente en un diagnostico, y los “singulares” sirven de material para desentramar la vivencia particular.

7 La Fijación al Trauma, Lo Inconsciente

8 NEUROSIS Dicc. De Psicoanálisis (J. Laplanche – J.B. Pontalis)
Afección psicógena cuyos síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico que tiene sus raíces en la historia infantil del sujeto y constituyen compromisos entre el deseo y la defensa

9 NEUROSIS DE TRANSFERENCIA Dicc. De Psicoanálisis (J. Laplanche – J. B
NEUROSIS DE TRANSFERENCIA Dicc. De Psicoanálisis (J. Laplanche – J.B. Pontalis) Sentido nosográfico: Tipo de neurosis que Freud diferencia de las neurosis narcisistas dentro del grupo de las psiconeurosis. Se diferencian de las neurosis narcisistas por el hecho de que la libido está siempre desplazada sobre objetos reales o imaginarios, en lugar de estar retirada de éstos sobre el yo. De ello resulta que son más accesibles al tratamiento psicoanalítico, ya que se prestan a la constitución, durante la cura, de una neurosis de transferencia en el sentido B

10 NEUROSIS DE TRANSFERENCIA Dicc. De Psicoanálisis (J. Laplanche – J. B
NEUROSIS DE TRANSFERENCIA Dicc. De Psicoanálisis (J. Laplanche – J.B. Pontalis) B. Dentro de la teoría de la cura psicoanalítica, neurosis artificial en la cual tienden a organizarse las manifestaciones de transferencia. Se constituye en tomo a la relación con el analista; representa una nueva edición de la neurosis clínica; su esclarecimiento conduce al descubrimiento de la neurosis infantil.

11 Dichas neurosis son producidas como efectos de la represión secundaria, que realiza el Yo Inc. ante las pulsiones del Ello. Como la represión secundaria no es totalmente eficaz, las pulsiones del Ello a veces consiguen retornar de lo reprimido, y merced a un disfraz (formación sustitutiva) generar los síntomas, “extranjeros interiores” para el Yo, que no consigue dominarlos, por lo que se producen compulsivamente.

12 La represión retira la investidura de la representación-palabra (Prec
La represión retira la investidura de la representación-palabra (Prec.), pero la investidura se mantiene en la representación-cosa Inc., y por ello ésta pugna constantemente por buscar acceso al Prec. Para impedirlo, el retiro de la investidura de la representación-palabra se debe ayudar con una contrainvestidura que impida el acceso al Prec.

13 Esta descripción es la de los mecanismos de defensa
Esta descripción es la de los mecanismos de defensa. Que predomine un mecanismo u otro dependerá de los puntos de fijación de la pulsión y del Yo. Cada punto de fijación generara diferentes neurosis de transferencia

14 El nombre de “neurosis de transferencia” proviene de la clínica, ya que merced a que lo reprimido busca retornar lo hace transfiriéndose a las representaciones del Prec que se ofrecen, la representación del analista es una de ellas. Se produce entonces durante el tratamiento un reavivamiento artificial de los fenómenos originadores de las neurosis. Se repite en el vínculo analítico. A veces como resistencia del Yo a la prosecución del tratamiento, lo que Freud llama una repetición. Repite para no recordar.

15 Esta noción de transferencia implica represión, por lo tanto transferencia de la investidura de la representación-cosa Inc. reprimida a una Prec., la que actúa como disfraz de aquella pero conservando toda la carga afectiva.

16 En las neurosis transferenciales la libido objetal se introvierte; la investidura pasa de los objetos reales a los de la fantasía, fantasía que a su vez puede ser reprimida y en el caso de retornar de lo reprimido genera síntoma o transferencia

17 Se contraponen entonces las neurosis de transferencia a las neurosis narcisistas. En éstas se retrae la libido objetal pero no para trasladada a la fantasía sino al yo. Se transforma en libido narcisista y genera las llamadas neurosis narcisistas, en las que el retiro de la investidura es de la representación-cosa, la repre­sentación lnc del objeto. Se pierde así el deseo lnc de los objetos. A diferencia de las neurosis transferenciales, en las neurosis narcisistas existen fenómenos de restitución y no transferencias

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21 ETIOLOGÍA GENERAL DE LAS NEUROSIS
Los factores hereditarios y las vivencias maternas actuarían sobre el feto. La constitución congénita, modificada por diversos factores, condiciona la constitución visible e invisible del sujeto.

22 Lo constitucional sería
la consecuencia de factores congénitos hereditarios, vivencias maternas durante el embarazo y su repercusión sobre el feto.

