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LA LECTIO DIVINA. Mt 11, 25-27.

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1 LA LECTIO DIVINA. Mt 11, 25-27

2 La lectura de la Palabra es en y con la Iglesia.
La Iglesia desde sus inicios ha bebido de la Palabra. En el proceso de acercamiento vivencial al texto de la sagradas escrituras. La lectio divina es una bendición para toda la Iglesia. La lectio divina como método de lectura no es en fin en si mismo, sino un método que facilita y promueve el encuentro vivencial y transformador con el Señor.

3 La lectio divina no es un método de estudio.
Por los siglos fue patrimonio de los monjes. La lectio divina es el ejercicio de un corazón bien dispuesto, es un ejercicio de lectura, pero también de oración. Sus frutos no son en un crecimiento del saber bíblico

4 Dios autor de esta Palabra
Responde sobre el sentido de la vida Discernimiento . Construye un proyecto de vida Lo propio encarnarse en la vida humana

5 Una manera diferente de leer la Biblia.
Acercamiento al regalo divino de la Palabra. El objetivo de la lectio divina. Quien hace una lectio divina bien, hace suyas kas palabras y el sentir de SanPablo. (Gal 2,20) (2Cor 5, 14). La lectio divina , un camino.

6 Situándonos en la historia.
Al leer la Biblia, los Padres no leían los textos, sino a Cristo vivo, y Cristo les hablaba»  La expresión Lectio Divina quiere decir "lectura de Dios", e indica la práctica monástica, ya secular, de la "lectura orante" de la Biblia. La Lectio Divina como práctica de lectura orante de la Biblia, tanto a nivel personal como comunitario, se remonta a los padres de la Iglesia, hacia los años 300 de nuestra era.

7 El primero en utilizar esa expresión fue Orígenes, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. Más adelante, la Lectio Divina vendría a convertirse en la columna vertebral de la vida religiosa. Las reglas monásticas de San Pacomio, San Agustín, San Basilio y San Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la triple base de la vida monástica.

8 La sistematización de la Lectio Divina en cuatro peldaños proviene del s. XII. Alrededor del año 1150 d. C., Guido, un monje cartujo, escribió un librito titulado “La escalera de los monjes”, en donde exponía la teoría de los cuatro peldaños. Con esta escalera los monjes suben al cielo:

9 «Cierto día, durante el trabajo manual, al reflexionar sobre la actividad del espíritu humano, de repente se presentó a mi mente la escalera de los cuatro peldaños espirituales: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los monjes suben desde la tierra hasta el cielo. Es cierto, la escalera tiene pocos peldaños, pero es de una altura tan inmensa y tan increíble que, al tiempo que su extremo inferior se apoya en la tierra, la parte superior penetra en las nubes e investiga los secretos del cielo (...).

10 La lectura es el estudio asiduo de las Escrituras, hecho con espíritu atento. La meditación es una actividad diligente de la mente que, con ayuda de la propia razón, busca el conocimiento de la verdad oculta. La oración es el impulso ferviente del corazón hacia Dios, pidiendo que aleje los males y conceda cosas buenas. La contemplación es una elevación de la mente sobre sí misma que, pendiente de Dios, saborea las alegrías de la dulzura eterna»

11 En el siglo XIII, las ordenes mendicantes (con San Francisco de Asís, Santa Clara y Santo Domingo de Guzmán con la Orden de Predicadores) intentaron crear un nuevo tipo de vida religiosa más comprometida con los pobres e hicieron de la Lectio Divina la fuente de inspiración para su movimiento renovador.

12 En los siglos posteriores al Concilio de Trento (1,545 a 1,547 d
En los siglos posteriores al Concilio de Trento (1,545 a 1,547 d. C,), los creyentes perdieron el contacto directo con la Palabra. Sin embargo, el Concilio Vaticano II recuperó, felizmente, la anterior tradición e instó, con insistencia, a los fieles a leer asiduamente la Sagrada Escritura.

