Virtudes 1 3ª,15- virtudes naturales y sobrenaturales, teologales y morales.

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Transcripción de la presentación:

Virtudes 1 3ª,15- virtudes naturales y sobrenaturales, teologales y morales

Vimos sobre la gracia santificante, que es una participación de la vida divina que Dios pone en el alma para elevarnos y ser hijos de Dios. Esta vida sobrenatural se parece a la vida natural en cuanto que nace, crece, se alimenta, puede perderse y enfermarse, pero puede recuperarse. Hay otra cosa en que se parecen: en la vida natural el alma, que es lo más grande, no está quieta, sino que actúa por dos grandes potencias que son el entendimiento y la voluntad.

También la gracia actúa por medio de unas facultades o potencias También la gracia actúa por medio de unas facultades o potencias. Dios las da juntamente con la gracia, cuando la recibimos. Estas potencias de la gracia son las virtudes. La palabra «virtud», según el diccionario viene a ser la «capacidad de producir un efecto determinado». Pero esa palabra viene de «Hábito». Quiere decir que se presenta cuando una persona ha repetido muchas veces un acto, de modo que ya lo hace con facilidad. Ha cogido un hábito o tiene una virtud.

Esto se refiere primeramente a virtudes naturales, las que podemos tener por el hecho de ser personas humanas. Uno puede tocar muy bien el piano o el violín, porque lo ha practicado muchas veces. Esto es una virtud buena. También hay malas o hábitos malos, cuando uno ha repetido muchas veces una acción mala de modo que ya tiene un vicio. Así se llama a lo contrario de la virtud buena.

Así que tener una virtud es el poder hacer una cosa buena fácilmente porque se ha hecho muchas veces. Así podemos decir de un deportista que tiene la «virtud» de correr bien o de saltar o de jugar bien en cierto deporte. Innumerables pueden ser las virtudes naturales. No es lo mismo que una costumbre. Ésta es algo más mecánico. Hay personas que hacen cosas por costumbre, que no son propiamente virtudes.

La virtud es más noble que la costumbre La virtud es más noble que la costumbre. Hay escritos entre los clásicos antiguos en que dicen cosas hermosas de algunas virtudes que tenían personas considerados como héroes. Podían ser artistas en las diferentes artes: de literatura o pintores (como Leonardo Da Vinci) o de arquitectura. Otros eran grandes y buenos dirigentes de un pueblo o una nación. Esto lo podían llevar a cabo porque tenían buenas virtudes.

Para estas virtudes no se necesita una gracia especial de Dios, sino el hecho de ser persona humana. Claro que no todos tenemos la misma inteligencia y voluntad. Sobre todo, no todos tenemos el mismo deseo de mejorar y hacer algo mejor. Se trata del interés de estudiar, investigar, llegar hasta estudiar las causas de las cosas. Para ello ni es necesario tener la gracia de Dios. Una persona hasta puede ser rebelde para Dios y hacer cosas buenas para él y para los demás.

Ha habido muchas personas que se han superado en la vida, en el terreno de los valores naturales, por apreciar la grandiosidad de la belleza en la creación o por el perfeccionamiento de esa belleza por un hombre «virtuoso» en el sentido natural. Cuánto más quedarían entusiasmados y mejorados si comprendieran la belleza de los valores sobrenaturales, la belleza interior de un alma en gracia. Podríamos pensar en Platón y Aristóteles.

En la música es donde más se suele aplicar la palabra «virtuoso» En la música es donde más se suele aplicar la palabra «virtuoso». Podemos escuchar una parte de una pieza universal, como es el «aleluya» de Händel. Obra que se puede hacer simplemente por amor al arte; pero que puede valer para alabar a Dios.

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Pero nosotros queremos ver las virtudes sobrenaturales, que sobrepasan a todo lo natural, porque están creadas por Dios para ayudar a la gracia a crecer y desarrollarse y llevarnos un día a nosotros al Reino de los cielos. San Pablo, en el capítulo 13 de la 1ª carta a los Corintios hace un grandioso elogio de la caridad. Allí nos dice que, aunque tuviera todos los tesoros del mundo y «gracias naturales», si no tuviera caridad, «no soy nada», dice el apóstol.

