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Virtud de la penitencia. Necesidad

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Presentación del tema: "Virtud de la penitencia. Necesidad"— Transcripción de la presentación:

1 Virtud de la penitencia. Necesidad
Sacramentos 68 Pe ni ten cia 2 Virtud de la penitencia. Necesidad

2 Veíamos cómo en la Sda. Escritura aparece que Dios puede perdonar los pecados y de hecho perdona.
Es interesante ver lo que dice san Juan en su 1ª carta, hablando contra los herejes, que son los anticristos, que dicen que Jesús no es verdadero hombre sino Dios aparecido en forma de hombre. A propósito de ello nos dice cómo Jesús, siendo Dios, ha venido a salvarnos de los pecados.

3 Nos dice san Juan que este es el mensaje que debemos oír y que os anunciamos: que Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna. Por eso “si decimos que estamos en comunión con Él y andamos en tinieblas, no actuamos según verdad”, para concluir que “la sangre de Jesús nos purifica de todo pecado”.

4 Después dice san Juan: “Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo el justo. El es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo”. San Juan hablaba sobre las dificultades de aquel tiempo. Pone en claro cómo Jesús sigue perdonando, si nos arrepentimos. Esto es a través de la Iglesia.

5 Algo que nos interesa profundamente saber es cómo la Iglesia nos puede perdonar los pecados. La respuesta es: por medio del sacramento de la penitencia. Es la forma más fácil y segura de perdonar el pecado. Siempre lo ha tenido la Iglesia católica. Pero de forma clara y precisa lo expuso el Concilio de Trento (1545…).

6 El concilio de Trento reunió obispos de todo el mundo para combatir las ideas de los protestantes que negaban la mayoría de los sacramentos. Determinó cómo Dios, que es rico en misericordia, sabiendo de qué barro hemos sido hechos, procuró un remedio para perdonar los pecados cometidos después del bautismo. Este fue el sacramento de la penitencia.

7 En las palabras de Jesús es un sinónimo de conversión.
San Pedro en su predicación recordaba uno de los primeros mensajes de Jesús: “Haced penitencia y bautizaos”. Esto nos quiere decir que la penitencia no es sólo el sacramento, sino es una virtud necesaria para bautizarse. En las palabras de Jesús es un sinónimo de conversión.

8 En estas catequesis antes de hablar de forma concreta sobre el sacramento de penitencia, vamos a examinar lo que significa “penitencia”, porque no se puede dar un sacramento de penitencia si la persona no hace penitencia, es decir, si la persona no está convertida a Dios. De hecho desgraciada-mente se hacen a veces ritos del sacramento de la penitencia sin la virtud interna.

9 A veces constatamos que hay ritos del sacramento sin eficacia
A veces constatamos que hay ritos del sacramento sin eficacia. Es que la eficacia no está en el rito, sino especialmente en las actitudes que la persona debe tener cuando recibe esta gracia del sacramento. A muchos se les podría decir, como decía Juan Bautista a los fariseos: “Convertíos”.

10 Juan Bautista se acercaba hasta la gente diciendo:
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11 "¡Convertíos!,

12 Que ya está muy cerca el gran Reino de Dios".

13 Isaías nos ha dicho: "Preparad la senda del Señor.

14 Haced rectos sus caminos";
clama en el desier-to su voz.

15 Los hombres de Jerusalén se acercaban al Jordán,

16 donde Juan los bautizaba para sus culpas quitar.

17 Al venir los fariseos les habló de esta manera:

18 "¡Raza de víboras sois! Frutos dad de penitencia.

19 ¡Convertíos! Hacer CLICK

20 Antes de hablar del sacramento de la penitencia estrictamente, trataremos de la penitencia como tal. De ella se hablaba en el Ant. Test. De ella hablaba san Juan Bautista y el mismo Jesucristo cuando, al comienzo de su predicación, decía: “Haced frutos dignos de penitencia”. Un día determinaría la forma real de borrar los pecados con el sacramento.

21 Para Jesús “hacer frutos de penitencia” es lo mismo que conversión, cambiar de actitud. No se trata sólo de algunos actos, sino de un estado permanente. Por eso la penitencia es una virtud. Es el espíritu de compunción necesario para el sacramento. Pero que también es fruto del sacramento.

22 Es decir, que si hemos recibido bien el sacramento de la penitencia, luego debe permanecer en nosotros un espíritu penitencial. El sacramento de la penitencia falla muchas veces, porque no existe esta virtud de la penitencia.

23 La palabra “penitencia” viene de dos palabras latinas, “penan tenere”, tener pena en el sentido de castigo. Por lo tanto se refiere a cuando uno se castiga a sí mismo espiritualmente, y a veces corporalmente, porque tiene aversión a los pecados cometidos.

24 Por lo tanto es, sobre todo, la virtud por la que el ser humano se arrepiente del pecado cometido en cuanto es ofensa de Dios, con propósito de enmendarse. Y esto es absolutamente necesario para la confesión, como detallaremos más adelante.

25 Este arrepentimiento con propósito de enmienda no es sólo para la confesión. De ello nos habla el Ant. Test. Por ejemplo: El rey David había hecho algo muy malo. El profeta Natán, de parte de Dios se lo recordó y David dijo “he pecado” y se humilló ante Dios pidiéndole perdón. Dios le perdonó, pero le dejó una pena, un castigo, para que siguiera aborreciendo el mal.

26 Cuando hablamos de virtud de la penitencia nos referimos a algo permanente. Como toda virtud, se consigue por la continua repetición del acto. Así que cuando uno hace muchos actos de aborrecer el pecado con disposición de ser mejor, eso se va haciendo como algo propio, que sale con facilidad. Eso es la virtud.

27 Esta penitencia o arrepentimiento sólo puede ser por los pecados propios. De los pecados ajenos nadie puede arrepentirse; pero puede hacer una reparación que no es lo mismo.

28 La virtud de la penitencia, al ser una virtud, debe tener una ayuda especial de Dios, que nunca nos falta. Por eso, aunque nosotros podamos pedir perdón a Dios, mejor es que pidamos a Dios que nos ayude para que este pedir perdón sea realmente sincero. Aunque estemos en sombra y oscuridad, Dios nos enseñará el camino si hay amor.

29 Nuestros ojos te están buscando y tu te escondes sin más.
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30 Muéstranos pronto el camino para poderte encontrar.

31 Muéstranos pronto el camino para poderte encontrar.

32 entre las sombras a nuestro Dios.
Vamos buscando entre las sombras a nuestro Dios.

33 Está en el día y entre nosotros cuando hay amor.

34 Nuestros ojos te están buscando y tu te escondes sin más.

35 Muéstranos pronto el camino para poderte encontrar.

36 Muéstranos pronto el camino para poderte encontrar.
Hacer CLICK

37 ¿Quién puede tener esta virtud de la penitencia
¿Quién puede tener esta virtud de la penitencia? Los que han pecado y pueden seguir pecando. No pudieron tenerla Jesús y la Santísima Virgen. Aunque Jesús recibió el bautismo de Juan, en Jesús no significaba conversión y arrepentimiento.

38 La virtud de la penitencia no la pueden tener los ángeles y los bienaventurados que están ya en el cielo, pues antes de entrar, ya han satisfecho por todos sus pecados. Tampoco la tienen los condenados en el infierno, pues se terminó para ellos el tiempo de las virtudes. Están obsti-nados en el pecado. Y en eso consiste la condenación.

39 Sí la tienen en cierto sentido las almas del purgatorio, que están expiando por sus pecados.
Y la debemos tener nosotros que vamos caminando por esta vida, ya que todos ofendemos en algo a Dios. Por eso debemos hacer frutos dignos de penitencia.

40 Hay algunos que manifiestan esta virtud de la penitencia de modo externo o sensible, hasta con lágrimas. Puede ser bueno, aunque no es completamente necesario. Porque puede darse una gran virtud de penitencia, unida al mismo tiempo a una repugnancia instintiva a todo lo que significa penitencia o renunciamiento sacrificado.

41 Dios quiere la conversión del pecador
Dios quiere la conversión del pecador. Recordamos lo que decía el profeta Ezequiel de parte del Señor: “¿Quiero yo acaso la muerte del impío y no más bien que se convierta y viva?” Jesucristo nos decía que Él había venido no para los justos sino para los pecadores, porque quiere la conversión de los pecadores.