13 «El Santo Sínodo recomienda insistentemente a todos los fieles, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Filp 3,8), "pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo" (...) Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues "a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras"» (Constitución Dogmática Dei Verbum n° 25)

14  En la actualidad, la Lectio Divina se va difundiendo cada vez más en las comunidades eclesiales más diversas, y está resultando una fuente de renovación espiritual y de vivo compromiso eclesial. El Papa Benedicto XVI ha insistido en muchas ocasiones en renovar la aplicación de la Lectio Divina en la vida espiritual de la Iglesia: «Si se promueve esta práctica (Lectio divina) con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia.»

15 «La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón» «La Iglesia no vive de sí misma sino del Evangelio y encuentra siempre su orientación en él para su camino.» «Es algo que tiene que tener en cuenta cada cristiano y aplicarse a sí mismo: sólo quien escucha la Palabra puede convertirse después en su anunciador. También el documento de la V conferencia general del CELAM en Aparecida insiste en la importancia de la Lectio Divina:

16 “Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio Divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo.” (D.A. n° 249)

17 Y de la misma manera se vuelve a resaltar la importancia de la Lectio Divina en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Verbum Domini” (del 30 de septiembre de 2,010): “Si bien es verdad que la liturgia es el lugar privilegiado para la proclamación, la escucha y la celebración de la Palabra de Dios, es cierto también que este encuentro ha de ser preparado en los corazones de los fieles y, sobre todo, profundizado y asimilado por ellos...

18 Practicar con la Lectio Divina no es ahogarse en los pasos ni en la metodología, sino buscar al Señor y reconocerlo vivo y presente en su Palabra. Esto que ha sido patrimonio de los monjes, el Papa Juan Pablo II en varias exhortaciones ha manifestado la importancia que tiene para la vida de todo creyente, haciendo así que ese método que ya se venía utilizando en las comunidades pasase a ser la propuesta de la Iglesia para el acercamiento vivencial al texto de las Sagradas Escrituras.

19 El Papa Juan Pablo II, después del Sínodo de las Américas, nos ha dejado su exhortación Apostólica ECCLESIA IN AMERICA (1999), sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América. Dentro de esta propuesta de renovación a partir de la adhesión y del seguimiento al Señor Jesús como único camino que conduce a la santidad el Papa nos dice explícitamente:

20 “Jesucristo se presenta como único camino que conduce a la santidad
“Jesucristo se presenta como único camino que conduce a la santidad. Pero el conocimiento concreto de este itinerario se obtiene principalmente mediante la Palabra de Dios que la Iglesia anuncia con su predicación. Por ello, la Iglesia en América debe conceder una gran prioridad a la reflexión por todos los fieles. Esta lectura de la Biblia, acompañada de la oración, se conoce en la tradición de la Iglesia con el nombre de Lectio Divina, práctica que se ha de fomentar entro todos los cristianos” (EA. 31)2.

21 Esta referencia del Papa sobre las Escrituras ha dado un nuevo impulso y dinamismo a todo el trabajo bíblico, pues por un lado hace notar que el modelo de santidad uno lo encuentra principalmente en las Escrituras, donde encontramos a Jesús como camino, verdad y vida (Jn 14, 6), modelo de vida.

22 Por otro lado habla de la necesidad de un acercamiento a las Escrituras, de su reflexión, pero con un matiz en una reflexión orante, y esto es una invitación ya no exclusiva para el clero y los religiosos sino para todos los fieles. Las Sagradas Escrituras están siendo instrumento y medio para conocer, amar y seguir a Jesús, asumiendo su estilo e vida, en santidad y compromiso.

23 En este acercamiento al texto, de una manera viva y vivencial, el Papa hace referencia a la Lectio Divina, y exhorta a que se la debe fomentar entre todos los cristianos. Nuevamente aquí se insiste en el hecho de que la Palabra es para todos, todo creyente debe tener esa familiaridad y cercanía con el texto sagrado para aprender de ahí la manera de vivir de acuerdo a las enseñanzas del Señor Jesús.

