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MASTER GÉNERO E IGUALDAD. UNIVERSIDAD DE MURCIA

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Presentación del tema: "MASTER GÉNERO E IGUALDAD. UNIVERSIDAD DE MURCIA"— Transcripción de la presentación:

1 MASTER GÉNERO E IGUALDAD. UNIVERSIDAD DE MURCIA
POLITICAS PÚBLICAS DE IGUALDAD Y DE CONCILIACIÓN VIDA FAMILIAR Y LABORAL CRISTINA GUIRAO MIRÓN Dep. Sociología y Política Social MASTER GÉNERO E IGUALDAD. UNIVERSIDAD DE MURCIA

2 ÍNDICE La conciliación de la vida familiar y laboral: planteamiento del problema. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados. Políticas públicas y estados de bienestar Políticas familiares en España.

3 I. La conciliación de la vida familiar y laboral: planteamiento del problema.
Expresión “conciliación vida familiar y laboral”, esconde dos viejos supuestos: – División de espacios: Privado – Público / Doméstico- productivo. – División sexual del trabajo: Hombres- trabajo productivo Mujeres -trabajo doméstico, reproductivo y de cuidados organización social que asigna a los hombres la responsabilidad del trabajo productivo y a las mujeres la del trabajo doméstico, reproductivo y de los cuidados.

4 I. La conciliación de la vida familiar y laboral: planteamiento del problema.
En sus justos términos (económicos): conciliación trabajo remunerado- trabajo no remunerado; o bien: trabajo productivo – trabajo reproductivo. Aunque también cabría una formulación de esta expresión en términos políticos, cabria decir entonces: conciliación espacio público - espacio privado. En cualquier caso: nuestras sociedades estructuradas sobre la diferenciación de ambos espacios: privado/público ; productivo/reproductivo; remunerado/no remunerado. .

5 ¿Qué ha pasado para que se produzca una grieta en el muro de la conciliación? ¿En el muro que separa la estricta división sexual del trabajo?... . Mientras ambos mantuviesen sus posiciones en la estructura social, y realizasen bien sus funciones había conciliación, precisamente este era el mecanismo de conciliación y pervivencia de la sociedad industrial: la separación genérica de espacios. ¿Qué ha pasado, pues, para que se quiebre la conciliación?

6 I. La conciliación de la vida familiar y laboral: planteamiento del problema.
Factores: Incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Crisis del patriarcado. Nuevos modelos de familia. Crisis del modelo de male breadwinner. (Lewis, 1992) Modelo dual de ingresos. Consecuencias: Doble presencia Ausencia del hombre o en su defecto el Estado, en el espacio doméstico. Sostener, pues, la igualdad en la conciliación supone abandonar los supuestos diferenciadores posicionarse en la desdiferenciación de roles en el espacio productivo y reproductivo (Prieto, 2007). Así, en la dimensión social hombres y mujeres han de tener los mismos derechos y obligaciones y ser considerados iguales e idénticos para alcanzar la misma identidad social, objetivo que se alcanza tras la desdiferenciación:

7 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Trabajo productivo: ámbito laboral, remunerado Trabajo reproductivo: ámbito doméstico, sin remunerar. A cada uno de estos espacios le corresponde un tipo de sujeto y un tipo de instituciones: Mujer- Familia Hombre-empresa

8 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Invisibilidad del trabajo doméstico Confusión conceptos trabajo y empleo Empleo: concepto central de la ciudadanía industrial asalariada beneficiaria de los derechos sociales (E. Bienestar). Trabajo: concepto más amplio que puede incluir trabajos de voluntariado o trabajo doméstico no necesariamente remunerado. ¿Cómo medir este trabajo? Encuestas usos del tiempo, Time Budget. Conferencia de Pekín, cuenta satélite (Durán, 2007). El trabajo, pues, en el sentido de empleo, de trabajo remunerado, es el concepto central de la ciudadanía asalariada o industrial que caracteriza al Estado de Bienestar, siendo esta ciudadanía asalariada la única beneficiaria posible de los derechos sociales. Pero, hay toda una producción de bienes y servicios que realizan las mujeres en el espacio doméstico y en las tareas de cuidados que queda al margen del mercado y que nos lleva a replantearnos, primero, esta conceptualización del trabajo vigente, hoy, segundo, la disciplina de la que emerge dicha conceptualización: la economía, y tercero, la estructura que la sustenta: la división sexual del trabajo del estado de bienestar. Así, la propuesta de Durán de poner al día los conceptos tradicionales para adaptarlos a las nuevas realidades; aceptar e impulsar cambios conceptuales necesarios para describir y visibilizar la realidad del espacio doméstico: gestación, prestación de servicios, cohesión afectiva… permiten medir mejor la realidad del trabajo doméstico. De hecho, la no participación directa en la producción de mercancías sólo recibe conceptualizaciones vicarias: parados, jubilados, población inactiva, sus labores... estas simplificaciones conceptualizan mal la situación real de la mayoría de los trabajos no remunerados.

9 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
“Carga global del trabajo” (Cristina García Sainz. 1999) Nº de horas dedicadas al trabajo remunerado y no remunerado: ayuda familiar, tareas domésticas (cocinar, limpiar, planchar, fregar…), hijos, colegios… Metáfora del iceberg (Durán, 2000: 43): Los estados de bienestar europeos se mantienen gracias a que la mitad de la población que no trabaja, proporciona bienestar a la clase trabajadora. Carga global de trabajo: este concepto ha sido desarrollado por Cristina Gracía Sainz (1999). Se define como la suma de trabajo remunerado y no remunerado, observada tanto desde un perspectiva individual como en su totalidad. La carga global es considerada como un todo, donde ambas partes: mercado y no mercado están interrelacionadas La disparidad en el volumen de la carga global de trabajo en hombres y en mujeres en España es muy grande. Los trabajos de M. Durán sobre datos de la encuesta CIRES sobre Usos del Tiempo, (1996) (Duran, 2000: 42) revelan que la jornada real de trabajo, remunerado más no remunerado, a lo largo del año es casi doble para las mujeres (un promedio de horas a la semana) que para los hombres (36.43 horas como promedio). “Los varones sólo desarrollan un tercio del trabajo total requerido para mantener la sociedad española en los niveles de bienestar (monetario y no monetario) que actualmente disfruta, aunque obtienen el 69% del trabajo con contrapartidas monetarias directas (…) Por eso puede decirse que la economía española es como un iceberg, porque flota gracias a los dos tercios del esfuerzo colectivo que permanece invisible” (Durán, 2000: 43). La contribución del trabajo no remunerado a la economía española: alternativas metodológicas.

10 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Como hemos mencionado, las diferencias en el uso del tiempo entre hombres y mujeres constituyen un indicador mas del desigual reparto de tareas que se realizan en el espacio doméstico y revelan la doble jornada laboral de las mujeres ocupadas, que han de conciliar los dos trabajos. Analizando detenidamente los datos de la EET sobre las actividades que realizan hombres y mujeres, vemos que prácticamente no hay diferencias de participación entre hombres y mujeres en las actividades de cuidados personales (dormir, comidas, otros cuidados personales), estudio, vida social y diversión, medios de comunicación (ver televisión, etc.). Sí las hay, en cambio, en el indicador de las tareas del hogar (domésticas, cuidados de niños y ancianos), pues las mujeres se dedican en un porcentaje más alto que los varones a estas tareas: 92,7 % de mujeres frente a un 70,2 % de hombres. De igual manera, un 43% de los varones entrevistados realiza un trabajo remunerado frente al 25% de las mujeres. Fuente: Encuesta Empleo del Tiempo Elaboración propia

11 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
No existen diferencias, en cambio, en el tiempo que dedican a los cuidados personales y el estudio, siendo la principal diferencia las horas que dedican al trabajo doméstico: tareas del hogar y cuidado de niños, en donde se evidencia que el rol principal de la mujer como cuidadora se traduce en más horas de trabajo doméstico que el hombre: 4 horas y 45 minutos, es el promedio al día, de tiempo que las mujeres dedican al espacio doméstico, menos de la mitad de esta cifra: 2 horas es el tiempo que dedica el hombre. Los datos de esta encuesta confirman conclusiones que ya tras el análisis de la EPA hemos adelantado, la notable persistencia de la división sexual del trabajo, ahora vistos a través de los usos del tiempo. Fuente: Encuesta Empleo del Tiempo. Elaboración propia

12 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Hemos querido analizar la actividad especifica de tareas del hogar y familia que incluye: actividades culinarias, mantenimiento del hogar, compras y servicios, confección y cuidado de la ropa, cuidado de niños, jardinería y cuidado de animales, ayudas a adultos miembros del hogar, construcción y reparaciones y gestiones del hogar pues las diferenciación de estas tareas por géneros ofrece una clave para comprender la estructuración sexual de los usos del tiempo. Así, vemos que los hombres, 13,2 %, se ocupan en actividades de jardinería y cuidado de animales en mayor proporción que las mujeres, 10,4 %,. De igual manera, en construcción y reparaciones el porcentaje de hombres que se dedican a esta actividad es mucho mayor que el de mujeres, 5,9% frente a 1,6%. Se observa mayor corresponsabilidad, en cambio, en la participación de tareas entre mujeres y hombres respecto al cuidado de niños, donde los porcentajes se acercan sin llegar a igualarse: 18,6% de mujeres y 11,2 % de hombres. Lo mismo respecto a gestiones del hogar donde los porcentajes se igualan prácticamente. Pero, de nuevo, hay que señalar e insistir en las diferencias: sólo un 43,9% de hombres declara dedicarse a las tareas de cocina, el porcentaje de mujeres es casi el doble: 84,1%. La misma asimetría encontramos en las tareas de mantenimiento del hogar: 71,0 % de mujeres declaran dedicarse a las tareas de limpieza frente a 28,3 % de hombres. Finalmente, la distancia porcentual más grande se encuentra en confección y cuidado de la ropa, un 37,1 % de mujeres declara dedicarse a las tareas de colada y plancha, frente a sólo un 3,1 % de hombres que declara dedicarse a esta actividad. Fuente: Encuesta Empleo del Tiempo. Elaboración propia

