EL AGUIJÓN DE PABLO

2 COR. 12: 7-9. EL AGUIJÓN DE PABLO «Y porque no me ensalzase desmedidamente a causa de la grandeza de las revelaciones, me fué dada una espina en mi carne, el mensajero de Satanás, que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. 8 Por lo cual tres veces rogué al Señor que se quitase de mí. 9 Y él me dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder en la flaqueza se perfecciona. Por tanto de buena gana me gloriaré de mis flaquezas, porque habite en mí el poder de Cristo».

Para que no me exaltase sobre manera: Dios consideró conveniente proteger a Pablo de él mismo. Note que, el peligro no provenía tanto de afuera, sino del Mismo Pablo. Me fue dado un Aguijón. Era como una “estaca puntiaguda”, se usa aquí para referirse a una astilla dentro de la carne, que no se puede sacar. La dolencia era corporal, no espiritual ni mental. Sin duda era algo grave que le causaba mucha perturbación, molestase y provocase inconvenientes. Evidentemente era algún mal que le afectaba los ojos según (Gal. 4:13-15). Un mensajero de Satanás. que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. El mal provenía de Satanás, pero era permitido por Dios. Tal fue el caso de Job, según lo menciona (Job 1:6-12; Job 2:7; Ver Luc. 13:16). Corresponde con la naturaleza y la obra de Satanás el causar sufrimientos y enfermedades corporales. El propósito de Satanás era molestar a Pablo y estorbar su obra. Mientras que el propósito de Cristo al permitir la aflicción era proteger a Pablo del orgullo.

¿Cual fue la actitud de Pablo frente a esta situación? El dice: «Por lo cual tres veces rogué al Señor que se quitase de mí». En tres ocasiones específicas Pablo había pedido a Dios que le quitara esa penosa aflicción; pero cuando la respuesta fue clara, la aceptó como la voluntad de Dios para él. Compárenos la situación de Pablo, con las tres veces cuando Cristo oró para que pasara la copa que debía beber, y después la aceptó como la voluntad de Dios (Ver Mat.26:39-44). Quizá Pablo había Rogado con lagrimas, pero leamos lo que dice (Mat. 5:4).

¿Cuál fue la respuesta de Dios a las tres oraciones de su siervo pidiendo curación? «Bástate mi gracia; porque mi poder en la flaqueza se perfecciona» La oración de Pablo no le proporcionó alivio de su mal, Pero Sí le dio gracia para soportarlo. Sin duda Pablo pidió ser liberado de su dolencia teniendo en cuenta que era un estorbo para su ministerio. Cristo le dio más de lo que necesitaba con una abundante provisión de su gracia. (Ver Isaías 26:3-4).

Dios nunca ha prometido alterar las circunstancias ni liberar a los hombres de sus dificultades. Los males corporales y las circunstancias desfavorables son asuntos de importancia secundaria para el Señor. La fortaleza interior para soportar es una manifestación mucho mayor de la gracia divina que el dominio de las dificultades externas de la vida. Una persona puede estar externamente quebrantada deshecha, y sin embargo, internamente tiene en Cristo el privilegio de disfrutar la perfecta paz.

«Por tanto de buena gana me gloriaré de mis flaquezas, porque habite en mí el poder de Cristo», responde Pablo. Una característica del triunfo es aceptar las limitaciones propias sin asentimiento. La entrega máxima consiste en regocijarse en lo que uno detesta y de lo cual desea ser liberado. Cristo también se estremeció ante los ultrajes, el oprobio y el ridículo que se le obligó a sufrir en su juicio. Es su resignación ante la voluntad de Dios, significa un renunciamiento completo al yo (Ver 1Cor. 2:3-5). La pregunta es: ¿Estamos nosotros dispuestos a que se cumpla la voluntad de Dios en nosotros? ¿Y que, a pesar de las circunstancias adversas, permanecer fieles al Señor, como lo hiso Pablo, hasta el final? Amen. Amen.