23 Los puntos de fijación de la libido son elementos que corresponden a la evolución libidinal.
Aparecen como resultado de la interacción de dos factores derivado el primero de la constitución hereditaria, que predispone a un determinado tipo de fijación, y el segundo de un factor originado en vivencias infantiles, que pueden ser tanto reales como fantaseadas.

24 Conjuntamente con la constitución, las vivencias infantiles determinan los puntos de fijación y ambos elementos constituyen lo que se denomina primera serie complementaria. Los puntos de fijación así determinados (factor constitucional + vivencias infantiles) son verdaderos centros de atracción para la libido madura o genital, a los que ésta regresa en cada ocasión que su satisfacción en la realidad está impedida.

25 Pueden asentar en cualquiera de las etapas del desarrollo libidinal que se han estudiado y crean lo que Freud denominó predisposición a la neurosis o psicosis por fijación de la libido. Cuando la libido, por la presencia de un obstáculo, no puede fluir libremente y por lo tanto no obtiene su satisfacción en el mundo exterior, en primer lugar se estanca; si tropieza en esas circunstancias con dificultades para la sublimación o si ésta le resulta insuficiente, regresa a posiciones más precoces, a los puntos de fijación que son específicos para cada tipo de neurosis y psicosis, y trata de descargarse nuevamente, en ese nivel. Si también en ese plano libidinoso regresivo la satisfacción se ve impedida y la sublimación sigue siendo insuficiente, se produce en el ello una intensificación de la tensión, que el yo es incapaz de dominar en un lapso habitual, lo que desencadena angustia.

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27 La segunda serie complementaria está constituida por la predisposición que acabamos de mencionar, y por un nuevo elemento etiológico - factor desencadenante- al que, cuando proviene del ambiente, y con un sentido genérico, se le denomina: privación, frustración, impedimento externo o conflicto real; este elemento puede también originares en algunos casos en los propios conflictos internos que alteran la dinámica y economía del organismo.

28 El conflicto actual es fácil de evidenciar en aquellos casos en que, a raíz de un suceso real, se presenta súbitamente un trastorno psíquico y donde es fácil descubrir los indicios de una frustración de deseos, lo que obliga a la libido a buscar otros objetos y otras formas de expresión. Dicho de otra manera, el yo se ve obligado a utilizar su mecanismo defensivo de la regresión a fin de evitar la angustia.

29 Los dos elementos que constituyen la segunda serie complementaria - la predisposición por fijación y la frustración - pueden variar su importancia siempre que entre los dos sumen la magnitud necesaria como para iniciar el proceso de la enfermedad.

30 La fijación a una época dada del desarrollo libidinoso es capaz de determinar un cierto tipo de neurosis o psicosis, es decir, que es específica; en cambio no ocurre lo mismo con el factor desencadenante que debe ser considerado inespecífico, siendo tan sólo un estímulo que pone en movimiento al proceso.

31 La libido, que por las circunstancias recién señaladas ha debido regresar al punto o puntos de fijación, refuerza las tendencias correspondientes a éste o éstos, que a su vez tratan de expresarse y satisfacerse.

32 Posteriormente, en un paso más avanzado, se estructuran los síntomas.
La finalidad de estos es: 1º apartar la situación de peligro; 2º disminuir la tensión y por lo tanto escapar al malestar; 3º dominar la angustia solucionando el conflicto neurótico, 4º limitar y cambiar el curso de los impulsos. Los procesos defensivos son, en cierta medida, específicos para cada una de las neurosis y psicosis; así, por ejemplo, (todo esto en una forma muy general) HISTERIA predominan la represión, el desplazamiento, la conversión somática y la condensación HISTERIAN DE ANGUSTIA - FOBIA la proyección, desplazamiento, evitación NEUROSIS OBSESIVA se pone de manifiesto también el desplazamiento, acompañado por formaciones reactivas, anulaciones y aislamiento;

33 En este momento hace su aparición en el cuadro general un nuevo factor decisivo para la aparición de la sintomatología, al que se denomina conflicto interno o neurótico, que no es más que el producto del choque entre estas nuevas tendencias parciales reactivadas y reforzadas por la libido regresiva, por una parte, y por el yo al servicio del superyó por la otra, que le impide nuevamente la satisfacción, causa que generará otra vez angustia de estasis y señal de alarma para el yo, en virtud de la cual este último advierte el peligro y se prepara para la defensa, iniciando la formación de síntomas.