13 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Entre las actividades de hogar y familia, las mujeres dedican más tiempo a las actividades culinarias y a las relacionadas con las tareas del hogar. Los hombres en cambio, emplean en estas actividades algo más de media hora. En la confección y cuidado de la ropa las mujeres dedican algo más de una hora y los hombres media hora. En el mantenimiento del hogar también predomina el trabajo femenino, así, las mujeres dedican una hora y veinte minutos y los hombres tan sólo tres cuartos de hora. Igual sucede con el cuidado de niños, las mujeres dedican casi el doble de tiempo que los hombres, dos horas y once minutos y los hombres una hora y media. Respecto a otros porcentajes, vemos que mujeres y hombres tardan lo mismo en hacer la compra, aproximadamente una hora y en ayuda a adultos miembros del hogar, hora y media. Que el trabajo masculino es mayor en jardinería y cuidado de animales, construcción y reparaciones y gestiones del hogar. Estos porcentajes nos dan una idea nítida de cuáles son los conjuntos de actividades en los que, con carácter general se da una mayor desigualdad y cuáles se prestan a una mayor corresponsabilidad en el reparto de tareas familiares en la pareja. Suponiendo que ambos trabajen, podemos detectar cuanto aumenta la carga laboral de las mujeres que han de conciliar vida laboral y familiar, de entrada, podemos concluir que aumenta en casi cinco horas diarias más que es el promedio de horas que declaran dedicar al hogar y la familia. Por otro lado, hemos de señalar que el ambito de mayor corresponsabilidad en en reparto de tareas domésticas lo consituye el cuidado de niños y adultos, pues en esta tarea se detecta una mayor propensión a la coperación por parte de los hombres. Así las cosas, nuestro análisis de los datos extraídos de la Encuesta de Población Activa, EPA, y de la Encuesta de Empleo del Tiempo, EET, confirman el arraigo de la división sexual del trabajo. La posición prioritaria del varón en el rol de proveedor, esta posición en la década que hemos analizado no parece haber variado estructuralmente. La mujer continua con su rol de cuidadora y aunque se obseva en esta década de 1999 a 2009 grandes cambios en cuanto a su incorporación al mundo laboral y por lo tanto, al rol de productora, vemos que se encuentra atrapada de momento en ambos roles; productora/cuidadora, en ambos espacios productivo/doméstico. El problema social de cómo conciliar ambos mundos y ambos roles es estructuralmente femenino.

14 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Dificultad de mercantilizar el trabajo de los cuidados y trabajo doméstico “domesticación” (M. Palomo): el trabajo de los cuidados contempla nociones afectivas, morales y materiales. Del Care al social care (Lewis, 1997 y Letablier y 2007): socializar los cuidados, darle a este trabajo un reconocimiento social, situarlo en el marco del Estado y sus instituciones. “Con la noción de “domesticación” se pretende descentrar la dualidad femenino/masculino y pensar estas transformaciones a partir de las cualidades, condiciones y ámbitos en los que operan, y no tanto en función del sujeto que lo protagoniza habitualmente. Desde esta perspectiva, no se pretende obviar el hecho de que son las mujeres las que se encuentran en el centro de esos procesos. Sin embargo, para renovar el concepto de trabajo y englobar en él la gran cantidad de actividades que han realizado y realizan las mujeres –en las que los cuidados son absolutamente centrales-, es importante desvincularlo, al menos analíticamente, de quien lo realiza”. Así, entre otras cuestiones, revisar el concepto de trabajo de los cuidados implica recuperar su valor social para la vida, no sólo en términos de tiempo económico sino y también en términos de dignificación del mismo, de redimensionar su valor ético como valor social importante. De hecho, la noción de cuidados abre una brecha notable en el binomio producción/reproducción y se enriquece notablemente a partir de este enfoque que contempla las nociones afectivas y morales además de las materiales. La propuesta de Maite Martín Palomo de domesticación del trabajo (2007, 2004) pretende, precisamente, incorporar estas tres dimensiones al análisis de los cuidados. Maria Teresa Martin Palomo; “Domesticar el trabajo: una reflexión a partir de los cuidados”, Cuaderno de Relaciones Laborales, Vol 26, Nº 2, 2008, pp Una de las líneas de investigación más interesantes por tener en cuenta la dimensión social del concepto de care viene de Letablier ( 2007:65) quien sitúa el origen de esta reflexión en la noción inglesa de Care que significa el trabajo no remunerado proporcionado por las mujeres en las familias o comunidades. La propuesta de Letablier es precisamente establecer un valor de reconocimiento económico y social a los cuidados y a quienes los prestan, otorgarles la carta de ciudadanía social. De modo tal que se produzca un giro en la perspectiva con que las políticas públicas consideran o ignoran los cuidados, derivando en algunas reivindicaciones como la del “salario maternal” que de acceso a los derechos sociales (Letablier, 2007: 71-72). En todo caso, la propuesta sería socializar los cuidados en la línea que ya abriera Lewis, (1997, 2000) de inscribirla en relación con el Estado de Bienestar, darle a este concepto una visión de economía política que el lleve al reconocimiento institucional. Mary Daley y Jane Lewis (2000) definen el care en la intersección entre la familia y las políticas sociales vinculado a las cuestiones de ciudadanía social: “Con esta propuesta se pretende reclamar una visión de los cuidados como organización social en la que el cuidado social estaría integrado por todas las actividades y relaciones implicadas en el sostenimiento de las necesidades físicas y emocionales de las criaturas y adultos en situación de dependencia, y en los marcos normativos y sociales en los que se desarrollan (Daly y Lewis, 2000:28). La noción de care abarca así, el trabajo cotidiano de cuidados a las personas dependientes: niños, adultos y ancianos, sacarlo del espacio privado doméstico y vincularlo al espacio público del estado de bienestar. Poniendo de relieve la importancia social de las mujeres en la realización de este trabajo, pues ellas siguen siendo las mayores proveedoras del welfare. A fin de cuentas y como sugiere Lewis se trata de una noción que no puede entenderse fuera del marco del estado, hablaríamos pues de social care. Y el problema de sacarlo de aquí y vincularlo al espacio privado de las relaciones familiares es que pierde fuerza y coherencia y que estaríamos de nuevo ante la necesidad de definirlo como algo que pertenece y es propio de la feminidad de las mujeres, consustancial a su manera de ser. Para evitar esto, pues, Mary Daly y James Lewis sugieren que el concepto de social care incluya por igual el cuidado de ancianos y niños. Daly, Mary y Lewis, Jane 2000 “The Concept Of Social Care And The Análisis Of Contemporary Welfare States”, British Journal Of Sociology, Nº 1, pp

15 2. El espacio reproductivo: trabajo doméstico y de los cuidados
Soluciones: Desdiferenciar el trabajo de los cuidados: no darle un carácter sexuado al care Mercantilizarlo Visibilizarlo Reconocimiento social y ciudadano Para que las políticas públicas puedan tenerlo en cuenta en el diseño de la maqueta de sus derechos sociales La consideración de la producción doméstica como inactividad, su exclusión del mercado, obstaculiza que las propias políticas públicas puedan planificar medidas públicas, privadas y de voluntariado que sustituyan o complementen el trabajo doméstico no remunerado. Aunque hemos avanzado es esta consideración, pues la incorporación de las mujeres inmigrantes a la ecuación del cuidado ha producido un escaso desarrollo de las políticas públicas. Desde el momento en el que el trabajo de los cuidados no puede satisfacerse solamente en el ámbito de la familia y se contrata a personas especialmente para realizarlas, se empieza a mercantilizar y por tanto a visibilizar. Mercantilización y visibilidad en el espacio público son causa y consecuencia. Primero, porque se produce una transferencia a la esfera pública de una actividad que antes pertenecía a la esfera privada (la mercantilización del trabajo de los cuidados ha producido que el mercado sea el principal medio de adquisición de la mercancía-cuidados) y, segundo, y como consecuencia, porque la visibilización del trabajo (que históricamente han realizado las mujeres en el espacio privado-doméstico) deviene en su aproximación a la consideración de trabajo remunerado, con el pleno reconocimiento de los derechos sociales por aparte del Estado de Bienestar. Así como la ley de Conciliación Vida Familiar y Laboral (1999) supuso el reconocimiento tímido por parte del Estado de que los cuidados del espacio doméstico eran un trabajo, el otro trabajo, el familiar, que había que conciliar con el laboral, la ley de Dependencia 2006, supone un reconocimiento a los cuidados como un trabajo que el Estado ha de reconocer, pues se trata, no de un problema privado, sino de un problema de todos. En consecuencia, el care no es sólo objeto de un debate sobre los conceptos, sino que es también una cuestión política clave dentro de los debates sobre la reestructuración de los sistemas de protección social y la planificación de las políticas familiares, como veremos, en los Estados de bienestar.

