COMUNIDADES CERAMISTAS GUAITIL Y SAN VICENTE DE GUANACASTE
Desde tiempos precolombinos, la península de Nicoya sobresalió por la calidad de su cerámica policromada
Las técnicas ancestrales incluyen el modelado por presión manual
O la técnica de hacer rollos de arcilla para levantar una pieza
El principal cronista de la región de Guanacaste, Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, escribió en 1529: “La cerámica de Nicoya, es digna de un príncipe por su lindeza...”
La alfarería indígena, después de la conquista española, sobrevivió mediante el conocimiento y la práctica de la población nativa en la elaboración de objetos de uso doméstico: tinajas, comales, cazuelas nimbueras y ollas, con escasa o nula decoración.
La tradición de elaborar loza de barro fue exclusiva de las mujeres hasta hace unos 25 años. Por eso se les denomina “loceras”. Los hombres se limitaban al acarreo de la leña, la arcilla y los curioles (tintes de arcilla).
Albertina Campos Alcocer, de 89 años, narra cómo ella aprendió a “locear” de su abuela Tremedal Chavarría Granados, nativa de Rincón de San Vicente. En su juventud, la loza se intercambiaba por alimentos: arroz, frijoles, maíz. También se llevaba a pie a vender en Santa Cruz o en lancha hasta Puntarenas, vía Bolsón. El barro para hacer las tinajas lo traían de San Vicente y el barro “bayo”, para elaborar ollas y comales, de los potreros de Guaitil.
María Griselda (conocida como Dominga) Chavarría Chavarría, de 75 años, nativa de San Vicente y residente en Guaitil, aun elabora sus propios utensilios de cocina. Crió a sus siete hijos con el trabajo de la cerámica. Empacaba los objetos en carreta para ir a venderlos a Bolsón, Ortega, La Guinea y Filadelfia.
Algunos objetos de uso tradicional lo constituyen: Comal: Es el utensilio más usado para cocinar las tortillas. Olla: Para cocer frijoles, sopas, atol, arroz con leche, etc.
Nimbuera: Poronjo: Es un recipiente especial para guardar el chicheme, bebida típica de maíz pujagua, por eso es llamada también “chichemera”. Poronjo: Es un recipiente para el agua, semejante al denominado “calabazo”.
Tinaja: Calabazo: Para trasladar y conservar el agua fresca Cumple la misma función que el recipiente vegetal del mismo nombre, es decir, el acarreo del agua al campo de trabajo.
GUAITIL Y SAN VICENTE, DOS PEQUEÑAS COMUNIDADES DE LA PENÍNSULA DE NICOYA SON, PRINCIPALMENTE, LAS QUE HAN MANTENIDO VIVA LA HERENCIA PRECOLOMBINA EN EL TRABAJO DE LA CERÁMICA
DE GUAITIL Y SAN VICENTE UBICACIÓN DE GUAITIL Y SAN VICENTE
En la década de 1960, la Asociación Regional para el Desarrollo de la Península de Nicoya dio impulso a la formación de una cooperativa con 24 artesanas de Guaitil y San Vicente, la cual inició labores el 6 de noviembre de 1968. Se denominó COOPE ARTE R.L. (Cooperativa de Arte Chorotega) y tuvo su sede en Guaitil. Entre sus precursoras y socias estuvieron: Doralisa Grijalba Zoraida Grijalba Hortensia Briceño
HORTENSIA BRICEÑO VILLAFUERTE, artesana ceramista de Guaitil fue la primera presidenta y luego gerente de CoopeArte R.L organización que dio origen al auge actual de esta actividad. Por ese y otros méritos como Maestra artesana, ingresó en 1996 a la Galería de Cultura Popular Costarricense, reconocimiento que otorga anualmente el Ministero de Cultura.
Doña Hortensia Briceño relata el origen de Guaitil (árbol de fruto comestible), a partir de tres familias fundadoras: Esteban Villafuerte y Tremedal Chavarría, Jesús Villafuerte y Paulina González, Mendavio Campos y Auristela Alcocer, quienes llegaron hace más de un siglo, procedentes de San Vicente, Granada (Nicaragua), Oriente y Santa Bárbara. Nos afirma: “La cerámica tipo chorotega ha venido siendo trabajada por tradición de generación en generación y viene de los indígenas...”
La principal veta de arcilla se encuentra en El Rincón de San Vicente, en la propiedad de Cecilia Solórzano, nativa de San Lázaro, cuyos nietos también aprendieron a trabajar la cerámica. Esta familia permite el acceso a los artesanos, si bien la intención del Comité existente en Guaitil es adquirir dicha propiedad para uso de todos los ceramistas de ambas localidades. La limitación estriba en la carencia de fondos económicos para hacerlo.
El agotamiento de la única fuente de materia prima, la arcilla, es la mayor preocupación de los artesanos ceramistas. Por un “viaje” de arcilla (30 sacos), se paga en estos momentos doce mil colones.
