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Jaime Ernesto Vargas Mendoza

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Presentación del tema: "Jaime Ernesto Vargas Mendoza"— Transcripción de la presentación:

1 Jaime Ernesto Vargas Mendoza
Sobre la distinción entre Constructos Hipotéticos y Variables Interventoras MacCorquodale & Meehl (1948) Jaime Ernesto Vargas Mendoza Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C. 2010

2 Conforme el pensamiento de los teóricos de la conducta se ha tornado más sofisticado y auto reflexivo, ha surgido una considerable discusión sobre el valor y la importancia lógica de las denominadas “variables interventoras”. Hull (1943) se refirió a “constructos simbólicos, variables interventoras o entidades hipotéticas” (p. 22) y trató estos términos en su discusión teórica como si fueran nociones equivalentes. Por otro lado, Tolman (1938) al tratar de explicar la conducta de un animal (rata) en un punto de elección (dentro de un laberinto), insertó un diagrama de Hull sobre el condicionamiento serial, mismo que se volvió referente de lo que son las variables interventoras. En él, estas median entre las variables independientes y las variables dependientes de los estudios experimentales sobre el aprendizaje animal. Variables Independientes Variables Interventoras Variables Dependientes

3 Esto podría hacer parecer que Tolman considera sus “variables interventoras” como si tuvieran el mismo carácter que les asigna Hull. En vista de esto, resulta un tanto sorprendente descubrir que Skinner aparentemente siente que sus formulaciones tienen una cercana afinidad con las de Tolman, pero son básicamente diferentes de las de Hull (Skinner, 1938, p. 436, 437). Al apegarse a una estructura teórica “descriptiva” y “positivista”, sugiere que el modelo escogido por Hull (la mecánica Newtoniana), no es el mejor modelo para los propósitos de la teoría conductual y en general, Skinner es crítico con todo el enfoque postulativo-deductivo. Hull Tolman Skinner

4 El enfoque que tomen los psicólogos teóricos sobre las variables interventoras y los constructos hipotéticos, por supuesto que influirá profundamente la dirección que tome este pensamiento teórico. De manera que el tipo de constructos hipotéticos a los que nos acostumbremos a pensar, tendrá un impacto considerable sobre la creación de las teorías. En este documento pretendemos presentar lo que nos parece que es un problema principal en la conceptualización de las variables interventoras, sin pretender llegar a una solución satisfactoria. Principalmente es nuestro propósito es hacer la diferencia entre dos subclases de variables interventoras o como preferimos decir, entre “variables interventoras” y “constructos hipotéticos”, que pensamos resulta fundamental pero que a la fecha se ha descuidado.

5 Podemos empezar con una diferencia que parte del sentido común y proceder luego con formulaciones de esta distinción que sean más rigurosas. Ingenuamente, pareciera que hubiera una diferencia en el estatus lógico de los constructos que involucran la suposición hipotética de alguna entidad, proceso o evento que no se puede observar por sí misma y los constructos que no involucran estas suposiciones hipotéticas. Por ejemplo, la “reserva del reflejo” a la que se refiere Skinner se puede definir en términos del total de respuestas disponibles sin continuar con el condicionamiento, mientras que el concepto de Hull sobre “la interacción neural aferente” involucra la idea de procesos dentro del sistema nervioso. Si tomamos un ejemplo de otra ciencia, podríamos contrastar lo que es la “resistencia” en electricidad, con lo que es un “electrón”. La resistencia de un trozo de alambre es lo que Carnap denomina como un concepto disposicional y se define por un tipo especial de relación de implicación. Cuando decimos que la resistencia de un alambre es tal o cual, queremos decir que “tantos voltios generarán una corriente de tantos amperes”. La resistencia, en otras palabras, es un concepto ‘operacional’ en un sentido directo y primitivo. El electrón, por el otro lado, es supuestamente una entidad de algún tipo.

6 Los análisis que ya se han hecho sobre esta diferencia nos pueden llevar a una formulación más precisa. Estos dos tipos de conceptos los han diferenciado escritores especializados en la filosofía de la ciencia. Feigl (comunicación personal) los refiere como hipótesis analíticas versus hipótesis existenciales. Benjamin (1937) diferencia entre método abstracto y método hipotético. En el método abstracto o analítico hacemos a un lado ciertas características de la experiencia y agrupamos los fenómenos por un conjunto restringido de propiedades para formar clases. Entonces, las relaciones entre esas clases se pueden descubrir empíricamente, sin agregar nada al fenómeno observado. El método hipotético, por el otro lado, relaciona las experiencias “inventando una sustancia ficticia, un proceso o una idea, en términos de la cual se expresa la experiencia. En pocas palabras, una hipótesis correlaciona las observaciones agregando algo a ellas, mientras que la abstracción logra el mismo fin sustrayendo algo” (p. 184).

