y el milagro se produjo La identidad cristiana de la familia

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Transcripción de la presentación:

y el milagro se produjo La identidad cristiana de la familia Del “amor hermoso” a “amar en tiempos revueltos” y el milagro se produjo Santander, 21.09.2015

Previo Vivimos una época especial, una especie de transición entre un modelo bien conocido y otro cuyas características no sabemos en el momento presente.

Una época de cambios y un cambio de época

1 IDENTIDAD DE LA FAMILIA ACTUAL

1.1 Identidad de la familia actual: tanteos “Vivimos una era carente de certidumbres religiosas y metafísicas en que se hace difícil ser libre y en que se padece la aflicción de estar solo en el mundo, sin padre y sin Dios” (Octavio Paz).

“Donde quiera que miremos vemos instituciones que parecen iguales que siempre desde fuera, y llevan los mismos nombres, pero (…) por dentro son bastante diferentes. Seguimos hablando de la nación, la familia, el trabajo, la tradición, la naturaleza, como si todos fueran iguales que en el pasado. No lo son. La concha exterior permanece, pero por dentro han cambiado prácticamente en todas partes. Son lo que llamo instituciones concha” (Anthony Giddens).

Morgan en el XIX nos decía que la familia nunca permanece estacionaria, sino que pasa de una forma inferior a otra superior a medida que la sociedad evoluciona de un grado más bajo a otro más alto. Los sistemas de parentesco, por el contrario, son pasivos; sólo después de largos intervalos registran los progresos hechos por la familia y no sufren una modificación radical, sino cuando se ha modificado radicalmente la familia (L.H. Morgan, La sociedad primitiva, 435).

1.1.Cómo definir esta familia. Tanteos “Familia posmoderna” (Singly 1993), “familia permeable” (Sánchez Pardo 1997), “familia patriarcal”, “familia proteiforme” (Flaquer 1999, 1997), “familia relacional” (Donati 1998), “polifamilia” (Rivas y Jociles 1999), “posfamiliar” (Beck 2003), y por último la “familia mercuriana”, llamada así por José Antonio Marina para referirse a que su rasgo característico es el cambio permanente y la adaptación a las nuevas realidades.

Familia, realidad cambiante Lo cierto es que la familia es por naturaleza una realidad dinámica y cambiante. Le es connatural acoger nuevos miembros así como despedir a otros, crecen unos y envejecen otros, y así siempre se está adaptando a nuevas situaciones.

Pero hay algo que permanece: la identidad Se refiere al amor conyugal que funda el matrimonio, la complementariedad sexual de hombre y mujer que se abre a la vida, así como al complemento de paternidad y maternidad que se articula tanto en la autoridad y liderazgo de ambos hacia los hijos, como en su abnegación y entrega.

Sin embargo Es posible que en eso consista la identidad sustancial de la familia. Pero hoy en la cultura que compartimos ya se ha operado la separación de la familia de al menos dos de esas notas esenciales que H. Corral menciona: separación de la familia del matrimonio y de la heterosexualidad.

Otros aspectos que se han desgajado La sexualidad de la procreación, apoyada en las posibilidades actuales que da el desarrollo científico-técnico.

¿Solo una identidad psicológica? Al punto que hoy la familia se ha vuelto más bien una realidad psicológica: “mi familia” (y caben todo tipo de realidades familiares). Ahora bien, ese mismo subrayado en el amor ha conducido a rechazar la indisolubilidad como rasgo esencial y reinstalar el divorcio.

1.2 La profecía de F. Engels Ya lo había dicho el propio F. Engels en 1884: “Pero lo que sin duda alguna desaparecerá de la monogamia son todos los caracteres que le han impreso las relaciones de propiedad, a las que debe su origen. Estos caracteres son, en primer término, la preponderancia del hombre y, luego la indisolubilidad del matrimonio. (…) (Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

Si el matrimonio fundado en el amor es el único moral, sólo puede ser moral el matrimonio donde el amor persiste. (…) cuando el afecto desaparezca o sea reemplazado por un nuevo amor apasionado, el divorcio será un beneficio lo mismo para ambas partes que para la sociedad. Sólo que deberá ahorrarse a la gente tener que pasar por el barrizal inútil de un pleito de divorcio” (F. Engels, el origen de la familia, de la Propiedad Privada y del Estado. Del socialismo utópico al socialismo científico (Madrid 2001)).

Cuestión En medio de toda la crisis la pregunta perdura: ¿Cuál es la identidad de la familia de hoy? Para el hombre y la mujer de hoy, esta pregunta está lejos aún de ser respondida.

