El 6 de febrero de 1932 llegan del Uruguay a Villarrica del Espíritu Santo, Sor Justina Peruzzo y Sor Clara Otero, acompañadas por Sor Anita Inda, Directora de la Casa de Asunción.
En la estación del tren les espera Sor Antonia Lettieri (Vicaria de la casa de Asunción) con varios miembros de la comisión Pro Colegio
-La gran responsabilidad que tenían de responder con generosidad y alegría a la vocación que han recibido de Dios. -El sentido de pertenencia al Instituto les ayudó a enfrentar las adversidades más fuertes que encontraban en la nueva misión. - Les sostenía una meta común, el A TI TE LA CONFÍO DE LA MADRE MAZZARELLO, que resonaba fuertemente en la mente y en el corazón de cada Hermana
- El buscar los mismos ideales les ayudó a fortalecerse entre ellas y pudieron superar las contrariedades propias del inicio de la obra. - Jesús Eucaristía era la fuerza de cada una de las hermanas. - Les alentaba el acompañamiento contante de las autoridades Eclesiales y la especial atención de los hermanos Salesianos en la asistencia espiritual. - La gran confianza en la Divina Providencia. Sus vidas se impregnaban de la oración, del trabajo alegre y de la gran sencillez. - Se dejaban iluminar por la experiencia de las personas que han pedido la presencia de las Hermanas en la ciudad de Villarrica.
-Trabajaban en comunión y en armonía con los laicos. - Otra fuerza que ayudó a las hermanas a sumergirse en la voluntad de Dios, fue la capacidad de sentir y de dejarse tocar por la realidad de las necesidades del entorno.
Nos lleva a contemplar esta historia y a recibir las luces y sugerencias: - A tener principios firmes. Vivir en comunión y en constante discernimientos para la toma de decisiones. - A escuchar las voces o necesidades del entorno, para discernir y optar por lo más importante. - A vivir en el encuentro permanente con Jesús. - En continua audacia misionera. -A la apertura a la gracia y a la confianza plena en el Dios que provee y facilita todo. - A aceptar su voluntad. - Al amor sin fronteras.