Musica
La música puede hacerte bailar o a estar inmóvil, ayuda a la concentración o a estar totalmente dispersos, a llorar o a reír, puede aburrir o fascinar, relajar o tensar, asustar o crear un sentimiento de seguridad.
Escuchar música es una de las experiencias más gratificantes para los seres humanos. La música activa el cerebelo que se encarga de la coordinación y la sintonización fina de los movimientos del cuerpo.
Cuando los seres humanos van creciendo, las áreas del cerebro relacionadas con el movimiento se siguen activando con la música, se mueva físicamente o no. Esas áreas están interconectadas también con las regiones del cerebro que activan las áreas de placer y recompensa que están en nuestra corteza orbitofrontal (justo atrás de los ojos). Así que la música activa el movimiento del cuerpo y a su vez, el movimiento activa el placer y el gozo. Es decir, mientras estás oyendo música, te estás moviendo, física y mentalmente. Ese movimiento está ligado al sistema de recompensas y placer del cerebro y te hace sentir bien. Por eso gusta y da placer oír música y el movimiento (física o mentalmente) al ritmo o flujo de la música y el sonido.
Si escuchar música tiene todos estos beneficios, imagínate lo que pasa en tu cerebro y cuerpo cuando la interpretas. Y esto pasa a todas las edades, tocar un instrumento requiere mucha paciencia y concentración. Por ejemplo, cuando tocas un instrumento cómo piano, guitarra o violín, no puedes checar Facebook o Twitter, interpretar y música involucra tantas zonas del cerebro que es muy difícil tocar música y estar distrayéndote constantemente, al interpretar un instrumento tienes que: Leer las notas (visión). Hacer relaciones lógicas de lo que está escrito en la partitura donde colocas tus manos para tocar la nota requerida. Contar por cuanto tiempo (relación tiempo y espacio). Llevar el ritmo, escuchar que las notas que estás tocando están afinadas, que no suenen muy fuerte, que no suenen demasiado suave. Medir matemáticamente que todo esté en orden con la parte racional. Agregar el componente emocional, lo que algunas personas le dicen el feeling.