1.3.3 Desintegración de la familia

1.3. La desintegración de la familia: la novedad Familias que se desintegran no constituye ninguna novedad. Eso ha ocurrido siempre. Entonces, ¿cuál es el problema hoy? ¿De dónde tanta alarma y tanto pesimismo frente al futuro de la familia? La novedad está en buena parte en que los pilares de la “familia tradicional” hoy están relativizados y se derrumban ante la nueva situación vital de nuestras sociedades económicamente más desarrolladas.

Equiparación a la familia Las nuevas situaciones familiares cobran legitimidad social y jurídica, al tiempo que tienden a reclamar para sí el lenguaje antes reservado para la “familia tradicional”. Así todas las alternativas de agrupación familiar hoy exigen ser reconocidas como “familias”, y todas las uniones de parejas aspiran a ser reconocidas como “matrimonio”.

Variantes En general, las situaciones familiares que hoy son legitimadas y elevadas a “modelos de familias” no son nuevas. Son variantes familiares que siempre se han dado y bien conocidas, sólo que muchas de ellas cayeron en descrédito ante una cultura cristiana que se sobrepuso a las culturas anteriores sea la greco-romana, la bárbara, o la amerindia, etc.

Secularidad-cristianismo El proceso de secularización de nuestras sociedades occidentales ha favorecido un cierto resurgimiento de viejas prácticas (por lo demás, nunca abandonadas del todo) pero con evidentes notas aportadas por la cultura cristiana. Como bien apuntaba A. Müller-Armack en su libro ya citado: “Toda secularización permanece unida al suelo confesional del que nace” (A. Müller-Armack, El siglo sin Dios, México 1968, 24). Por eso en los cambios que la secularización occidental ha promovido, hay sin embargo tanto de cristiano. “No hay peor cuña que la de la propia madera”

¿Qué es lo que se desintegra? Por tanto, cabe preguntarse ¿qué es lo que se desintegra de la familia? Una forma histórica de ser familia. El resurgimiento de viejas, y no me atrevo a decir abandonadas, variantes de agrupamientos familiares, hoy bajo la égida o protección de la legitimación social y cada vez más también jurídica, viene parejo, a mi modo de ver, con críticas al modelo “tradicional” de familia.

Críticas al modelo tradicional Se le reprocha lo que ya no se está dispuesto a tolerar en nuestra época: machismo patriarcal, sumisión y dependencia económica y cultural de la mujer, la casi irrelevante consideración del amor conyugal, de la necesidad de felicidad subjetiva de los esposos, la hipervaloración de las obligaciones objetivas, etc. En otras palabras, se le reprocha su estancamiento y falta de funcionalidad para la sociedad actual.

2 IDENTIDAD DE LA FAMILIA CRISTIANA

2.1.Familia, escuela de amor Si analizamos la familia desde nuestra óptica cristiana: esta se funda en el sacramento del matrimonio “entre un varón y una mujer, signo del amor de Dios por la humanidad y de la entrega de Cristo por su esposa, la Iglesia. Desde esta alianza de amor, se despliegan la paternidad y la maternidad” (DA 433).

Gaudium et Spes 48 “Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la íntima comunidad conyugal de vida y amor está establecida sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable”.

Familiaris consortio EL DESIGNIO DE DIOS SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA 11. El hombre imagen de Dios Amor 12. Matrimonio y comunión entre Dios y los hombres 13. Jesucristo, esposo de la Iglesia, y el sacramento del matrimonio 14. Los hijos, don preciosísimo del matrimonio 15. La familia, comunión de personas 16. Matrimonio y virginidad

2.2. El matrimonio como alianza El matrimonio, el matrimonio sacramento, es una alianza de personas en el amor. Y el amor puede ser profundizado y custodiado solamente por el amor, aquel amor que es «derramado» en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5, 5)”. Esto es lo ideal.

2.3. Olvido de lo fundamental (el amor) Pero se constata que en nuestra sociedad con frecuencia no se da o se olvida el verdadero sentido del sacramento por desconocimiento y porque se asume el matrimonio como un acto social, que no lleva a un mayor compromiso. Son más frecuentes los convivientes, el amor por compromiso.

Comunidad de amor Y sin embargo, esto es lo que tenemos que afirmar el valor de una comunidad de amor, imagen y reflejo de la Trinidad. Ese amor que se construye en base al diálogo, a saber escucharse con atención, decirse el uno al otro lo que siente, su decisión de prolongar la vida en sus hijos, que son reflejo de su amor

Un amor demostrado La importancia de vivir un amor transparente y demostrado. Qué importante es que los hijos vean que sus padres se aman, que se prodigan caricias, que están atentos y que saben compartir ese amor con ellos. Que diferente es ver un adolescente cuando se siente querido y amado y un adolescente con problemas, triste, cuando le falta el amor. Todo nos lleva a reflexionar sobre el amor y este aspecto de nuestra identidad.

