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Retos de las Mujeres Organizadas: ante la situación y Crisis política actual Jornada realización de Diagnostico y Elaboración de Estrategia de Trabajo.

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Presentación del tema: "Retos de las Mujeres Organizadas: ante la situación y Crisis política actual Jornada realización de Diagnostico y Elaboración de Estrategia de Trabajo."— Transcripción de la presentación:

1 Retos de las Mujeres Organizadas: ante la situación y Crisis política actual Jornada realización de Diagnostico y Elaboración de Estrategia de Trabajo 12 y 13 de Marzo 2014, Sede STENEE, SPS

2 Las mujeres sindicalistas, en un mundo de hombres La participación de las mujeres en los sindicatos, está condicionada por causas externas, derivadas de la propia situación socio-laboral de las mujeres, obligadas a compaginar empleo y responsabilidades familiares, y por otras derivadas del funcionamiento interno de la propia organización sindical, todavía notablemente masculinizada en todos los aspectos.

3 Trabajar en el sindicato es tomar conciencia de que todo está mediatizado por un sistema de relaciones que es difícil de analizar, porque tiende a naturalizarse. Hay que subir a la conciencia crítica, desarrollar un pensamiento crítico sobre el sistema de relaciones entre hombres y mujeres. (Frente al pensamiento único, el pensamiento crítico). Es cierto que el número de mujeres afiliadas a los sindicatos es inferior al número de hombres (entre 30 y el 50% del total es afiliación femenina), también es inferior el número de mujeres con empleo.

4 A menudo en el interno del sindicato lo que percibimos es que se traslada la posición que tenemos las mujeres en la sociedad, y se nos trata de igual manera. (Con discriminación y violencia) En el interno de la organización, vemos cómo el trabajo de los Departamentos de la Mujer, (Secretaria de la Mujer, Secretaria de asuntos femeninos) ha tenido que enfrentar las siguientes características: Invisibilizacion Exclusión (se nos omite abierta y deliberadamente) Subordinación (se nos considera un objeto pasivo) Desvalorización (se nos considera inferiores)

5 Tenemos nuestros propios indicadores: La participación directa de las mujeres sindicalistas a todos los niveles, desde el nivel de delegada sindical. Salen elegidas, son miembros del Comité, pero no son ellas las que negocian los Convenios Colectivos. La escasez de mujeres en los órganos de dirección. Se las excluye abierta y deliberadamente. Esto indica que no tenemos poder propio, tenemos el poder delegado por los hombres que dicen representarnos.

6 En esto también estamos hartas de escuchar tópicos como “ellas no quieren”, “no pueden” o peor aún “no saben”. Nosotras tenemos que demostrar que sabemos, a ellos se les presupone. La cuestión no es tanto que las mujeres dudemos de nuestra capacidad para ocupar cargos de dirección, que podría ocurrir, pues son muchos los condicionantes históricos que nos relegan; la cuestión es más que no peleamos la candidatura, porque sabemos de antemano que nos va a suponer un enorme desgaste, y que carecemos de base de poder para salir exitosas. Pretender la igualdad no es asumir valores masculinos.

7 Las cuotas sirven para evitar esa pelea, pero no siempre son útiles. No basta con feminizarlo todo, es decir, aumentar el número de mujeres en las estructuras del sindicato, hay que trabajar con ellas, pues la conciencia (ser consciente) no se da por generación espontánea, no es una simple cuestión numérica. La igualdad en el poder es el símbolo para el resto de las igualdades, laborales y privadas, porque de la toma de decisiones se derivan el resto de posibilidades de cambio social.

8 Hoy las relaciones de poder son asimétricas, diferentes para hombres y mujeres, el déficit democrático que percibimos en la sociedad, se reproduce en el sindicato, percibimos también el llamado “techo de cristal” o “suelo pegajoso”. Los documentos. Mucho ojo con el lenguaje, siempre cargado de ideología, que no resulte sexista. O que se omita nuestro trabajo, sencillamente no figure o no se publiquen nuestras propuestas. Lo que no se nombra no existe y si las mujeres seguimos diciendo «nosotros en el sindicato» continuaran refiriéndose solamente a los hombres.

