Narrativa moderna Siglo XX

En el siglo XX surgieron dos teorías importantes que marcaron el pensamiento y la producción intelectual de la época: 1. La teoría de la relatividad 2. El psicoanálisis

Albert Einstein Sigmund Freud

La teoría de la relatividad formulada por Albert Einstein establece que nuestra visión del espacio y el tiempo depende de las coordenadas en que nos encontramos. Esto explica por qué los individuos tienen diferentes percepciones de la misma realidad.

En literatura este cambio en la concepción del espacio y el tiempo se refleja en la aparición de una literatura no lineal, el fin del narrador omnisciente, y el papel activo del lector.

El psicoanálisis de Sigmund Freud establece la importancia de analizar el inconsciente para entender mejor al individuo.

En literatura el psicoanálisis incorpora el desarrollo del mundo interior de los personajes, a partir, especialmente, de soliloquios, monólogos interiores y escritura automática.

La teoría de la relatividad y el psicoanálisis también influyen a las producciones cinematográficas, industria que a su vez influirá a la literatura con sus innovaciones en las técnicas del montaje.

Se rompe la continuidad cronológica alterando el orden temporal, se rompe la continuidad espacial presentando acontecimientos simultáneos.

Pierde importancia el narrador omnisciente, surgiendo el concepto del “punto de vista”, a partir del uso de múltiples voces narrativas.

Se limita el argumento a un plano muy secundario, se minimiza la acción o hasta se prescinde del todo. Se reduce a mero soporte de tipos, ambientes o ideas, cuando no es puro pretexto para el discurso, para el juego de lenguaje.

Frente al tratamiento realista, la novela actual da entrada a lo imaginativo, lo alucinante, lo irracional, lo onírico. A veces, la anécdota se carga de significación simbólica.

En lo que respecta a la estructura externa surge una nueva unidad: la secuencia. Es frecuente que el capítulo desaparezca totalmente y que una novela se componga de una serie de secuencias, separadas por espacios en blanco sin numerar, o como un discurso ininterrumpido sin cortes visibles.

Aparecen nuevas modalidades de estructura interna. A veces se combinan al mismo tiempo varias historias diferentes (técnica del contrapunto), o se presentan muchos personajes con sus anécdotas (técnica caleidoscópica).

Otros cambios en la estructura interna de la novela son: - El tiempo abarcado (a veces es reducido o es impreciso) - El desarrollo discontinuo de la acción (con violentas elipsis) - La ausencia de desenlace (propio de la «novela abierta»).

Se llega en algunos casos a la desaparición del personaje tradicional. A partir de una narración objetivista, se llega a un personaje cosificado, como ocurre en el «nouveau roman».

Es cierto que el análisis de personajes individuales persiste, pero con el propósito de presentar un personaje en conflicto con su entorno y consigo mismo, deseoso de encontrar su identidad.

La novela actual combina con la máxima libertad las tres personas narrativas, si bien, prolifera la segunda persona narrativa. En unos casos, ese tú es un personaje al que el narrador se dirige. En otros, se trata de un «tú autorreflexivo»: el narrador protagonista que dialoga consigo mismo.

Otro de los rasgos notables de la novela más reciente es la disminución del papel del diálogo, en favor de otros procedimientos como el monólogo interior.

El monólogo interior reproduce en primera persona los pensamientos callados de un personaje, tal como brotarían de su conciencia. De ahí la expresión “stream of conciousness”, o fluir de la conciencia, con que también es conocido.

En los años 80 surge la postmodernidad, un movimiento artístico, filosófico y cultural en contraposición a la “modernidad” racional, creativa y esperanzada. La posmodernidad es la época del desencanto.

Se renuncia a las utopías y a la idea de progreso de conjunto. Se apuesta a la carrera por el progreso individual. Importa sólo el presente; no se tienen ideales, y se vive inmerso en una economía de consumo.

FIN