42 Este deseo de perdonar lo iba manifestando Jesús perdonando
Este deseo de perdonar lo iba manifestando Jesús perdonando. Como cuando le dice al paralítico: “Confía, tus pecados te son perdonados”. O hablando de la mujer pecadora y arrepentida: “Ama mucho porque le son perdonados sus muchos pecados”. Perdona a Zaqueo y luego a san Pedro porque ha visto su arrepenti-miento.

43 Especialmente Jesús manifiesta su actitud de perdonar en la parábola del hijo pródigo. Se presenta Jesús como un padre lleno de misericordia que está siempre con los brazos abiertos para recibir al pecador que vuelve a Él.

44 Esto lo realizó sobre todo Jesús en la cruz con el buen ladrón, cuando éste le dijo: “Acuérdate de mi cuando estés en tu reino”. Parecería que se le ensanchó a Jesús el corazón y le faltó tiempo para responder con un gran amor: “Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. Era como un acto de abrazar al que había sido pecador.

45 Hay un pensamiento algo profundo: Dios no nos puede perdonar si nosotros no nos arrepentimos de los pecados. Un hombre sí puede perdonar a otro, aunque el otro no se arrepienta. Porque de suyo, aunque yo le perdone, no le voy a hacer mejor. Pero Dios al manifestar su querer, necesariamente causa un bien, hace buena la voluntad. Pero si esa voluntad está contra Dios, ya que nos ha hecho libres, Dios no puede querer con efectividad. Perdonar es dar la gracia.

46 No se puede estar al mismo tiempo de frente y de espaldas a Dios.
Por todo esto, vemos de una manera más íntima que para recibir el perdón de parte de Dios, es necesario que el que ha sido pecador tenga arrepentimiento y propósito de enmendarse. No se puede estar al mismo tiempo de frente y de espaldas a Dios.

47 Para una persona adulta es más necesaria, para poderse salvar, la virtud de penitencia que el mismo bautismo. Porque si se arrepiente bien de sus pecados, aunque no se pueda bautizar, puede salvarse con el bautismo de deseo. Pero si uno se bautiza sin arrepentirse de sus pecados, no puede obtener la gracia.

48 Dios nos perdona, pero es necesario que hagamos actos de penitencia, porque si no, sería ir contra la santidad de Dios. Sería querer unirse con la santidad de Dios, permaneciendo uno impuro, unido al pecado. También el perdón sería ir contra la justicia de Dios: perdonar si no ha habido alguna reparación.

49 Recordemos el ejemplo de Nínive
Recordemos el ejemplo de Nínive. Dios quería perdonar a esa ciudad, pero necesitaba que hicieran penitencia. Esto lo veía muy difícil aquel profeta Jonás enviado por Dios. Al fin comenzó a predicar y los ninivitas hicieron penitencia. Y Dios les perdonó en un acto de grandiosa misericordia.

50 Terminamos recordando a san Pedro
Terminamos recordando a san Pedro. Fue cobarde y negó a Jesús; pero se arrepintió llorando su pecado. Y no sólo en ese momento. Dice la tradición que muchas veces lloraba ese pecado sintiendo más la misericordia de Jesús.

51 Jesús le perdonó a Pedro su pecado, de modo que ni se lo recordó en su encuentro de resucitado.
Sólo le pidió correspondencia en el amor para darle todo lo que le había prometido: ser el guía externo de la Iglesia.

52 Pedro te negó tres veces:
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53 mil veces yo te negué.

54 Si Pedro lloró su culpa,

55 mi culpa yo lloraré.

56 Si Pedro lloró su culpa,

57 mi culpa yo lloraré.

58 Hoy quisiera llorar igual que Pedro,

59 porque, al igual que Pedro, te he negado.

60 Hoy te vengo a decir que me arrepiento

61 y que soy de los tuyos, y que sigo a tu lado.

62 Hoy quisiera llorar igual que Pedro,

63 porque, al igual que Pedro, te he negado.

64 Pedro te negó tres veces:

65 mil veces yo te negué.

66 Si Pedro lloró su culpa,

67 mi culpa yo lloraré.

68 Si Pedro lloró su culpa,

69 mi culpa yo lloraré.

70 Dice la tradición que Pedro lloraba todas las noches.

71 Que ella también nos consuele a nosotros.
Seguro que lloraría ante la Madre, la Virgen María, quien le daría el consuelo con el perdón. Que ella también nos consuele a nosotros. AMÉN


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