9 Y que no se publiquen en “anexos”, sino transversalmente, como parte de todas las políticas sindicales, que han de contener la perspectiva de género. E insistiendo en que “el otro trabajo”, el del ámbito privado que recae sobre las mujeres, es también una cuestión sindical. Los presupuestos. Si no hay dotación económica para la estructura de género, no hay voluntad política de que ésta funcione. Y lo que nos encontramos en la práctica, es que las necesidades que tiene la organización son muchas, y los recursos tanto humanos como económicos escasos.

10 Los programas del Departamento de la Mujer no son una prioridad en la práctica sindical cotidiana. Por ello, la captación de recursos externos es una tarea todavía imprescindible. Durante mucho tiempo, hemos sido mas “influidas” que influyentes en el conjunto de la organización. Es lo que Carmen Pino ha denominado “el currículum oculto” de las mujeres sindicalistas, que dedican gran parte de su tiempo a defender unos intereses que no son precisamente los de las mujeres, sino los del mantenimiento de unas organizaciones que les son todavía adversas.

11 Porque uno de los grandes males de las organizaciones sindicales, es que generan un excesivo trabajo burocrático, que tanto nos entretiene. No trabajamos en el mejor de los mundos, pero aunque a un ritmo mucho mas lento del que nos gustaría, las mujeres sindicalistas seguimos avanzando en ese difícil camino de impulsar la transformación en los sindicatos, para hacer de éste un auténtico motor de cambio social.

12 Si no empezamos arreglando la propia casa, será paradójico pretender ganar la batalla de ese cambio social que las organizaciones sindicales se proponen, como agentes sociales que son, hacia un mundo mas justo y mas igualitario. Hay mucho por hacer, pero también algo hemos avanzado, aunque el ritmo no sea todo lo rápido que a algunas nos gustaría. El nivel de desarrollo del Departamento de la Mujer tiene que analizarse desde una perspectiva general del momento histórico que vive el movimiento sindical en su conjunto.

13 El reto de modernización de los sindicatos La CRISIS DE EMPLEO que padece Europa y que es estructural, es decir, no se debe a una coyuntura económica adversa sino que el desempleo lo genera el propio sistema. Dicen los expertos que aunque se reactive la economía, con este sistema ya no habrá trabajo para todos. Esa crisis de empleo nos lleva a algo peor, nos lleva a una CRISIS DE CIVILIZACIÓN, pues toda la cultura construida en torno a que el trabajo es el eje en torno al cual el ser humano se desarrolla y se socializa, es difícil de mantener. Hoy la oferta de trabajo o es nula, o lo es en condiciones de miseria: contratos basura, horarios interminables, sin prestaciones suficientes, con un salario ínfimo..... el trabajo se ha convertido en el paraíso deseado al que acceder aún en las condiciones más lamentables.

14 Porque fuera de esto, sólo existe la nada: no salario, no-vivienda, no subsidio, no seguridad social, en definitiva, no derechos: la marginación y la exclusión social. En esta coyuntura los sindicatos tradicionales ya no sirven. Ni en sus estructuras organizativas ni en sus programas de acción. Porque estaban pensados para la acción sindical en la empresa, y para la defensa de los derechos del trabajador/a asalariado. Y asalariados/as, al menos con empleo estable, cada vez hay menos.

15 Por ello, la acción sindical centrada en el ámbito de la empresa, tiene que seguir siendo una prioridad en el Sindicato. Pero como nuestro objetivo es el pleno empleo con derechos, y de esto mucha población se está quedando al margen, se hace necesario ensanchar la estructura sindical a espacios más amplios, conectar con los movimientos sociales, haciendo del sindicato la columna vertebral de una amplio movimiento social de trabajadores y trabajadoras.

