Domingo 15º del tiempo ordinario Día 16 de Julio 2017

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Transcripción de la presentación:

Domingo 15º del tiempo ordinario Día 16 de Julio 2017 Ciclo A

Cuando vamos a misa, especialmente los domingos, vamos principalmente a alabar y bendecir al Señor; pero también a escuchar su palabra. El tema de hoy es precisamente cómo debemos prepararnos a escuchar la palabra de Dios. Escuchemos con atención la palabra y los mensajes de Dios a través de la Iglesia.

Escuchemos la palabra del Señor Automático

Escuchemos su mensaje,

escuchemos la palabra del Señor.

Escuchemos la palabra del Señor.

Escuchemos su mensaje,

Escuchemos la palabra del Señor.

Escuchemos la palabra del Señor. Hacer Click

La palabra de Dios es algo tan importante que Dios, al hacerse hombre, lo quiso expresar bajo este símbolo de la “Palabra de Dios”. Así lo expresa especialmente el evangelista san Juan. “Palabra de Dios” porque, sin que Dios se disminuya, sale de Dios para que nosotros la acojamos.

La palabra de Dios, expresada para nosotros, está escrita en las Sagradas Escrituras. Pero también está viva en la vida de los santos. Los profetas la expresaban con viveza, hasta llegar a decir el autor de la “carta a los hebreos” que la palabra de Dios es como una espada afilada y penetrante (4,12).

Hoy en la primera lectura nos dice el profeta Isaías que la palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre la tierra. Y cae sobre todos, buenos y malos.

Así dice el Señor: “Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.” (Isaías 55,10-11)

Como baja la lluvia desde el cielo Automático

a fecundar la tierra y nos da el pan,

así viene a nosotros tu palabra,

Señor, para cumplir tu voluntad. Hacer CLICK

Y alguno quizá se pregunte: Si la palabra de Dios es eficaz y cae como la lluvia, sobre todos, ¿por qué no fructifica mucho más? Y aquí es donde entra el evangelio de este día, que es la parábola del sembrador.

Dios nos ha dado el don inmensurable de la libertad Dios nos ha dado el don inmensurable de la libertad. Y Dios respeta la libertad del ser humano. Cada uno se prepara de modo muy diferente para recibir la palabra de Dios. Hoy debemos llevarnos la mano al corazón y ver porqué la palabra de Dios fructifica poco en nosotros.

Comienza el evangelio de una forma muy solemne al comienzo del cap Comienza el evangelio de una forma muy solemne al comienzo del cap. 13 del evangelio de san Mateo: “Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas”:

Parece que Jesús tenía otra manera de predicar y en un cierto momento se decidió a predicar usando las parábolas. ¿Por qué lo hizo? Entre la exposición y la explicación hay una pregunta de los discípulos y una respuesta por parte de Jesús, respuesta que se hace algo difícil de entender. Esta es la parte mediana del evangelio:

Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

Muchas veces se ha dicho que las parábolas son como ejemplos que Jesús pone para que lo entienda la gente sencilla. Eso es en parte cierto para nosotros porque ya conocemos el sentido de la parábola. Pero hay otra explicación más conforme con lo que aparece en algunas parábolas: porque no le aceptan algunos orgullosos “maestros de la ley”.

Jesús tenía una experiencia algo amarga de sus predicaciones, ya que la mayoría de los fariseos las recibían en contra. Y por otra parte la gente sencilla buscaban más cosas materiales, como cuando les dio de comer. Entonces Jesús hablaba de forma sencilla, pero un poco enigmática para que quien quisiera más, lo preguntase.

Así resultaba que los orgullosos fariseos, como no querían hacer preguntas sanas para no quedar mal, se quedaban “sin ver ni oír ni conocer” la verdadera palabra de Dios. Pero los apóstoles sí preguntaban y a ellos y a otras personas sencillas Jesús se lo explicaba con claridad. Esto sucede en esta parábola del sembrador.

Jesús nos señala cuatro clases de tierra. La parábola nos habla de un sembrador que, al sembrar a voleo según era el estilo antiguo, su semilla cae en terrenos diversos. Jesús nos señala cuatro clases de tierra.

“Salió el sembrador a sembrar “Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.”

Esta última frase es como decir: El que tenga interés que pregunte Esta última frase es como decir: El que tenga interés que pregunte. Los apóstoles preguntaron y Jesús les explicó estas cuatro clases de tierra referidas a la captación diversa que se da en la gente sobre la palabra de Dios según cómo se hayan preparado.

El sembrador es Dios que usa muchos medios El sembrador es Dios que usa muchos medios. Además de las buenas inspiraciones, que se dan, suele venir por medio de la Iglesia y otros mensajeros de Dios. A veces es directamente; pero también puede ser por medio de la radio, televisión, prensa, internet, etc.

De las cuatro clases de tierra que Jesús explica aplicados a nuestra captación de la palabra de Dios, va a resultar que tres son malas porque no van a producir y sólo la cuarta es la buena. Y uno se pregunta: ¿De quién es la culpa? Pues no es del sembrador ni de la semilla. La culpa será, como iremos viendo, de quien recibe mal la semilla.