16 3- Políticas públicas y Estado de Bienestar.
Modelos de Estados de Bienestar (Espin- Andersen, 1993: 37-38) Liberal. Mercado encargado de la provisión del bienestar. Corporativo. El Estado ocupa un lugar subsidiario, dejando a la familia encargada de la satisfacción y necesidades de sus miembros. Socialdemócrata. El Estado ocupa un lugar prioritario en el suministro de bienestar a la ciudadanía. En otros términos, la tipología de los Estados de bienestar ignora la perspectiva de género; Lewis (1993; 1995) y Diane Sainsbury (1994; 1999) consideran que los modelos del estado de bienestar contemporáneo se han desarrollado dando por supuesto el modelo de male bredwinner (hombre-ganador-de-pan), basado en la división sexual del trabajo, en donde el hombre es el responsable del mantenimiento económico de la familia y la mujer la encargada de los cuidados y el bienestar familiar. Así, las políticas sociales y familiares que surgen a la luz de este modelo, tienen al hombre como beneficiario principal de los derechos sociales por su situación permanente en el mercado de trabajo, siendo las mujeres las grandes olvidadas dada la invisibilidad política, social y mercantil de su trabajo y sólo tenidas en cuenta como beneficiarias de derechos sociales, según la situación que el marido haya alcanzado en el mercado laboral, es decir, los derechos que el Estado de Bienestar pueda reconocer a la mujer, son derivados de la situación laboral alcanzada por el hombre. De otro lado, la posición ocupada por las mujeres en el sistema de reproducción social las hace invisibles y pasivas para la obtención de los derechos sociales. Por supuesto, no se podía plantear la posibilidad de ser desmercantilizadas puesto que no habían sufrido ningún ingreso en el mundo de la mercantilización. Por lo tanto, el criterio de desmercantilización de Esping-Andersen es insuficiente para dar cuenta de la medida en que los ciudadanos gozan de derechos sociales ya que, en el caso de las mujeres que no están integradas en el mercado laboral, no pueden recibir los beneficios de la desmercantilización si previamente no han entrado en él. Es más, este concepto presupone la participación en el mercado de trabajo a tiempo completo y durante casi toda la vida. Pero esto es propio de la expericncia laboral y vital de los varones, en absoluto de la mayoría de las mujeres. De hecho, si para la mayoría de los varones la desmercantilización del trabajo supone cierte independencia y autonomía,para muchas mujeres el paso del trabajo no remunerado al trabajo remunerado, es decir, la mercantilización tiene efectos emancipatorios. A la obra de Esping- Andersen le falta la dimensión de género.

17 3- Políticas públicas y Estado de Bienestar.
Crítica de Sainsbury (1994) y Lewis(1992): bajo la tipología de Andersen se prevalece el modelo social de varón sustentador/mujer cuidadora Indicador políticas familiares públicas de los estados de bienestar: Varón sustentador fuerte/mujer cuidadora reproductora Varón sustentador débil/ mujer trabajadora conciliadora Sustentador/cuidador en igualdad Grado de desvinculación de la mujer del espacio doméstico y las tareas del cuidado. Precisamente, un buen indicador de las políticas sociales europeas es el tema del varón más o menos sustentador o proveedor. Así se distingue entre Estados con presencia fuerte, mediana o débil del modelo de varón proveedor de recursos masculino. El argumento es que la fortaleza o debilidad del modelo de proveedor masculino sirve como indicador o índice de la forma en que las mujeres son tratadas en los sistemas de seguridad social, con relación al cuidado infantil y especialmente al tipo de participación de las mujeres casadas en el mercado de trabajo. Este modelo de hombre proveedor fuerte explica la ciudadanía de segunda clase de las mujeres. De igual manera, el indicador del grado de abandono del espacio doméstico de la mujer, en el sentido de nivel de desvinculación del espacio doméstico y progresiva implicación en el espacio público, mide las políticas de igualdad efectiva de los Estados del bienestar. Resumiendo, las políticas sociales de los Estados de bienestar se centran en beneficiar sólo con derechos sociales a aquellos trabajadores que participan del mercado, y el trabajo doméstico de la mujer es invisible, -como señaló Lewis, por no remunerado y no mercantilizado-; estas políticas, por tanto, reproducen las relaciones de subordinación y la división sexual del trabajo. Todos los subsidios como las jubilaciones, los seguros de desempleo, la atención a la salud, bajas y permisos de maternidad… están ligadas al trabajo asalariado. Por tanto, el trabajo que no cotiza, que es invisible, no está cubierto por el Estado de bienestar. Las mujeres que cuidan a los miembros de sus familias y se ocupan del trabajo doméstico no tienen acceso directo a prestaciones y servicios.

18 3- Políticas públicas y Estado de Bienestar.
Esping Andersen nueva tipología: Fundamentos sociales de las economías postindustriales, publicado en 1999, Reformula su tipología y presenta un estudio empírico más amplio colocando a la familia como indicador importante del grado de autonomía de los individuos en los estados de bienestar. Desfamiliarización En una obra más reciente, Fundamentos sociales de las economías postindustriales, publicado en 1999, Esping-Andersen reformula su tipología y presenta un estudio empírico más amplio colocando a la familia como indicador importante del grado de autonomía de los individuos en los estados de bienestar. Así, admitiendo el sesgo masculino del criterio de desmercantilización, introduce un criterio nuevo para evaluar y comparar los regímenes de bienestar: la desfamiliarización. Esta noción hace referencia al grado en que la política social o los mercados “reducen la dependencia individual de la familia” y “maximizan la disponibilidad de los recursos económicos por parte del individuo independientemente de las reciprocidades familiares o conyugales” (Esping-Andersen, 2000: 66). Pero, el grado de desfamiliarización de los individuos en los Estados de Bienestar dependerá de que éstos asuman las tareas de los cuidados, en definitiva reconozcan el trabajo que, fundamentalmente las mujeres realizan en el espacio doméstico.

