CIENCIA Y FE. RAZÓN Y FE..

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Transcripción de la presentación:

CIENCIA Y FE. RAZÓN Y FE.

Introducción 1. Catecismo I.C. (27-49): El hombre es “capaz” de Dios - El deseo y la razón (27) - El orden y la belleza del mundo (32) - El hombre: apertura a la verdad y a la belleza infinita (33)

2. “Fides et ratio”: Relación entre la fe y la razón (36-48). - La Iglesia primitiva anunció el hecho de Jesucristo valorando lo positivo que encontró en el mundo griego-romano y superando los límites. - Las grandes síntesis de San Agustín y de Santo Tomás: “Credo ut intelligam, intelligo ut credam; fides querens intellectum, intellectum querens fidem”. La fe exalta la razón, que la concibe como su plenitud. La fe florece gratuitamente en el culmen de la razón. - La “nefasta separación” entre fe y razón es una reducción sea de la fe sea de la razón.

LAS RAICES DE LA SEPARACIÓN ENTRE RAZÓN Y FE “Es la Iglesia quien ha abandonado la humanidad o la humanidad quien ha abandonado a la Iglesia?” (T.S.Eliot)

Iº ITINERARIO FILOSOFICO 1. METAFÍSICO: la negación de Dios nace de la negación de la metafísica. Sofistas, escépticos, materialistas, agnósticos; nihilismo y relativismo moderno. “La verdad (la realidad) no existe; Si existe, no se puede conocer; Si se puede conocer, no interesa la vida”

* Finalizando la Edad Media: una concepción “débil” de razón causa la separación: - el voluntarismo de Duns Escoto, - el contingentismo radical y el nominalismo de Guillermo de Ockham, - el misticismo de maestro Eckhart (elimina la razón por la “pureza” de la fe).

2. GNOSEOLOGICO: la negación de Dios nace de la reducción de la razón. Descartes, empirismo, racionalismo, Hegel, los totalitarismos. La razón, entendida en modo reducido, no conoce la realidad objetiva, es más, todo es subjetivo, el conocimiento “crea” la realidad.

3. ANTROPOLOGICO: Dios es pensado como negación del hombre. Feuerbach: Dios es la alienación del hombre; Dios es la proyección (la invención, la ilusión) de la impotencia del hombre (la religión, opio del pueblo). Nietzsche: la muerte de Dios. Positivismo: la impotencia científica; Marx: la impotencia social; Freud: la impotencia psíquica.

IIº ITINERARIO CULTURAL Edad Media: concepción unitaria de la vida y de la realidad. Dios es la referencia de todo; el santo es el ideal de la realización completa del hombre. Humanismo: el ideal es el “divo” que logra éxito en un sector particular.

Renacimiento: la fuente de la energía del hombre es la naturaleza Renacimiento: la fuente de la energía del hombre es la naturaleza. El instinto, lo espontáneo se convierte en el bien. Racionalismo: la razón, con la ciencia y la técnica, es el dueño del mundo. El laicismo: “Dios, si existe, no importa”, porque el hombre es “medida de todas las cosas”.

IIIº ITINERARIO HISTORICO El proyecto de una saciedad atea: El Iluminismo: La destrucción del pasado; la construcción racional (científico-matemática) de la realidad. La revolución francesa, el Iluminismo en obras: el hombre es el ciudadano, la identificación sociedad. Estado, la reducción de la vida religiosa a estructura del Estado. El proyecto ateístico de construcción del Estado absoluto: el Estatalismo.

IV LAS CONSEQUENCIAS DEL RACIONALISMO: los cinco “sin” Dios sin Cristo. Es el Fideísmo: eliminando la racionalidad de la fe (Dios revelado en Cristo), se pretende definir a Dios como establecido por su propio pensamiento o imaginación.

2. Cristo sin Iglesia. Puede llamarse “gnosis”, gnosticismo, en sus diversos aspectos o versiones. Es la negación de la humanidad de Cristo y por eso de su contemporaneidad con nosotros. Sitúa a Cristo y también a la Iglesia en el terreno de la abstracción.

3. Iglesia sin mundo (la Iglesia sin cuerpo). Es el clericalismo: cuando la religiosidad cristiana se desarrolla en el ámbito de reglas concebidas de un modo legalista (civil, político o religioso). El espiritualismo consiste en una fe yuxtapuesta a la vida. Sólo puede hablar de la resurrección de Cristo de manera sentimental: devoción por un recuerdo, y la salvación no ha todavía comenzado (escatológica). La Iglesia no es más protagonista y se convierte en cortesana de la historia cultural, social y política.