2.4 Familia educadora de la fe

Familia, educadora de la fe Una de las constataciones pastorales más frecuente y reiterativa es la falta de implicación de las familias en la transmisión de la fe. Las familias envían a los niños a catequesis (ya no como antes) y la persona que suele acompañar son las mujeres, las madres. Son pocas las parejas que acompañan a sus hijos en la educación de la fe. Y la fe es un don que viene de Dios.

Desconocimiento, despreocupación Constatamos en nuestra sociedad la ausencia del padre, sea por abandono, por trabajar en otro lugar, o porque la cuestión religiosa no le interesa. Hay un desconocimiento de la Palabra de Dios y una fe débil por desconocimiento de su identificación cristiana católica.

2.5 Familia educadora de valores

Proyección social La familia no se cierra en sí misma, sino que mira al bien común, asumiendo una función social (FC 42) La familia es parte de la sociedad, donde va distinguiendo como influye el individualismo, la inseguridad, la violencia, la insolidaridad, la insensibilidad, en forma negativa en la sociedad. Y cómo educar y formar a sus hijos para que contribuyan a la mejora de la sociedad como un ser social.

El valor de la vida La familia convencida de su identidad cristiana, educa y forma en los valores evangélicos como defensora de la vida. Porque la vida es un don de Dios y porque creemos en Jesús como Señor de la vida, enseña a sus hijos a amar la vida, defenderla, protegerla. Sólo así respetará y amará la vida de los demás.

El valor del medioambiente El amor y el respeto por el medioambiente como don de Dios. La tierra, el sol, el aire, el mar, son dones de Dios. De allí el desafío para las nuevas generaciones y para la familia en general es cuidar y proteger el medioambiente como don de Dios.

El valor de la libertad El valor de la libertad para ser constructor de una sociedad que tenga la capacidad de liberarse de todo aquello que no le permita su realización como persona libre. Y esto va unido a la verdad. “La verdad nos hace libres”.

El valor de la paz El valor de la paz. Una familia que vive en paz busca la justicia. Y sólo puede ser constructora de paz, cuando tiene una gran capacidad de tolerancia, de respeto, de escucha.

Agente de cambio Una familia que vive los valores que Jesús nos comunica en el evangelio puede operar un cambio en la mente y en el corazón de la sociedad.

La palabra del Magisterio “La familia, como comunidad educadora fundamental e insustituible, es el vehículo privilegiado para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona a adquirir la propia identidad. Fundada en el amor y abierta al don de la vida, la familia lleva consigo el provenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de Paz (Jornada mundial de la Paz, 1994).

3 RASGOS DE UNA FAMILIA CON IDENTIDAD: PERFILES

Respeto a la persona 1. Una familia valora, ama, respeta a la persona y promueve la realización de la misma, dándole seguridad con amor y respeto.

El valor de la fe 2. La fe da consistencia a la familia, cuando la Palabra de Dios ilumina sus vidas, sus proyectos personales y comunitarios. La fe la práctica en el amor a Dios, a sí mismo y a su prójimo. Cultiva el valor de la solidaridad y la defensa de los excluidos, sobre todo de niños carentes de lo necesario para vivir. Su práctica nace de la oración en familia.

Comunidad de personas 3. La familia es una comunidad de personas: Los esposos ya no son una comunión entre el tú y del yo, sino se abre a “nosotros”, cuando engendran a los hijos. De esa comunión pasan a la comunidad familiar.

Solidaridad 4. La solidaridad con la familia humana, implica nuestro compromiso sobre todo con las más vulnerables y marginales.

El amor 5. Prodigar el amor, el acompañamiento, la ternura, la responsabilidad y la misión compartida de la familia, en especial con niños, adolescentes y jóvenes, para saber inculcar los valores de la generosidad, la capacidad de hacer bien las cosas, inspirados por el evangelio de Jesús.

Familia resiliente 6. Se convierte en una familia que sabe resistir las dificultades y adaptarse proteicamente ante la realidad que llega. Se convierte en una familia resiliente.