Ni es culpa del sembrador ni es culpa de la semilla. Automático

La culpa estaba en el hombre y en cómo la recibía.

Ni es culpa del sembrador ni es culpa de la semilla.

La culpa estaba en el hombre y en cómo la recibía. Hacer CLICK

Dice Jesús: “Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.” Hay gente dura como el camino. Hay personas que, quizá por desconfianza o fracasos, ya no se abren a nada: están endurecidos por el dolor y los años.

Hay gentes que están tan amargadas que la alegría de Dios les resbala Hay gentes que están tan amargadas que la alegría de Dios les resbala. No es que sea inútil la palabra de Dios, pues el terreno puede cambiar, pero es difícil, pues al no profundizar, el enemigo, que es el diablo, se lleva lo poco bueno que haya.

Dice Jesús que los pájaros se llevan la semilla. Los pájaros suelen ser falsos profetas o ideologías modernas engañosas, que con facilidad admiten. Y luego se cierran para las cosas de Dios.

2- Hay otros que son como el terreno pedregoso 2- Hay otros que son como el terreno pedregoso. De esto sí que tenemos bastante en nuestras comunidades cristianas. Hay muchos que tienen sólo una engañosa capa de tierra. Hay personas que te dicen: Yo voy a hacer esto o lo otro, voy a cambiar, voy a cumplir. Pero nada, a la vuelta de la esquina ya no se acuerdan.

Quizá hasta hacen algún retiro cristiano y reciben el sacramento de la confirmación; pero no son perseverantes, no tienen profundidad. Es la tierra que con las primeras lluvias produce hasta bonitos tallos, pero cuando arrecia el sol, se queman porque no tienen raíces suficientes. Es una casa sin fundamento.

Los de esta segunda clase de tierra no son personas de principios recios cristianos. Por eso vemos tantos matrimonios que no perduran o vocaciones que ya no se tienen por verdaderas después de cierto tiempo. Son entusiasmos efímeros, faltos de consistencia en sus propósitos.

3- Hay otros que parece y son buena tierra. Pero ¡tienen tantas espinas! Son aquellos que están llenos de negocios materiales, preocupaciones terrenales, ilusiones, riquezas. Como le pasó a aquel joven rico que fue donde Jesús. Era buena tierra, cumplidor de los mandamientos; pero las riquezas le ahogaban para entregarse a la obra del Señor.

Esta tercera clase es tierra buena, con hondura, pero con muchas zarzas y espinas. Son las personas que tienen valores positivos y fe, que podrían dar mucho fruto espiritual, pero tienen demasiadas “preocupaciones de la vida”.

Alguno puede decir: Si yo fuese Dios, no mandaría la semilla donde sabe que se va a perder. Pero es que Dios es bueno de verdad: sigue sembrando porque toda clase de tierra puede cambiar. Esto es lo que nos quiere decir hoy la Iglesia para que aspiremos siempre a ser la cuarta tierra: la buena.

4- Parecería que la parábola fuese pesimista; pero la cuarta clase de tierra contrarresta a las otras y llena al corazón de Jesús. Y lo llenará más, si nosotros nos esforzamos para pertenecer a esta clase.

Son aquellos que oyen la palabra, procuran entenderla y la acogen con amor en su corazón. No sólo la acogen con humildad y con deseos de progreso en el bien, sino que perseveran y piden gracia para perseverar.

Entre los de tierra buena hay muchas diferencias: unos producirán el 30, otros el 60 y otros el 100. Pero siempre ha habido, y continúa habiendo, muchos santos que aceptan plenamente la palabra y la ponen en práctica.

Dios sigue sembrando, porque estamos destinados a grandes cosas Dios sigue sembrando, porque estamos destinados a grandes cosas. Hoy en la 2ª lectura san Pablo nos habla de que toda la creación está destinada a dar gloria a Dios; pero será a través de nosotros, al mismo tiempo que es nuestra felicidad. Para ello debemos escuchar la palabra de Dios, acogerla y ponerla en práctica. Dice así la carta a los romanos (8,18-23).

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Romanos 8,18-23.

Y recordemos que no sólo somos tierra, sino que también debemos ser sembradores. Debemos ser como los brazos del Sembrador, para esparcir la semilla de la palabra de Dios en los ambientes donde vivamos.

Terminamos pidiendo al Señor que nuestro corazón no sea duro como el camino ni como la tierra pedregosa, ni como la tierra llena de espinas, sino que sea tierra abierta a la palabra de Dios, donde Dios pueda fructificar y que por medio de nosotros otros conozcan la palabra de Dios y le amen y así puedan ser felices.

una parte cayó en la tierra (la tierra buena) Salió el sembrador a sembrar; una parte cayó en la tierra (la tierra buena) Automático

Salió el sembrador a sembrar; una parte cayó en la tierra, (la tierra buena)

y dio fruto a sesenta y otros cuarenta,

y dio fruto.

El que tenga oídos y quiera oír, ¡Que oiga!

No seas camino,

No seas la piedra,

No seas espinas.

Que seas la tierra, la buena tierra,

donde Jesús pueda crecer,

donde Jesús pueda crecer.

Que la Madre, sembradora de amores, prepare nuestro corazón para el encuentro con Jesús. AMÉN