4. Un mundo sin “yo”. Si la Iglesia no tiene mundo, este mundo tiende a vivir sin el yo, es decir, se produce una alienación. El mundo se reduce al ámbito de la existencia definido por el poder y por sus leyes, que se convierten así en instrumentos de violencia, que tiene como consecuencia última la perdida de la libertad, que es el rostro del yo humano: se trata de la pérdida de la persona humana.

5. Yo sin Dios. Este yo, el yo alienado, es un yo sin Dios. El yo sin Dios es un yo que no puede evitar el tedio y la nausea. Por eso, simplemente se deja vivir: se puede sentir partícula de todo (panteísmo) o bien presa de la desesperación, por el prevalecer del mal y de la nada (nihilismo).

Bibliografía Luigi Giussani, “La conciencia religiosa en el hombre moderno”. Luigi Giussani, “El hombre y su destino. En camino”. Henry de Lubac, “El drama del humanismo ateo”. Ediciones Encuentro.

CONCLUSIÓN: EINSTEIN Y BENEDICTO XVI

1. ALBERT EINSTEIN “Dios no juega a los dados”. “La fe en un mundo exterior independiente del sujeto que lo percibe es la base de toda ciencia natural”. “Es cierto que en la base de todo trabajo científico se encuentra la convicción, análoga al sentimiento religioso, que el mundo es fundado sobre la razón y puede ser comprendido”.

“La experiencia más bella que puedo tener es el misterio “La experiencia más bella que puedo tener es el misterio. Es la emoción fundamental que se encuentra en la cuna del verdadero arte y la verdadera ciencia. Quien no lo conozca y no se pregunte por ello, no se maraville, está como muerto, y sus ojos están oscurecidos. Un conocimiento de la existencia de algo que no podemos penetrar, nuestras percepciones de la razón más profunda y de la belleza más radiante, que sólo son accesibles a nuestras mentes en sus formas más primitivas: es este conocimiento y esta emoción lo que constituyen la verdadera religiosidad. En este sentido y sólo en este sentido soy un hombre profundamente religioso.

“Mi religiosidad consiste en una humilde admiración del Espíritu infinitamente superior que se revela en aquel poco que nosotros, con nuestra razón débil y efímera, podemos entender de la realidad”. Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con un conocimiento, un sentimiento, de la maravillosa estructura de la existencia —así como del humilde intento de entender incluso una pequeña porción de la Razón que se manifiesta en la naturaleza”.

Stephen Hawking: “Toda la historia de la ciencia ha sido una gradual toma de conciencia del hecho de que los eventos no suceden de manera casual, sino que reflejan un cierto orden interior”. “Hasta ahora los científicos se preguntaron qué es el universo, pero nos debemos preguntarnos: ‘ ¿Por qué existe el universo?’. Si logremos encontrar la respuesta a esta pregunta, decretaremos el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceremos la mente de Dios”.

2. BENEDICTO XVI (Discurso en la universidad de Ratisbona, martes 12 de septiembre de 2006: fe, razón y universidad). “En esta argumentación contra la conversión mediante la violencia, la afirmación decisiva es: no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios.

Dios actúa con “logos”. Logos significa tanto razón como palabra, una razón que es creadora y capaz de comunicarse, pero precisamente como razón. (“en el principio existía el Logos, y el Logos era Dios”, Jn.1) “La fe de la Iglesia se ha atenido siempre a la convicción de que entre Dios y nosotros, entre su eterno Espíritu creador y nuestra razón creada, existe una verdadera analogía.

A la tesis según la cual el patrimonio griego, críticamente purificado, forma parte integrante de la fe cristiana se opone la pretensión de la deshelenización del cristianismo, la cual domina cada vez más las discusiones teológicas desde el inicio de la época moderna.

1. La deshelenización surge inicialmente en conexión con los postulados de la Reforma del siglo XVI. El principio de la sola Scriptura busca la forma pura primordial de la fe, tal como se encuentra originariamente en la Palabra bíblica. La metafísica se presenta como un presupuesto que proviene de otra fuente y del cual se debe liberar a la fe para que ésta vuelva a ser totalmente ella misma.

