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4.0 Eje vida comunitaria y trabajo en equipo

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Presentación del tema: "4.0 Eje vida comunitaria y trabajo en equipo"— Transcripción de la presentación:

1 4.0 Eje vida comunitaria y trabajo en equipo

2 4.3.- Sentido de colaboración y misión en la Diócesis

3 4.3 SENTIDO DE COLABORACIÓN Y MISIÓN EN LA DIÓCESIS
Objetivo: Hacer ver la necesidad del trabajo de los laicos en sus Diócesis respectivas, para formar equipos y comunidades orientadas hacia el bien común.

4 4.3.1- La colaboración de los laicos en la Diócesis.
La comunidad necesita la participación de los laicos. Jesús nos enseña a ser servidores de la comunidad

5 4.3.1 La colaboración de los laicos en la Diócesis.
“El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor, y donde yo esté, allí estará mi servidor” Juan 12, 25-26

6 Una de las problemáticas que enfrenta actualmente nuestra sociedad es la ausencia de la fe, es por esto que en los ámbitos del desarrollo humano se atropellan los derechos humanos individuales y sociales del hombre y finalmente de los pueblos, de las culturas y especialmente de los sectores más marginados.

7 No se apoyan las organizaciones propias de los hombres con la relación a la defensa de sus legítimos derechos, en especial de un salario suficiente y de una justa protección social para la vejez, la enfermedad y el desempleo.

8 La política económica del país y sus programas de desarrollo dañan fundamentalmente a los pobres, mientras que otros permanecen ausentes en el momento en que se necesita quien vele por sus intereses.

9 La indiferencia, la insensibilidad que mostramos ante los problemas de la comunidad, la apatía hacen del hombre, un hombre aislado, egoísta y desinteresado por el bien de los demás, y por lo tanto, del bien propio.

10 Nuestra sociedad tiende con frecuencia a reducir la fe a una cuestión privada sin pensar en una concepción más integral de la vida social.

11 Los laicos tienen una misión específica en el seno de la sociedad:
Su misión específica es dialogar con la sociedad y, desde la propia competencia profesional y con la orientación ética evangélica, ser dignos representantes de Cristo en todo momento. Fuente: Orden de San Agustín, Argentina.

12 La política y la participación social se presentan como una gran oportunidad y un reto para la sociedad de una manera visible.

13 Los laicos debemos ubicarnos en la realidad de nuestro país y como discípulos misioneros de Cristo, debemos iluminar con la luz del evangelio todos los ámbitos de la vida social.

14 La opción preferencial será por los pobres, en nuestro país existen 57 millones de pobres lo cual muestra una tremenda desigualdad en cuanto a la distribución de la riqueza. Debemos ser constructores de una sociedad justa.

15 Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a los compromisos evangélicos de muchos cristianos con responsabilidades importantes en las áreas políticas, económicas y culturales.

16 El discípulo y misionero de Cristo que se desempeña en los ámbitos de la política y en los centros de decisiones, sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo , los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana.

17 Es necesario que el discípulo se consolide en su seguimiento al Señor y se integre al servicio de su Diócesis.

18 En su seguimiento al Señor, el discípulo encontrará la fuerza necesaria no solo para no sucumbir ante las insidias del materialismo y el egoísmo que nos acecha, sino para construir un consenso moral sobre los valores fundamentales del hombre que hacen posible la construcción de una sociedad más justa.

19 La iniciativa de los cristianos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristiana impregnen las realidades sociales, políticas y económicas.

20 Por nosotros, la Iglesia es el principio vital de la sociedad, por tanto, debemos tener una conciencia cada vez más clara y ser partícipes convencidos, no solo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia misma.

21 No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social, esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos que actúan por su propia iniciativa con sus conciudadanos.

22 Nuestra acción social deberá atender siempre al bien común dando prioridad a los que menos tienen y ajustarse al mensaje evangélico de Jesús y a la enseñanza de la Iglesia.

23 Conclusión Pertenece a los fieles laicos integrados en sus Diócesis respectivas, animar con su compromiso cristiano las diferentes realidades, y en ellas, procurar en todo momento, ser testigos y operadores de paz y de justicia.

24 4.3.2 LA COMUNIDAD ECLESIAL NECESITA LA PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS
“…Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado y sepan que yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”, mt,

25 La comunidad eclesial y en especial los laicos, son protagonistas de la doctrina social cristiana al poner en práctica los principios de solidaridad, dignidad humana y justicia social.