24 Al inicio del nuevo milenio, al terminar el Jubileo del año 2000, el Papa en su carta apostólica Novo Millennio Ineunte, en el No. 39, establece una relación directa entre la santidad y la oración con la escucha atenta de la Palabra de Dios, destacando el papel preeminente de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, pero da un matiz muy especial a este acercamiento al texto bíblico cuando dice:

25 “Es necesario, en particular, que la escucha de la Palabra se convierta en un encuentro vital, en la antigua y siempre válida tradición de la Lectio Divina, que permite encontrar en el texto bíblico la palabra viva que interpela, orienta y modela la existencia”. Es de destacar la expresión ENCUENTRO VITAL; no es cuestión de saber mucho sobre la Biblia, sino que ese conocimiento me lleve a ese encuentro de corazón a corazón con el Señor, buscando eso que el Papa llama encuentro vital, algo que toque y cale hondo en el corazón, algo que transforme, algo que deje sus huellas, algo que lleve a la conversión y a la adhesión plena y total al Señor.

26 En la Novo Millennio Ineunte, el Papa nuevamente hace mención a la Lectio Divina como un medio para que la Palabra interpele, cuestiones, enfrente al lector con el proyecto del Padre. Habla de una Palabra viva, que produce su efecto, que cala, hondo, que llega al fondo del alma. De ahí la importancia de la metodología de Lectio Divina, pues no se limita a dar información bíblica, sino que lleva a la dimensión vivencial-existencial-transformadora

27 La Lectio Divina: Una experiencia de la Palabra de Dios.

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29 “Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad.( Ef 1, 9): por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina ( Ef 2, 18; 2 Pe 1, 4)” (Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina del Concilio Vaticano II, n° 2).

30 La Palabra de Dios es fuente de vitalidad para aquellos que hacen la experiencia de ésta: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien. Así el hombre de Dios se hace un experto y queda preparado para todo trabajo bueno.” ( 2 Tim 3, 16-17)

31 La lectura o escucha de la Palabra de Dios o de la Biblia es una experiencia de la presencia amiga del Dios vivo. Con mucha sabiduría, la liturgia de la Iglesia al realizar la lectura de la Biblia termina con la expresión “Palabra de Dios” que constituye una confesión de fe, es decir, un reconocimiento de que por mediación del texto bíblico, Dios ha entrado en contacto con la humanidad y en particular con aquellos que están escuchando.

32 Cuando se lee un texto bíblico, se crea un espacio de diálogo entre Dios y nosotros, el cual se comprende mejor cuando descubrimos de que el Dios de la Revelación Bíblica es un Dios de diálogo, de conversación amigable que construye relaciones. Es un Dios que espera nuestra respuesta libre y confiada:

33 “Dios invisible ( Col 1, 15; 1 Tim 1, 17), movido de amor, habla a los hombres como amigos, ( Ex 33, 11; Jn 15, 14-15) y trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía.” (Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina del Concilio Vaticano II, n° 2). Entonces, podemos afirmar que la finalidad última de la lectura de la Biblia es la comunión con Dios. En otras palabras, la Palabra de Dios nos lleva hasta el Dios de la Palabra.

34 Esta relación no puede quedarse a nivel superficial
Esta relación no puede quedarse a nivel superficial. Sino que apunta a un compromiso estable y, al mismo tiempo, de profundización continua. Dios viene a nuestro encuentro y nosotros vamos hacia Él hasta que se realiza una mutua entrega en la que Dios nos dice “tú eres mío” y nosotros le decimos “yo soy tuyo”. Esto es lo que en la Biblia se llama relación de Alianza.

35 La lectura de cualquier pasaje bíblico debe ser realizada en este contexto. No se lee la Biblia para saber más sobre Dios ni para incrementar nuestra “cultura bíblica”, sino permitir que este don que Dios nos ha dado nos tienda una mano para ese encuentro con Dios en el que experimentamos la ternura de su amor.

36 Ahí recibimos las verdades de nuestra salvación
Ahí recibimos las verdades de nuestra salvación. Éstas tienen su expresión concreta y tangible en el Salvador, quien, en la plenitud de los tiempos, nos ha mostrado su rostro en Jesús de Nazaret (cfr Hebreos 1.1) porque “En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos” (Hechos 4.12).

