Educación afectivo sexual Desde la homosexualidad

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Transcripción de la presentación:

Educación afectivo sexual Desde la homosexualidad

ESQUEMA DEL DOCUMENTO: PUNTO DE PARTIDA • Memoria del sexto tema: “Mi familia, mis amigos. Crecer con el grupo”. • “No podemos desarrollar adecuadamente nuestra sexualidad sin valorar o tener en cuenta nuestras necesidades afectivas y la conveniencia de establecer relaciones interpersonales basadas en la madurez afectiva”. ¿POR QUÉ RAZÓN? • La madurez afectiva se evidencia cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro, cuando somos capaces de reconocer y expresar nuestros sentimientos, cuando sabemos reconocer errores y disculparlos en los demás,… cuando sentimos al otro como “otro yo”, también en las relaciones sexuales. ESQUEMA DEL DOCUMENTO: 1.- La homosexualidad: realidad social. 2.- Las personas homosexuales, homosexualidad y la Iglesia. 3.- Respeto, integración y acogida verdadera. METODOLOGÍA: Planteamientos teóricos – Dinámicas – Reflexión.

DINÁMICA 1: “¿Qué sabemos de…?”. Se plantean al grupo diversas cuestiones no para ser contestadas en la sesión sino para irlas pensando desde este momento hasta el final del tema: ¿Qué entendemos por “conducta homosexual”?. ¿Qué diferencias hay entre personas “homosexuales”, “transexuales”, “bisexuales” y “eterosexuales”?. ¿Por qué no se considera el “matrimonio homosexual” como auténtico “MATRIMONIO”?. ¿Cómo podría haberse resuelto esta cuestión sin entrar en conflicto con unos ni con otros?. Hemos sido creados “para ser FELICES” y esto sólo es posible “en el ENCUENTRO con el otro”. En esta relación tiene que haber: Aceptación del otro en sí mismo, no por lo que tenga, aparente, haga,…; es aceptación incondicional. Aprecio: Desde la infancia todos necesitamos sentirnos valorados, preciosos, especiales,… sólo por existir. Si no hay experiencia de ENCUENTRO auténtico con el otro no podrá haber experiencia de crecimiento.

1.- La homosexualidad, realidad social. 1.1.- Causas de la homosexualidad. De entrada, no hay evidencia científica sobre la “teoría genética de la homosexualidad”. Se siguen buscando indicios que den pie a esta teoría a cargo de varias universidades de Chicago (EE.UU.) pero de momento todos los resultados al respecto han negado esa evidencia. Así que no se puede afirmar en modo alguno que “se nace homosexual”.

El Dr. Jokin de Irala, entre otros muchos con los que coincide, señala las siguientes causas que, aunque no son determinantes, sí pueden influir: Comienza con un desarrollo inadecuado de la afectividad. Baja autoestima. Confusión sobre su identidad sexual durante la infancia y adolescencia debida al proceso de maduración biológica y psicológica que está viviendo e interpretada erróneamente como “conducta homosexual”. Desestructuración familiar.

1.2.- Desarrollo de la orientación homosexual. Durante la adolescencia los jóvenes experimentan muchas veces la confusión entre “amistad” y “atracción”, hay una fuerte emotividad y tienen muchos sentimientos encontrados y puesto que se produce en ellos el “despertar sexual” es muy fácil llegar a confundir “muestras de amistad con una persona del mismo sexo” con la “orientación homosexual”.

Si a esto se suma el natural “miedo” al otro sexo, en estas edades, Pero si en esta etapa, en lugar de ayudar al joven a evitar esas confusiones los mismos educadores ignoramos su momento de confusión NATURAL… en vez de ayudarle podemos empujarle a aceptar como “adecuadas” esas prácticas e identificarlas inmediatamente como expresión clara de homosexualidad. Si a esto se suma el natural “miedo” al otro sexo, en estas edades, la inseguridad que al respecto sienten… y una inadecuada educación al respecto…

El joven tiene necesidad de afecto, de pertenencia a un grupo de referencia; en ese ámbito halla la seguridad que necesita y su autoafirmación. Si unas “prácticas de tinte homosexual” se van repitiendo van dejando huella en la psique de la persona. Si el joven halla sólo el respaldo de aquellos grupos o personas con una determinada orientación sexual… obviamente se refugiará en ellos. Si esto se convierte en hábito se asume como parte de su identidad.

