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DIOS ES AMOR Joseph Ratzinger Papa Benedicto XVI

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Presentación del tema: "DIOS ES AMOR Joseph Ratzinger Papa Benedicto XVI"— Transcripción de la presentación:

1 DIOS ES AMOR Joseph Ratzinger Papa Benedicto XVI
25 de diciembre de 2005

2 SEGUNDA PARTE CARITAS, EL EJERCICIO DEL AMOR POR PARTE DE LA IGLESIA COMO “COMUNIDAD DE AMOR”

3 El amor al prójimo, enraizado en el amor a Dios, es ante todo:
La caridad como tarea Toda la actividad de la Iglesia es una expresión de un amor que busca el bien del ser humano. El amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades, incluso materiales, de los hombres. La caridad como tarea de la Iglesia El amor al prójimo, enraizado en el amor a Dios, es ante todo: Una tarea para cada persona y para toda la comunidad eclesial, que necesita de una organización.

4 ¿esto es posible? Son elementos constitutivos de la Iglesia:
La “enseñanza de los Apóstoles”, la “comunión” (koinonia), la “fracción del pan” y la “oración”. Tarea organizada “Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno” (Hch 2, 44-45) A medida que la Iglesia se extendía resultaba imposible mantener esta forma radical de comunión material, pero el núcleo central ha permanecido: en la comunidad de los creyentes no debe haber una forma de pobreza en la que se niegue a alguien los bienes necesarios para una vida digna ¿esto es posible?

5 En busca de soluciones:
Al servicio de la Caridad En busca de soluciones: La elección de los siete diáconos, para atender a viudas y a pobres. (Hch 6, 5-6) Y, en los primeros siglos, la Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra… Hacia el año 155. En la Eucaristía, los que poseen, según sus posibilidades y cada uno cuanto quiere, entregan sus ofrendas al Obispo; para sustentar a los huérfanos, a las viudas y a los que se encuentran en necesidad por enfermedad u otros motivos, así como también a los presos y forasteros. Hacia el año 220. la solicitud de los cristianos por los necesitados de cualquier tipo suscitaba el asombro de los paganos. El diácono Lorenzo(U258): A él, como responsable de la asistencia a los pobres de Roma, tras ser apresados sus compañeros y el Papa, se le concedió un cierto tiempo para recoger los tesoros de la Iglesia y entregarlos a las autoridades. Lorenzo distribuyó el dinero disponible a los pobres y luego presentó a éstos a las autoridades como el verdadero tesoro de la Iglesia. Cualquiera que sea la fiabilidad histórica de tales detalles, Lorenzo ha quedado en la memoria de la Iglesia como un gran exponente de la caridad eclesial. Siglos IV-VI, en Egipto: Cada monasterio tenía el servicio de la caridad, con capacidad jurídica a la que las autoridades civiles confían una cantidad del grano para su distribución pública. Las diaconías de Roma están documentadas a partir del siglo VII y VIII.

6 Se implican mutuamente y no pueden separarse
DOS DATOS ESENCIALES 1.La Iglesia tiene una triple tarea: Anuncio de la Palabra de Dios (kerigma/martyria) celebración de los Sacramentos (liturgia) y servicio de la caridad (diakonía) Se implican mutuamente y no pueden separarse Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia. 2.La Iglesia es la familia de Dios en el mundo En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero también la caritas-agapé es universal -parábola del buen Samaritano (Lc 10, 31)-. La Carta a los Gálatas nos dice: “Mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe” (Gal 6, 10).

7 Justicia y caridad Desde el siglo XIX hay una objeción contra la actividad caritativa de la Iglesia, y más con el pensamiento marxista: “los pobres no necesitan obras de caridad, sino de justicia”. La limosna sería un modo de que los ricos acallen su conciencia y eludir lo que implica la justicia. Se debe reconocer que en esta argumentación hay algo de verdad. El Estado debe lograr un orden justo de la colectividad. Se debe admitir que los representantes de la Iglesia percibieron sólo lentamente que el problema de la estructura justa de la sociedad se planteaba de un modo nuevo. Pero no faltaron ejemplos como: el Obispo Ketteler de Maguncia († 1877). surgieron círculos, asociaciones, uniones, federaciones y nuevas Congregaciones religiosas se dedicaron a los pobres, enfermos y a las situaciones de carencia en el campo educativo. A partir de 1891 se escriben las Encíclicas sobre doctrina social por los papas León XIII, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II En 2004 ha sido redactado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz el Compendio de la doctrina social de la Iglesia.

