“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” DOMINGO XXVIII T. Ordinario – Ciclo A “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano.

a obrar siempre el bien”. ORACIÓN COLECTA DE LA MISA DEL DOMINGO XXVIII T.O. – A “Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien”.

“El Señor es mi pastor, nada me falta”. Salmo (22)

Mateo 22, 1-14 “En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo : El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir.

El reino de los cielos es como una fiesta. En él no hay mal, no hay dolor. Es una fiesta a la que estamos invitados. Pero nosotros, como los invitados de la parábola, somos los que aceptamos o despreciamos la invitación. Invitados, no obligados a aceptar. Los honores no se obligan, se ofrecen.

Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran : Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Vengan a la boda.

El Señor es comprensivo y paciente con nosotros. Y usa la persuasión , no usa la fuerza. Nos quiere animar a acoger lo que Él nos ha preparado. Nos invita una y otra vez. ¿Tú harías eso?

Los invitados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; otros agarraron a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados : La boda está preparada, pero los invitados no se la merecían. Vayan ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encuentren invítenlos a la boda.

Fue la historia de Israel y es nuestra historia personal. Respondemos tarde y mal al Amor de Dios, o lo despreciamos. Nunca tenemos tiempo para Dios. Todo es antes que Él. Pero nos encanta pensar que, a pesar de nuestra conducta, somos los felices invitados, seguros y firmes en nuestro puesto en la Iglesia y en la vida futura.

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de invitados. Cuando el rey entró a saludar a los invitados reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo : Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los sirvientes : Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

El “vestido” que nos cubre es nuestra condición espiritual. Estar sin vestido de fiesta es haber aceptado la invitación, pero como si no nos importara, como si no la valoráramos. El “vestido” que nos cubre es nuestra condición espiritual. Es estar revestidos de Cristo. Es el vestido de la conversión. Es corresponder a la gracia divina. Nosotros mismos nos atamos de pies y manos cuando no nos interesa hacer lo que Dios quiere, cuando permanecemos inactivos, sin buenas obras. Cuando elegimos las tinieblas, lo que Dios hace es confirmar nuestra propia decisión de excluirnos del Reino de Dios.

El reino de los cielos es anunciado a todos. Nosotros somos los que fuimos encontrados en los caminos. Estar en el banquete no nos garantiza nada. Entre los seguidores de Jesús hay malos y buenos. Estaremos hasta que el Señor emita su juicio sobre lo que cada uno de nosotros hizo con su invitación.

Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Palabra de Dios.

La paz sea contigo Señor Jesús, ayúdame a recordar que Tú me invitas a ser parte de tu Reino. Ayúdame a revestirme de buenos pensamientos (Fe), buenos sentimientos (Esperanza) y buenas obras (Caridad). La paz sea contigo BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano.