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Una entrega a todo riesgo

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Presentación del tema: "Una entrega a todo riesgo"— Transcripción de la presentación:

1 Una entrega a todo riesgo
Las Hermanas Mª Justa, Mª Olimpia, Mª Cándida y Mª del Buen Consejo dieron su vida en África Textos del Libro del mismo título de Nieves Campión

2 Comunidad de Stanleyville
Amaron tanto la vida que no temieron la muerte “Nuestro camino es el de Dios y si hemos de morir, moriremos, pero no podemos abandonar la misión.”

3 Comunidad de Stanleyville
Mujeres de una gran fuerza interior, forjadas en la oración Reforzadas en el mutuo testimonio del amor fraterno Vivido dentro y fuera con un punto de mira común: el Evangelio. A la luz de un discernimiento comunitario decidieron permanecer en la misión porque llevaban al pueblo africano en su corazón. Entendieron que ese era el camino de Dios y efectivamente se encontraron con El.

4 María Cándida Nació en Navarra, su familia era de arraigada fe y bastante numerosa. Dos de las hijas decidieron ser Misioneras Dominicas. Era una mujer agraciada, de temperamento alegre. De gran delicadeza y exquisita sensibilidad. Muy decidida en su vocación misionera. Las Hermanas que la conocieron dicen que era una mujer mística, contemplativa y al mismo tiempo profundamente humana. Ligada fuertemente a las raíces de su tierra. Anhelaba, esperaba y deseaba ir a la misión del Congo con toda su alma.

5 María Justa Nace en Navarra. Su hogar es una familia cristiana, en la que crecieron las vocaciones de otros tres miembros: Dos jesuitas y dos Misioneras Dominicas. Mujer de gran carácter, enérgica, valiente acostumbrada a sumir responsabilidades. Inteligente, con gran sensibilidad y cuidadosa en los detalles. Las hermanas dan testimonio de su gran capacidad de servicio y de su buen humor. Mujer de oración y de trabajo. Madura humanamente, realizada y feliz.

6 María del Buen Consejo De una familia profundamente religiosa, nació en la provincia de León. De temperamento reservado, su aspecto exterior siempre impecable y elegante. Físicamente atractiva, mujer de gran fortaleza, pero de trato suave y delicado. De gran sensibilidad e inteligencia. En su diario refleja su fortaleza interior, su exigencia personal, su austeridad de vida y el ideal siempre renovado de ser santa. Sencilla, cercana, se tomó la vida en serio y se entregó hasta el final.

7 María Olimpia De origen vasco-navarro, su familia sencilla y católica, tiene entre sus miembros tres hijas religiosas: dos clarisas y una Misionera Dominica. Es una joven bonita y simpática que en la experiencia juvenil descubre su vocación misionera. Muy clara en sus decisiones, asume con responsabilidad y coherencia su vocación. Se adaptó muy bien a la misión y desplegó un trabajo desbordante. Su preocupación era responder a las urgencias y necesidades sin descanso. Por ello experimenta profundamente la necesidad de la oración.

8 ¿Por qué murieron? Por el talante de su vocación misionera totalizante y definitiva Por la decisión de seguir a Jesús. “a quien conocí, de quien me enamoré, en quien puse mi confianza, a quien quise con ternura” (Hna. Mª Cándida) Por una praxis cristiana. “¿Cómo anunciar que Dios está con los pobres y darles la espalda cuando llega el conflicto?”Permanecer significaba mostrar con su vida y muerte, si era necesario, de qué lado se encontraban. No quisieron irse del camino de Dios

9 Su memoria hoy nos desafía
Vivieron volcadas hacia los demás, olvidadas de sí mismas. ¿Y nosotras qué? Buscaron siempre el camino de Dios y éste indefectiblemente pasa por el más pobre según nuestro carisma. ¿Y nosotras qué? Creyeron que hay algo mayor que la propia vida: los otros y por ellos entregaron su vida. ¿Y nosotras qué? “La mejor manera de llorar un amigo es continuar cultivando su campo” Mons. Mee Muzihirwa Asesinado en Bukavu el

10 Ya se manchó la nieve. la blancura de la bandera del amor paciente y se manchó con la resplandeciente luz inmortal de una amapola oscura. No pudieron mancharla ni la impura tierra de polvo y lodo, ni el hirviente espumarajo de la mar caliente del perezoso mal y su blancura. Pero Cristo, pasaba enamorado pidiendo flores, al nacer el día por su propio jardín predestinado. Y aquella voz, sin voz, le respondía: aquí tienes mi hábito manchado por la limpieza de la sangre mía. José María Pemán 1964


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