4 EL ICONO DE LA FAMILIA DE NAZARET

La vida de Nazaret En la Carta a las Familias, el papa san Juan Pablo II comenzaba su reflexión evocando precisamente la presencia de la Sagrada Familia en Nazaret: “Se sabe que el Redentor pasó gran parte de su vida oculta en Nazaret: ‘sujeto’ (Lc 2, 51) como ‘Hijo del hombre’ a María, su Madre, y a José, el carpintero. Esa ‘obediencia’ filial, ¿no es ya la primera expresión de aquella obediencia suya al Padre ‘hasta la muerte’ (Flp 2, 8), mediante la cual redimió al mundo?” (Gratissimum sane 2). Desafíos pastorales´…36-38.

Misterio de Encarnación Es la voluntad de Dios que decide entrar en la historia humana como sujeto activo y pasivo la que determina que una familia concreta pueda convertirse en modélica para la fe cristiana. La aceptación de Dios y su palabra El don de la Palabra. Ellos mismos se convierten en Palabra

Misterio de comunión Los Santos Padres y la espiritualidad cristiana nos presentan a la Familia de Nazaret como modelo de Iglesia. La aceptación de la comunidad en una doble vertiente (vertical, viven abiertos a la trascendencia) y horizontal (se convierten en familia que acoge), pero por encima de todo acogen al otro como don de Dios. La parábola de Nazaret nos revela que en el fondo de la historia humana, la relación de conyugalidad es un don Dios y exige fidelidad a un proyecto que trasciende a los cónyuges.

Misterio de misión La FN no parece diseñada por Dios para ser fin en sí misma. Todas las personas que la integran tienen una misión que les trasciende. Una llamada de atención a la excesiva referencialidad de algunas de nuestras familias. Por consiguiente, conocimiento y aceptación del mundo concreto. Atención a los signos de los tiempos. La misión es un don inapreciable. La familia que vive profundamente el sentido de la misión ve aminorados sus problemas y consigue una significatividad mayor.

5 DECÁLOGO DE LA FAMILIA

De una carta siendo arzobispo de Valencia “Nos pasa, dice monseñor Carlos Osoro, como a los Magos, que después de verlo y adorarlo, el viaje de retorno lo hacemos por otro camino, el que nos marca el Señor. Por eso, tomad conciencia del regalo que ya tenéis, aunque, quizá, no lo sabemos valorar: tenemos una familia, vivimos en una familia”.

De una carta siendo arzobispo de Valencia “Mi regalo es, añade monseñor Osoro, que descubráis con la gracia del Señor ese don que es la Familia Cristiana. Descubrid lo que son las entrañas de una familia en la que todos los miembros se quieren como se querían en la Familia de Nazaret.

De una carta siendo arzobispo de Valencia “Nos dice la Escritura que al llegar los Magos a Belén “entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas la adoraron” (Mt 2, 11). ¡Qué momento más profundo y esperado! Se trata del encuentro con Jesús. “Entraron en la casa”: esta casa en cierto modo representa la Iglesia. Y es que, para encontrar al Salvador, hay que entrar en la casa que es la Iglesia. Este es mi regalo: “entrad en la casa”, en la familia, en la “iglesia doméstica”.

De una carta siendo arzobispo de Valencia Invita el Arzobispo a acoger este regalo inmenso que nos hace el Señor. “Acoged y vivid lo que es la Familia Cristiana, dice monseñor Osoro, encontraréis en ella una escuela para aprender a vivir el verdadero humanismo, la fe y el amor.” “Os invito, dice, a las Familias Cristianas a que seáis “lugar” donde se descubra lo que hace Jesucristo en vosotros y donde todos experimenten la cercanía de la Iglesia madre y maestra.”

De una carta siendo arzobispo de Valencia Y termina su carta, como un regalo, proponiendo el siguiente decálogo de la Familia Cristiana, para que todos los que formamos parte de la misma vivamos la misión de anunciar a Jesucristo:

Decálogo “1. “En el centro de la autorrealización de la Iglesia y de la Familia Cristiana (iglesia doméstica) está la conciencia de misión”. Esta conciencia la tiene la Familia Cristiana (iglesia doméstica) que, como la Iglesia, vive y cumple la misión que Cristo le ha confiado. La Iglesia es consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad.

Decálogo 2. “La Familia Cristiana es misterio de comunión”. La Iglesia y por ello la familia cristiana (iglesia doméstica) es esencialmente misterio de comunión: comunión íntima y siempre renovada con la fuente misma de la vida, que es la Santísima Trinidad; comunión con la vida de amor con Cristo, Redentor del hombre. El hombre es imagen de Dios Amor y la comunión de amor entre Dios y los hombres encuentra una significativa expresión en el matrimonio entre un hombre y una mujer, que se caracteriza por la unidad y la indisolubilidad.

