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Familias que sufren por la movilidad.

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Presentación del tema: "Familias que sufren por la movilidad."— Transcripción de la presentación:

1 21. Situaciones difíciles e irregulares que atiende la pastoral familiar.
Familias que sufren por la movilidad. Familias que viven situaciones difíciles. Familias en situaciones especiales. Matrimonios mixtos. Uniones a prueba. Uniones libres de hecho. Católicos unidos con sólo matrimonio civil. Separados o divorciados no casados de nuevo. Divorciados vueltos a casar. Criterios pastorales. Líneas de acción pastoral

2 21. Situaciones difíciles e irregulares que atiende la pastoral familiar.
La familia de una realidad monolítica a una realidad polifacética. La familia monolítica es aquella que está bien establecida desde el aspecto legal, así como el eclesial, y permanece fiel a su compromiso matrimonial. La familia polifacética es aquella que presenta diferentes modelos de vida socialmente hablando. Hoy muchos matrimonios y familias viven una relación dolorosa y circunstancias difíciles provocadas por causas internas y otras que vienen de un exterior injusto, opresor e inhumano Un buen número de matrimonios y familias sufren: incomprensión, desilusión e incomunicación, aun sin llegar a la separación. Otras, viviendo esta misma problemática, llegan a la separación y viven una situación de irregularidad, De igual manera otras familias, sin llegar siquiera al matrimonio, viven situaciones difíciles e irregulares.

3 La Iglesia no puede permanecer ajena a estas situaciones, por lo que es necesario un empeño pastoral, en la caridad y generosidad, a ejemplo del Buen Pastor (cf Jn 10,7), para ayudar a estas familias en situación difícil y hasta irregular. Prestando particular atención a los casos difíciles e irregulares, es necesario que los Obispos, sacerdotes y laicos se avoquen a la atención de este sector de la pastoral familiar y elaboren programas que les permitan un acercamiento, acompañamiento y cuidado de estas familias; para ellas hay un mensaje de misericordia y de acogida por parte de la Iglesia, que tiene la misión de brindar a todos el mensaje evangelizador de salvación.

4 Familias que sufren por la movilidad.
Los modelos diferentes de familia en situación difícil, que ahora analizamos, pueden ser agrupados de la siguiente manera: Familias de emigrantes por motivos laborales. Familias sometidas a largas ausencias (militares, navegantes y viajeros). Familias que no tienen casa. Para este grupo de familias la acción de la Iglesia debe ser especialmente de prevención, asistencia y acompañamiento, con el fin de que la familia no se desintegre, no pierda valores, no sea confundida por sectas oportunistas y sea respetada en todos sus derechos.

5 Familias que viven situaciones difíciles.
Familias ideológicamente divididas. Familias incompletas (de un solo padre). Cabe subrayar aquí el fenómeno, cada vez más difundido en nuestro país, de un gran número de madres solteras. Familias con personas de capacidades diferentes. Estas familias experimentan preocupación, miedo, molestias, sentimientos de culpa, resentimientos, etc. al enfrentar que su ser querido no será totalmente independiente por mucho tiempo o por el resto de su vida.

6 Familias con situaciones de drogadicción y alcoholismo.
Familias con problemas de sida. Familias de presos.

7 Familias con hijos homosexuales o hijas lesbianas.
Familias que viven violencia intra-familiar. Familias que sufren violencia externa.

8 Ante estos casos de familias que viven situaciones difíciles y de las que en alguna forma son víctimas, la Iglesia habrá de actuar brindándoles especialmente apoyo, comprensión y cercanía para que estas familias puedan integrarse en la comunidad cristiana y puedan experimentar la seguridad y la tranquilidad.

9 Familias en situaciones especiales.
Familias exiliadas y marginadas. Familias formadas por esposos menores de edad. Familias en extrema pobreza. Personas que se han quedado solas

10 Una manera de responder como Iglesia a estas familias es:
1. Tratarlos de acuerdo a su idiosincrasia y con mucha caridad, con el fin de hacerles sentir que son personas muy valiosas para su familia y la sociedad. 2. Ofrecerles apoyo en su educación a menores y a mayores, como alfabetización, talleres de manualidades y oficios. Para que posteriormente ellos mismos encuentren soluciones a su situación. 3. Acompañarlos de una manera cercana y frecuente a través de la evangelización. 4. Es necesaria la participación de todos los que formamos la iglesia para dar respuestas concretas e inmediatas a estas familias. Las familias de este grupo viven una situación de urgente y necesario apoyo por parte de la iglesia como comunidad, ya que su situación por no ser atendida, está causando hechos graves en algunas regiones de nuestro país, sufriendo las consecuencias las mismas familias. Así también puede ser, a futuro, causa de familias desintegradas con muchos problemas y generadoras también de problemas.