Así que las virtudes sobrenaturales son inmensamente más importantes y beneficiosas, porque nos dan aumento de gracia y aumento de mérito para la entrada en el cielo. Habrá personas que tengan muchas virtudes naturales sin que tengan virtudes meritorias para el cielo. No por eso debemos desestimar las virtudes naturales, y menos despreciarlas, porque además las virtudes naturales son como el sustento más apto para poder conseguir las sobrenaturales.

Resumiendo la diferencia entra las virtudes naturales y sobrenaturales: La virtud natural es como un hábito o facilidad para hacer una cosa u otra por la repetición de actos. La sobrenatural es algo que da Dios de una manera real y unido a la gracia para mejorar la vida sobrenatural, la que nos da Dios por encima de nuestra naturaleza de seres humanos. Vienen directamente de Dios, aunque nosotros debemos colaborar.

Estas virtudes tienden hacia Jesucristo, hacia su imitación Estas virtudes tienden hacia Jesucristo, hacia su imitación. Jesucristo es como el culmen de la virtud. Jesucristo es quien nos enseñó verdaderamente lo que es la virtud: por su amor universal, por su sacrificio en honor de Dios y por la salvación del hombre. En verdad que podemos decir que Jesús es el modelo de todas las virtudes. Hay varias fórmulas para santificarse y cumplir la voluntad de Dios. Una muy importante es adquirir virtudes y progresar en ellas.

En el bautismo, juntamente con la gracia, Dios nos infundió las virtudes, sobre todo las principales como son la fe, esperanza y caridad. Pero estaban en germen. Es necesario avivarlas y aumentarlas. San Pablo en varias ocasiones habla de crecer en la caridad. Decía «Yo ruego para que vuestra caridad se acreciente más en conocimiento y en toda discreción».

También san Pedro en la 2ª carta pide: «creced en la gracia y en el conocimiento de Jesucristo N. S.». En la liturgia hay varias oraciones en que se pide a Dios que nos aumente la fe, la esperanza y la caridad. Es importante crecer para acercarnos al modelo que es Jesucristo. Y si nos vamos acercando a Cristo en la vida, le tendremos más cercano para la gloria del cielo.

Como humanos que somos debemos esforzarnos en adquirir virtudes naturales, en cuanto, como dijimos, son soportes para poder tener ahí virtudes sobrenaturales. Pero por nuestro esfuerzo natural una virtud natural no la podremos elevar a la categoría de sobrenatural sin una gracia actual de Dios, que Él está dispuesto a darla si cooperamos. Esta cooperación puede ser al menos por la oración.

Cuando hablamos de camino de perfección, una de las ideas es la del seguimiento de Jesucristo. A veces son ideas que se quedan bastante en el abstracto. Para descender a la realidad podemos ir meditando las diversas virtudes que manifiesta Jesús en su vida. Entonces seguir a Jesús será ir poniendo o aumentando, con la gracia de Dios, esas virtudes en nuestra alma. Entonces sí le podremos decir a Jesús: «Seguirte sólo a ti y no mirar atrás».

Seguirte sólo a Ti, Señor, Automático

Seguirte sólo a Ti, Señor,

Seguirte sólo a Ti, Señor, y no mirar atrás.

Seguir tu caminar, Señor,

seguir sin desmayar, Señor,

postrado ante tu altar, Señor, y no mirar atrás.

Seguir tu caminar, Señor,

seguir sin desmayar, Señor,

postrado ante tu altar, Señor, y no mirar atrás. Hacer CLICK

A veces el hecho de tener hábitos morales buenos, creemos que ya es signo de tener la gracia. Pues no es cierto, aunque la fe nos puede ayudar. Sin embargo, si uno va incrementando los actos buenos con recta intención, Dios le dará las gracias convenientes para que sean meritorios de eterna vida con Dios.

