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UN CURSO DE MILAGROS Sean ustedes muy bienvenidos a un nuevo ciclo de entrenamiento mental. Nos han sido dadas todas las condiciones necesarias para que.

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Presentación del tema: "UN CURSO DE MILAGROS Sean ustedes muy bienvenidos a un nuevo ciclo de entrenamiento mental. Nos han sido dadas todas las condiciones necesarias para que."— Transcripción de la presentación:

1 UN CURSO DE MILAGROS Sean ustedes muy bienvenidos a un nuevo ciclo de entrenamiento mental. Nos han sido dadas todas las condiciones necesarias para que podamos desempeñar la función que Dios nos encomendó. Este curso es quien provee dichas condiciones. No podemos fracasar ya que es verdaderamente muy poco lo que se nos pide. Este curso pretende corregir el único error que jamás cometimos: la creencia de estar separados de nuestra Fuente. El mundo no es más que un escenario a través del cual dicho error puede ser erradicado de nuestra mente. Alegrémonos, pues, de haber elegido embarcarnos en una práctica cuyo desenlace es tan seguro como Dios Mismo. Celebremos, pues a partir de este instante jamás volveremos a pensar que haya algo que pueda estarnos sucediendo que no sea para nuestro beneficio. Y demos gracias pues podemos ahora contarnos entre aquellos que han decidido reconocer que el amor es lo que son, y que nada puede faltarles, pues los milagros han venido a suplir con su poder cada falta que antes creían tener. Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios. UN CAMINO DE RETORNO AL HOGAR DE LA PAZ INTERIOR

2 ¿CÓMO SE ORIGINÓ? Un curso de milagros dio comienzo con la súbita decisión de dos personas de colaborar en el logro de un objetivo común... No es realmente importante quiénes fueron esas personas, excepto que lo ocurrido muestra que con Dios todo es posible... “...me llevé una gran sorpresa cuando cuando me vi escribiendo: 'Éste es un curso de milagros'. Ese fue mi primer contacto con la Voz.” ¿QUÉ ES? Como el propio título lo indica, el Curso está organizado de principio a fin como un recurso de enseñanza. Se compone de tres libros: -Texto: fundamentalmente teórico y expone los conceptos en los que se basa el sistema de pensamiento del Curso. (754 páginas) -Libro de ejercicios: consta de 365 lecciones, una para cada día del año. (522 páginas) -Manual para el maestro: contesta algunas de las preguntas que con mayor probabilidad pueden hacer los estudiantes. (100 páginas) El orden que el estudiante debe seguir al usar los libros y la manera de estudiarlos depende, en cada caso, de sus necesidades y preferencias personales.

3 ¿QUÉ POSTULA? ...Un curso de milagros...establece una clara distinción entre lo real y lo irreal, entre el conocimiento y la percepción. Del conocimiento y de la percepción surgen dos sistemas de pensamiento distintos que se oponen entre sí en todo. Lo que la percepción ve y oye parece real porque sólo admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos del perceptor. Esto da lugar a un mundo de ilusiones, mundo que es necesario defender sin descanso, precisamente porque no es real. Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la percepción, queda atrapado en un sueño. No puede escapar sin ayuda, porque todo lo que sus sentidos le muestran da fe de la realidad del sueño. Dios nos ha dado la Respuesta, el único Medio de escape, el verdadero Ayudante. La función de Su Voz-Su Espíritu Santo- es mediar entre los dos mundos. El objetivo del Espíritu Santo es ayudarnos a escapar del mundo de los sueños, enseñándonos cómo cambiar nuestra manera de pensar y cómo corregir nuestros errores. El perdón es el recurso de aprendizaje excelso que el Espíritu Santo utiliza para llevar a cabo ese cambio en nuestra manera de pensar. El mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de referencia interno: las ideas predominantes, los deseos y las emociones que albergan nuestras mentes. “La proyección da lugar a la percepción”. Primero miramos en nuestro interior qué clase de mundo queremos ver; luego proyectamos ese mundo afuera y hacemos que sea real para nosotros tal como lo vemos. Hacemos que sea real mediante las interpretaciones que hacemos de lo que estamos viendo.

