Aristóteles: alma y cuerpo. De los sentidos al entendimiento La Psicología aristotélica. La teoría aristotélica del conocimiento Aristóteles: alma y cuerpo. De los sentidos al entendimiento

La realidad del alma. “Si el ojo fuera un animal, su alma sería la vista” Aristóteles entiende por alma aquello por lo que el viviente realiza sus operaciones propias: es la forma o acto perfecto de un cuerpo natural. Aristóteles, al contrario que Platón, considera que alma y cuerpo son coprincipios sustanciales incompletos que se exigen mutuamente para formar la sustancia completa que es todo ser vivo: no admite la preexistencia de las almas, ni su transmigración ni su inmortalidad. Funciones del alma (psique) : a) función vegetativa (reproducción, nutrición, crecimiento); b) función sensitiva (sensaciones, apetitos, movimiento); c) función intelectiva (conocimiento, deliberación, elección). Las plantas poseen exclusivamente alma vegetativa, los animales la vegetativa y sensitiva; y los hombres, la vegetativa, sensitiva y racional. La doctrina aristotélica supone la negación de la inmortalidad del alma. Sin embargo, afirma que hay una función del alma –el entendimiento agente- que es algo común a todos los hombres, separado e inmortal.

De los sentidos al entendimiento (I). La sensación Los filósofos presocráticos devaluaron, en general, el conocimiento sensible. Para Platón el conocimiento sensible es doxa, opinión: el verdadero conocimiento es de los entes matemáticos o de las Ideas, de lo que no cambia. Aristóteles adopta una postura empirista: los seres reales son las substancias. Conocer es conocer las formas –eidos- inherentes a las las substancias. Pero el conocimiento empieza por los sentidos. La facultad de sentir (aísthesis) es una potencia que se actualiza por la presencia de un objeto sensible: “sentir” es captar una forma sensible que está en un cuerpo, pero captarla sin su “materia”. Aristóteles distingue cinco sentidos, cada uno de ellos capta formas sensibles distintas (colores, figuras, sabores, olores, sonidos). Los aportes sensoriales desembocan en el sentido común donde se unifican y hacen conscientes, dando lugar a la representación o imaginación, y al recuerdo o memoria. “De la percepción surge el recuerdo, y de los recuerdos repetidos surge la experiencia…”

De los sentidos al entendimiento (II). El entendimiento. Los sentidos son facultades de lo individual; el entendimiento (nous) es la facultad que piensa lo universal. El ojo ve a Sócrates; el entendimiento piensa en la forma o esencia universal “hombre”. ¿Qué es preciso para que el entendimiento pase de la potencia al acto de pensar? La esencia “hombre” no se encuentra en ningún mundo separado, sino que se halla en los individuos concretos (substancias primeras). Es preciso partir de la sensación y, acumulando experiencias, llegar por inducción a la esencia universal común (hoy llamaríamos a las “esencias”, conceptos). Para ello hay que pasar previamente por la imaginación (phantasía) : el nous no puede pensar sin imágenes, “es en las formas sensibles donde existen las formas inteligibles…por ello en ausencia de toda sensación no es posible conocer ni comprender nada”. Para explicar el conocimiento de universales, Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento: el entendimiento agente, que extrae de las imágenes sensibles las formas o esencias universales (de este entendimiento dice Aristóteles que es como una luz siempre en acto). Y el entendimiento paciente que recibe las formas inteligibles y las “entiende” al verlas iluminadas por el entendimiento agente. Las formas inteligibles son similares a las Ideas de Platón, pero están en el pensamiento. No son innatas pues “nada hay en el intelecto que no haya pasado antes por los sentidos”. Así Aristóteles se distancia definitivamente de la teoría de la reminiscencia platónica.