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Informe OIT-PNUD Una mirada regional hacia el trabajo decente: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social.

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1 Informe OIT-PNUD Una mirada regional hacia el trabajo decente: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social

2 Por qué la necesidad de abordar este este tema
Crisis del modelo tradicional en torno al cual se organizó el trabajo productivo y reproductivo: Cambios demográficos, en la estructura familiar, valores sociales y en la organización del trabajo y la producción Durante la mayor parte del siglo XX, la vida familiar y laboral se organizó en torno a un modelo tradicional de familia, bajo la siguiente lógica: el hombre, jefe de hogar, trabajaba fuera del hogar y recibía una remuneración con el cual se aseguraba la manutención de todos los miembros de la familia (salario familiar). La mujer, madre, se encargaba de las tareas de la casa y el cuidado de los niños/as, a cambio de lo cual no recibía ninguna remuneración. Una serie de supuestos caracterizan esta estructura. Por ejemplo, se espera que el hombre cuente con actividad laboral de por vida y a tiempo completo. Si la mujer rabaja fuera del hogar, su labor es considerada secundaria: complementaria al salario percibido por su pareja. El modelo suponía familias biparentales, con matrimonios estables y en las cuales la mujer renuncia a asegurarse una existencia económicamente independiente. Su subsistencia y protección social va a estar garantizada, en buena medida, a partir de los derechos adquiridos por su cónyuge. Hoy este modelo no se corresponde con la realidad de las familias ni de la vida en sociedad de América Latina y el Caribe. Hoy, en buena parte de los hogares de la región, hombres y mujeres comparten la manutención de sus familias; y han aumentado de manera progresiva las mujeres jefas de hogar que sustentan, sin el apoyo de una pareja, a hijos, hijas y adultos mayores. Este proceso va de la mano de otra transformación profunda: la masiva entrada de las mujeres al mercado de trabajo.

3 Por qué la necesidad de abordar este tema
Mecanismos de conciliación tradicionales reproducen las desigualdades de género (y otras desigualdades) y no son capaces de dar respuesta a nuevas necesidades Coartan la libertad de las mujeres Son un obstáculo al Trabajo Decente Impiden ejercer el derecho a cuidar y ser cuidado/a

4 Disminuye brecha de participación laboral por sexo
En América Latina y el Caribe, más de 100 millones de mujeres participan en el mercado laboral. Es decir, 5 de cada diez mujeres en edad de trabajar. Si se considera solo a las que tienen entre 20 y 40 años –es decir, quienes están en etapa de crianza- la cifra aumenta a 7 de cada 10 (70%) Como se puede observar en el gráfico, la integración de las mujeres al mercado laboral ha sido un proceso constante de los últimos 20 años. Así como la participación económica femenina ha aumentado, la masculina ha disminuido levemente. Como resultado de ello, la brecha de participación entre hombres y mujeres ha caído. El masivo ingreso de las mujeres a la fuerza de trabajo ha tenido efectos importantes en la generación de riqueza de los países, el bienestar de los hogares y la disminución de la pobreza. La feminización de los mercados laborales ha coincidido con una radical transformación en la organización del trabajo y la producción.

5 LAS “NUEVAS FAMILIAS” América Latina (18 países) /2007: Hogares urbanos con jefatura femenina Las formas tradicionales de familia han dado lugar a una gran diversidad Destacan las familias con dos fuentes de ingreso los hogares monoparentales, en los que una sola persona adulta se hace cargo de la familia. Esta persona es generalmente una mujer. Esto significa que en la mayoría de las familias de la región ya no hay una persona que se pueda dedicar exclusivamente a los cuidados familaires y otras tareas del hogar. De hecho, la proporción de familias encabezadas por mujeres representa hoy, en promedio, un 30% del total de los hogares en la región. En países como Nicaragua, la cifra se eleva a casi 40% , como se observa en el gráfico. Estos hogares enfrentan enormes dificultades para combinar el trabajo doméstico y de cuidado con las actividades remuneradas.