19 4-Políticas familiares en España: breve revisión crítica.
Europa, años 90, empiezan a desarrollar políticas de conciliación: Tres directivas fundamentales: La primera relativa a la seguridad de las trabajadoras embarazadas, que obliga a los Estados miembros a disponer de un permiso mínimo de maternidad de catorce semanas, así como permisos retribuidos en caso de pruebas médicas o realización de un trabajo en condiciones de riesgo para el embarazo (92/85/CEE, Consejo Europeo, 1992); En segundo lugar, la directiva relativa al permiso parental, que establece el reconocimiento de excedencias para el cuidado de niños menores de ocho años con una duración mínima de tres meses y con derecho a mantenimiento del puesto de trabajo (96/34/CE, Consejo Europeo, 1996); Por último, la directiva relativa al trabajo a tiempo parcial, que prohibía las desigualdades de condiciones y derechos de los empleos a tiempo parcial con respecto a tiempo completo, y que promovía la creación de empleos a tiempo parcial (97/81/CE, Consejo Europeo, 1997). Se trata de tres disposiciones de obligada transposición a las legislaciones de los países miembros de la comunidad europea. La primera relativa a la seguridad de las trabajadoras embarazadas, que obliga a los Estados miembros a disponer de un permiso mínimo de maternidad de catorce semanas, así como permisos retribuidos en caso de pruebas médicas o realización de un trabajo en condiciones de riesgo para el embarazo (92/85/CEE, Consejo Europeo, 1992); en segundo lugar, la directiva relativa al permiso parental, que establece el reconocimiento de excedencias para el cuidado de niños menores de ocho años con una duración mínima de tres meses y con derecho a mantenimiento del puesto de trabajo (96/34/CE, Consejo Europeo, 1996); por último, la directiva relativa al trabajo a tiempo parcial, que prohibía las desigualdades de condiciones y derechos de los empleos a tiempo parcial con respecto a tiempo completo, y que promovía la creación de empleos a tiempo parcial (97/81/CE, Consejo Europeo, 1997).

20 4. RESULTADOS Objetivo 1. La conciliación en las leyes de políticas públicas familiares Evolución de la conciliación a través del ordenamiento jurídico español 1999 => Ley de Conciliación Vida Familiar y Laboral de las Personas Trabajadoras (Ley 39/1999) 2002 => Ley de los 100 Euros (Ley 46/2002) 2006 => Ley de Promoción de la autonmía personal y atención a las personas en situación de Dependencia (Ley 39/2006) 2007 => Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres (Ley 3/200/) 2009 => Ley de Ampliación de la Duración del Permiso de Paternidad (Ley 9/2009) 17

21 4-Políticas familiares en España: breve revisión crítica.
Definición de políticas familiares Medidas para conciliar la vida familiar y laboral: Protección social: Permisos. Ayudas financieras (niño a cargo, prima por nacimiento, parto múltiple…). Política de empleo: empelo a tiempo parcial, excedencias. Políticas fiscal: deducciones, desgravaciones, bonificaciones. Entiendo la política familiar como un conjunto de medidas públicas destinadas a aportar recursos a las personas con responsabilidades familiares para que puedan desempeñar en las mejores condiciones posibles las tareas y actividades derivadas de ellas, en especial las de atención a sus hijos menores dependientes. En este sentido, los instrumentos concretos de la política familiar dependen de la naturaleza y del carácter de los recursos aportados a las familias desde el exterior, ya sea desde las mismas instancias públicas o por otros agentes bajo la previsión, el control y la responsabilidad de la Administración” (Flaquer, 2000: 12) Flaquer Lluis, Las políticas familiares en una perspectiva comparada, Colección Estudios Sociales, Fundación la Caixa, 2000.

22 4-Políticas familiares en España: breve revisión crítica.
Se entiende por “licencias o permisos por razones familiares” toda una tipología que atiende a finalidades específicas de apoyo a las familias con hijos/as fundamentalmente menores de tres años: Permiso por maternidad: se trata de un permiso remunerado que suele compensar casi la totalidad del nivel salarial que tiene la madre en su empleo. Puede empezar a disfrutarse un poco antes del nacimiento del hijo. Permiso por paternidad: se trata de un permiso remunerado reservado a los padres que comenzará después del nacimiento de su hijo/a. Va de unos días a unas semanas, según los países y generalmente puede disfrutarse durante los primeros meses y simultanearse con el premiso de maternidad.

23 4-Políticas familiares en España: breve revisión crítica.
Licencia o permiso parental o por cuidado infantil: se trata de un permiso que se suele disfrutar a continuación del premiso por maternidad y que contempla diferentes posibilidades entre los países miembros de la unión europea. Generalmente es un derecho conjunto o transferible entre los dos progenitores aunque algunos países han ido estableciendo cuotas intransferibles para ambos. Licencia o permiso para cuidar de un hijo/a en situación de enfermedad, incapacidad o causas excepcionales.