37 Jesús es la plenitud de la revelación testimoniada en la Biblia
Jesús es la plenitud de la revelación testimoniada en la Biblia. Él no vino a abolir la ley sino a darle cumplimiento (cfr. Mateo 5.17). En Jesús, el Dios de quien se escuchaba la voz mostró su rostro y llevó al culmen la historia de la salvación: “Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible” (Colosenses 1,15). En Él, todas las promesas de Dios han recibido su si, su realización (cf. 2 Corintios ).

38 Los creyentes de Dios leemos las Sagradas Escrituras en Jesús y desde Jesús, porque Él es la cumbre de la revelación. De ahí que leamos la Biblia entera desde la persona de Jesús. Nosotros somos sus discípulos y leemos toda la Escritura desde la revelación que Él nos hizo del Padre y del camino que Él realizó (cfr. Hechos ).

39 Luego, para la lectura de la Biblia el creyente ha de tomar en cuenta los siguientes criterios de reflexión y aprovechar lo mejor posible la enseñanza de la Palabra de Dios: La Revelación tiene un carácter histórico. Por eso, los textos no deben leerse fuera de su contexto histórico social, teniendo en cuenta el grado de civilización en que se encuentran en esa época.

40 La Revelación es progresiva. Dios no nos ha dicho todo de una sola vez
La Revelación es progresiva. Dios no nos ha dicho todo de una sola vez. En consecuencia, hay que situar los pasajes dentro de la etapa de la Revelación en que se encuentran. Un cristiano no debe olvidar que la plenitud de esta Revelación es JESÚS. Por eso es que se le concede cierta primicía a los Evangelios.

41 La Revelación se vale del lenguaje humano
La Revelación se vale del lenguaje humano. La inspiración divina aprovecha los recursos literarios de los autores humanos que incluyen los parámetros sociales y culturales de estos autores. Por eso hay que tener en cuenta la época: sus modos de pensar y de hablar, sus formas literarias, las situaciones históricas tan distintas a lo largo de aproximadamente, mil años.

42 La Revelación fue dirigida a un pueblo y para formar el pueblo de Dios
La Revelación fue dirigida a un pueblo y para formar el pueblo de Dios. Puesto que los textos bíblicos nacieron dentro de una comunidad de fe, no es coherente con la naturaleza misma de la Biblia una lectura realizada fuera de una comunidad de fe y de vida, con su Tradición, su credo, su doctrina, su liturgia y sus proyectos. Hay buscar el espacio que brinda la comunidad de cristianos para leer con espíritu de fe la Palabra Dios.

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45 La Palabra de Dios, camino de vida

46 “Ciertamente, es viva la Palabra y eficaz,
Más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra…hasta las junturas y las médulas; Y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay para ella criatura invisible: Todo está desnudo y patente…” (Hebreos 4, 12-13)

47 La Palabra de Dios es viva y eficaz
La Palabra de Dios es viva y eficaz. Penetra en nuestra vida abriéndonos a una nueva comprensión de lo que somos, ya que nuestra verdadera identidad sólo aflora cuando somos capaces de vernos a nosotros mismos tal como Dios nos ve. Cuando somos capaces de mirarnos con sus ojos encontramos nuestra verdad. El encuentro en hondura con la Palabra de Dios va develando paulatinamente el sentido profundo de nuestra existencia.

48 Por lo mismo, la lectura asidua y comprensiva de la Sagrada Escritura es un camino de crecimiento espiritual de primera importancia. Al leer la Biblia cotidianamente nos vamos impregnando de su sentido; vamos permitiendo que ella ilumine las diversas facetas de nuestra vida y de nuestra estructura personal. La Palabra de Dios es como la lluvia fecunda que cae en tierra y la hace fecunda; así llena de sentido nuestra vida.

49 El arte de meditar los textos bíblicos es en buena medida el de conectarlos en hondura con nuestra experiencia, ojalá lo más concretamente que sea posible. Podemos decir que comenzamos a comprender espiritualmente un texto cuando él se conecta con lo que hoy estamos viviendo. De ese nexo el texto adquiere vida y nuestra vida adquiere sentido y luminosidad.