4 A medida que aprendamos a reconocer nuestros errores de percepción, aprenderemos también a pasarlos por alto, es decir, a “perdonarlos”. El pecado se define como una “falta de amor”. Puesto que lo único que existe es el amor, para el Espíritu Santo el pecado no es otra cosa que un error que neceista corrección, en vez de algo perverso que merece castigo El “pequeño yo” procura engrandecerse obteniendo del mundo externo aceptación, posesiones y “amor”. El Ser que Dios creó no necesita nada. Está eternamente a salvo y es eternamente íntegro, amado y amoroso. Busca compartir en vez de obtener; extender en vez de proyectar. No tiene necesidades de ninguna clase y sólo busca unirse a otros que, como él, sean concientes de su propia abundancia. Las relaciones especiales que se establecen en el mundo son destructivas, egoístas e infantilmente egocéntricas. Más si se le entregan al Espíritu Santo, pueden convertirse en lo más sagrado de la tierra: en los milagros que señalan el camino de retorno al Cielo. El mundo utiliza las relaciones especiales como el último recurso en favor de la exclusión y como una prueba de la realidad de la separación. El Espíritu Santo las transforma en perfectas lecciones de perdón y las utiliza como un medio para despertarnos del sueño. Cada una representa una oportunidad de sanar nuestras percepciones y de corregir nuestros errores. Cada una es una nueva oportunidad de perdonarnos a nosotros mismos, perdonando a otros. Y cada una viene a ser una invitación más al Espíritu Santo y al recuerdo de Dios. La percepción es una función del cuerpo, y, por lo tanto, supone una limitación de la conciencia...El cuerpo aparenta ser, en gran medida, auto-motivado e independiente, más en realidad sólo responde a las intenciones de la mente.

5 De por sí, el cuerpo es neutro, como lo es todo en el mundo de la percepción. Utilizarlo para los objetivos del ego o para los del Espíritu Santo depende enteramente de lo que la mente elija. La visión de Cristo es el don del Espíritu Santo, la alternativa que Dios nos ha dado contra la ilusión de la separación y la creencia en la realidad del pecado, la culpabilidad y la muerte. Es la única corrección para todos los errores de percepción... El pecado, la enfermedad y el ataque se consideran ahora percepciones falsas que claman por el remedio que procede de la ternura y el amor. Las defensas se abandonan porque donde no hay ataque no hay necesidad de ellas. Las necesidades de nuestros hermanos se vuelven las nuestras, porque son nuestros compañeros en la jornada de regreso a Dios. Sin nosotros, ellos perderían el rumbo. Sin ellos, nosotros jamás podríamos encontrar el nuestro. Perdonar a otros es la única manera en que nosotros mismos podemos ser perdonados, ya que refleja la ley celestial según la cual dar es lo mismo que recibir. El Cielo es el estado natural de todos los Hijos de Dios tal como Él los creó. El perdón es el medio que nos permitirá recordar. Mediante el perdón cambiamos la manera de pensar del mundo...Al no mantener a nadie prisionero de la culpabilidad, nos liberamos. Al reconocer a Cristo en todos nuestros hermanos, reconocemos Su Presencia en nosotros mismos. Al olvidar todas nuestras percepciones erróneas, y al no permitir que nada del pasado nos detenga, podemos recordar a Dios. El aprendizaje no nos puede llevar más allá. Cuando estemos listos, Dios Mismo dará el último paso que nos conducirá de regreso a Él.

6 ALGUNAS IDEAS BÁSICAS DEL CURSO
Nuestro único y verdadero problema es que creemos estar separados de Dios. Esta creencia no es más que un error que la mente ha cometido. Se trata de un error porque en la realidad la separación de Dios es imposible. Este error es lo que da lugar a la percepción de un mundo que parece ser externo a la mente. Esta ilusión es posible debido a la aparente realidad del cuerpo, que es el medio a través del cual tiene lugar la percepción. Nuestra mente está identificada con un sistema de pensamiento que el Curso llama con el nombre de “ego”. Este sistema de pensamiento nace a raíz del deseo del Hijo de Dios de ser diferente de su Padre, de crear diferente de como Él crea y de ser el padre de Su Padre. Dios no creó el mundo que vemos. El mundo, con todos sus personajes, escenarios, situaciones y dilemas es nuestra propia fabricación. Dios no tiene nada que ver con él. Somos absolutamente responsables del mundo que vemos. Nuestros pensamientos dan lugar al mundo que vemos. ¿Alguien se atreve a pensar que lo que parece estar “ahí afuera” está allí por casualidad? Ya estamos grandecitos. Es evidente que la causa de lo que vemos tiene que estar aquí adentro...