6 Diversas estrategias, pero con grandes costos y sin buenas soluciones
En su mayoría son estrategias privadas y familiares. Mayor participación laboral de las mujeres no ha ido acompañada de redistribución de tareas de cuidado. Mujeres “ajustan” su inserción laboral para combinar el trabajo remunerado con el tiempo destinado a los cuidados. Trabajadoras migrantes: máxima tensión entre familia y trabajo Hoy las mujeres comparten con los hombres el tiempo de trabajo remunerado, pero no se ha generado un proceso de cambio similar en la redistribución de la carga de tareas domésticas. Tampoco se ha producido un aumento significativo en la provisión de servicios públicos en apoyo a estas tareas; ni se ha logrado reorganizar la vida social. Frente a esta situación, las familias latinoamericanas y caribeñas recurren a diferentes estrategias, básicamente privadas, familiares y femeninas. Las alternativas disponibles dependen fundamentalmente de los recursos del grupo familiar. Las familias que cuentan con mayores recursos acuden al mercado para contratar apoyo doméstico y servicios privados de cuidado. Esto otorga a las mujeres de mayor nivel socioeconómico un mayor control sobre el uso del tiempo y les permite una inserción laboral más plena. Por otra parte, muchos hogares de menores ingresos dependen de la ayuda y trabajo voluntario de otras mujeres del grupo familiar, o deben recurrir a llevar a los hijos/hijas consigo al trabajo.. Sin embargo, estas estrategias implican diferentes riesgos y no son sostenibles en el tiempo. Ante la ausencia de una oferta pública suficiente o el apoyo de parientes, las familias, y especialmente las mujeres, “ajustan” su inserción laboral -el tipo de ocupación, la duración de la jornada- y buscan actividades que les permitan combinar el trabajo remunerado con el tiempo destinado a los cuidados. Para millones de mujeres esto implica acceder a labores precarias, informales, mal remuneradas. Las familias de las mujeres migrantes forman el caso de máximas tensiones al conciliar la búsqueda de mejores ingresos y las demandas de cuidado de niños y niñas, y adultos mayores. La región de América Latina y el Caribe es la primera a nivel mundial en recepción de remesas, y la migración es crecientemente femenina. Las mujeres migrantes resuelven los vacíos de cuidado en los países a donde viajan y, de esta manera, subsidian a las economías a través de su trabajo. Ello, sin embargo, a costa de considerables costos personales y familiares. Las familias que permanecen en los países de origen deben desplegar nuevas estrategias para reorganizar las tareas y responsabilidades de cuidado. La estrategia más común consiste en derivar las responsabilidades a otras mujeres del grupo: abuelas, tías, hermanas mayores. Los hombres generalmente no asumen nuevas tareas.

7 MARCO LEGAL Y POLÍTICAS PÚBLICAS EN LA REGIÓN
Tienden a inspirarse en el modelo tradicional y a centrarse en la protección del embarazo y la maternidad, sin considerar las responsabilidades familiares que corresponden a padres y madres. Brechas de ejecución: amplios grupos de trabajadores y trabajadoras excluidos. Los marcos legales y de políticas existentes en la región muestran importantes insuficiencias. Tienden a a inspirarse en el modelo tradicional de familia, en que los cuidados familiares son percibidas como responsabilidades exclusivamente femeninas. Las medidas se centran en la protección del embarazo y la maternidad, sin considerar las responsabilidades familiares que corresponden a ambos: padres y madres. Por otra parte, suponen tipos de inserción laboral que no responden a la realidad de la mayoría de la población: dejan al margen de la cobertura importantes grupos de trabajadores/as; se excluye a las mujeres que trabajan en la informalidad -en algunos países la mayoría- quienes son las más pobres y las que más necesitan de este tipo de apoyos. Quedan también fuera trabajadoras que no tienen las cotizaciones previsionales al día. En algunos países, además, quienes se desempeñan en el servicio doméstico están también excluidas de la protección de la maternidad y otros beneficios de la seguridad social. Otro grupo de mujeres trabajadoras que no tienen acceso a estas medidas, está formado por las empleadoras, mayoritariamente en microempresas informales. Los trabajadores hombres, por su parte, quedan casi completamente excluidos de los beneficios en materia de conciliación. Una tercera deficiencia se debe al alto incumplimiento de las leyes existentes debido a la evasión y falta de fiscalización. Por otra parte, la cobertura de servicios de cuidado infantil es insuficiente, la calidad desigual y la oferta dispersa entre instituciones privadas, comunitarias y oficiales. En la mayoría de los países, la principal oferta de servicios de cuidado en jornada extendida y de calidad es privada y está sujeta a una lógica de mercado, por lo que son accesibles sólo para las familias de mayores ingresos.