26 No puede entonces existir un divorcio entre las convicciones morales y religiosas y las decisiones políticas, económicas, laborales etc. Es decir, no debe existir una división entre fe y vida.

27 A nosotros los laicos nos toca ser protagonistas de la doctrina social cristiana, lo cual quiere decir que somos los principales actores, los primeros responsables de hacer posible la práctica de esta enseñanza.

28 Debemos vivir entonces durante toda nuestra vida de manera generosa, útil y productiva, como personas e hijos dignos de Dios, es decir, de acuerdo al evangelio de Cristo Jesús.

29 Como hijos de Dios y discípulos de Jesús tenemos también la responsabilidad de luchar porque se respete esta dignidad en todos los ámbitos del ser humano, es actuar junto con hombres, en grupos y organizaciones y trabajar también a favor de su propia persona y de su dignidad.

30 Se trata de velar y luchar en todo momento por la dignidad humana y que ésta no resulte violada y no pase a segundo término en ningún centro de trabajo, en ningún grupo humano o en alguna ley.

31 Que ninguna persona se crea más, porque sabe más o tiene más poder, ni mucho menos que pise a los demás. Implica también organizarse para que las decisiones que se tomen a cualquier nivel, favorezcan y respeten a cada persona, grupo o país.

32 Los seres humanos nacemos, crecemos y morimos en sociedad; todos necesitamos de los demás para nuestra supervivencia, el crecimiento y el desarrollo. Para nuestra realización, necesitamos la solidaridad para aportar lo mejor de nosotros mismos.

33 Nuestra solidaridad debe orientar y animar la acción de toda persona y de toda sociedad civil, es indispensable desarrollar una acción ciudadana capaz de proporcionar respuestas a los problemas que nos aquejan, y que con el esfuerzo de todos los podamos resolver.

34 Debemos colaborar con nuestra Diócesis y ser protagonistas en ella, es necesario agruparse en organizaciones o asociaciones que respondan a las necesidades de los ciudadanos.

35 Estas organizaciones deben ser comunitarias, profesionales, de apoyo económico, organización social y de acción política, es necesario que investiguemos cuáles existen y qué objetivos persiguen. Fuente:

36 Dentro de las organizaciones, es necesario conocer sus programas de trabajo, los aspectos que abarcan y los servicios que prestan. Así podremos orientar nuestra iniciación en el esfuerzo de la acción ciudadana. Fuente: theothers123.bolgspot.com

37 Todas las organizaciones sociales y las instituciones en general tienen cinco funciones principales:
La profundización doctrinal e ideológica. La búsqueda y selección de miembros La formación de los miembros. La difusión clara de las ideas y los objetivos La acción concreta.

38 Una vez que hayamos elegido participar en una organización ciudadana, debemos trabajar convencidos y con entusiasmo, planear y apoyar adecuadamente las diferentes actividades y programas para que pueda cumplirse el objetivo y su logro.

39 Necesidad de conversión
Para lograr cambios históricos en nuestra sociedad, es necesario colaborar en nuestra Diócesis y partir del encuentro personal con Cristo y su evangelio.

40 Las reformas sociales tienen que brotar de la conversión real de los ciudadanos.
Los cristianos deben hacer presentes los valores del Reino y vivir de acuerdo a los mandatos del Creador y Señor de todo.

41 Con esa experiencia, hemos de educarnos en la ética personal, de la comunidad y de la sociedad, como lo han hecho los grandes bienhechores de la humanidad, los filántropos, los santos, los profetas y sus discípulos.

42 Participación en la vida Política
El laico debe participar en la vida política , esto es muy importante para diseñar los programas de desarrollo social y su cumplimiento. La persona religiosa puede ejercer sus derechos como tal.

43 Todos somos miembros de un pueblo, somos laicos y ciudadanos, pagamos nuestros impuestos, creyentes o no creyentes, y como tales, tenemos derecho a participar en la vida social y pública desde nuestras convicciones éticas y religiosas.

44 ¿En que sentido podemos afirmar que el laico fiel a Cristo es protagonista de la doctrina social cristiana en la política? Mencionaremos cinco argumentos que hacen pensar en el orden de participación:

45 1.- Aumenta las garantías de estabilidad y permanencia del buen gobierno, mediante la participación de los ciudadanos en las tareas de gobierno. 2.- Resulta la mejor fórmula para aprovechar todos los recursos humanos, permitiendo a las sociedades rentabilizar su capital humano.