Es necesario tener en cuenta, saber, que en un proceso “normal” los contactos homosexuales son más frecuentes antes de los 15 años y van disminuyendo con la edad por varias razones: Aumenta la posibilidad de relaciones heterosexuales al disminuir los primeros miedos hacia el otro sexo. Se van formando ya las “parejas”, ya no se va sólo en pandilla.

1.3.- Las personas homosexuales son también hijas de Dios. Sea como fuere, existe la realidad de personas que tienen una clara orientación homosexual y como personas que son y tan hijos de Dios como cualquiera,… hay que: Mostrar el máximo respeto a sus personas. “Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (no pueden hacer efectiva una de las finalidades fundamentales del amor de pareja: procrear) pero ello no debe suponer discriminación alguna.

Ha habido muchas y fuertes incomprensiones de esta realidad debido a: Cerrazón de las partes en sus respectivas posiciones: poco diálogo sereno. Pérdida de la noción de “dignidad personal” que todo ser humano tiene, sea cual sea su orientación sexual. Excesiva emotividad y poco análisis objetivo.

DINÁMICA 2: “La velocidad y el tocino”. Reflexionar personalmente y luego debatir en gran grupo sobre estas cuestiones: Señalar las “finalidades fundamentales” del MATRIMONIO y compararlas con lo que de “forma natural” puede aportar el “matrimonio homosexual”. ¿Es realmente la legislación de este último un verdadero servicio al colectivo homosexual y a la sociedad en su conjunto?. ¿Qué actitudes debemos mantener y por qué ante los jóvenes con dudas sobre su inclinación sexual, ante las personas homosexuales y ante toda intolerancia?.

2.- Las personas homosexuales, la homosexualidad y la Iglesia. Más criticado que conocido el “Catecismo de la Iglesia Cristiana Católica” dice con toda claridad en el punto 2358 sobre las PERSONAS homosexuales: “Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”. Razones: Durante demasiado tiempo se ha hecho burla, desprecio e injusticias graves con las personas homosexuales. Ha faltado para con estas PERSONAS mucha comprensión y mucho afecto.

Hay que distinguir entre el “respeto por una persona” y la “no aceptación de sus actos como indiferentes o buenos”. Esta distinción no es un atentado contra la libertad ni es discriminación. Sin embargo, “obligar a alguien a aceptar como bueno lo que hace otra persona”, cohíbe su libertad. La Iglesia está evidentemente en la línea del respeto, aunque no dé por buenas ciertas conductas.

2.1.- ¿Por qué se desaprueban las prácticas homosexuales?. Atendiendo a las finalidades fundamentales de la sexualidad: Son un “comportamiento desordenado”: no responden a la misión fundamental para la cual somos sexuados. Degradan y reducen nuestra dignidad humana que es capaz de ordenar todos nuestros actos desde la voluntad a un bien común y a la plena realización personal.

Por encima de: Todo lo que hacemos, tenemos, aparentamos,… Nuestros errores y aciertos, virtudes y defectos,… Nuestra ideologías, culturas, costumbres, creencias,… Nacionalidades, razas, sexo o tendencia sexual,… … Somos PERSONAS y como tales merecemos el máximo respeto sólo por ello: por ser personas.

Este convencimiento no es invento de la Iglesia sino que nace de la misma Palabra de Dios de la que la Iglesia es anunciadora. De su lectura atenta, reflexiva y meditada se deduce claramente que “todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos unos de otros y estamos llamados a la plena identificación con Dios, meta de nuestras vidas”. Y “Dios es AMOR” (1ª Jn. 4,8).

a ser AMOR con los demás”. 2.2.- No se juzga a las personas sino sus hechos y actitudes. “Si Dios es AMOR y estamos llamados a identificarnos con Él… entonces nosotros somos y estamos llamados a ser AMOR con los demás”. Sin embargo “hay fronteras”, pre-juicios, escasa o nula naturalidad en no pocos espacios hacia las personas con orientación sexual no heterosexual. A su vez estas personas no heterosexuales tienden a su vez, como mecanismo de defensa y autoafirmación, a valorar sólo como aceptable para sus vidas las consignas y prácticas que corporativamente defienden.