Cuando una persona actúa guiada por las virtudes sobrenaturales, puede llegar a ver una belleza mayor que la de los bienes naturales. Pero que no sea un entusiasmo estático, sino un impulso a seguir mejorando para penetrar más en los valores y belleza de las virtudes. – Un pensamiento importante en el adquirir virtudes espirituales es que aquel que se deja llevar por las virtudes (o por el Espíritu) no mira tanto a las virtudes que tiene sino a las que puede tener en adelante.

Se puede caer en el peligro de hablar de las virtudes como algo abstracto y lo mismo de su seguimiento. Como dije antes, nuestro ideal es Jesucristo, en quien la virtud se encarnó del modo más perfecto. – Pero vayamos ya a las virtudes en concreto. Hay varias divisiones que debemos tener en cuenta. La primera y principal que debemos tener en cuenta es que se dividen en virtudes teologales y virtudes morales.

La palabra «teologal» significa que se relaciona más con Dios: No sólo que vienen directamente de Dios, sino que nos llevan directamente a Dios. Son las que nos unen directamente con Él, como son la fe, esperanza y caridad. Las virtudes «morales» son las que buscan o tienen los medios para dirigirnos hacia Dios. Podríamos decir que son intermedias y se basan en las potencias secundarias del ser humano. Por eso son innumerables.

Las virtudes teologales, las que nos unen directamente con Dios son aquellas tres: fe, esperanza y caridad. No se lo ha inventado la Iglesia, sino que está en la Sda. Escritura. San Pablo en 1Cor 13,13 decía: «En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor». Estas tres están infundidas por Dios en lo más precioso que tiene el ser humano en cuanto a naturaleza, que es el entendimiento y la voluntad.

Las virtudes morales van perfeccionando y capacitando nuestras potencias del alma para que podamos dominar las diferentes de la vida: siempre desde la fe, esperanza y caridad, y siempre en dirección hacia Dios. Y como podemos tener muchas situaciones diversas, por eso dije que son muchas.

Entre todas las virtudes morales hay 4 que se llaman cardinales Entre todas las virtudes morales hay 4 que se llaman cardinales. Esta palabra proviene de un término latino «cardo», que se refiere al gozne o quicio de una puerta. Es decir, que todas las demás giran alrededor de estas 4. Son la prudencia, justicia, fortaleza y templanza. No es que sean las más importantes; pero son como los 4 puntos cardinales. Así la justicia contiene la religión y penitencia, que serían más importantes. La templanza incluiría la humildad. Las iremos viendo por separado.

Lo importante es que nos sirva, no sólo por saber algunas cosas más sobre las virtudes, sino que nos detengamos a veces para hacer examen y ver si las seguimos o cómo podremos adquirirlas. Especialmente las teologales y las 4 cardinales con algunas que a ellas están como adheridas. Poseyéndolas, seguro que nuestra adhesión a Cristo será más efectiva.

Las virtudes, cuando se tienen en grado más alto, vienen a ser fortalecidas e iluminadas por los dones del Espíritu Santo, para que esa persona no actúe ya sólo como ser humano, sino al modo de Dios. De tal modo que a los siete dones del Espíritu Santo se acomodarían las tres virtudes teologales más las cuatro cardinales. Esa persona actuaría con un fruto especial de Dios.

Terminamos hoy deseando que el Señor nos envuelva en su espíritu de amor y así podamos estar siempre actuando, no sólo en su presencia, sino con la fuerza de sus dones especiales.

Oh deja que el Señor te envuelva Automático

en su espíritu de amor,

satisfaga hoy tu alma y corazón.

Entrégale lo que te impide

y su espíritu vendrá:

sobre ti vida nueva te dará.

Cristo, oh Cristo,

ven y llénanos.

Cristo, oh Cristo,

llénanos de ti.

Entrégale lo que te impide

y su espíritu vendrá:

sobre ti vida nueva te dará.

sobre ti vida nueva te dará.

Reunidos con María, la Madre, como la primitiva Iglesia. AMÉN