46 3.- Incrementa el realismo político; los ciudadanos participantes son más conscientes de las dificultades y de los problemas y ven la necesidad de ayudar cada vez más. 4.- Potencia al máximo la división de los poderes, ya que la mayor toma de conciencia por parte del pueblo hace más difícil el abuso de poder y evita las corrupciones de toda índole. 5.- Anima y alienta a favor de la democracia.

47 Un pueblo que vive la política con esta forma de participación, se resiste a las minorías que quieren arrebatarle tal actividad, en consecuencia, se exige una mayor información y transparencia y se podrá conocer mejor la realidad para sustituir el engaño por la verdad.

48 Como católicos en una sociedad pluralista, tenemos que asumir nuestro compromiso desde nuestra Diócesis como una exigencia muy seria. El Reino de Dios ya ha comenzado con la venida de Cristo.

49 Trabajar con los demás nos quita espacio de intimidad, pero los hermanos no son sólo los de nuestra propia familia; para un creyente, la familia va más allá de los vínculos consanguíneos y acepta a todos con alegría de vivir, de servir y de agradecer.

50 El laico en la administración pública.
Los poderes legislativo, Ejecutivo y Judicial, son tres esferas de autoridad de la administración pública que pueden y deben contribuir al mejoramiento y al desarrollo social de la comunidad y en toda la sociedad.

51 Es allí precisamente donde se tiene la gran oportunidad de llevar los fundamentos y criterios esenciales de la doctrina social cristiana a las leyes y a los programas del gobierno. Fuente: fusildechispas.com

52 Los laicos como verdaderos protagonistas que trabajan o desempeñan funciones públicas, se encuentran en un lugar privilegiado para proyectar la doctrina social cristiana en la transformación de la sociedad, no importa el nivel o puesto del lugar de trabajo.

53 Lo que importa es que el laico comprometido viva con los valores del Reino, con los valores humanos y esté dispuesto a transformar con ellos y desde ellos, el mundo que los rodea.

54 Los funcionarios pueden muy bien practicar los principios de solidaridad y subsidiaridad, promover la dignidad de las personas y evitar la violación de los derechos humanos. Que cada persona que acuda a ellos se sienta tratada dignamente, que sus derechos sean respetados y defendidos.

55 En la doctrina social cristiana, la dignidad de la persona humana ocupa un lugar fundamental, y en la administración pública hay el riesgo de manipular a las personas, o buscar no tanto servirles, sino servirse de ellas para fines corruptos. Servir al bien común es la principal función del servidor público.

56 Los principios, y en general, toda la enseñanza de la doctrina social cristiana, tienen, en el servicio público, su gran oportunidad cuando los laicos que ocupan los puestos de autoridad son realmente consientes y responsables de la trascendencia de su función.

57 El laico que trabaja en el poder público puede traducir en hechos esta enseñanza y contribuir así a una real transformación de las comunidades y de la sociedad.

58 Desgraciadamente la mayor parte de los bautizados no han tomado conciencia plena de su compromiso con la iglesia y con su Diócesis. Se sienten católicos pero no iglesia. Pocos asumen y viven los valores cristianos como un elemento de su identidad cultural y por lo tanto, no sienten la necesidad de un compromiso eclesial y evangelizador.

59 Como consecuencia, el mundo del trabajo, de la política, de la economía, de la ciencia, del arte, de la literatura y de los medios de comunicación social, no son guiados e iluminados por criterios evangélicos. Así se explica la incoherencia que se da entre la fe que dicen profesar y su compromiso real en la vida.

60 Conclusiones Dentro de las actividades comprometidas con su Diócesis y su misión, podemos extraer estas conclusiones: 1 Los laicos son los protagonistas de la doctrina social cristiana, en todo lugar y en todo momento; como tales; deben luchar por el respeto y la dignidad de la persona humana en todos los ámbitos: jamás las personas deben ser tratadas como medios.

61 Conclusiones El laico, como protagonista, tiene el derecho y debe de participar en la vida social y política, tomando en cuenta su libre conciencia y los principios evangélicos. Para que la acción ciudadana sea mucho más eficaz, es necesario participar en organizaciones dentro de los límites establecidos por el bien común.

62 Conclusiones Un auténtico y profundo cambio social requiere de la comunicación y de una formación ética personal y social. El laico que trabaja en el poder público puede aplicar los principios de la doctrina social cristiana (solidaridad, subsidiaridad, dignidad humana, etc.) y contribuir a una real transformación de la sociedad.