11 MATRIMONIO ENTRE CATÓLICOS Y OTROS BAUTIZADOS
Matrimonios mixtos Son matrimonios entre católicos y otros bautizados. Son matrimonios entre católicos y no bautizados. Requieren de una especial atención pastoral. MATRIMONIO ENTRE CATÓLICOS Y OTROS BAUTIZADOS Se debe realizar una preparación concreta a ese tipo de matrimonios para que comprendan la doctrina del Magisterio de la Iglesia y las cualidades y exigencias del matrimonio. Hacer conciente a la parte católica que tiene obligaciones que derivan de la fe, en lo concerniente al libre ejercicio de la misma; así como en la obligación de procurar, según las posibilidades, de bautizar y educar a los hijos en la fe católica y advertirle de las particulares dificultades respecto a la libertad religiosa. La parte católica debe ser fortalecida en su fe, por lo que requiere del apoyo de la comunidad eclesial para que madure en la comprensión y la práctica religiosa, y así llegue a ser verdadero testigo creíble dentro de la familia, a través de la vida misma y de la calidad del amor, demostrado al cónyuge y a los hijos.

12 Matrimonios mixtos Hay que considerar que los matrimonios entre católicos y otros bautizados, pueden aportar numerosos elementos que hay que valorar y llegar a desarrollar para lograr una armonía en la familia. Esto toma un valor verdadero cuando los dos cónyuges son fieles a sus deberes religiosos. En estos matrimonios la base y las motivaciones para compartir su unidad es la esfera de los valores espirituales y morales.

13 Matrimonios mixtos Existen también matrimonios mixtos, formados entre católicos y no bautizados, en los que el cónyuge no bautizado profesa otra religión y sus convicciones deben de ser tratadas con respeto, siguiendo los principios de la Declaración ‘Nostra Aetate’ del Concilio Ecuménico Vaticano II, sobre las relaciones con las religiones no cristianas. Para estos matrimonios se han de tomar medidas pastorales que garanticen la defensa a la fe del cónyuge católico y el libre ejercicio de la misma, invitarlos a que hagan todo lo posible para que los hijos sean bautizados y educados dentro de la Iglesia católica.

14 Uniones a prueba. La ‘unión a prueba’ es la realización de una vida común entre un hombre y una mujer, aún no casados, en orden a experimentar y probar si son capaces para un compromiso definitivo al matrimonio. En esta unión ellos tienen duda para comprometerse definitivamente y para superar sus dudas, intentan hacer una prueba. Para justificar la unión a prueba se plantean muchos motivos como son los frecuentes fracasos matrimoniales. Sin embargo la mayoría de los jóvenes al no ser educados con valores, como la responsabilidad, el respeto, la confianza en si mismos y otros, esperan madurar en una unión a prueba, pero esta situación, en lugar de ayudarles a madurar, les creará situaciones de tensión que puede afectarles profundamente. Si entendemos el matrimonio como la unión nacida del amor pleno entre esposos y este amor como el símbolo de amor de Cristo a los hombres, entonces el amor no puede ser de ensayo o de prueba, por lo que para los verdaderos cristianos la unión a prueba está desprovista de sentido.

15 UNIONES A PRUEBA Desde el punto de vista católico, la unión a prueba se reduce a relaciones prematrimoniales entre personas no casadas, lo cual no es admitido por la doctrina moral cristiana. La Iglesia debe acercarse con delicadeza y fraternidad a estas parejas para invitarlas a reflexionar sobre su actual condición que atenta contra su propia dignidad humana, puesto que se tratan como objeto al no valorarse mutuamente, y convencerlas de la grandeza del matrimonio sacramental, en orden a disponerse y prepararse para que busquen la santificación de su unión conyugal.

16 Uniones libres de hecho
Se trata de uniones sin algún vínculo institucional públicamente reconocido, ni civil ni religioso. En algunos hay actitudes de desprecio y rechazo hacia la sociedad, la institución familiar, hacia la organización socio-política y hacia la religión. Muchos de ellos son empujados a esta forma de vida por la ignorancia y pobreza, por situaciones de verdadera injusticia, por su inmadurez psicológica o por el temor a atarse con un vínculo estable y definitivo. La Iglesia: ha de acercarse a ellos con discreción y respeto, para iluminarlos y guiarlos a través de un proceso de evangelización; ha de allanarles el camino hacia la regularización de su situación; ha de que quitar los obstáculos que se presenten para ello; por eso es necesario no negarles los sacramentos a sus hijos, ni cuestionarlos; por el contrario, aprovechando cualquier acercamiento a la Iglesia, hay que invitarlos a las actividades parroquiales para mantenerlos cerca e iniciar su evangelización.

