La descarga está en progreso. Por favor, espere

La descarga está en progreso. Por favor, espere

LA FORMACION PASTORAL DEL DISCIPULO MISIONERO

Presentaciones similares


Presentación del tema: "LA FORMACION PASTORAL DEL DISCIPULO MISIONERO"— Transcripción de la presentación:

1

2 LA FORMACION PASTORAL DEL DISCIPULO MISIONERO
TEMA 4 LA FORMACION PASTORAL DEL DISCIPULO MISIONERO

3 OBJETIVO: Suscitar o fortalecer la conciencia de la llamada de Dios a participar activamente en el apostolado de la Iglesia, en el reconocimiento de los carismas otorgados por el Espíritu Santo a todos los miembros de la Iglesia, en la conciencia también de una necesidad de formación pastoral que haga más eficaz la actividad apostólica.

4 Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles y llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste. Tú eres nuestro Consolador,  don de Dios Altísimo,  fuente viva, fuego, caridad  y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones;  Tu, el dedo de la mano de Dios;  Tú, el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.  Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones;  y, con tu perpetuo auxilio,  fortalece nuestra débil carne.  ORACIÓN

5 V. Envía tu Espíritu y serán creados. R
V. Envía tu Espíritu y serán creados. R. Y renovarás la faz de la tierra. Oremos Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén

6 VER CON LOS OJOS DEL PADRE

7 A veces he pensado que la historia de la Iglesia es como una de esas series de televisión en las que capítulo a capítulo se va desarrollando una trama con diversos giros, a veces lentos, a veces vertiginosos. Siguiendo este pensamiento, uno se sorprendería realmente si habiendo visto el capítulo de la Iglesia de hace sesenta años dejara de ver la serie y, después de varios días, volviera a encender el televisor en el capítulo de la Iglesia actual

8 Saltaría rápidamente a la vista el cambio de escenario, de lenguaje, de preocupaciones, e incluso, de protagonista de la serie. Surgiría seguramente la pregunta ¿Qué sucedió? ¿De qué me perdí? Quien no hubiera perdido la secuencia de la serie respondería: mira, en los últimos capítulos sucedió un acontecimiento grande e importante llamado el Concilio Vaticano II. Allí la Iglesia dio un giro que lo cambió todo.

9 El padre Raniero Cantalamessa,
que es el predicador del Papa, dice que este giro es tan especial que solo se ha dado cuatro veces a lo largo de dos mil años de historia. Él descubre que estos cuatro giros han sido provocados siempre por el mismo motivo: la necesidad de una renovada evangelización, o mejor dicho, un ambiente necesitado de escuchar la Buena Noticia de Cristo, el Hijo de Dios muerto y resucitado para darnos la vida y la felicidad. A cada uno de estos giros corresponde una categoría nueva de protagonistas.

10 PRIMER GRANDE GIRO Corresponde a la primera grande oleada de evangelización. Aquella primera predicación con la que, a lo largo de cinco siglos, se transformó el mundo pagano greco-romano. Esta tuvo como protagonistas a los Apóstoles y sus sucesores, los obispos, quienes una vez predicado el evangelio, guiaron las comunidades con la defensa de la doctrina ortodoxa y la santidad de vida. Los santos padres de la Iglesia jugaron aquí el papel preponderante.

11 SEGUNDO GRANDE GIRO El segundo corresponde a la reevangelización de Europa, que había sido conquistada por los pueblos bárbaros. Este segundo giro se llevó a cabo hacia los siglos VII y VIII y corrió a cargo de los mojes, venidos especialmente de Irlanda e Inglaterra; como san Columbano, san Bonifacio, entre otros.

12 TERCER GRANDE GIRO El tercer grande giro se vio motivado por el descubrimiento de América. Allí surgió la necesidad de evangelizar a los nativos de las nuevas tierras descubiertas [En torno a esta llamada “conquista espiritual” no han dejado de haber voces que se han levantado para denunciar los graves atropellos a los derechos humanos por parte de los conquistadores hacia los conquistados.

13 No dejando a un lado el aspecto humano y limitado propio de cada etapa de la historia, hemos de hacer hincapié en lo más importante: lo más importante que sucedió hace más de quinientos años no fue que Cristóbal Colón descubrió América, sino que América descubrió a Cristo.

