Para que entendiéramos bien el perdón de Dios, Jesús contaba a sus amigos la parábola del hijo pródigo
Un hombre tenía dos hijos; el pequeño le dijo un día: “padre, dame mi parte de la herencia”. Y se fue.
Emigró a un país lejano, y allí gastó toda su fortuna viviendo de mala manera.
Cuando lo gastó todo, no tuvo más remedio que ponerse a cuidar cerdos. Entonces se acordó de su padre y decidió: “volveré a casa de mi padre” Y volvió arrepentido
Su padre le vio regresar y le abrazó y le llenó de besos. Él le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Y el padre celebró una fiesta
Fran se ha enfadado mucho porque no le dan un capricho que pide Fran se ha enfadado mucho porque no le dan un capricho que pide. Y ha tirado al suelo una mesita.
Cuando han llegado sus padres, han visto los trozos rotos del jarrón en el suelo.
Cuando Fran estaba más sereno, ha contado a sus padres lo ocurrido y ha pedido perdón.
Como está verdaderamente arrepentido, lo han perdonado y Fran ha dado un fuerte abrazo a sus padres lleno de alegría.
Jesús lee en nuestro corazón y nos espera para que le pidamos perdón. Entonces se alegra mucho, porque volvemos a ser sus amigos y puede darnos todo lo que nos ha prometido. Jesús lee en nuestro corazón y nos espera para que le pidamos perdón. FIN