Lectio divina del Salmo dominical

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Alabado sea el nombre de Dios
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Lectio divina del Salmo dominical Nm 6,22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas y los bendeciré. Sal 66, : El Señor tenga piedad y nos.
Lectio divina del Salmo dominical Is 6,1-2a.3-8: Aquí estoy, mándame. Sal 137,1-2a.2bc c-8: Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor. 1Co 15,1-11:
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Lectio divina del Salmo dominical Gn 18,20-32: Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. Sal 137,1-2a.2bc-3.6-7ab.7c-8: Cuando te invoqué, Señor, me.
NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO DOMINGO 25 del Tiempo Ordinario.
Lectio divina del Salmo dominical Domingo XXVI del Tiempo Ordinario Año C : No da igual nuestra actuación en esta vida. Am 6,1a.4-7: Los disolutos encabezarán.
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Lectio divina del Salmo dominical Sagrado Corazón de Jesús
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Domingo vigésimo quinto
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Asunción de la Santísima Virgen María
Este breve himno propone un doble motivo para alabar a Dios: su infinita grandeza, que trasciende todos los límites del universo (v. 4), y su admirable.
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XXV Domingo Tiempo Ordinario
Transcripción de la presentación:

Lectio divina del Salmo dominical Domingo XXV del Tiempo Ordinario Año C: Incompatibilidad entre el servicio a Dios y al dinero. Am 8,4-7: Contra los que «compran por dinero al pobre». Sal 112,1-2.4-6.7-8: Alabad al Señor, que alza al pobre. 1Tm 2,1-8: Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven. Lc 16,1-13: No podéis servir a Dios y al dinero.

Alabad al Señor, que alza al pobre.

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.

Alabad al Señor, que alza al pobre.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo; ¿quién como el Señor Dios nuestro que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?

Alabad al Señor, que alza al pobre.

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.

Alabad al Señor, que alza al pobre.

Si quieres escuchar el original hebreo pincha aquí. Lectio Ahora leemos el salmo entero, despacio… SALMO 112 (113) 1[¡Aleluya!] Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. 2Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: 3de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.  4El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. 5¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono 6y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?  7Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, 8para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; 9a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos. [¡Aleluya!] Si quieres escuchar el original hebreo pincha aquí.

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Según el P. Ramón Ribera, monje de Montserrat, y otros estudiosos, el orden de los salmos no se debe al azar sino que hay toda una estructura interna.

Lectio ¿Qué lugar ocupa este salmo en el salterio? Nuestro salmo se encuentra en la segunda parte del salterio, dedicado a las alabanzas a Dios, formada por los libros: 4º: salmos 89-105 y 5º: salmos 106-150 Salmo 112: Alabad el nombre del Señor. Dentro del quinto libro, este salmo pertenece al llamado “Hallel egipcio” (salmos 110-117).

Lectio: ¿Qué dice el texto? El salmo 112 es uno de los salmos que el pueblo judío usaba y usa aún hoy en la liturgia de la cena pascual; este texto es una alabanza a Dios que, al arrancar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, levantó del polvo al desvalido y alzó de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, haciendo de él una nación. Este himno de alabanza a Dios lo podemos dividir en tres partes: Invitación y alabanza en la que por tres veces se hace mención del “nombre del Señor” (vv. 1-3) Primera motivación: la majestad de Dios que trasciende todos los límites del universo. (vv. 4-6) Segunda motivación: su admirable condescendencia que le mueve a inclinarse bondadosamente hacia la tierra para elevar a los más pobres y desamparados. (vv. 7-9) Jesús cantó este salmo 112 la tarde del Jueves Santo. Jesús dio a conocer y amar el nombre del Señor: "He manifestado tu nombre a los hombres" (Juan 1 7,6). Este pobre, este desvalido, exaltado por Dios, es sobre todo Cristo, arrancado del sepulcro; pero es también toda la humanidad que "ha resucitado con Cristo Jesús y ha sido sentada en el cielo con él" (Ef 2,6). Salta a la vista el parentesco de este salmo con el Magníficat de María: Ella también: "alaba el nombre santísimo"... Ella canta al Dios que "engrandece a los pobres"... Ella es por excelencia la mujer dichosa a quien Dios da una posteridad inesperada, ya que es virgen, y por ello las "generaciones la llamarán bienaventurada“.

Alabad al Señor que ensalza al pobre. Meditatio :Lo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las lecturas del domingo. Alabad al Señor que ensalza al pobre. Después de escuchar la denuncia del profeta sobre los atropellos que hacen los ricos y poderosos aprovechándose del pobre, y cómo el Señor no dejará impune tal injusticia, nos sale, clamorosa, la invitación del salmo a la alabanza porque Dios no abandona al desvalido. Por desgracia, las palabras de Amós (s. VIII a.C) son plenamente actuales y nos interpelan. No se trata de deplorar lo que otros hacen sino sobre todo de examinar mi propia actuación en la vida, ¿soy de los que me aprovecho de los demás para sacar ganancia a toda costa o de los que se conforman con lo que honradamente obtienen para vivir?

¿Quién como el Señor, Dios nuestro… que se abaja…? Celebramos a Jesucristo y lo celebramos y recibimos en la Eucaristía porque se encarnó, porque se abajó. Con más conocimiento de causa que el salmista podemos cantar este salmo y decir orgullosos: ¿Quién como el Señor? Él no nos mira simplemente “desde arriba” (que no es poco) sino que se hizo hombre, se hizo pobre y desvalido, y así, despojándose de su riqueza, nos enriqueció a nosotros en su pobreza. ¡Aleluya, alabad al Señor!

Levanta del polvo al desvalido. Dios Padre “levantó” del polvo de la muerte a Jesucristo y por su Resurrección todos estamos llamados a la salvación. ¡Vivamos con gozo nuestra fe dando testimonio de la verdad de la resurrección a todos, optando por Dios cada día, mientras administramos con fidelidad y generosidad “lo poco”, “el vil dinero”, para que nos reciban en las moradas eternas.

Oratio ¿Qué me hace decirle a Dios este salmo, la liturgia de este domingo? Te damos gracias, Señor, porque te has abajado hasta nosotros, Pobres y desvalidos, Y nos has levantado del polvo de la muerte y el pecado. Haz que te alabemos desde la salida del sol hasta su ocaso, ahora y por siempre. Amén.  

Contemplatio Miro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son maestros… «No despreciéis a esos pobres que veis echados en el suelo: considerad lo que son y conoceréis su dignidad. Esos están representando la persona de nuestro Salvador... Los pobres son los dispensadores de los bienes que esperamos, son los porteros del Reino de los cielos, para abrir la entrada a los misericordiosos y cerrarla a los despiadados. Son los pobres vehementísimos acusadores, pero intercesores muy poderosos y favorables... Usad de vuestros bienes. No pretendo impediros su uso. Pero cuidado con abusar de ellos... Es un delito igual, con corta diferencia, el de no prestar al pobre o el de prestarle con usura; porque lo uno es inhumanidad, lo otro es una ganancia sórdida e ilegítima» (San Gregorio de Nisa, De pro amand. 22-25).

Actio ¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el momento de la “obediencia de la Fe”… ¡Sé fiel en lo pequeño de cada día. Sirve a Dios y no al dinero!