7 La cita anterior nos sugiere al menos tres formas para sostener la diferencia que hemos hecho.
Puede señalarse que en el enunciado de un constructo hipotético, a diferencia de uno abstracto,, se encuentran palabras (otras además del nombre del constructo mismo) que no se definen explícitamente mediante relaciones empíricas (o se reducen a ellas). Una vez que se emiten estas expresiones (postulados) conteniendo estas palabras hipotéticas, se puede conseguir mediante la deducción algunas proposiciones empíricas que puedan ser verificadas. Pero las palabras en sí mismas no se definen directamente (o se reducen) por estas relaciones empíricas. Esto no sucede con los constructos abstractos, como la resistencia, la solubilidad o el ‘drive’ como lo usa Skinner.

8 2. Una segunda aparente diferencia entre conceptos abstractos e hipotéticos esta en su relación lógica con los hechos, como son, los enunciados observativos y las leyes empíricas que son la base para creer en ellos. En el caso de los enunciados que contienen solo conceptos abstractos, la veracidad de las leyes empíricas constituye tanto una condición suficiente como una necesaria para que sea verdad el enunciado abstracto. Para los enunciados conteniendo conceptos hipotéticos, es bien conocido que esto resulta falso. Las leyes empíricas son necesarias para la veracidad de las sentencias hipotéticas, pues estas implican a las primeras, pero no son suficientes.

9 3. La tercera diferencia entre estos tipos de conceptos radica en que en el caso de los conceptos abstractos, la forma cuantitativa del concepto, por ejemplo, la medida de su ‘cantidad’ se puede derivar directamente de las leyes empíricas simplemente mediante el agrupamiento de términos. En el caso de los conceptos hipotéticos, el mero agrupamiento de términos no es suficiente. Este es el aspecto que hace más obvia nuestra distinción entre constructos hipotéticos y variables interventoras.

10 En el libro de Hull (1943) “Principles of Behavior” se investiga el efecto sobre la fuerza de la respuesta que ejerce la influencia de ciertas variables independientes tales como el número de reforzamientos, la demora de la recompensa, la asincronía estímulo-respuesta, etc. Vamos a referirnos solo con las variables que se manifiestan en el Postulado 4 de esa teoría. Este se expresa diciendo sHr=M(1-e-kw) e-jt e-ut’ (1-e-iN) (p. 178) Es importante ver que en este caso Hull no distingue entre las cuatro leyes experimentalmente separadas que se combina en la ecuación, separando los nombres de los conceptos. La única variable interventora introducida es la fuerza del hábito (sHr), la cual se describe como una función explícita de cuatro variables empíricas w, t, t’ y N. Cuando la fuerza del hábito significa el producto de las cuatro funciones w, t, t’, y N, entonces la fuerza del hábito ‘existe’ en el sentido trivial que sostiene la ley. Sin embargo, si la fuerza del hábito no es meramente el producto de las cuatro variables sino algo mas de naturaleza neurológica o fisiológica, entonces la teoría puede ser falsa aunque las relaciones empíricas sean ciertas.

11 Como dijimos al principio, nos había parecido que Tolman (1938), al usar un diagrama de Hull para ejemplificar las variables interventoras, pudiera estar partiendo de su definición original. Pero, recordemos que la primera vez que describió la situación en la que el ‘cociente conductual’ era una función compleja f1 de la variable independiente experimental, afirmaba que: “Una teoría, como yo la veo, consiste de un conjunto de variables interventoras. Estas variables interventoras insertadas son ‘constructos’ que nosotros, los teóricos, proponemos como modos útiles de hacer más manejable la función f1 originalmente completa” (p. 9). Ahora nos parece que queda claro, por la descripción de Tolman, que a lo que él se refiere son conceptos abstractos y no hipotéticos. La noción de estos no involucra nada que no se sustente por las leyes empíricas. Para Tolman, el mérito de una variable interventora esta en su carácter puramente ‘sumario’. Uno puede determinar la función f1 en partes, por así decirlo, de manera que el efecto de un programa de mantenimiento dado sobre una parte de f1 puede referirse convenientemente como un drive. Para un drive dado, uno puede esperar tal y tal cociente conductual, en una diversidad de situaciones definidas por varias combinaciones de otras variables independientes.