7 No somos nuestro cuerpo, nuestra identidad está mucho más allá de él
No somos nuestro cuerpo, nuestra identidad está mucho más allá de él. El cuerpo no es más que un reflejo de lo que creemos ser. Más el Ser que verdaderamente somos se encuentra mucho más allá del cuerpo y de este mundo. Como respuesta a la ilusión de separación, Dios creó al Espíritu Santo, que es Quien se encarga de corregir los errores de percepción en la mente del pensador. A esta corrección de la percepción se le llama milagro, y desde el sistema de pensamiento que nos propone el Curso, el milagro es algo absolutamente natural. Lo que aprendemos a través del entrenamiento de nuestra mente es a entregar estos errores de percepción al Espíritu Santo, en lugar de querer resolverlos nosotros por nuestra propia cuenta. El mundo, que es un efecto, no puede cambiar. Lo que sí puede y debe cambiar es nuestra mente, que es la causa del mundo que vemos. Lo único que el Espíritu Santo corrige es la sensación de estar separados de nuestra Fuente. Para ello se vale de todo lo que percibimos como externo a nosotros, y lo re-interpreta a la luz del perdón. Lo único que se nos pide para que se pueda efectuar un cambio en nuestra manera de pensar es una “pequeña dosis de buena voluntad”; simplemente estar dispuestos a reconocer que hemos estado equivocados con respecto a todo, y entregar nuestras creencias limitadas para que sean corregidas. Las relaciones constituyen el dispositivo de enseñanza-aprendizaje privilegiado utilizado por el Espíritu Santo para corregir nuestra percepción. Si lo invitamos a formar parte de nuestras relaciones nos enseñará que somos algo

8 más que un ego, que no somos un cuerpo y que somos uno con nuestros hermanos. También nos enseñará que el amor es contenido y no forma y que “no hay otro Amor que el de Dios”. El instante santo es el recurso que tenemos a nuestra disposición inmediatamente para entregarle nuestra interpretación del mundo que vemos, o el aparente problema que percibimos, al Espíritu Santo. Nuestra función aquí consiste simplemente en suspender todo juicio y no pretender determinar qué es lo que debe ser corregido. Eso le corresponde a Él. Debemos estar dispuestos a entregarle todo al Espíritu Santo. Este es un proceso que se da paulatinamente a través de un entrenamiento mental sistemático que permite el des-hacimiento del sistema de pensamiento del ego. El Espíritu Santo sabe perfectamente cuáles son nuestras necesidades y, por lo tanto, sabe qué es lo mejor para nosotros. Él sabe quiénes somos como el Hijo de Dios perfecto, pleno e íntegro, pero también conoce nuestro sueño, nuestras ilusiones. Su Corrección se dará siempre de manera amorosa, simple, directa, en un lenguaje que podamos entender y que no nos atemorice. El Espíritu Santo re-interpreta todos los símbolos que hay en nuestro sueño de separación, y los utiliza como un medio para enseñarnos a recordar quienes somos verdaderamente, lo cual nos conduce, o mejor dicho conduce a nuestra mente, a su estado original de paz, compleción y amor. La Expiación es el plan que Dios ha establecido para restituir la cordura en la mente de Su Hijo. El Hijo perdió su paz una vez que creyó estar separado de su Fuente.