2. La teología liberal de los siglos XIX y XX supuso una segunda etapa en el programa de la deshelenización, cuyo representante más destacado es Adolf von Harnack. Su idea central era simplemente volver al hombre Jesús y a su mero mensaje, previo a todas las elucubraciones de la teología y, precisamente, también de las helenizaciones. Jesús habría acabado con el culto sustituyéndolo con la moral. En definitiva, se presentaba a Jesús como padre de un mensaje moral humanitario.

En el trasfondo de todo esto subyace la autolimitación moderna de la razón, clásicamente expresada en las «críticas» de Kant, aunque radicalizada ulteriormente por el pensamiento de las ciencias naturales. Esto implica que sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia entre matemática y método empírico puede considerarse científica. Además, es importante para nuestras reflexiones constatar que este método en cuanto tal excluye el problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico. Pero de este modo nos encontramos ante una reducción del ámbito de la ciencia y de la razón que es preciso poner en discusión.

Si la ciencia en su conjunto es sólo esto, entonces el hombre mismo sufriría una reducción, pues los interrogantes propiamente humanos, es decir, de dónde viene y a dónde va, los interrogantes de la religión y de la ética, no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la «ciencia» entendida de este modo y tienen que desplazarse al ámbito de lo subjetivo. El sujeto, basándose en su experiencia, decide lo que considera admisible en el ámbito religioso y la «conciencia» subjetiva se convierte, en definitiva, en la única instancia ética. Pero, de este modo, el ethos y la religión pierden su poder de crear una comunidad y se convierten en un asunto totalmente personal.

La situación que se crea es peligrosa para la humanidad, como se puede constatar en las patologías que amenazan a la religión y a la razón, patologías que irrumpen por necesidad cuando la razón se reduce hasta el punto de que ya no le interesan las cuestiones de la religión y de la ética. Lo que queda de esos intentos de construir una ética partiendo de las reglas de la evolución, de la psicología o de la sociología, es simplemente insuficiente.

3. Tercera etapa de la deshelenización 3. Tercera etapa de la deshelenización. Teniendo en cuenta el encuentro entre múltiples culturas, se suele decir hoy que la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua fue una primera inculturación, que no debería ser vinculante para las demás culturas. Éstas deberían tener derecho a volver atrás, hasta el momento previo a dicha inculturación, para descubrir el mensaje puro del Nuevo Testamento e inculturarlo de nuevo en sus ambientes respectivos.

Esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa Esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa. En efecto, el Nuevo Testamento fue escrito en griego e implica el contacto con el espíritu griego. Ciertamente, en el proceso de formación de la Iglesia antigua hay elementos que no deben integrarse en todas las culturas. Sin embargo, las opciones fundamentales que atañen precisamente a la relación entre la fe y la búsqueda de la razón humana forman parte de la fe misma, y son un desarrollo acorde con su propia naturaleza.

Llego así a la conclusión. Se debe reconocer sin reservas lo que tiene de positivo el desarrollo moderno del espíritu: todos nos sentimos agradecidos por las maravillosas posibilidades que ha abierto al hombre y por los progresos que se han logrado en la humanidad. Por lo demás, la ética de la investigación científica, debe implicar una voluntad de obediencia a la verdad y, por tanto, expresar una actitud que forma parte de los rasgos esenciales del espíritu cristiano.

La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizonte en toda su amplitud. En este sentido, la teología, no sólo como disciplina histórica y ciencia humana, sino como teología auténtica, es decir, como ciencia que se interroga sobre la razón de la fe, debe encontrar espacio en la universidad y en el amplio diálogo de las ciencias.

Sólo así seremos capaces de entablar un auténtico diálogo entre las culturas y las religiones. En el mundo occidental está muy difundida la opinión según la cual sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales. Pero las culturas profundamente religiosas del mundo consideran que precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas. Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas. La razón moderna propia de las ciencias naturales, con su elemento platónico intrínseco, conlleva un interrogante que va más allá de sí misma y que trasciende las posibilidades de su método.

La razón científica moderna ha de aceptar simplemente la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza como un dato de hecho, en el cual se basa su método. Ahora bien, la pregunta sobre el por qué existe este dato de hecho, la deben plantear las ciencias naturales a otros ámbitos más amplios y altos del pensamiento, como son la filosofía y la teología. Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta.

Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. «No actuar según la razón, no actuar con el logos es contrario a la naturaleza de Dios». En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente por nosotros mismos es la gran tarea de la universidad.