8 Que propone orientaciones válidas mucho más allá de sus confines.
Justicia y caridad La doctrina social de la Iglesia se ha convertido en una indicación fundamental Que propone orientaciones válidas mucho más allá de sus confines. Estas orientaciones se han de afrontar en diálogo con todos los que se preocupan seriamente por el hombre y su mundo. Relación entre el compromiso por la justicia y el servicio de la caridad: El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. La justicia es el objeto y la medida de toda política. Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.

9 En este punto, política y fe se encuentran…
Justicia y polItica En este punto, política y fe se encuentran… Pero… ¿qué es la justicia? Aquí se sitúa la doctrina social católica: No pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. No quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias ideas y modos de comportamiento. DESEA CONTRIBUIR A LA PURIFICACIÓN DE LA RAZÓN Y APORTAR SU PROPIA AYUDA PARA QUE LO JUSTO, AQUÍ Y AHORA, PUEDA SER RECONOCIDO Y DESPUÉS PUESTO TAMBIÉN EN PRÁCTICA. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia. Pero la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables.

10 La doctrina social de la Iglesia
Iglesia y justicia La doctrina social de la Iglesia Quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales. No puede ni debe: emprender la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. Debe despertar las fuerzas espirituales sin las que la justicia no puede afirmarse ni prosperar. quedarse al margen en la lucha por la justicia. Le interesa trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad hacia el bien. sustituir al Estado.

11 Justicia y caridad EL AMOR –CARITAS- SIEMPRE SERÁ NECESARIO, INCLUSO EN LA SOCIEDAD MÁS JUSTA. Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. El Estado que quiere proveer de todo se convierte en una instancia burocrática. Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que reconozca y apoye iniciativas. La Iglesia brinda a los hombres no sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma; una ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material.

12 La caridad debe animar su existencia y actividad
Justicia y caridad La misión de los laicos. La caridad debe animar su existencia y actividad Tienen el deber de actuar a favor de la justicia. Están llamados a participar en la vida pública. No pueden eximirse de promover el bien común. Su misión es configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y cooperando con los otros ciudadanos según las competencias y con responsabilidad.

13 Servicio caritativo La situación general del compromiso por la justicia y el amor en el mundo actual. Hoy vemos cada día lo mucho que se sufre en el mundo. Ahora se puede contar con innumerables medios de ayuda humanitaria a los necesitados. El Estado y las asociaciones favorecen iniciativas en este campo. Han surgido muchas formas nuevas de colaboración entre entidades estatales y eclesiales. Esto es una escuela de vida para los jóvenes, que educa a la solidaridad y la disponibilidad

14 La caridad Elementos que constituyen la esencia de la caridad cristiana y eclesial. La respuesta a una necesidad inmediata: hambrientos, desnudos, enfermos, prisioneros… Con laicos formados apropiadamente, asumiendo el compromiso con sentido de continuidad. Siendo competentes profesional y humanamente; con una “formación del corazón”. Ha de ser independiente de partidos e ideologías. No ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. EL AMOR ES GRATUITO. Quien ejerce la caridad nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Los laicos han de ser testigos creíbles de Cristo.

15 Los responsables de la acción caritativa de la Iglesia:
Caridad e Iglesia Los responsables de la acción caritativa de la Iglesia: El sujeto primordial es la Iglesia misma. La Iglesia, como familia de Dios, debe ser, hoy como ayer, un lugar de ayuda recíproca y al mismo tiempo de disponibilidad para servir también a cuantos fuera de ella necesitan ayuda. Los obispos tienen la responsabilidad de cumplir el programa de los Hechos de los Apóstoles (2, 42-44). Los colaboradores han de ser: Guiados por la fe que actúa por el amor, no por una ideología. Movidos por el amor de Cristo, despertando en ellos el amor al prójimo. Trabajadores con la Iglesia, y con el Obispo. Testigos de Dios y de Cristo, y hacedores del bien a los hombres gratuitamente. Sintonizadores con otras organizaciones de servicio. Instrumentos en manos del Señor.