34 El conflicto interno se produce como consecuencia del choque de la reactivación del instinto parcial, reforzado por la libido que no pudo expresarse en el plano genital. De la confrontación de estos dos factores nace la angustia, que el yo percibe como una señal de alarma, ante la cual éste pone en movimiento sus mecanismos de defensa.

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38 CONFLICTO REGRESION – PUNTO DE FIJACION ANSIEDAD MECANISMOS DE DEFENSAS SOLUCION POR TRANSMUTACION – FORMACION DE SINTOMAS NEUROSIS HISTERICAS FOBICAS OBSESIVAS

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41 “Diagnóstico: Una Perspectiva Metapsicológica” Silvia Bleichmar
El diagnóstico no debe operar en el analista como una nomenclatura, como la instalación de un sistema de encasillamientos que reasegurando contra la angustia frente a lo desconocido haga desaparecer al sujeto que consulta en el rubro que lo cosifica.

42 El trabajo psicoanalítico responde a una metodología donde no se trata tanto de repetir lo ya sabido sino de enmarcar las incógnitas que nos lanzan en un proceso espiralado a la búsqueda de nuevas respuestas.

43 En primer lugar, que el inconsciente no es un existente desde los orígenes, sino el producto de un complejo sistema de metabolizaciones simbólicas que se constituye en el interior de las relaciones sexualizantes y de prohibiciones que instaura la estructura del Edipo. En segundo lugar, que es en el marco de la tópica psíquica, definida por juegos de instancias en conflicto, donde el síntoma se instaura y cobra valor simbólico en tanto conflicto intrapsíquico, es decir intersistémico.

44 ¿Cuál sería el valor, y de qué modo se pondrían en juego estas premisas no sólo en el diagnóstico, sino en las conclusiones que de este se derivan, fundamentalmente criterios de analizabilidad y estrategias acordes?

45 El deslinde diagnóstico que propongo reproduce y amplía una preocupación expresada por Freud en diversos momentos de la obra, pero que encuentra, en mi opinión, expresión paradigmática en la diferencia entre neurosis de transferencia y neurosis narcisísticas.

46 Metodológicamente, observemos que esta diferenciación sería imposible de ser pensada antes del descubrimiento de la operancia de la transferencia como actualización de la neurosis infantil en el interior del proceso de la cura. Esto para señalar que Freud mismo es llevado por su propio descubrimiento a circunscribir un campo que define criterios de analizabilidad.

47 Criterios de analizabilidad que, indudablemente, mantienen su vigencia, lo cual no invalida el hecho de que busquemos, en el marco del conocimiento psicoanalítico, formas de operar, revisiones teórico-técnicas que nos permitan iniciar el proceso de la cura cuando las condiciones para un análisis aún no se han efectuado. Digo aún no se han efectuado y subrayo el hecho de que estas modalidades de operancia analítica serían, en el caso del análisis de niños, el prerrequisito para fundar las condiciones de análisis, es decir para que el sujeto transite de formas pre-neuróticas a modalidades neuróticas en su funcionamiento.

48 Explorar las condiciones del psiquismo de constituir una neurosis de transferencia, luego de haber hecho la cuidadosa diferenciación entre transferencias (de cargas) y neurosis a transferencia, es decir capaz de constituir bajo modalidades transferenciales el proceso de la cura, es parte del diagnóstico de analizabilidad que hoy tenemos posibilidades de establecer.

49 Pero es necesario para ello dejar establecida una orientación teorética que, considerando al inconsciente como fundado y no como existente desde los orígenes, nos permita cercar los indicios de su existencia a través de la operancia de la represión originaria.

50 Trastorno y síntoma, metapsicológicamente diversos
Vuelvo entonces a la ubicación tópica del conflicto en el marco del proceso diagnóstico. He diferenciado en mis trabajos entre dos modalidades de emergencia de signos patológicos: trastorno y síntoma; signando la diferencia entre ambos por el abordaje de un síntoma como formación del inconsciente, es decir como producto transaccional sólo posible de ser cercado a partir de la existencia de los mecanismos que en él operan existiendo el clivaje del aparato psíquico que lo funda en el momento de instauración de la represión originaria.

51 Ello quiere decir, en primer lugar, que para que el síntoma se constituya como tal debe no sólo expresar una inlograda satisfacción pulsional, sino que sea el sujeto mismo  (sujeto del yo), quien lo rehúse a una parte clivada de sí mismo que se ha tornado extraña y “pulsante”. El síntoma es algo entonces que se produce en forma intrasubjetiva, no direccional, no dirigida a algún otro (a lo sumo el beneficio, o la ganancia secundaria adquieren direccionalidad, pero son “secundarios”, no primarios, no forman parte de la constelación central del síntoma). El trastorno, por su parte, es la emergencia en lo manifiesto de un conflicto en el marco de lo que he denominado tópica intersubjetiva, es decir en el interior de las relaciones primordiales con el semejante, en los momentos previos a la instauración de la neurosis infantil.

