El Estado Empresario Disertación del Ing. Daniel Martínez, Presidente de ANCAP, para la Academia Nacional de Economía Montevideo, jueves 04 de octubre de 2007

El Estado Benefactor El que conocimos como Estado Benefactor ponía en función de sus habitantes y de todo el entramado social, los recursos materiales y simbólicos para lograr un nivel de vida armónico en la medida de lo posible. Con esto, el disenso social (posible) se contenía (o administraba) merced de políticas aplicadas en una u otra dirección, intentando equilibrar los intereses de los sectores con capacidad de manifestarse como tales y abarcando a la mayor cantidad posible de expresiones de lo social, industrial y demás. Este Estado administraba y gestionaba las funciones básicas del mismo, sin renunciar a ninguna, equilibrándolas, y con ellas a todo lo que engloba.

No hay una combinación única de roles para el Estado En oposición al Estado de Bienestar y Estado Empresario tenemos quienes sostienen a un Estado que se retire del rol directo y activo para actuar como “juez y gendarme”.

El Estado Empresario En líneas generales, su creación (histórica) está siempre ligada a una lógica eminentemente social: la creación de las Empresas Públicas (EEPP) está teñida de un afán social recogido, muchas veces en los debates parlamentarios de la época y en las posteriores leyes que las crean. Para nuestro caso puntual como país, este Estado Empresario nuestro ha atravesado los mismos avatares que las conmociones políticas del mismo. O sea: nunca las EEPP siguieron una lógica propia de gestión, administración, acumulación y rumbo, lo que equivale a decir que han estado históricamente ligadas al devenir político (partidario cuando correspondiera) de los gobiernos, hayan sido estos democráticos o dictatoriales. Esto permite decir que, de sus características de Empresa Pública, la parte Pública peso relativamente siempre más que la parte Empresa.

Empresas Públicas (EEPP) Cualquier diseño de política pública en nuestro país debe necesariamente contar con el espacio de las EEPP. No desde el perfil político partidario al que aludíamos, sino desde el perfil de una política de largo plazo del país, en tanto que diseño de acciones públicas que repercutan en el Estado todo. Esto se presentó, incluido en parte, en lo que se llamó Uruguay Productivo, y así lo expresó el Presidente en su alocución del 1 de setiembre próximo pasado:

“El Uruguay Productivo es, por decirlo de alguna manera, una filosofía de país, una estrategia de desarrollo con crecimiento económico pero además con justicia social. Crecer económicamente y distribuir la riqueza con justicia. Es también una revalorización del trabajo como ética de vida, como derecho y responsabilidad. El trabajo, generar puestos de trabajo es la mejor política social que podemos llevar adelante; trabajos dignos, respetables y bien remunerados como forma de asumir y ejercer la ciudadanía”[1]. [1] Discurso del Presidente Tabaré Vázquez, 1 de setiembre de 2007.

¿Cómo se expresa en el actual proyecto de gobierno? educación La Rendición de Cuentas recoge 5 prioridades: salud seguridad infraestructura desarrollo productivo y de servicios

¿Cómo se desarrollan los 2 últimos puntos desde el estado? En esencia, de tres modos: por la acción del Estado en soledad por el acuerdo público privado por la acción facilitadora del Estado para el desarrollo del sector privado Este requiere estabilidad, previsibilidad: reglas de juego claras por parte del primero, reglas que incluyen la negociación capital-trabajo y la promoción de inversiones.

El Estado en soledad Bajo un paradigma similar al modelo de “industria naciente” el Estado Empresario puede no sólo propiciar (generalmente bajo el modo de exenciones o promociones fiscales) sino también participar activamente en el desarrollo económico.

Acuerdos público privados El Estado forma sociedades con el sector privado para el desarrollo de obras de infraestructura, y/o desarrollo de capacidades productivas o de servicio.

La acción facilitadora del Estado El Estado trabaja coordinadamente con el sector privado para darle condiciones de viabilidad a proyectos productivos o de servicio del sector privado.

No juzgamos lo que se ha hecho antes, simplemente constamos la realidad que tomamos: durante años el Estado Empresario fue gestionado bajo una lógica que apuntaba a la llegada de un privado que se adueñara de él o por lo menos lo gestionara mejor. Es claro que esa no es la orientación de este Gobierno. Y las líneas conceptuales de estado empresario-facilitador, que lo sustentan se desprenden fácilmente de las obras o acciones emprendidas hasta ahora: Bella Unión, cemento Pórtland, planta de regasificación, puertos, telefonía celular, política de desarrollo de proveedores nacionales y demás.

Creemos que “hay que construir un Estado fuerte, con autonomía de los sectores particulares y al servicio del ciudadano”[1] Esto quiere decir... [1] Conrado Ramos, Repensando el Estado Facilitador.

“un Estado activo en la promoción industrial, facilitador del incremento de la productividad e incentivador de la inversión productiva; un Estado que contribuye a que los salarios y el gasto público aumenten levemente por debajo de la productividad; un Estado que recaude sobre parte de esta brecha entre productividad y salario y deje otro remanente en manos privadas para la reinversión; un Estado que provea protección social sobre bases universales construyendo un círculo virtuoso entre gasto social e inversión social.”[2] [2] C. Ramos, opus cit.

En este sentido se orientan dos líneas de acción que se están desarrollando: Por un lado es inevitable referir al espacio único e innovador en el tiempo, espacio de coordinación e intercambio denominado Red de Empresas Públicas (REP), desarrollado por este gobierno. Un ámbito de coordinación entre Presidentes de Entes y diversos grupos de trabajo encargados de desarrollar las líneas que emanan de allí (RRHH, Compras, inmuebles, Tecnologías de la Información, Comunicación, entre otros) para el mejor aprovechamiento de las sinergias entre las mismas de cara al desarrollo económico;

Por otra parte, lo que refiere a la Transformación Democrática del Estado que se propone a nivel central, por lo menos en lo que refiere al Estado Empresario (en la cual se inserta la REP en lo que respecta a la descentralización, por ejemplo) que incluye mejora del gasto, generación de políticas de incentivo, alejar al Estado de acciones donde no debe estar ni llevarlo a hacer cosas que no debe hacer. Esto, a la vez, implica...

“una separación no ingenua de política y gestión; un sistema de evaluación de pocos indicadores estratégicos de resultados; provisión de servicios a través de combinación de compromisos de gestión y contratos; un núcleo duro de carrera funcionarial con componentes flexibles y otro sector periférico con modalidades más similares al mercado”[3]. [3] C. Ramos, opus cit

Aterrizando estas ideas a la gestión de la que hablábamos recién somos varias las EEPP que hemos iniciado procesos de reestructura ligados a procesos de planificación estratégica. Estos procesos incluyen las premisas recogidas del nivel central y otras que provienen de la experiencia particular de cada empresa. En todos los casos son conceptos claves: la profesionalización de la gestión, la medición del desempeño a través de indicadores, la necesidad de impulsar un profundo cambio cultural, colocar al ciudadano en el eje de nuestras acciones, y, por encima de todo, la excelencia.

Estamos convencidos que el Estado puede gestionarse en base a la excelencia Partiendo de la definición de los objetivos estratégicos de la empresa, definidos en función de los del país, que sean la guía y el condicionador de cada acción de la empresa Generando el cambio cultural, profesionalizando la gestión Evaluando y retribuyendo en base a los resultados, de forma que estos permitan en definitiva el cumplimiento de los objetivos estratégicos