9 El Curso ofrece un entrenamiento mental a través de unas lecciones contenidas en el Libro de Ejercicios, que facilitan el cambio de percepción que la práctica de los ejercicios tiene como propósito lograr. Lo que nos conduce a una nueva experiencia es la práctica de los ejercicios. Sin ésta, cualquier concepto o idea, por más hermoso que parezca ser, no produce efectos en la experiencia El Curso distingue dos niveles de experiencia: uno físico y otro espiritual. Desde esta perspectiva el nivel espiritual es el nivel de las causas, mientras que el físico es el nivel de los efectos. Sin embargo, en el mundo, esto parece ser exactamente al revés. Por lo cual es necesario un entrenamiento que invierta el orden de causa y efecto. El Curso trabaja a nivel de las causas. No lidia con los efectos pues estos no son más que un derivado de las causas. El entrenamiento mental es un des-hacimiento de aquello que obstaculiza la visión espiritual. Lo que esta visión nos muestra es nuestra verdadera Identidad, que al habernos identificado con el ego, hemos olvidado por completo. El ego es un sistema de creencias basado en el miedo. Para mantener vigente en la mente la idea de la separación, que es ilusioria, el ego emplea un sistema de defensa-ataque para mantenerse en pie. Cualquier cosa que amenace su existencia le produce pánico. Al elegir identificarnos con el ego, en lugar de extender amor, que es lo que somos, proyectamos miedo, ubicando la fuente del ataque fuera de nosotros, lo que nos lleva a creer que somos víctimas del mundo que vemos. El mundo es tan solo un espejo de lo que está en nuestra mente. El mundo tiene el significado que nosotros elegimos darle. Por eso somos responsables de lo que vemos, pensamos y sentimos.

10 El perdón que el Curso propone tiene como meta enseñarnos que no hay nada fuera de nosotros. Nos enseña que cuando creemos perdonar a otros, en realidad nos perdonamos a nosotros mismos por nuestras ilusiones. Lo que perdonamos, o pasamos por alto, es aquello que proyectamos sobre otros. El perdón corrige la sensación de estar separados de Dios. Nos muestra que somos invulnerables ante cualquier expresión de falta de amor que percibimos como proveniente del exterior. El propósito del entrenamiento del Curso es que aprendamos a ver a todos y a todo de otra manera. Solo así podremos escaparnos del falso ser que hemos fabricado como sustituto del Ser que verdaderamente somos, y recordar nuestra verdadera Identidad. La salvación es un cambio de mentalidad, un cambio en cuanto al propósito que la mente le confiere al mundo. Recordemos que la mente solo puede elegir entre el ego o el Espíritu Santo. Cuando es el ego quien le confiere un significado al mundo, éste sirve como un medio para justificar la separación de Dios, es decir, el miedo, el ataque y la muerte. Cuando el mundo se percibe a través de la interpretación del Espíritu Santo, aquel se entiende como un lugar en el que lo único que tiene sentido es el perdón. Por lo tanto, todo lo que se percibe en el mundo se convierte en un medio para que la mente pueda recordar su verdadero Origen. ¿Cómo podemos acceder a la interpretación que el Espíritu Santo tiene del mundo que vemos? Renunciando al deseo de querer tener razón. El único que quiere tener razón es el ego, pues su sistema de pensamiento es ilusorio y necesita defensas para mantener su supervivencia y aparente credibilidad. Una vez hemos renunciado a nuestro deseo de querer tener razón, o lo que es lo mismo, a nuestro deseo de atacar, el Espíritu Santo puede enseñarnos a percibir como Él, lo que sin duda nos brindará paz y entendimiento.

11 El Espíritu Santo quiere mostrarnos la causa del error y no sus efectos. Por eso, su invitación es siempre a que miremos en el interior de nuestra mente y seamos concientes de que nuestro sufrimiento procede siempre de haber elegido identificarnos con el miedo en lugar de con el amor, con el ego en lugar de con el Ser que realmente somos. El miedo, el dolor, el resentimiento, la culpa, la muerte, son todas manifestaciones de la separación. De estas manifestaciones es de las que el Espíritu Santo quiere salvarnos pues Él sabe que Dios no las creó. Recordemos que lo que hace el Espíritu Santo, en su Santa Tarea, es mediar entre la percepción o conciencia, que es en donde se experimenta la separación, y el conocimiento o Cielo, que es el estado inmutable del Ser, eterno, perfecto e íntegro.


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