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Publicada porJoaquín Acosta Fidalgo Modificado hace 8 años
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19 de febrero 2006 VII Domingo Tiempo Ordinario VII Domingo Tiempo Ordinario
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Salmo 40 Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Dichoso el que socorre al desvalido: en los días adversos el Señor lo pondrá a salvo. El Señor lo guardará, le hará vivir dichoso sobre la tierra, y no lo dejará a merced de sus enemigos. Dichoso el que socorre al desvalido: en los días adversos el Señor lo pondrá a salvo. El Señor lo guardará, le hará vivir dichoso sobre la tierra, y no lo dejará a merced de sus enemigos.
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Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,calmará los dolores de su enfermedad. Yo dije: “Señor ten piedad de mí, sáname, porque he pecado contra ti.” El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,calmará los dolores de su enfermedad. Yo dije: “Señor ten piedad de mí, sáname, porque he pecado contra ti.”
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Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti. Tú me proteges, porque soy inocente, y me mantienes en tu presencia para siempre. ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, por los siglos de los siglos! ¡Amén, amén! Tú me proteges, porque soy inocente, y me mantienes en tu presencia para siempre. ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, por los siglos de los siglos! ¡Amén, amén!
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Ruinas de Cafarnaún. Al fondo, el Lago. El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad. Lc 4,18 El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad. Lc 4,18
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La Sinagoga de Cafarnaún 1 Después de algunos días entró de nuevo en Cafarnaún y se supo que estaba en casa. 2 Acudieron tantos que no cabían ni delante de la puerta. Jesús se puso a anunciarles el mensaje. 3 Le llevaron entonces un paralítico entre cuatro. 4 Pero, como no podían llegar hasta él a causa del gentío, levantaron la techumbre por encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. 5 Jesús, viendo la fe que tenían, dijo al paralítico. -Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Unos maestros de la ley que estaban allí sentados comenzaron a pensar para sus adentros: 7 -¿Cómo habla éste así?. ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?. 8 Jesús, percatándose en seguida de lo que estaban pensando, les dijo: -¿Por qué pensáis eso en vuestro interior? 9 ¿Qué es más fácil ¿Decir al paralítico: tus pecados te son perdonados o decirle: levántate, carga con tu camilla y vete?. 10 Pues vais a ver que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder para perdonar los pecados. Entonces se volvió hacia el paralítico y le dijo: 11 - Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 12 El paralítico se puso en pie, cargó en seguida con la camilla y salió a la vista de todos, de modo que todos se quedaron maravillados y daban Gloria a Dios diciendo: -Nunca hemos visto cosa igual Marcos 2, 1-12.
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