14 Esta evangelización fue llevada a cabo por otra categoría nueva y distinta de evangelizadores:
Las ordenes mendicantes (franciscanos, dominicos, agustinos y, posteriormente, jesuitas). Grandes son los testimonios de pobreza y generosidad de estos evangelizadores de nuestras tierras. Muchos de ellos tomaban los barcos hacia nuestras tierras sabiendo que jamás regresarían a sus patrias.

15 CUARTO GRANDE GIRO El cuarto grande giro es el de nuestros tiempos, donde se trata de transformar el mundo secularizado postmoderno, entusiasmado profundamente por la ciencia, la tecnología, la información, la ecología, la belleza y el disfrutar de todo.

16 A esta etapa corresponde también un nuevo género de protagonistas.
Exactamente, LOS LAICOS. No en cuanto sustitutos de obispos, sacerdotes, religiosos o monjes, sino a título propio, con su características propias y con una realidad no sólo reconocida sino profundamente promovida por el Concilio Vaticano II: LOS CARISMAS

17 JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO

18 Iniciamos con la lectura de 1 Cor 12,4-11...
“Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas.   Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere”. 

19 a) El Espíritu Santo dador de los carismas
Para san Pablo la realidad que fundamenta la existencia de los diversos dones en la comunidad eclesial es la presencia viva del Espíritu Santo, enviado por Nuestro Señor Jesucristo. No se trata de algo otorgado sólo a la Jerarquía, sino a la Iglesia entera: pastores y fieles

20 Una realidad que da cumplimiento al deseo de Moisés cuando siendo designados para recibir el espíritu de Yahvé setenta y dos ancianos, dos no acudieron (Eldad y Medad) a la tienda del encuentro. Cuando llegó el Espíritu, también se posó sobre ellos y comenzaron a profetizar. Al enterarse Josué acudió a Moisés para comunicarle lo ocurrido y pedirle que los hiciera callar. Moisés lo reprendió diciendo: “¿sientes celo por mí? Quisiera el cielo que todo el pueblo profetizara” (Nm 11,25).

21 Se trata de una realidad que ya veía y anunciaba como promesa el profeta Joel:
“Y sucederá que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones.  Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días” (Jl 2,28-29). Promesa que san Pedro declara como cumplida el día de Pentecostés (cf. Hch 2,17).

22 Los carismas entonces son una realidad que pertenecen a la Iglesia entera y que ayuda a los laicos a desempeñar la misión propia que les es dada directamente por Dios. Misión que consiste concretamente, según palabras del Concilio, en: “tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida.

23 Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento.

24 Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad. Por tanto, de manera singular, a ellos corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales a las que están estrechamente vinculados, de tal modo que sin cesar se realicen y progresen conforme a Cristo y sean para la gloria del Creador y del Redentor” (LG 31).

25 b) Los carismas al servicio de la actividad apostólica.
No perdiendo nunca de vista esto, el Concilio afirma que además de esta vocación propia de los laicos, ellos, con sus carismas, pueden ser llamados a colaborar más de cerca con la Jerarquía, desempeñando un apostolado especial, pudiendo ejercer incluso algún cargo eclesiástico oficial, para contribuir a la salvación de más personas (cf. LG 33). b) Los carismas al servicio de la actividad apostólica.

26 No es difícil descubrir que el tiempo actual ha sabido pasar de la letra escrita del documento a la realidad vivida de la Iglesia. Un evangelizador en Estados Unidos se dedicaba con mucho celo al ministerio de la predicación. Esposo, padre de familia, profesionista que predicaba con un cierto y respetuoso humor (como los americanos saben hacerlo).

27 Comenzaba sus predicaciones diciendo: “dos mil quinientos obispos reunidos en el Vaticano me han enviado a ustedes para predicarles…” y, viendo la reacción de extrañeza de la gente que lo escuchaba, explicaba que esos dos mil quinientos obispos eran los obispos reunidos en el Vaticano, los cuales habían escrito el decreto sobre el Apostolado de los laicos en el cual se dice que los laicos deben ir a predicar (cf. AA 6).

28 También en nuestras comunidades hoy es fácil ver que esto es algo muy común.
Puede verse gran profesionalismo, rectitud de intención y ortodoxia de doctrina, pericia y habilidad, disponibilidad y fidelidad en varios miembros de nuestras comunidades, que ejercen un servicio gratuitamente, en obediencia y con mucho espíritu de fe.