63 4.3.3 JESÚS NOS ENSEÑA A SER SERVIDORES DE NUESTRA COMUNIDAD
“Quien quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y quien quiera ser el primero entre vosotros que sea su siervo.” Mt 20-26

64 ¿Qué debe ser nuestra comunidad?
Una comunidad debe ser una persona nueva que une a las personas por el corazón, no es una multitud. Cada persona conserva su originalidad irreductible y el conjunto es una orquesta.

65 La comunidad no une a las personas ni por sus intereses, ni por sus impulsos, emociones, envidias y prejuicios. Se unen por sus propias vidas interiores que van desde ellas mismas hacia la misma comunidad.

66 Fuimos creados por Dios para vivir en comunión y anhelamos amar y ser amados.
La persona humana requiere, por su dignidad y para satisfacer sus necesidades, formar parte de la sociedad.

67 Individualismo El bien común de la sociedad, no es ni el bien individual ni la suma de bienes individuales de cada una de las personas que compone la sociedad.

68 Colectivismo Tampoco consiste en el bien propio de la sociedad que se lo atribuye todo a sí misma independientemente de su relación con las personas. En ambos casos, en el individualismo y el colectivismo, el ser humano queda oprimido por los más fuertes.

69 Los primeros cristianos vivían en común
Después de la resurrección de Jesús aumentó rápidamente el numero de creyentes, se consideraban hombres nuevos viviendo una vida nueva en común.

70 Esa comunidad cristiana renunció a vivir del egoísmo, de la explotación y de toda clase de lujos, sintiendo a Cristo resucitado vivo entre ellos quien les da la fuerza para amarse los unos a los otros.

71 El amor de los primeros cristianos era tan real que llegaron a ponerlo en común y no les permitía verse al uno más rico que al otro. Su espíritu fraterno les igualaba, de manera que cada uno tuviera lo necesario para vivir dignamente.

72 Con ese amor de verdaderos hermanos nadie pasaba necesidad y vivían todos alegres, eran un solo corazón. Nosotros que creemos como ellos en Cristo Jesús, debemos caminar también en esa dirección.

73 No podemos contentarnos con manifestar nuestra hermandad sólo con palabras y reuniones, necesitamos luchar a favor de los hermanos más desfavorecidos, necesitamos compartir lo que somos y lo que tenemos.

74 El trabajo en común, tan propio de nuestros antepasados, es la manifestación real de la hermandad, no sólo debemos trabajar juntos, es necesario llegar a las comunidades de nuestros hermanos más necesitados.

75 En la mayoría de los casos hemos recibido una educación individualista, por eso necesitamos irnos educando en el espíritu comunitario, poco a poco, a través de la práctica avanzaremos cada vez más, Cristo Jesús nos acompaña, para empezar basta con personas de buena voluntad.

76 La comunidad Cristiana y los retos del futuro.
Cualquier agrupamiento de personas no es ya una comunidad. Ni cualquier comunidad es ya una comunidad cristiana. Hacerla es un trabajo lento y difícil. Su construcción debe cimentarse en tres pilares básicos : comunión de bienes, de vida y de acción.

77 El bien común Significa que la sociedad vele por los derechos fundamentales de las personas, derechos que ella no puede violar en ningún caso.

78 También significa que cada persona sintiendo esa común voluntad de bien, esté siempre dispuesta a sacrificar ciertos intereses individuales en aras del interés general.

79 Queda bien claro entonces que “persona” y “bien común” son correlativas y no deben separarse jamás la una de la otra. El bien común es compartir nuestras ideas, nuestra capacidad, nuestros dineros y todas nuestras cosas hacia dentro y hacia afuera de la comunidad. Aquello que dicen los Hechos de los Apóstoles de los primeros cristianos debe ser el objetivo: “Todo lo tenían en común”.

80 Comunión de vida Todos los miembros de una comunidad han de sentirse queridos ,aceptados, reconocidos, vivir la cercanía y la preocupación de los demás para poder hablar y expresarse en libertad.

81 La comunidad ha de preocuparse por ser un espacio cálido y afectuoso, libre y cordial, atento y preocupado por los otros, para poder vivir en fraternidad.

82 Hechos 2, 44-47 “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu…

83 Hechos 2, 44-47 …Compartían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo y El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”.

84 Comunión de acción Es necesario que la gente vea y note que la comunidad está abierta y comprometida en la transformación de la vida.