50 La Palabra cotidianamente meditada nos ayuda a conocer mejor el verdadero rostro de Dios como Padre de bondad y de misericordia. La Palabra cotidianamente meditada es un estímulo para no desfallecer en la tarea sin término ser más coherentes con el querer de Dios. Desde la certeza de que un vivir lejos de Dios jamás nos conducirá a la plenitud y a la libertad personales.

51 Taller para facilitadores o guias de lectio divina.

52 Juan 11, 38 La Preparación para entrar en la Lectio Divina: la “soledad sonora” “El Maestro está allí y te llama”

53 La preparación es decisiva para el éxito de la Lectio Divina, para poder escuchar a otro, primero hay que bajar el tono de la voz, hacer silencio, concentrarse. El clima ideal para la Lectio es lo que san Juan de la Cruz llamó “la soledad sonora” (Cántico 15), es decir, callar el ruido de tantas voces que nos invaden para captar el dulce silbido del Espíritu en la Palabra de Dios.  Podemos considerarnos preparados cuando hayamos logrado entrar en este silencio receptivo, atento, consciente de la presencia poderosa de Dios que viene amorosamente a nuestro encuentro con el don de su Palabra.

54 Muchas veces este momento llega a ser un verdadero combate espiritual
Muchas veces este momento llega a ser un verdadero combate espiritual. Especialmente en aquellos días en que tenemos muchos compromisos o tenemos algún problema o estamos cansados o venimos de alguna actividad agitada. Gracias a Dios, habrá días en que será relativamente fácil entrar en la Lectio. Lo importante es tener presente que…

55 No es posible entrar en la inteligencia del texto sin
El corazón pacificado y poseído por el Espíritu Santo. (Ver Lucas 24, )

56 Retengamos estos dos aspectos: pacificación y posesión del Espíritu de Dios. Cada uno, a partir del conocimiento y del control que tiene de sí mismo y de su experiencia de Dios, podrá encontrar la manera de realizar esta preparación. Con todo quisiéramos dar algunas sugerencias:

57 La pacificación del corazón

58 El corazón es, por decirlo así, el órgano de la Lectio
El corazón es, por decirlo así, el órgano de la Lectio. Tal como lo enseña la Biblia, el corazón es lo más íntimo de nuestra personalidad, la profundidad de nuestra conciencia (ver Marcos 7, 21). Es allí donde le Señor quiere comenzar a hablar, a poner su toque creador y transformador. Como en la parábola de la semilla, se necesita un terreno preparado: “Las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias ahogan la Palabra, y está queda sin fruto” (marcos 4, 19).

59 Es el mismo Señor quien nos invita amablemente, como lo hizo con Marta: “Marta, Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria” (Lucas 10, 41ss). Su instrucción es clara: “entra en tu cuarto” (Mateo 6, 6) o sea, en el espacio de tu intimidad, en el lugar de tu corazón.

60 Podríamos presentar la exhortación del Señor en breves imperativos didácticos útiles para nuestra preparación:

61 “¡Entra en tu cuarto!”. Conoce el espacio donde vive tu intimidad, refúgiate allí, busca el silencio, la soledad. “¡Delimita tu tiempo!”. No muestres la mezquindad de tus afanes, sé generoso porque tu tiempo es de Dios.

62 “¡Ayúdate de algo!”, si es que lo consideras necesario, por ejemplo: de un icono, de la luz de una vela, de una cruz, un poco de música… recuerda que es apenas una ayuda. “¡Interroga tu corazón!”. Toma conciencia de la manera como te presentas ante Dios cómo estás ahora y a qué estás dispuesto en esta Lectio. Entra en oración en tu propia realidad, con todo lo que eres. Acuérdate de tu pueblo, también por amor a él buscas al Señor. ¿…….? ¿….?

63 ¡Suplica!”, como el rey Salomón: “dame un corazón que sepa escuchar… para discernir”. (Cfr. 1 Reyes 3, 9).

