La intervención de un verdadero maestro debe abrir perspectivas, trazar caminos nuevos a recorrer, impulsar hacia delante, invitar al esfuerzo, a la creación, a la invención, a lo inédito, en un compromiso con la singularidad de la persona de los educandos. Pierre Faure.
El mundo y la educación hoy, piden estas ACTITUDES a los profesores
Saber a dónde vamos, nuestro origen y destino. Saber qué nos traemos entre manos Saber a quién estamos ayudando.
Necesitamos ser hombres de gran confianza: en nosotros mismos, en los demás compañeros, en los directivos, en las posibilidades de los alumnos, en las familias de los alumnos.
Respetar a los alumnos, obliga a conocerlos individualmente.
Porque se acepta, se respeta y se tiene confianza en las posibilidades.
Todos somos educables y todos en nuestra relación humana con los otros, tenemos capacidad de influir.
El maestro debe estar abierto. Espíritu activo y de investigación.
El planteo personal y comunitario de la educación los lleva a vivir unos valores en compromiso con la sociedad. La síntesis personalista y comunitaria en que se resuelven las orientaciones individualistas y socializantes es una de las aportaciones en el campo de la Pedagogía.
No se nace siendo persona, sino que se llega a ser persona
Interesa más cómo adquirir una noción, que la posesión de dicha noción.
El hombre está llamado a la superación creadora de sí mismo.
Organización de medios pedagógicos y didácticos puestos a disposición del alumno.
Tiempos de reflexión sobre el trabajo realizado.
El hombre se realiza en y por su creación.
Los alumnos deben personalizar lo que reciben.
La persona no está clausurada en sí misma, es alguien referida a otros.
Crear en la escuela clima de espontaneidad y de alegría.
La persona es una permanencia abierta, de carácter dinámico, activa.
Al hombre hay que darle directrices para ponerlo en acción.
La persona, esa vocación, esa llamada a superarse, a completarse, a trascenderse.