3.- Respeto, integración y acogida verdadera. DINÁMICA 3: “No sé tú, pero si yo…”. Se divide al gran grupo en tres subgrupos: 1º)- Debe adoptar las actitudes, pensamientos y sentimientos del hijo/a con tendencias clara e inequívocamente homosexuales. 2º)- Debe adoptar las de unos padres que han vivido siempre de forma inequívocamente heterosexual y están convencidos de que ésta es la forma más auténtica de vivir la sexualidad. 3º)- Es el de los “observadores” y deben hacer un análisis crítico de lo que observen en las expresiones de los otros dos grupos (tanto en la 1ª como 2ª parte). Cada uno de los dos subgrupos primeros debe presentar sus argumentos para “justificar su conducta-actitud respecto a la sexualidad”. Acto seguido: El grupo de los “PADRES” elige a alguien que haga de “HIJO HOMOSEXUAL” y el grupo de “HIJO” elige a un padre y madre que hagan el papel de “PADRES HETEROSEXUALES”. Se inicia un roll-playing en el que se establece un debate entre “PADRES-HIJO” en el que tratan de hacerse comprender recíprocamente su actitud-conducta y tratan de llegar a un acuerdo.

3.1.- Calidad de las relaciones familiares. Primera clave: BUENA COMUNICACIÓN padres-hijos. Aceptación incondicional. Honestidad. Fluidez, naturalidad en el trato. Mutua confianza. Segunda clave: COHERENCIA de los padres con su propio discurso. No imponer lo que no se esté dispuesto a vivir. Mostrar respeto mutuo. Hacer efectivas y creíbles las muestras de afecto. Interés por el mundo interior de cada uno.

3.2.- Proponer y apoyar caminos de realización personal. Nuestros hijos han venido al mundo a través nuestro pero son personas distintas a nosotros, tienen su propia historia que vivir. Tienen su propia personalidad… aunque hayan heredado “cosas nuestras” o de nuestros predecesores. Necesitan construir su propio proyecto de vida… aunque pueda parecerse al nuestro en mucho… siempre será distinto. Sea cual sea el camino que elijan y la forma de andarlo… siempre serán nuestros hijos y nosotros seremos sus padres.

3.3.- Posibilitar el descubrimiento natural “del otro”. Facilitando el encuentro entre sus iguales. Tomando esa experiencia como centro de interés también para nosotros. Animando a nuestros hijos a hablar de sus emociones y sentimientos pero sin atosigamientos. Mostrar nuestras opiniones y compartir experiencia. … y animarles a: acoger su mundo emotivo, no avergonzarse de él, afrontar las dudas que vayan surgiendo, dominar su ansiedad, ser pacientes consigo mismos.

3.4.- ¿Y si “el otro” no es quien esperábamos? No es fácil de asumir y menos aún cuando hemos puesto en nuestros hijos expectativas que no dependen de nosotros pero que interpretamos como dependientes de nosotros. Si a pesar de todo lo anterior hecho de la mejor forma posible nuestro hijo, nuestra hija, nos muestra ya con toda claridad que “sólo se realiza a sí mismo en la relación homosexual”: Tendremos que ACEPTAR su decisión. Le ACOMPAÑAREMOS con el mismo amor y comprensión que hasta el momento le habremos brindado. Le procuraremos todo el apoyo y dedicación que como hijo siempre ha merecido.

3.5.- Integración también en la COMUNIDAD. No porque alguien se manifieste como “homosexual” ha perdido con ello sus derechos como persona que es, así que tendremos que velar para que no les sean conculcados. Tampoco ha dejado de ser tan “hijo, hija de Dios” como siempre lo ha sido, siempre lo será,… por lo tanto es miembro del Pueblo de Dios como lo somos cualquiera. La Iglesia sigue siendo, por lo tanto, su gran familia y en ella debe hallar no sólo acogida sino también cauce para su participación.

CONCLUSIONES: Tengamos la tendencia sexual que sea los fines esenciales, por igual, de la sexualidad son los mismos: “expresión del amor mutuo” y “transmitir la vida a un nuevo ser”. Tanto si somos heterosexuales como homosexuales mantenemos idéntica dignidad y somos dignos, por lo tanto, del máximo respeto a nuestras personas. Las personas homosexuales son hijos e hijas de Dios igual que lo somos todos los demás. La Iglesia no censura a las personas homosexuales sino a su conducta que no puede ser admitida en exacta igualdad de condiciones con la heterosexual. Nuestro papel como padres y educadores de nuestros hijos es siempre el mismo tanto si ellos se decantan por una forma de vivir su sexualidad como por otra: aceptarles incondicionalmente, acogerles, vivir una relación de mutuo respeto, acompañarles en toda circunstancia y propiciar constantemente procesos de maduración personal.