85 Pero la comunidad cristiana en cuanto tal, no se constituye frente a otros grupos humanos queriéndose distinguir por sus “propias y exclusivas” alternativas sociales. No. El compromiso es buscar siempre el bienestar del prójimo

86 El cristiano debe estar siempre presente allí donde la gente de buena voluntad construye la historia con sus organizaciones adecuadas y reclama siempre un amor a Dios sobre todas las cosas y se distingue por un corazón misericordioso para con nuestros semejantes.

87 La comunidad es la que estimula y alienta a sus miembros a estar ahí, al mismo tiempo que queda enriquecida con cuanto ahí se vive, para romper la manipulación y la reducción de la vida a lo privado y a lo intimista, lo cual empuja a nuestra sociedad cada vez más, a ser manejada por unas minorías.

88 Toda comunidad debe hacer realidad las palabras de Jesús: “Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre que está en los cielos.” Mt.5,14-16

89 Toda comunidad esta llamada a la acción, a la misión de la construcción del Reino de Dios, por lo tanto, es preciso salir de nuestra vida de confort y trabajar de manera decidida en favor de los que menos tienen. El compromiso se abre y nos reta en dos vertientes: En la Iglesia y en la sociedad

90 Compromiso de la comunidad con la Iglesia.
La posición de nuestra comunidad nunca debe estar de espaldas a la iglesia, ni mucho menos enfrentados a ella, ignorándola y pretendiendo hacer iglesias aisladas. Solamente hay un camino: Participar.

91 Debemos participar Trabajando para lograr una comunidad en fraternidad en cuanto al respeto en la propia iglesia y a los derechos humanos. Debemos participar proponiendo alternativas a todas aquellas iniciativas que vienen de la dirección de la iglesia con propuestas y proyectos positivos, respetuosos y firmes.

92 Coordinar para la unidad
“¡QUE TODOS SEAN UNO!” es el deseo de Jesús y es ahora mismo una carencia. Vivimos bastante dispersos y encerrados en proyectos particulares y locales. Debemos trabajar para la unidad.

93 Compromiso de la comunidad en la sociedad.
Recuperar la militancia socio-política: La fe se vive en el interior de los conflictos humanos y no encerrados en la comunidad. La fe es para salir al encuentro de los otros.

94 Debemos participar abriendo puertas para que el Espíritu Santo y nosotros hagamos de la historia humana una historia de salvación y así, comprometernos en toda organización social o política para cambiar la situación de injusticia dominante

95 Una misión muy importante en nuestra sociedad es nuestra misión de evangelizar .
Los bautizados viven en comunidad para abrirse al mundo, a fin de que el mundo crea y toda la humanidad sea renovada en Cristo. No hemos sido llamados para reunirnos y entretenernos a nosotros mismos olvidando esta misión.

96 Evangelizar es encarnar la palabra, que no podemos reducir a una proclamación meramente teórica y descomprometida. Hay que compartir la vida, los sufrimientos y las esperanzas de los pueblos, de los pobres, de los no-privilegiados y ser un digno representante de Cristo Jesús.

97 Jesús Dijo: “Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Y sepan que yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. Mt 28,

98 Evangelizar es enraizarse en la profundidad de la vida del pueblo sencillo, con permanencia y calidad de presencia, allí, donde se juegan los problema humanos.

99 En este encuentro con las personas y en lo cotidiano de sus vidas y con hechos, nos iremos transformando hacia una sociedad más justa y cumpliremos también la exigencia de la palabra de Dios.

100 Opción por los pobres Los cristianos hemos de desarrollar la dimensión política de la caridad que es un amor lúcido y eficaz. “Den y se les dará, recibirán una medida bien llena, apretada y rebosante; porque con la medida que ustedes midan, serán medidos”. Lc 6, 38

101 Optar por los pobres no es trabajar para los pobres, sino trabajar con los pobres, puesto que “Nadie libera a nadie; nos liberamos juntos” Los pobres, que son los portadores principales de la opresión social, son también los portadores principales de su propia liberación.

102 “Quien optó por los pobres está siempre seguro de no haberse engañado, quien optó por los pobres, está seguro de haber hecho una opción cierta: optó como Jesús y optó por Jesús”

103 Conclusiones Vivir el evangelio de Cristo es un amor con obras, es amar a todos sin excepción, tenemos la obligación de trabajar y luchar por los derechos de nuestros semejantes, además de dar a conocer el mensaje cristiano a aquellos que no lo conocen o que no lo han querido aceptar y que esto sea para cada persona, una sólida base de un proyecto de salvación.

104 UN MANDAMIENTO NUEVO “ Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Así reconocerán que todos ustedes son mis discípulos”. Jn 13, 34-35


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