RELACIONES FAMILIARES

EL CONOCIMIENTO Y ACEPTACION DELOS HIJOS Los hijos empiezan a modificar su buen comportamiento de la infancia: se vuelven desobedientes, irritables, desordenados… Los padres se sienten abrumados, piensan que algo ha fallado y empiezan de nuevo, pero los resultados no son los esperados

si la crisis provoca inestabilidad y contradicción en los hijos, los padres deberán ceder o exigir según convenga en cada momento, viviendo hasta sus límites la virtud de la flexibilidad, no luchar contra la crisis, ver lo positivo y adaptarse a ella. Pensar que es algo pasajero que termina con la adolescencia. Ante todo serenidad.

LA PARTICIPACIÓN EN EL HOGAR DE LOS ADOLESCENTES Darles responsabilidades hará que se sientan líderes, no solamente encargos. Su necesidad de apertura a los demás, facilita que sean sensibles a las necesidades ajenas: la familia es su primera escuela El crecimiento en la madurez implica el pedir ayuda y dar las gracias Buen momento para que se impliquen en alguna labor social.

¿Cómo son los adolescentes? ¿ qué hacer con ellos? Los adolescentes suelen ser soñadores, idealistas y a la vez contradictorios, dogmáticos e intransigentes –blanco o negro- con quienes no les gustan, pero tolerantes con quienes comparten sus ideas Son impacientes.

el esfuerzo consistirá en ayudarles a materializar sus sueños e ilusiones por medio de unas actividades -trabajo, estudio, labor social, cultural o deportiva- etc. que les hagan abrirse a los demás, que ocupen su tiempo, desplazando el ocio egocéntrico al que tan aficionados suelen ser y que les lleva a sentirse víctimas y desgraciados.

los hijos adolescentes en conflicto sienten el afán de romper todos los moldes. Rechazan las normas conocidas porque están centradas en lo que convenía a la infancia y se justifican: “quiero ser yo mismo”, “no por cumplir determinadas normas soy mejor. Esa rebeldía , sueños y creatividad hay que concretarla en acciones positivas para que no se vaya por otros caminos.

A los padres corresponde dosificar las exigencias y las condescendencias a fin de que se cubran suficiente y positivamente los objetivos básicos que sólo el hogar puede asegurar. Centrarse en lo importante y apoyarse en sus cualidades

Objetivos básicos: Ofrecer al adolescente elementos de juicio social y moral para que construyan adecuadamente las escalas de valores Conseguir de los hijos que la disciplina sea aceptada como más interna y consciente

Facilitar cauces de diálogo y reflexión que ayuden a ordenar las ideas y proporcionar referencias objetivas y de validez universal. Evitar sustituciones o compensaciones de personalidades débiles, lo cual es más cómodo a los padres que el acompañar en la toma de decisiones comprometedoras

Enseñar a los adolescentes a asumir las consecuencias de las propias decisiones Cuidar el área de las evasiones y de las diversiones, así como el cultivo de las propias aficiones

Ayudar a planteamientos de futuro personal Que el adolescente oiga, vea y haga

AUTORIDAD Y AUTONOMÍA

La autoridad no está de moda. las influencias ambientales están tan llenas de malos ejemplos, que no ayudan a mantener posturas educativas seguras y sólidas. Nuestros hijos necesitan la seguridad de nuestra autoridad, necesitan puntos de referencia claros

La autoridad no tiene que ver con el poder para que esa autoridad, en un principio otorgada y concedida como padres, se transforme en autoridad adquirida, consentida y admitida por parte de los hijos, ha de ganarse en el trato cotidiano, poco a poco: cariño bien entendido. El prestigio como padres es lo que nos da autoridad ante los hijos.

el fin que unos padres coherentes persiguen con el recto uso de la autoridad no es otro que el de conseguir que sus hijos alcancen un correcto uso de su libertad.

se requiere un arte especial para emplear la autoridad en los momentos oportunos y con la intensidad necesaria. En ese “tira y afloja” del amor paterno y materno no caben los chantajes ni las dependencias afectivas, ni las decisiones precipitadas fruto de arrebatos momentáneos.

Posibles estrategias: 1. Tener establecida una escala de valores coherente y que sea patente en nuestra vida de familia. 2. Dar con prudencia y con claridad las normas necesarias para que puedan desenvolverse con libertad en esa vida de familia.

3. Conseguir un clima de serenidad y sincera confianza entre todos los miembros de la familia 4. Fomentar la autonomía de los hijos 5. Educar la voluntad de los hijos desde que son muy pequeñines.

6. Exigir la responsabilidad necesaria en cada edad y en cada situación. 7. Ser constantes y firmes en el seguimiento de las normas establecidas. No ser demasiado impacientes a la hora de que cumplan lo que queremos ni demorarlo excesivamente : hábito de la obediencia desde pequeños

¡MERECE LA PENA EL ESFUERZO!