17 Católicos unidos con sólo matrimonio civil.
Son matrimonios que por motivos ideológicos y prácticos prefieren contraer sólo matrimonio civil, rechazando o difiriendo indefinidamente el religioso. La crisis en la fe, el ser bautizado no equivale a ser un hombre o mujer creyente, aunada al hecho de que en el matrimonio civil existe el divorcio, hace entendible que los jóvenes prefieren sólo el matrimonio civil. Es importante que los pastores y la comunidad cristiana hagan entender la necesidad de coherencia entre la elección de vida y la fe que se profesa e intenten convencer a estas personas de regularizar su propia situación a la luz de los principios cristianos.

18 Católicos unidos con sólo matrimonio civil.
No es recomendable para remediar este mal de la Iglesia promover matrimonios comunitarios sólo por regularizar la situación. Los pastores deben aprovechar los momentos o situaciones familiares particulares (bautismo de los hijos, primeras comuniones, bendición de casa, negocio, oficina o taller, la muerte de un ser querido, etc.) para acercarlos y acogerlos con un trato respetuoso y delicado y sin crearles dificultades. Se debe aconsejar a los padres que tienen hijos viviendo en esta situación irregular, que no los rechacen, que eviten rigorismos propensos a alejarlos del entorno familiar, que no sean indiferentes ante su situación; por el contrario es preferible acercarlos, comprenderlos y respetarlos; esto no significa darles la razón, ni justificarlos.

19 o divorciados no casados de nuevo
Separados o divorciados no casados de nuevo Son personas que, habiendo fracasado en su matrimonio, no se implican en una nueva unión, empeñándose en cambio en el cumplimiento prioritario de sus deberes familiares y de las responsabilidades de la vida cristiana. Independientemente de los motivos de separación, es generalmente la parte inocente de la relación y fiel a su sacramento la que, guardando en su vida de separados (y aún con el divorcio civil) la fidelidad e indisolubilidad del matrimonio, se esfuerza por mantener una vida digna y según la moral cristiana. Obviamente la separación debe considerarse como un remedio extremo después de que cualquier intento razonable haya sido inútil.

20 Separados o divorciados no casados de nuevo
La comunidad eclesial (sacerdotes y laicos) debe apoyarlos, procurarles estima, solidaridad, comprensión y ayuda concreta, de manera que les sea posible conservar la fidelidad. La misma comunidad debe ayudarles a cultivar la exigencia del perdón, propio del amor cristiano y la disponibilidad a reanudar eventualmente la vida conyugal anterior ya que, conociendo bien la indisolubilidad matrimonial válida, quiere vivir como un verdadero hijo de Dios. Esta manera de vivir la fidelidad y la coherencia cristiana asume un particular valor de testimonio frente al mundo y a la Iglesia. Debe quedar claro que para ellos no hay obstáculo o impedimento alguno para la admisión a los sacramentos y para su participación plena en la vida de la Iglesia. Por esta razón no deben ser excluidos o marginados en forma alguna.

21 Divorciados vueltos a casar Líneas de acción pastoral
Criterios pastorales. Líneas de acción pastoral

22 Divorciados vueltos a casar
Son matrimonios, casados sólo civilmente, formados por personas que vivieron un matrimonio sacramental y que por diversos factores se divorciaron civilmente, viviendo actualmente una nueva unión con otra persona también divorciada o soltera. Ordinariamente estas personas se consideran a sí mismas separadas de la Iglesia, al no poder recibir los sacramentos, y se experimentan señaladas, rechazadas y excluidas no sólo por la Iglesia, sino por la sociedad, por lo cual sienten angustia y resentimientos que los predisponen para un acercamiento a la comunidad eclesial, debilitándose así la esperanza que puedan tener de su propia salvación.

23 Divorciados vueltos a casar
Atendiendo a las orientaciones del Papa Juan Pablo II en la Familiaris Consortio y documentos recientes, de no abandonar a quienes han intentado pasar a nuevas nupcias, es necesario que la pastoral familiar atienda estas situaciones, ofreciéndoles acompañamiento pastoral y evangélico con el fin de que tomen conciencia de su situación actual y vivan cristianamente su bautismo. La Iglesia se mantiene fiel a los principios evangélicos sobre el matrimonio y la familia, según la voluntad de Cristo que estableció la indisolubilidad del matrimonio como don del Creador.