8 EL NUEVO ESCENARIO LABORAL
Cobertura de pensiones de la PEA femenina ( ) Las brechas de ejecución reflejan la situación de los mercados laborales de la región: la proporción de la fuerza laboral protegida por las leyes laborales también ha descendido, mientras han aumentado los llamados trabajos “atípicos” (los de temporada, el autoempleo, la subcontratación etc.), excluidos de los beneficios de un trabajo regular. Por otra parte, ha aumentado el peso de la informalidad, una de las características históricas de los mercados laborales y productivos de la región. Más de la mitad de las trabajadoras se desempeñan en la informalidad. De hecho, en el 2006, la tasa de informalidad de las mujeres ocupadas era de 50.7%, contra un 40.5% para los hombres. La situación es más grave aún para las mujeres afrodescendientes y aquellas pertenecientes a pueblos originarios. Por todo esto, la población ocupada y protegida por la seguridad social es hoy mucho menor que antes a nivel regional. La brecha por sexo es significativa: en promedio, sólo un 15% de las mujeres y un 25% de los hombres de entre 15 y 65 años están afiliados a la seguridad social. La cobertura de pensiones de la PEA femenina supera el 50% sólo en Costa Rica, Chile y Uruguay y en países como Perú y Bolivia, llega a apenas 10%. La informalidad del trabajo femenino se explica por las dificultades de acceso a empleos formales, pero también por la adaptabilidad de los empleos informales a las responsabilidades familiares, relacionado con la ausencia de horarios y lugares de trabajo fijos. Sin embargo, esta estrategia no es para nada óptimo, y conlleva costos importantes.

9 La ausencia de políticas conciliatorias tiene costos
Para el desarrollo y el crecimiento económico de los países Para las empresas Para el combate a la pobreza y el éxito de los programas sociales Para el ejercicio de derechos ciudadanos de hombres y mujeres Uno de los argumentos que atenta contra el diseño y puesta en marcha de políticas de conciliación es el mito de que tienen un costo elevado y por lo tanto, se trata de un tema de “países ricos”. Sin emabrgo, ello no es así: aún más altos son los costos de la ausencia de políticas de conciliación. Estos costos son importantes no sólo para las mujeres, sino también para el desarrollo de los países y las economías, para la productividad de las empresas, y para las personas que cuidan y requieren de cuidados. Para las economías nacionales: Existe un desaprovechamiento de la fuerza de trabajo, particularmente la femenina, que afecta la productividad y competitividad de los países y debilita sus trayectorias de crecimiento, pues la fuerza laboral es importante tanto como factor productivo como de demanda de productos. Para la productividad de las empresas: El esfuerzo que realizan las personas para conciliar vida familiar y laboral genera una enorme tensión que afecta su rendimiento y conlleva una menor productividad. Las ausencias, los atrasos, la menor satisfacción laboral y el menor compromiso con la organización son algunas manifestaciones que resultan de las dificultades asociadas a las responsabilidades de cuidado de trabajadores/as. Además, afectan el clima laboral, y generan una mayor rotación de personal y dificultades para contratar y retener trabajadores. Costos sociales: Para el combate a la pobreza y el éxito de los programas sociales: Otra consecuencia negativa es el advenimiento de la pobreza o la dificultad para reducirla. Para el ejercicio de derechos ciudadanos de hombres y mujeres: Tensiones y sobrecarga de tareas al interior de las familias se manifiesta en problemas de salud y pérdida de ingresos para las mujeres; falta de oportunidades de educación para niños, niñas y adolescentes; y riesgo de trabajo infantil. Para hombres, quienes no pueden participar de una vida familiar más plena, para quienes requieren de cuidados