24 Evolución de los permisos de maternidad, paternidad y parentales
4. RESULTADOS Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social (H.5) Evolución de los permisos de maternidad, paternidad y parentales 29 24

25 Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social
4. RESULTADOS Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social El impacto de las medidas de conciliación en la sociedad española no ha modificado sustancialmente la división sexual del trabajo, ya que ha contribuido a la desmercantilización de las mujeres trabajadoras para reinsertarlas en el espacio doméstico (H.5.) Fuente: Elaboración propia a partir del INE: Encuesta Empleo del Tiempo (EET) ( ) Porcentaje de ocupados de 25 a 44 años que viven en hogares con niños dependientes. Por tipo de jornada y sexo. Año 27 25

26 E.P.A. Evolución de las tasas de actividad por sexo. España 1999-2009
4. RESULTADOS Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social Tasas actividad E.P.A. Evolución de las tasas de actividad por sexo. España 26

27 Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social
4. RESULTADOS Objetivo 3. Investigar el impacto en la realidad social El impacto de las medidas de conciliación en la sociedad española no ha modificado sustancialmente la división sexual del trabajo, ya que ha contribuido a la desmercantilización de las mujeres trabajadoras para reinsertarlas en el espacio doméstico (H.5) Evolución del porcentaje de hombres y mujeres que no trabajaron teniendo empleo por permiso por nacimiento de hijo, excedencias por nacimiento de un hijo y razones personales o responsabilidades familiares. España 28

28 RESPECTO A LA EVOLUCIÓN DEL PROBLEMA EN LA REALIDAD SOCIAL
5. CONCLUSIONES RESPECTO A LA EVOLUCIÓN DEL PROBLEMA EN LA REALIDAD SOCIAL El aumento de la participación laboral femenina no ha tenido como consecuencia una disminución de las tareas del cuidado y domésticas que realizan tradicionalmente las mujeres. 33

29 5- Conclusiones Diversos objetivos: Redistribución de la renta
Fomento de la natalidad Igualdad hombre/mujeres La diversidad existente en Europa en materia de políticas familiares es resultado de varios factores: el modelo de Estado de bienestar; las medidas de política familiar que implementan: prestaciones sociales (permisos, ayudas financieras, infraestructuras para los cuidados de niños menores y ancianos), medidas de ayuda al empleo (reducciones de jornada, excedencias, etc..), o medidas de ayuda fiscal (deducciones, desgravaciones,…); la ideología del partido político en el gobierno; los objetivos que se persigan: natalidad, igualdad o conciliación; la concepción de la familia que se tenga o el momento económico en que se encuentre. Por ello, las políticas familiares de la Unión Europea difieren de un país a otro. Fundamentalmente, entre los diversos objetivos que pueden perseguir las distintas políticas familiares de la Unión Europea podemos destacar: la redistribución de la renta, el fomento de la natalidad y la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Sucede que cada país favorece en sus políticas uno o varios de estos objetivos en función de su ideología y del contexto económico (Martínez Herrero, 2008). Si en un principio el primer objetivo de las políticas familiares fue el fomento de la natalidad (siendo el país más comprometido con las políticas natalistas, Francia), la igualdad entre hombres y mujeres es el último objetivo que se ha incorporado a las políticas familiares europeas.

30 5- Conclusiones Nuestra hipótesis: las políticas familiares que implementan medidas para desvincular a la mujer del espacio doméstico y ubicarla en el espacio público (acciones positivas, paridad en los órganos de representación), con un modelo de sustentador/cuidador igualitario, contribuyen a la igualdad real y efectiva más que aquellas políticas que apuestan por medidas de conciliación de ambos espacios: jornada partida, permisos, licencias, excedencias y ayudas fiscales para sellar la ubicación de la mujer en el espacio doméstico, e institucionalizar la doble jornada. 1- Políticas públicas familiares basadas en la conciliación En el caso de las primeras se mantiene intacta la estructura de la división sexual del trabajo que fundamenta hasta hoy nuestra sociedad y se legisla en base precisamente a esta división: hombre-gana-pan, mujer-cuidadora. Sin cuestionar el orden existente y considerando a la mujer más madre que trabajadora a la que hay que ayudar en la dura tarea de conciliar ambas vidas, la laboral y la familiar. Estas políticas adolecen de un contrato de ciudadanía igualitario entre hombres y mujeres, al considerar a la mitad de su ciudadanía, en este caso las mujeres, susceptibles de protección ante la desigualdad que crean las propias estructuras sociales. Son políticas propias de Estados de bienestar familistas o rudimentarios, también liberales, y algunos casos corporativos, en los que el modelo de sustentador varón es fuerte y la mujer no tiene prestaciones ni derechos sociales más que como consorte, por la inserción del varón en el mundo laboral, ya que ella no trabaja en el espacio productivo y el trabajo doméstico y de los cuidados está sin reconocer como tal. Por tanto, son políticas propias de un estado de bienestar con baja natalidad, pues no incentiva realmente la participación del hombre en las tareas domésticas y de cuidados. Con un sistema de permisos parentales aún sin implementar, medida clave para la igualdad entre hombres y mujeres, o implementado bajo la fórmula de excedencias sin remuneración. También con graves carencias en estructuras de atención y cuidado de la infancia, sobre todo en el arco de edad de cero a tres años. Este es el caso de los países del sur de Europa (Grecia, Italia y Portugal) , también de la Europa continental como Alemania y Austria, y del modelo de bienestar liberal propio de Irlanda e Inglaterra, países representantes del modelo de hombre ganador de pan (male breadwinner) beneficiario de la seguridad social, mientras la mujer lo es de la asistencia pública. El estado interviene sólo en casos de necesidad y la mujer ha de conciliar ambas vidas. La tasa de natalidad es más alta en Irlanda con pocos divorcios, pocas familias monoparentales y un sentido tradicional de la familia, dándose el caso contrario en Inglaterra.