12 Por su parte, Hull asume la existencia de ciertos procesos que no están lógicamente implicados por las leyes empíricas en un sentido de equivalencia estricta. Sin embargo, puede surgir la cuestión de interrogarse si la diferencia entre estos dos conceptos esta en que las afirmaciones expresadas matemáticamente son definitivamente variables interventoras, mientras que las adiciones verbales llevan al carácter hipotético de tales conceptos. Nosotros no creemos que esta sea la diferencia esencial. Existen expresiones matemáticas cuyo significado no se define en ausencia de acompañamientos verbales existenciales, debido a que las cantidades involucradas se refieren a procesos o entidades no observables (hipotéticas). Hay otras expresiones matemáticas en donde esto no sucede, ya que sus símbolos componentes tienen un referente observacional directo. Algunas formulaciones matemáticas son en sí mismas incompletas en el sentido de que no pueden mediar las deducciones deseadas, a menos que se añadan ciertas proposiciones existenciales, para poder hacer algunas substituciones necesarias y legitimar las ecuaciones. De manera que, no es meramente la forma matemática lo que distingue a una variable interventora ‘pura’ de una hipótesis.

13 En segundo lugar, nos parece que el uso de enunciados verbales sin formulaciones matemáticas no garantiza que estemos tratando con constructos hipotéticos y no con variables interventoras. Consideremos la definición de Skinner de la emoción como un ‘estado del organismo’ que altera la proporcionalidad entre la reserva y el fortalecimiento. No se define como una proporcionalidad directa y, de hecho, Skinner nunca lo plantea en forma cuantitativa. No hay un enunciado matemático que nos haya sido proporcionado por él. Sin embargo, argumentaríamos que el empleo de la palabra ‘estado’, de ninguna manera hace a la noción de emoción algo existencial. El ‘estado’, de una emoción solo se describe especificando (a) la clase de estímulos que podrían producirla y (b) sus efectos sobre la fuerza de la respuesta. Por lo que la emoción, para Skinner, es una verdadera variable interventora, en el sentido original de Tolman. Concluimos, de estos ejemplos, que lo que hace de un concepto que sea abstracto o hipotético, no es meramente cuestión de que este en una ecuación, con o sin compañía de otras expresiones verbales.

14 Sobre la base de estas consideraciones, nos inclinamos a proponer un acuerdo lingüístico para los teóricos de la psicología que sentimos que ayudaría a aclarar la discusión de estas cuestiones. Sugerimos que la frase ‘variable interventora’ se restrinja a su uso original implicado en la definición de Tolman. Tal variable sería simplemente una cantidad obtenida de una manipulación especificada de los valores de las variables empíricas, no involucraría hipótesis sobre la existencia de entidades inobservables o la ocurrencia de procesos inobservables. Instancias legítimas de semejantes variables interventoras ‘puras’ son la reserva de Skinner, la demanda de Tolman, la fuerza del hábito de Hull y la valencia de Lewin. Estos constructos serían la analogía conductual de los ‘conceptos disposicionales’ de Carnap tales como la solubilidad, la resistencia, la inflamabilidad, etc.

15 Como un segundo acuerdo lingüístico, proponemos que el término ‘constructo hipotético’ se use para designar conceptos teóricos que no cumplan los requerimientos de las variables interventoras en sentido estricto. Es decir, cuando estos constructos involucren términos que no sean completamente reducibles a términos empíricos y se refieran a procesos o entidades no directamente observables (aunque no sean necesariamente inobservables). Ejemplos de tales constructos serían los M.P.S. de Guthrie, la rg’s, la Sd’s y la interacción neural aferente de Hull, los rasgos biofísicos de Allport, la noción de ‘ansiedad’ como la usan Mowrer, Miller y Dollar y otros del grupo de Yale, así como la mayoría de los constructos de la teoría psicoanalítica. Skinner y Tolman parecen estar libres de constructos hipotéticos.

16 REFERENCIA : Kenneth MacCorquodale and Paul E. Meehl (1948) ON A DISTINCTION BETWEEN HYPOTHETICAL CONSTRUCTS AND INTERVENING VARIABLES. Psychological Review, 55,


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