Antiguamente el barro no había que pilarlo, por su pureza, bastaba con retirar raíces y otras impurezas. Hoy, debe ser pilado y tamizado antes de poder trabajarse en la confección de objetos cerámicos.
Para trabajar la arcilla, además de colarse, debe mezclarse con arena de “iguana” que le proporciona la plasticidad necesaria y no permite que las piezas se rompan al hornearse.
La fabricación de un objeto se inicia con la formación de un cuenco en la pelota de arcilla, lo cual se hace mediante golpes con el puño cerrado, hasta lograr la concavidad deseada.
Seguidamente, mediante la técnica de formación de rollos que se van superponiendo y alisando en el borde de la pieza, se “levanta” la misma.
Para levantar la pieza es básica la utilización de un olote, el cual junto a la palma y los dedos de la mano de la artesana permite alisar las paredes del objeto y darles el grosor apropiado.
El grosor de las paredes de la pieza debe ser uniforme para evitar reventaduras durante el horneado. Nótese cómo en lugar de torno, para “levantar” una pieza se utiliza un platón de barro; para que éste gire con facilidad se le pone un puñado de arena debajo.
Los platos o “moldes” de arcilla son de buen grosor y se elaboran de muy diversos diámetros, de acuerdo con el tamaño de las piezas a realizar. Dado que son prestados con frecuencia, el artesano o artesana inscribe su nombre en ellos.
Para hacer el cuello de una vasija, ya sea ésta grande o pequeña, se requiere igualmente la ayuda del olote y los hábiles dedos de las artesanas
De uso reciente, bastante generalizado, se encuentran los “roles”, piezas mecánicas de desecho que, a manera de torno son utilizadas para levantar, hacer aplicaciones y pintar piezas pequeñas sobre todo. Ello aligera el proceso de producción, y además no sustituye por completo el uso de los “moldes” o platos tradicionales.
Una vez levantada y oreada la pieza, el siguiente paso en el proceso se denomina DESCARNAR, el cual consiste en eliminar, con la ayuda de un cuchillo, el reborde que presenta en su base la pieza al desprenderla del molde o platón.
Recién elaboradas, las piezas deben orearse para que adquieran consistencia al endurecer la arcilla.
ASENTAR la pieza significa un primer pulido de la superficie para eliminar las irregularidades. Para ello, el barro debe tener una consistencia entre seca y “verde”, a fin de que pueda correr fácilmente la paleta plástica que se usa (la cual se hace de un recipiente usado). Esta herramienta ha sustituido las llamadas piedras de huaca o “sukias”
Para mantener cierta humedad en la arcilla, sobre todo en el verano, las piezas elaboradas se tapan con plástico o con tela.
BAÑAR la pieza con curiol blanco se realiza con ayuda de una brocha. Se aplican unas cuatro manos. Si se excede en su aplicación, la pintura se “quebranta” al “alujarla”
ALUJAR BLANCO es el procedimiento que sigue, el cual consiste en pulir la pieza con piedra sukia o con objeto plástico antes de pintarla.
A pesar de su relativa escasez, las llamadas piedras “sukias”, provenientes de entierros precolombinos, continúan utilizándose y son guardadas celosamente por los artesanos y artesanas.
PINTAR o DECORAR: para ello se utilizan “curioles”, tintes naturales provenientes de arcillas de diversos colores.
Los curioles: son arcillas de tres colores básicos, negro, blanco y rojo. De su combinación es posible obtener otros tonos. Se consiguen en el Cerro de los Curioles, a dos horas de San Vicente. Según la creencia, cuando se van a buscar, hay que hacerlo en silencio, de lo contrario el material se “esconde”. Debe pulverizarse y mezclarse con agua para poder pintar los objetos.
Otra técnica decorativa consiste en rociar con curiol (rojo, en este caso) empleando un cepillo, el cual se sumerge en el tinte y luego se asperjea al doblar y soltar las cerdas con el dedo índice.
“ALUJAR” pintado: Luego de la aplicación de los colores la pieza requiere nuevamente ser pulida.
CALAR o GUBIAR, es una técnica reciente que consiste en esgrafiar con un objeto punzante para “sacar” el color blanco que está debajo en la pieza y así destacar la policromía y realizar detalles decorativos.
PASTILLAJE: es la técnica que permite hacer aplicaciones separadas que se adhieren luego a la pieza, en este caso se trata de figuras de lagarto.
Listos antes de ir al horno, los objetos no deben secarse demasiado, por eso se les cubre con trapos.
El QUEMADO u HORNEADO de la cerámica se realiza en los típicos hornos guanacastecos. Antiguamente, se excavaba un hoyo en un paredón, se introducía la leña y así se quemaba.
Después del proceso de quemado, el cual debe efectuarse en días soleados, la cerámica adquiere su dureza definitiva y el color negro de la arcilla se torna amarillento.