16 La oración como medio para recibir constantemente fuerzas de Cristo.
ORACION Ante la inmensa necesidad podemos Inclinarnos hacia la ideología que pretende realizar ahora lo que no consigue Dios. Dejarnos llevar de la tentación a la inercia ante la impresión de que no se puede hacer nada. Quien reza no desperdicia su tiempo. La oración es una fuente inagotable para la eficacia y dedicación en el amor al prójimo. Es imprescindible reafirmar la importancia de la oración ante el activismo y el secularismo de muchos cristianos comprometidos en el servicio caritativo.

17 ORACION El cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios o corregir lo que Él ha previsto. Busca el encuentro con el Padre de Jesucristo. La familiaridad con el Dios personal y el abandono a su voluntad impiden la degradación del hombre, lo salvan de doctrinas fanáticas y terroristas. Así evita que el hombre se erija en juez de Dios. Job puede quejarse ante Dios por el sufrimiento incomprensible… A menudo no se nos da a conocer el motivo por el que Dios no interviene. Nadie nos impide gritar, como Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” “Si lo comprendes, entonces no es Dios” San Agustín Dios es Padre y nos ama, aunque su silencio siga siendo incomprensible

18 FE, ESPERANZA Y CARIDAD ESTÁN UNIDAS.
Esperanza, fe y amor FE, ESPERANZA Y CARIDAD ESTÁN UNIDAS. La esperanza se relaciona con la virtud de la paciencia, y con la humildad. La fe nos muestra a Dios y suscita en nosotros la certeza de que Dios es amor. Nos transforma y nos pone en las manos de Dios. La fe suscita el amor. El amor es una luz que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar.

19 Muchos ejemplos CONCLUSIÓN. Contemplemos a los santos, quienes han ejercido de modo ejemplar la caridad. San Martín de Tours: soldado y después monje y obispo; a las puertas de Amiens compartió su manto con un pobre. Los monjes, como San Antonio Abad. Lugares de acogida, hospitalidad… junto a monasterios. Muchas iniciativas de promoción humana y cristiana, a cargo de Órdenes monásticas… e Institutos religiosos. Santos como Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Vicente de Paúl, Juan Bosco, modelos de caridad social para todos los hombres de buena voluntad. Los santos fueron hombres y mujeres de fe, esperanza y amor.

20 SU PROGRAMA DE VIDA: no ponerse a sí misma en el centro, sino dejar espacio a Dios, a quien encuentra tanto en la oración como en el servicio al prójimo. Sobresale MARIA María es grande precisamente porque quiere enaltecer a Dios en lugar de a sí misma. Ella es humilde: no quiere ser sino la sierva del Señor. Sabe que contribuye a la salvación del mundo poniéndose a disposición de la iniciativa de Dios. Es una mujer de esperanza: cree en las promesas de Dios y espera la salvación de Israel. Es una mujer de fe: la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Es una mujer que ama: En sus gestos silenciosos de la infancia de Jesús. En la delicadeza con los esposos de Caná. En la humildad: acepta ser olvidada en la vida pública de Jesús.

21 María se ha convertido en Madre de todos los creyentes
María se ha convertido en Madre de todos los creyentes. A ella se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia. Y siempre experimentan el don de su bondad, el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón. La devoción de los fieles muestra cómo es posible el amor: se alcanza en la unión más íntima con Dios, una condición que permite a quien ha bebido en el manantial del amor de Dios convertirse a sí mismo en un manantial “del que manarán torrentes de agua viva” (Jn 7, 38).

22 A María confiamos la Iglesia, su misión al servicio del amor:
Santa María, Madre de Dios, tú has dado al mundo la verdadera luz, Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios. Te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él. Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento Roma, junto a san Pedro, primer año de mi Pontificado.


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