31 5- Conclusiones Tipos o modelos de políticas públicas según las medidas que implementan De la conciliación: perpetúan la división sexual del trabajo que crea desigualdad De la igualdad: proponen un cambio en la estructura de los roles tendiendo a un modelo igualitario 2- Políticas públicas familiares basadas en la igualdad. Cuestionan el orden social ancestral de la división sexual del trabajo, los roles masculino y femenino en cuanto a trabajos y cuidado tienen como objetivo la corresponsabilidad de todas las tareas, legislando pues sobre este axioma, pretenden reubicar al hombre en el espacio doméstico y a la mujer en el espacio público dado el déficit histórico en el ejercicio de estos roles. Por ello, sus políticas familiares introducen derechos sociales nuevos del tipo de los permisos de paternidad que impliquen al hombre en el espacio doméstico y le permitan un desarrollo de su paternidad, derecho hasta ahora negado a los hombres por el propio estado de bienestar. De igual manera para insertar a la mujer en el espacio público, utilizan medidas llamadas de discriminación directa como las acciones positivas. Así, estas políticas familiares basadas en la igualdad tienen como objetivo fundamental la no discriminación por géneros y todas ellas responden a estrategias de intervención para corregir y disminuir la desigualdad de las mujeres. Podemos distinguir tres ejes fundamentales de estas políticas: - La igualdad de oportunidades - Las acciones positivas - La transversalidad (mainstreaming) De hecho estas políticas de igualdad de oportunidades para las mujeres tiene como objetivo general su acceso al mundo público, pues no basta con decretar la igualdad formal, hay, como dice la Ley de Igualdad, que remover los obstáculos, pues la desigualdad es estructural, está enquistada en las propias estructuras de la sociedad que dificultan y aminoran la inserción de la mujeres el mundo laboral y educativo –dos espacios fundamentales para la igualdad-, de ahí la pertinencia de las medidas como las acciones positivas, la paridad y la importancia de la transversalidad. Por ello se pide igualdad material y no sólo formal, la igualdad material atiende a la igualdad efectiva y real, que necesita para su implementación social, en algunas ocasiones, corregir discriminaciones históricas mediante otras discriminaciones, derecho desigual-igualitario, como es el caso de las acciones positivas. Al principio de igualdad formal de corte liberal le falta operatividad. El decretar la libertad para todos no nos hace más libres, de igual manera, el decretar la igualdad no nos hace iguales.

32 CARACTERISTICAS DE LAS POLÍTICAS FAMILIARES
PAÍSES EUROPEOS CARACTERISTICAS DE LAS POLÍTICAS FAMILIARES MODELO O TIPO EUROPA DEL NORTE: Suecia, Finlandia, Dinamarca. -Estado de bienestar socialdemócrata. -Igualdad mujeres y hombres. -Atención a la infancia. - Prestaciones sociales. - Alta natalidad. Igualitario. EUROPA DEL SUR: Grecia, Italia, España y Portugal. -Estado de bienestar rudimentario y familista. -Varón sustentador fuerte/mujer dependiente. -Doble jornada de la mujer. Medidas de conciliación. -Poca protección social, escasos servicios públicos. -Baja natalidad. Conciliador. EUROPA INSULAR: Reino Unido e Irlanda. -Estado de bienestar liberal. -Varón sustentador fuerte/mujer dependiente y modelo de doble jornada -Políticas de protección social y servicios. públicos dirigidos a las familias de escasos recursos. EUROPA CONTINENTAL: Francia, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Austria y Holanda. -Estado de bienestar corporativista. -Servicios públicos y prestaciones familiares generosas. -Políticas que combinan la conciliación y la igualdad. -Países con más atención a la natalidad y la infancia como Francia, Bélgica y Luxemburgo. Igualitario/Conciliador.

33 5- Conclusiones Conclusiones:
España se encuentra en un momento ideal, en el que las expectativas de igualdad a partir de la ley, son mayores que las de cualquier otro país de nuestro entorno. Pero, el objetivo fundamental para alcanzar la igualdad pasa por introducir reformas en el modelo social de empleo y cuidados, reformas que consigan implementar un modelo social de sustentador/cuidador en igualdad, sustituyendo el modelo varón-sustentador-masculino/ esposa- dependiente-cuidadora, origen de la desigualdad.

34 5. CONCLUSIONES RESPECTO A LA CONSTRUCCIÓN DEL PROBLEMA DE LA CONCILIACIÓN EN SÍ MISMO: DE LA CONCILIACIÓN A LA CORRESPONSABILIDAD Evolución de la conciliación hacia la corresponsabilidad. Adecuación de las estructuras de empleo a las necesidades de la vida personal y familiar. Servicios públicos que cubran y reduzcan la carga laboral del trabajo de los cuidados. 34

35 ¿qué características tienen las políticas de conciliación y cuáles las de igualdad?

36 ¿qué medidas del ordenamiento jurídico español favorecen más la igualdad y cuáles la conciliación?

37 Gracias


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