16 Este reto lo afronta el movimiento sindical en una coyuntura histórica muy adversa. Para el neoliberalismo imperante en el proceso de globalización económica, el mejor sindicato es el que no existe. Ser sindicalista es una profesión desacreditada. Sindicalismo aparece como una palabra sucia, porque el poder económico ya se encarga de que, en esta sociedad mediática, así se perciba. Hoy los medios de comunicación, no son medios, sino fines al servicio del capital.

17 Por otra parte, la precarización del mercado laboral y los altos niveles de competitividad, está desarrollando una cultura del “sálvese quien pueda”, que favorece poco la cadena de solidaridad entre trabajadores y trabajadoras. Al no involucrarse en la acción sindical, se favorece un incremento del autoritarismo empresarial y de deshumanización de las relaciones laborales. Por todo ello, creo firmemente que hoy los sindicatos son mas necesarios que nunca, aunque haya corrientes de opinión, políticamente interesadas, en sentido contrario.

18 Las mujeres, debemos de crear estrategias para asumir los retos: Contra los planes del gobierno de desarticular las organizaciones populares Por la unidad de las organizaciones populares Lucha a favor de la justicia, el respeto a la vida y a los derechos humanos y en contra de los Femicidios Por el castigo a los responsables de violaciones de derechos humanos. Por el respeto irrestricto y garantizado de los derechos humanos. Por la libertad de los presos políticos y el regresos de los exiliados.

19 Por una verdadera y eficaz investigación y el castigo los culpables de los Femicidios Por la transformación del sistema de administración de justicia Contra la militarización y la aplicación de política imperialista de seguridad nacional.

20 SINDICALISMO Y GÉNERO Todavía hoy, sindicalismo y género son dos conceptos difíciles de asociar. Unir conciencia de clase (discriminación como trabajadoras) y conciencia de género (discriminación por razón de sexo), como un todo indivisible, es una tarea que tropieza con múltiples prejuicios. A menudo, entre las propias compañeras, pues no todas las mujeres tienen conciencia feminista como no todos los obreros tienen conciencia de clase.

21 La gente que ha trabajado el concepto de conciencia de clase, como son los sindicalistas, tiene que entender la necesidad de construir la conciencia de género:  Primero es necesario reconocerse como oprimida, para después luchar y superar la opresión de que somos objeto.  Estar unidas en sororidad (hermandad entre mujeres), para ir cerrando la brecha abierta por la enemistad entre mujeres, influenciadas por los mismos hombres que dicen ser nuestros compañeros, kamaradas, novios, amantes.

22 En este planteamiento liberal, que no tiene en cuenta que el trabajo de las mujeres no es estrictamente laboral, sino también y fundamentalmente social, está la semilla de las múltiples discriminaciones que tenemos las mujeres en el mercado de trabajo. Podemos analizar cuatro aspectos básicos de este planteamiento masculino:  Sexualidad: sexo y violencia aparecen íntimamente ligados (acoso sexual).  Maternidad: La trabajadora, como madre, es tratada como disminuida» en situación de “incapacidad temporal” que necesita protección.

23 La legislación proteccionista es lo opuesto a la legislación igualitaria.  Familia: Todavía hoy se pretende arreglar el derecho de conciliación “indirectamente” sobre las condiciones laborales, pero no se incide en la raíz del problema, en la desigual distribución de roles asignados a hombres y mujeres.  La solución llegará cuando se actúe directamente sobre la familia, y las normas formales o informales que la regulan. No olvidemos que la costumbre es mucho mas poderosa que la propia ley.

24  Valor del trabajo femenino: El empleo estable está pensado para el varón, mayor de edad, y si tiene cargas familiares está casado, ya se ocupa su mujer de lo que exceda del ámbito de la empresa. A las mujeres, se nos reserva el empleo atípico: a tiempo parcial, temporal, peor remunerado… la precariedad. Y esos son los retos que debemos asumir con seriedad y responsabilidad Nosotras, las mujeres organizadas y sindicalizadas. Muchas gracias.


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