ROL DEL EMPRESARIO CRISTIANO

DIOS CREADOR “El Hombre, creado a la imagen de Dios, participa con su trabajo en la actividad del Creador y continúa desarrollando esa actividad, y la perfecciona conforme avanza más y más en el descubrimiento de los recursos y valores contenidos en la Creación toda”.

TRABAJO COMO MEDIO DE SANTIFICACIÓN “El hombre participa con su inteligencia y su vocación, en el plan de Dios”, complementa con su esfuerzo y su trabajo, lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, somos instrumentos y protagonistas de Su voluntad, “nos da los medios, no solo para sobrevivir, sino para nuestra propia realización y superación”.

VOCACIÓN DE EMPRESARIOS “Somos parte del Plan de Dios, de su obra creadora permanente, el trabajo y nuestra vocación de Empresarios, debe ser vista, como la oportunidad que Dios nos da para ser útiles, para perfeccionarnos, para cumplir Su voluntad, para contribuir en Su creación y servir a los demás”.

El trabajo dignifica al hombre, le permite sentirse útil, superarse humana, profesional y espiritualmente. Jesucristo, a través de su profesión de carpintero, nos dio ejemplo durante toda su vida, de santificación en el trabajo ordinario. Es nuestra obligación crear oportunidades, dar empleo y ser ejemplo de practicar el Evangelio, santificar nuestro trabajo en el ámbito y/o accionar de nuestras empresas.

MEDIO AMBIENTE El respeto al medio ambiente y el uso racional, responsable y sustentable de los recursos naturales, es una obligación moral de todo líder empresarial.   Debemos utilizar los recursos de manera racional, respetando y conservando el medio ambiente, sin dañar su entorno o perjudicar a las futuras generaciones, para que su uso sea sustentable en el largo plazo.   Utilizar energías renovables, no contaminar el agua, el suelo, el aire que respiramos, evitando, disminuyendo el calentamiento global.

BIEN COMÚN Es el conjunto de aquellas condiciones de vida social que facilitan tanto a las personas como a los mismos grupos sociales, el que consigan más plena y más fácilmente la propia perfección. Al construir una amistad, una familia o una empresa, se crea bien común compartido entre amigos, familiares y entre las personas involucradas en la empresa.

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES El respeto de la dignidad humana y el bien común son principios fundamentales que, en un sistema de mercado, deben indicar la forma de organizar el trabajo y la utilización de capital, así como los procesos de innovación. En particular, hay tres actividades interdependientes que deben asumir:

Atender necesidades humanas genuinas a través de la creación, desarrollo y producción de bienes y servicios. Organizar el trabajo de modo que sea bueno y productivo. Utilizar recursos para crear y compartir riqueza y prosperidad de forma sostenible.

SEIS PRINCIPIOS PRÁCTICOS PARA LA EMPRESA Producir bienes realmente buenos y servicios que contribuyen al bien común. Ser solidarias con los pobres, con personas y poblaciones que, de otro modo, quedarían marginadas y desatendidas. Realizar una contribución a la comunidad fomentando la dignidad del trabajo humano.

Proporcionar oportunidades para que los empleados ejerzan una autoridad apropiada, contribuyendo a la misión de la organización. La buena administración de los recursos ya sea capital, personas o medio ambiente. Las empresas justas en la distribución de recursos a todos los grupos implicados: empleados, clientes, inversores, proveedores y la comunidad.

EJERCICIO DE LA VOCACIÓN Los líderes empresariales deben estar abiertos y ejercer su vocación con virtudes: Con fe, que ve sus acciones no sólo en términos de impacto en la cuenta de resultados, sino en un contexto más amplio, midiendo su impacto en la colaboración con los demás, con ellos mismos y con el mundo, a la luz de la creación de Dios.

Con esperanza, de modo que su trabajo y sus instituciones no estén predeterminadas por las fuerzas del mercado o por construcciones legales, por el contrario, sus acciones darán testimonio del reino de Dios; Con amor, de manera que su trabajo no se limite al ejercicio del interés propio, sino que cultive relaciones y construya comunidades de personas.

Para vivir el llamado de su vocación como administradores fieles, los empresarios necesitan formarse en una cultura religiosa que les enseñe las posibilidades y las promesas del bien que pueden, y deben, realizar el bien que los caracteriza. La familia, la Iglesia y la escuela son instituciones cruciales para esta formación.

Como todas las personas, los líderes empresariales cristianos llegan al mundo, no a través de un contrato o un intercambio de mercado, sino a través de un don. Nadie nace en la empresa, sino en una familia, es bautizado en una iglesia, educado en una escuela, y recibido por una comunidad.

CONCLUSIONES Para alcanzar el bien común global y una economía y sociedad más inclusiva, es importante tomar en consideración las cuatro dimensiones –económica, social, ecológica y humana –de la sustentabilidad. Pero es necesario agregar una dimensión: ¡la Buena Gobernanza! O mejor aún: ¡la Gobernanza orientada al Bien Común!

Para llevar esto a la realidad, los roles de la empresa, el estado, y la sociedad civil deben ser clarificados y bien definidos. El Pensamiento Social Cristiano y sus cuatro principios claves – la dignidad humana y el centro en la persona humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.