52 ¿Cuál es el objetivo de este ordenamiento, en principio, y cómo cercar los índices que nos permiten hablar de neurosis de infancia? Considerado el niño como sujeto en estructuración, es inevitable que la iniciación de un proceso analítico que tenga como eje el develamiento del inconsciente y su perlaboración no puede instalarse antes de que el inconsciente haya encontrado un lugar definitivo en la tópica psíquica. Es el hecho de la instalación de la neurosis de infancia, en la cual las imagos primordiales omnipotentemente satisfactorias han caído al fondo del inconsciente, lo que posibilita al niño la instalación de una neurosis “a transferencia”, es decir con capacidad de transferir y de producir por ende en el proceso de la cura una “neurosis de transferencia”, volviendo a los ejes ya señalados.

53 Pero la respuesta a ello no está en el síntoma mismo
Pero la respuesta a ello no está en el síntoma mismo. Más aún, no se trata de que el diagnóstico nos proporcione los índices histéricos u obsesivos el eje central que nos ocupa. La dominancia histérica u obsesiva se inscribe en el interior de una definición previa: nos regimos, en el diagnóstico que efectuamos en la clínica de niños, por la búsqueda de los índices de funcionamiento psíquico que nos permitan detectar la operancia de un funcionamiento neurótico, considerada la neurosis como el fracaso de las simbolizaciones, o autosimbolizaciones, mediante las cuales el sujeto ha logrado habérselas con el conflicto psíquico. Pero ello implica, entonces, que el funcionamiento neurótico se instale en el marco de un psiquismo capaz de producir simbolizaciones que podríamos, por jugar, denominar “normóticas” (conflictos cuya dinámica y tópica no excede una economía que logra el mantenimiento de regulaciones intersistémicas sin empobrecimiento y con apertura a simbolizaciones siempre abiertas, es decir sublimatorias).

54 Si el inconsciente no existe desde los orígenes, sino que es el producto de una fundación cultural en el marco de relaciones sexualizantes y prohibiciones constituidas en el seno de la estructura edípica, el diagnóstico debe cercar los indicios de su funcionamiento y existencia. En un pequeño texto que precede el primer capítulo de “Lo Inconsciente”, Freud hace una diferencia entre la existencia del inconsciente en tanto tal y su conocimiento. No conocemos al inconsciente en sí mismo, sino a través de sus derivados, de sus productos: retoños de lo reprimido, formaciones de lo inconsciente.

55 El párrafo es relevante: diferencia, por un lado, el conocimiento del inconsciente  del inconsciente en tanto tal, como objeto (lo que se ha dado en llamar “el realismo del inconsciente”). Es a través del proceso secundario que aprehendemos el inconsciente. Es también, en la clínica de niños, a través de cercar los índices de funcionamiento del proceso secundario, que obtenemos la garantía de existencia del inconsciente como tal para derivar a partir de ello la emergencia del conflicto neurótico. Esto quiere decir que, en mi práctica, considero central el relevamiento de los índices de operancia del proceso secundario: la vigencia del no y del sí (en tanto sintagmas y en tanto valor posicional del sujeto, tal como se definieran en el texto de La Negación), la existencia de la lógica del tercero excluido y, fundamentalmente, la instalación del lenguaje como sistema de representación –palabra, es decir en su valor comunicacional, abierto al código y al referente.

56 Es esta última diferencia, central en mi opinión, entre el lenguaje como representación-palabra y la reinscripción del mismo como representación-cosa (lenguajera o no, degradada de su función significante, cerrado a la comunicación e inscripto en la pura singularidad de lo vivencial-histórico del sujeto), la que inaugura una diferencia esencial en el proceso diagnóstico. Ella parte, centralmente, de la recuperación del status del lenguaje en el aparato psíquico tal como Freud lo formulara, y se inscribe en los desarrollos propuestos por Jean Laplanche en sus intentos por diferenciar de la homotecia estructuralista el discurso-deseo de la madre y la instalación de representaciones lenguajeras en el inconsciente infantil. Ella pone a jugar, al mismo tiempo, un recurso técnico decisivo que he adoptado como elemento central del proceso diagnóstico: la historia del niño, contada por la madre, en presencia del hijo, permitiendo ubicar las relaciones entre traumatismo y estructura en su valor significante.

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