24 Divorciados vueltos a casar
La Iglesia habrá de presentarse, a través de su acción pastoral, como madre misericordiosa para sostener su fe y su esperanza. Con caridad, pero con mucha claridad y honestidad, la acción de la Iglesia debe:

25 Conducir a los esposos divorciados vueltos a casar a buscar la salvación
Poner a disposición de estos esposos los medios de salvación Ayudarlos a discernir su situación Ayudarlos con solícita caridad a que no se consideren fuera de la Iglesia. Acompañarlos a participar como bautizados en la vida de la Iglesia Mostrarles el camino, por la gracia infinita de Cristo, a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio Llevarlos a la conversión, buscando en todo momento la misericordia del Señor y a vivir una espiritualidad propia que les permita alcanzar la salvación en la santificación de cada día.

26 Divorciados vueltos a casar Criterios pastorales
Existen algunos criterios que fueron presentados en el Sínodo sobre la familia, para afrontar pastoralmente las situaciones concretas de los divorciados vueltos a casar: La Iglesia no puede abandonar a estos bautizados en conflicto con las exigencias de su fe. Independientemente de cuál sea su realidad o los motivos de la ruptura del sacramento del matrimonio, lo más importante es discernir bien las situaciones, pero sobre todo dar una solución y no cerrarles las puertas de la Iglesia, ni seguir negando a sus hijos los sacramentos. Entre las posibles soluciones que se han planteado está agilizar los trabajos en los tribunales eclesiásticos para aquellos divorciados vueltos a casar, para quienes subjetivamente su primer matrimonio no fue válido. Esta puede ser una acción favorable en la búsqueda de una posible declaración de nulidad que les permita regularizar su unión.

27 Para la atención pastoral de estas personas se han de tener en cuenta los siguientes principios:
Principio salvífico: Dios no niega la gracia de salvación a nadie, en cualquier situación irregular en que se encuentre. Principio bautismal: quienes viven en situaciones irregulares, han faltado a su compromiso sacramental matrimonial, pero no han renunciado a su bautismo ni a su fe. Principio eclesial: quienes viven en situación irregular, siguen siendo bautizados, creyentes, por tanto siguen siendo miembros de la Iglesia; siguen formando parte de la vida y la misión de la Iglesia, según sus posibilidades. Principio pastoral: la pastoral de las situaciones irregulares no es optativa, sino que es parte integral de la pastoral familiar. Estos criterios pastorales serán la base para integrar a los divorciados vueltos a casar a la vida eclesial.

28 Divorciados vueltos a casar Criterios pastorales
Todos estamos obligados a ayudar a estos divorciados para que no se consideren separados de la Iglesia. Los divorciados vueltos a casar, al no haber renunciado a su bautismo, siguen siendo hijos de Dios y miembros de la Iglesia; tienen derecho a la salvación aunque no estén en plena comunión con Dios y con la Iglesia. Por lo que es necesario incluirlos en actividades parroquiales posibles (asamblea litúrgica, acciones de caridad, orar, etc.), lo que les permitirá reflexionar su forma de vida y tener mayor cercanía con Dios. Escuchar la palabra de Dios, asistir a Misa si es posible frecuentemente en la semana, leer y meditar la palabra de Dios, hacer oración personal y comunitaria, realizar comunión espiritual, participar en obras de caridad y de justicia, son medios que todo agente de pastoral debe fomentar con el testimonio y el acompañamiento.

29 Divorciados vueltos a casar Criterios pastorales
No admitir a los divorciados vueltos a casar en la comunión eucarística. La Congregación de la fe expone, en una carta publicada en 1994, las razones para no admitir a los divorciados vueltos a casar a la comunión eucarística: Los divorciados vueltos a casar se encuentran en una situación que contradice objetivamente la ley de Dios. Contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía La Eucaristía sólo puede administrarse cuando haya absolución sacramental, que puede ser concedida únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a llevar una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad y la moralidad propia del matrimonio.

30 El fiel que de manera habitual está conviviendo conyugalmente con una persona que no es la legítima esposa o el legítimo marido, no puede acceder a la comunión eucarística. La reconciliación en el sacramento de la penitencia y el acceso a la Eucaristía, sólo puede efectuarse si se arrepienten de haber violado el signo de la alianza y de la fidelidad a Cristo y se abren con corazón sincero a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del sacramento del matrimonio.