10 Un compromiso de todos: ejemplos de buenas prácticas
La Política Nacional para la Igualdad y Equidad de Género de Costa Rica: en 2017 toda mujer tendrá acceso a cuidado infantil Trinidad y Tobago: Programas de formación con acceso a cuidado infantil Programa Chile crece contigo: cuidado infantil para hijos/as de trabajadoras informales La conciliación entre vida laboral y vida familiar no es un problema de las mujeres sino de la sociedad en su conjunto. Avances en esta área beneficiarán a toda la población. La responsabilidad social del cuidado es uno de los ejes de la Política Nacional para la igualdad y Equidad de Género de Costa Rica. El objetivo es que para el año 2017 toda mujer que requiera servicios de cuidado infantil para desempeñarse en un trabajo remunerado, cuente con al menos una alternativa pública, privada o mixta, de calidad. Este objetivo constituye un avance en el reconocimiento de que la carencia de alternativas constituye una barrera para el acceso y la permanencia de las mujeres en el mercado laboral. En Trinidad y Tobago, la División de Asuntos de Género del Ministerio de Desarrollo ofrece cursos de formación profesional para las mujeres, con el fin de aumentar las oportunidades de empleo para las mujeres de bajos ingresos, principalmente jefas de hogar, con poca o ninguna calificación. A las participantes del programa también se les ofrece servicios de cuidado infantil durante toda su formación, reconociendo que este es un factor crucial para la participación de estas mujeres. Programa Chile crece contigo Uno de los ejes centrales de este programa, dirigido al 40% más vulnerable de la población, es la creación de salas cuna. El objetivo es apoyar el desarrollo de los niños y niñas, e impulsar la inserción laboral de las madres. Se garantiza la disponibilidad de salas cuna gratuitas y de calidad para todos los niños y niñas menores de dos años, cuyas madres trabajen o busquen empleo. Otro grupo objetivo son las madres que estudian –principalmente madres adolescentes– a fin de retenerlas en el sistema escolar. Para fines de 2009, se habrán levantado salas cuna públicas, para atender a 70 mil lactantes. Lo anterior significa un aumento de 500% respecto a la oferta pública de 2005.

11 Un compromiso de todos: ejemplos de buenas prácticas
Licencia de paternidad: se inició en acuerdos de negociación colectiva Ratificación del Convenio 156 en Paraguay: fruto de un acuerdo tripartito Programa Pro-Equidad en Brasil: Medidas de conciliación favorecen la marcha de la empresa La licencia de paternidad no está legislada en todos los países de la región. Sin embargo, en muchos casos se ha logrado como resultado de la negociación colectiva. En algunos casos, se ha acordado sobre su extensión. Hay casos, como de Ecuador y Brasil, donde primero fue incluido en las cláusulas y luego pasó a formar parte de la legislación nacional. La ratificación del Convenio 156 en Paraguay es un ejemplo de como la activa participación de diversos actores sociales puede llevar a importantes logros. La ratificación se logró en un corto período (menos de ocho meses desde que el proyecto ingresó al Parlamento). En un proceso liderado por la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades, se aportaron insumos técnicos y se desarrolló una exitosa estrategia de lobby. En una campaña de información y sensibilización hacia el sector empresarial y sindical, así como a la opinión pública y los medios de comunicación, se logró su apoyo y compromiso y se realizó un estrecho seguimiento a la discusión parlamentaria en el proceso de ratificación. El Programa Pro-equidad de Brasil se propone promover la igualdad de oportunidades en empresas públicas y privadas. Se basa en adhesión voluntaria, luego se realiza un diagnóstico básico de la situación y se elabora un Plan de Acción, concordado entre la empresa y el Programa. Si la empresa cumple con este plan, recibe la distinción del Sello Pro-Equidad de Género.

12 No hay recetas únicas, pero hay soluciones viables y buenas prácticas que permiten compartir responsabilidades y conciliar


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