Gabriel Chavarría, es conocido como el “indio Chimilolo”. Él fue el primer hombre que, a raíz de un accidente que lo incapacitó para las labores agrícolas hace 25 años, comenzó a hacer cerámica en Guaitil. Debió enfrentar la burla de los varones por considerar que realizaba labores femeninas. Pero pronto fue imitado por otros hombres al constatar que era un modo de ganarse la vida más ventajoso que la agricultura.
Hoy, hombres y mujeres se dedican por igual a la artesanía en cerámica, ya que constituye la principal actividad económica de los pobladores en Guaitil y San Vicente. Los niños de ambos sexos inician a temprana edad el aprendizaje del oficio artesanal.
Arselio Díaz, de San Vicente, fue peón de construcción en San José. En un accidente de trabajo perdió dos dedos de su mano derecha. Se dedica con su familia a la cerámica, lo cual le proporciona un medio de subsistencia
La oferta al turismo extranjero tanto en Guaitil como en San Vicente es fundamental para la economía de los artesanos. Prácticamente en cada casa existe un horno, un taller familiar y un puesto de venta.
Sin embargo, la comunidad más conocida, visitada y accesible por carretera pavimentada es Guaitil. También es la que cuenta con mayor número de comercios establecidos en la venta de cerámica.
Los talleres familiares a veces tienen lugar en el corredor de la casa de de habitación. Tal es el caso de Rodrigo Hernández y su esposa, quienes residen en El Bajillo de Guaitil.
La oferta de objetos cerámicos se presenta desde las orillas del camino hasta los estantes de los comercios formalmente establecidos.
Algunos locales como éste en San Vicente, sirven de taller y puesto de ventas, y son la sede de pequeños grupos de artesanos organizados en cooperativas.
Uno de los mayores atractivos de la cerámica de Guaitil y San Vicente es la reproducción de objetos y motivos precolombinos de la región.
Carlos Gregorio (Goyo) Grijalba, de San Vicente, se ha especializado en reproducir con fidelidad piezas arqueológicas guanacastecas. Para ello consulta libros con reproducciones y visita los museos.
Goyo no solo reproduce piezas exactas, sino que aplica motivos prehispánicos a nuevos objetos
La producción de este artesano es muy variada, incluyendo vajillas, collares, máscaras y otros, lo cual comercia en su casa de habitación.
Parte de los objetos creados por Goyo Grijalba en San Vicente de Nicoya.
Otra “especialidad” es la de Ramiro Alcócer, en Guaitil, quien elabora gallinas de barro muy apreciadas por los compradores nacionales y extranjeros.
En una comunidad cercana a Santa Cruz, como lo es Nambí de Nicoya, se halla la familia de Marcos Grijalba, ceramista nativo de San Vicente que posee su pequeño taller y puesto de ventas junto a la carretera.
También en San Lázaro, caserío de San Vicente, Luzdai Contreras y su hermana Dinia, se dedican a la elaboración y venta de objetos cerámicos que comercian en su casa.
Los objetos cerámicos de San Lázaro comparten las características generales con la alfarería de San Vicente, pero a la vez sus creadoras tratan de darles su propio matiz.
Otro caserío, bastante alejado de los anteriores es San Pablo de Nandayure; aquí, en el aislamiento de su vivienda, doña Alba Castillo Espinoza produce objetos cerámicos. Aprendió el oficio de su madre y afirma que “toda la familia que venía de atrás trabajaba el barro”. Hoy, solamente ella es artesana en esta zona.
Los objetos que elabora doña Alba poseen originalidad con respecto a las comunidades alfareras de la península de Nicoya.
Tal es el caso del empleo de altorrelieves y poca decoración en grandes jarrones o la elaboración de alcancías zoomorfas de gran tamaño.
Los anafres son algunos de los objetos de elaboración reciente que tienen gran demanda no sólo en Guaitil y San Vicente, sino también en el taller de doña Alba Castillo, en Nandayure.
La leña preferida para quemar en los hornos de barro es la de guácimo y madero blanco, que dan el rendimiento necesario.
La creatividad de las artesanas y artesanos de estas comunidades ha dado origen a una extensa y diversa gama de objetos tanto utilitarios como decorativos, con variadas policromías y detalles decorativos. Algunos ejemplos son los llamados “tubos”
Vasijas de gran tamaño y profusa decoración
Especie de ánforas
Platos decorados con motivos precolombinos
Figuras de animales como tortugas multicolores O los populares chanchos para usar como alcancías
Toda clase y tamaños de vasijas.
Investigación: Fernando González Vásquez Carlos Ml Zamora Hernández Fotografía: Fernando González V. Dibujos: Libro Costa Rica Precolombina (Luis Ferrero) Edición: Fernando González V. Carlos Ml Zamora H. Raúl Arias S. Música: Marimbas Ticas Grabaciones MCJD 2000
CENTRO DE INVESTIGACION Y CONSERVACION DEL PATRIMONIO CULTURAL MINISTERIO DE CULTURA, JUVENTUD Y DEPORTES 2002