31 Podrán acceder a la Eucaristía aquellos esposos vueltos a casar que estén sinceramente dispuestos a llevar una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Concretamente; “cuando el hombre y la mujer por motivos serios, como por ejemplo la educación de los hijos, no pueden cumplir la obligación de la separación, entonces asumen el compromiso de vivir en plena continencia o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos”; en este caso pueden acceder a la comunión eucarística permaneciendo firmes en su decisión de vivir como hermanos, pero tienen la obligación de evitar el escándalo, recomendándose tomar la comunión eucarística en otra parroquia fuera de su comunidad. Esta es una situación de conciencia. Humanamente vivir la castidad en el matrimonio resulta difícil pero no imposible, por lo que es importante que los pastores se preocupen por invitarlos a vivir el proceso de evangelización que los lleve a darse cuenta que para recibir la comunión eucarística necesitan implorar la misericordia de Dios, para que una vez fortalecidos decidan ofrecer su sacrificio a Dios.

32 Divorciados vueltos a casar Criterios pastorales
Al actuar de esta manera, la Iglesia quiere, al mismo tiempo, proclamar su fidelidad a Cristo y ser signo de misericordia, en especial para quienes fueron abandonados sin falta de su parte por el cónyuge legítimo. Al atender estas situaciones, no se trata de caer en rigorismos exagerados, ni en un laxismo fácil y simplista. Se trata de buscar un exacto punto de equilibrio para salvar las fidelidades que no pueden traicionarse como cristiano católico. La exigencia de indisolubilidad del matrimonio y la fidelidad de la misión salvadora de la Iglesia deberá ser siempre y para todos un signo de salvación.

33 Es necesario explicar claramente que cuando la Iglesia niega la admisión a los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía, no es por capricho o rigorismo; es que no puede y esto porque la Iglesia no es dueña de los sacramentos, sino fiel dispensadora de los mismos. La Iglesia, sin caer en contradicción consigo misma, no puede admitirles a la recepción -sobre todo pública- de la Eucaristía, ya que ésta es signo de perfecta y total comunión entre Cristo y la Iglesia, entre el cristiano y la Iglesia. No es la Iglesia quien los rechaza y margina, sino su propio estado de vida. Pero los divorciados vueltos a casar no serán considerados fuera de la Iglesia (excomulgados); aunque hayan roto el sacramento del matrimonio, no han renunciado a su bautismo y por ello siguen siendo hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Los divorciados vueltos a casar participan de la vida de la Iglesia, pero no en plenitud.

34 Divorciados vueltos a casar Líneas de acción pastoral
Cambio de mentalidad. En la Iglesia se ha producido un cambio de mentalidad respecto a los divorciados vueltos a casar. Este cambio consiste en aceptarlos y en tomar una actitud pastoral que permita integrarlos a la comunidad eclesial, tanto en la vida como en la misión de la Iglesia. Una pastoral familiar. La atención de los divorciados vueltos a casar, no debe ser una pastoral independiente, sino más bien debe estar integrada en la pastoral familiar. La razón es que nadie quiere ser identificado desde su dolorosa situación y nadie quiere que lo identifiquen desde lo negativo de su vida. Como al resto de las familias, se les debe brindar una atención y servicios adecuados a su situación.

35 Divorciados vueltos a casar Líneas de acción pastoral
Una pastoral de evangelización y salvación. La misión primordial de la Iglesia es la de anunciar el Evangelio de Jesucristo a todos los hombres; en esta misión no pueden estar excluidos quienes viven en situaciones matrimoniales irregulares; son ellos quienes en alguna forma necesitan más de esta evangelización que les ayude a vivir la esperanza de su salvación que se alcanza a través de la recepción de los sacramentos, pero también por otros medios que la Iglesia pone a su disposición. “Pueden obtener de Dios la gracia de la salvación y de la conversión, si perseveran en la oración, la penitencia y en la caridad”.

36 Un proyecto de familia. A fin de que puedan llegar a acercarse al modelo de familia que ha querido el Creador desde el principio y que Cristo ha renovado con su gracia redentora, es necesario que la Iglesia los acerque y los comprometa a vivir valores cristianos, a educar a sus hijos en la fe cristiana, a vivir en unidad, a realizar un apostolado que los comprometa a vivir y a cumplir su misión dentro de la Iglesia.

37 Una pastoral preventiva.
El hecho del aumento significativo de divorciados vueltos a casar debe cuestionar a la Iglesia sobre acciones que ayuden a prevenir estas situaciones irregulares: una formación e información más clara y exigente a los adolescentes en relación al noviazgo y al matrimonio; una mejor atención a la preparación prematrimonial; un acompañamiento más cercano a los matrimonios jóvenes; un seguimiento a los matrimonios en sus diferentes etapas; en general, un interés genuino por la evangelización del matrimonio y de la familia.


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