29 Es necesario precisar, sin embargo, que toda esta actividad no puede ser llamada propiamente actividad pastoral. La actividad pastoral corresponde exclusivamente a los pastores, es decir, a los miembros de la jerarquía: el Obispo, el párroco, el vicario, el sacerdote de tu comunidad, el diácono.

30 Llamar a los laicos que colaboran en la actividad parroquial “agentes de pastoral” es impreciso.
Pueden ser llamados impropiamente así sólo porque colaboran directamente con esta actividad de los pastores. Como dice el Vaticano II: “Los laicos también puede ser llamados de diversos modos a una colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía” (LG 33).

31 “La Jerarquía encomienda a los laicos algunas funciones que están muy estrechamente unidas con los ministerios de los pastores, como en la explicación de la doctrina cristiana, en ciertos actos litúrgicos, en cura de almas” (AA 24). “En este orden sobre todo se completan mutuamente el apostolado de los laicos y el ministerio pastoral” (AA 6).

32 En cuanto al deber de los pastores con respecto a este apostolado de los Laicos, el Concilio afirma:
“Los sagrados Pastores conocen perfectamente cuánto contribuyen los laicos al bien de la Iglesia entera. Saben los Pastores que no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo, sino que su eminente función consiste en apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y carismas de tal suerte que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común” (LG 30).

33 Además “es deber de la Jerarquía promover el apostolado de los laicos, prestar los principios y subsidios espirituales, ordenar el ejercicio del apostolado al bien común de la Iglesia y vigilar para que se respeten la doctrina y el orden” (AA 24). Junto con esto es deber de los pastores procurar una verdadera formación integral de los laicos para lograr una mayor eficacia de su actividad apostólica.

34 c) La fuente única del apostolado
Nunca está de más recordar que toda esta actividad apostólica tiene una única fuente: CRISTO. Quien ha descubierto a Cristo resucitado siente la necesidad de comunicarlo. El encuentro vivo con Cristo es el origen verdadero del apostolado de la Iglesia y de la evangelización. No se da lo que no se tiene. No se puede exportar a Jesús si no lo producimos dentro; exportaríamos palabras. Es necesario primero tenerlo realmente en el interior.

35 Por la aceptación del Kerigma
¿Por dónde recomenzar? Por la aceptación del Kerigma Dice san Pablo que la fe, la vida del Espíritu y la actividad apostólica, surge por la escucha de la Buena Noticia. Surge de frente a la afirmación de san Pedro el día de Pentecostés: Ustedes lo han crucificado, Dios lo ha resucitado y lo ha constituido Señor.

36 Esta aceptación se hace real cuando se vive profundamente desde la sinceridad del Corazón, el Papa Francisco afirma que: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte” (EG 164).

37 Es desde aquí que se experimenta la fuerza del Espíritu que Cristo envía a sus discípulos; fuerza que envía a la evangelización y a la actividad apostólica, y que capacita a través de los dones derramados.

38 ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO

39 ¿Qué nos toca hacer concretamente?
Suscitar para todos los miembros de la comunidad el encuentro con Jesucristo vivo, a través de los medios sobrenaturales accesibles a todos, tales como los sacramentos, la Palabra de Dios, encuentros, retiros, ejercicios, la caridad, etc. Todas estas actividades o actos deben llevar a la vivencia del Kerigma.

40 b) Renovar la unción del Espíritu para reconocer su acción especial en cada miembro de la comunidad eclesial y, más concretamente, parroquial. Es necesario suscitar la capacidad de descubrir los carismas que el Espíritu ha donado a la comunidad en cada uno de sus fieles, no sólo en los dones sobrenaturales, sino también en aquellos más ordinarios como las capacidades, habilidades, profesiones, e, incluso, gustos y aficiones.

41 c) Incentivar, apoyar la participación de los fieles en apostolados que se suman a la actividad pastoral de sus sacerdotes. Con una formación que oriente todas las capacidades hacia un objetivo mismo: la salvación del mundo.

42 d) Capacitar a los agentes de apoyo pastoral, a través del estudio de la doctrina y teología católicas, el estudio de la Palabra de Dios, entre otras cosas.

43 ORACIÓN FINAL Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. ¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.

44 GRACIAS POR SU ATENCIÓN


Descargar ppt "LA FORMACION PASTORAL DEL DISCIPULO MISIONERO"

Presentaciones similares


Anuncios Google