Decálogo 3. “Jesucristo revela la originalidad, el cometido y la fuente para vivir la Familia Cristiana”. En Jesucristo, esposo de la Iglesia, se revela la originalidad del matrimonio cristiano y del don precioso del mismo que son los hijos. Son cuatro cometidos los que tiene la familia cristiana (iglesia doméstica): formar una comunidad de personas, servir a la vida, participar en el desarrollo de la sociedad y tomar parte en la vida y la misión de la Iglesia. ¿Dónde encuentra la fuente para vivir estos cometidos? Si la Iglesia nace y renace de la Eucaristía, la Familia Cristiana (iglesia doméstica) nace y renace también de la Eucaristía. En ella encuentran todos los que forman parte de la misma su vocación de servidores del amor de Cristo de unos con otros y hacia fuera de ellos mismos.

Decálogo 4. “La Familia Cristiana, inseparablemente unida al Señor y con necesidad constante de conversión y renovación”. Como la Iglesia, la Familia Cristiana (iglesia doméstica) es humana y divina: esto lo comprende mejor contemplando el misterio de la Encarnación.

Decálogo 5. “La Familia Cristiana no tiene otra vida más que la que le da Jesucristo”. Como la Iglesia, la Familia Cristiana (iglesia doméstica) no tiene otra vida fuera de la que le da su Esposo y Señor. Por ello, como la Iglesia, también la Familia Cristiana es lugar en el que cada uno debe poder vivir una experiencia de fraternidad auténtica que se lo hace vivir el mismo Jesucristo que es su vida.

Decálogo 6. “La esencia, contenido y misión de la Familia Cristiana tiene su definición en el amor”. Por eso, la Familia Cristiana (iglesia doméstica), recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo por la Iglesia su esposa. La Familia Cristiana transparenta el amor mismo de Jesucristo.

Decálogo 7. “La Familia Cristiana fundada y vivificada por el amor es comunidad de personas”. La Familia Cristiana (iglesia doméstica) es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes, en los que su primer cometido es el vivir fielmente la realidad de la comunión para desarrollar una comunidad de personas.

Decálogo 8. “La Familia Cristiana es escuela de humanidad, de fe, de amor, de virtudes y célula de la sociedad y de la Iglesia”. En la Familia Cristiana (iglesia doméstica) se fragua el futuro de la humanidad: es la primera escuela de humanidad y de fe, la primera escuela de amor y de solidaridad, la primera escuela de todas las virtudes humanas y cristianas para el ser humano, es la célula del cuerpo social y de la Iglesia.

Decálogo 9. “La Familia Cristiana muestra que la Iglesia es el corazón de la humanidad”. En la Familia Cristiana (iglesia doméstica) se muestra cómo la Iglesia es el corazón de la humanidad, pues el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia y se fragua en ella.

Decálogo 10. “Para la Familia Cristiana evangelizar es su dicha, vocación e identidad”. Lo mismo que para la Iglesia evangelizar constituye su dicha y vocación, su identidad más profunda, así tiene que ser para la Familia Cristiana (iglesia doméstica): renovar la humanidad con la fuerza del Evangelio (criterios de juicio, valores, puntos de interés, líneas de pensamiento, fuentes inspiradoras, modelos de vida). Y todo con el testimonio y anuncio explícito.”

Epílogo poético Epílogo poético (Mario Benedetti)   Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos

Epílogo poético tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía

Epílogo poético si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero

Epílogo poético y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso

Epílogo poético si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. (Lo escuchamos)

«Estad alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres «Estad alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca» (Flp 4, 4-5).

BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ DE LAS ASTURIAS, N. (ed.), Redescubrir la familia. Diagnóstico y propuestas, Palabra, Madrid 2015. AUSTIN, G. (ed.), El desafío de la nueva evangelización. Impulsos para la revitalización de la fe, Sal Terrae, Santander 2012. AUSTIN, G. (ed.), El cambio de valores, Sal Terrae, Santander 2014. CONCILIO VATICANO II, Documentos, BAC, Madrid 1992. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, EDICE, Madrid 2003. DONATI, P., La familia como raíz de la sociedad, BAC, Madrid 2013. JUAN PABLO II, Familiaris consortio, BAC, Madrid 1982. KASPER, W., El Evangelio de la familia, Sal Terrae, Santander 2014. PÓLTAWSKA, W., Diario de una amistad. La familia Póltawski y Karol Wojtyla, San Pablo, Madrid 2011. .