64 Y una sugerencia práctica: escucha tu propia respiración, siente su ritmo. Esto ayuda a la concentración. El ritmo de la respiración es como el termómetro de nuestro estado de ánimo, de nuestra situación de paz. A veces estás agitado… toma conciencia de esto y ayúdate. Cuando arrojamos una piedrecita al lago, estando sus aguas tranquilas, sus ondas son más nítidas y las vemos expandirse hasta besar los extremos.

65 Actitudes fundamentales en la lectio divina

66 Escucha: Cuando Moisés vio la zarza ardiendo y sin consumirse, se acercó a ella con respeto y atención más que curiosidad (Ex 3, 1-6). Esto le valió escuchar la voz de Dios que salió de ella. La Palabra de Dios es para nosotros un misterio fascinante al que muchas veces nos acercamos descuidadamente. Es terreno sagrado en el que debemos entrar descalzos de todo aquello que nos impide oírla con reverencia y respeto. La Palabra nos exige la gratuidad y la disposición de escucha.

67 Compromiso La lectura orante de la Palabra exige una opción por vivirla cotidianamente. Talvez la mayor dificultad para la orar la Palabra es la incoherencia de nuestras vidas. La falta de armonía entre lo que leemos, oramos y vivimos. No podemos olvidar que el discipulado es un camino constante.

68 Perseverancia: La lectura de la Palabra supone dedicación y tiempo. El Señor tiene una pedagogía con cada uno de nosotros y eso requiere entrar en su tiempo. Dos cosas prácticas necesarias: tiempo fijo para la lectura y, en lo posible, la misma hora cada vez. Por ejemplo media hora diaria en la mañana o en otro momento que acomode, pero siempre el mismo. Lo peor es dejar la lectura para cuando haya tiempo porque nunca se le encuentra

69 Sentarse a los pies del Señor para escuchar su Palabra, María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra” El discípulo se sienta a los pies del Señor

70 “Tus palabras son mi gozo”
Entre más leo la Biblia, más me convenzo que todos los misterios, toda la historia de la salvación, todas las páginas de la Escritura, no expresan otra cosa que el amor apasionado de Dios por la humanidad.

71 Una de las metáforas que mejor describen el discipulado es la de “sentarse a los pies” de Jesús para escuchar su palabra. Discípulo es aquel que se sienta a sus pies a escucharlo. En cambio, quien anda inquieto y preocupado por atender las innumerables tareas personales y sociales, sin tiempo “para sentarse” a los pies de Jesús, pone en peligro su identidad de discípulo al no escuchar al Señor para acompañarlo y seguirlo (Lc 10, 41-42).

72 Cuando Jesús define a su verdadera familia lo hace precisamente indicando a los que “estaban sentados a su alrededor” (Marcos 3, 31-35). Sus parientes llegan a buscarlo porque estiman que deshonra a la familia a causa de su comportamiento (3, 20-21). Los maestros de la ley venidos de Jerusalén – un grupo oficial, por tanto – lo catalogan de endemoniado (3, 22). Así, mientras su familia sanguínea (parientes) lo cree fuera de sus casillas, su familia de raza (israelitas) lo considera endemoniado.

73 Quién en realidad, es la verdadera familia de Jesús
Quién en realidad, es la verdadera familia de Jesús? ¿Quién en realidad, es su verdadero pueblo? “Mirando a los que estaban sentados a su alrededor”, Jesús dijo: “el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3, 34-35). Su auténtica familia y su verdadero pueblo es el discípulo que se sienta a los pies del Mesías para escuchar la voluntad salvífica del Padre y aceptar, por la obediencia de la fe, a Jesús como Ungido con el Espíritu que establece el Reino, derrotando demonios y pecados.

74 “Sentarse a los pies” (Marcos 3, 34, Lucas 10, 39; Hechos 22, 3; ver Lucas 8, 35) es ponerse a disposición de un maestro para recibir educación, adiestramiento, conocimiento. Así también entre los rabinos o maestros de la ley del tiempo de Jesús como, por ejemplo, el joven Saulo respecto a Gamaliel.


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