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TEMA 24 La pintura italiana del trecento: Siena y Florencia.

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1 TEMA 24 La pintura italiana del trecento: Siena y Florencia

2 La pintura gótica, implica un gran cambio respecto a la pintura románica, debido a la progresiva reducción de los muros y su sustitución por vidrieras, lo que supone la búsqueda de otros soportes, desarrollándose la pintura sobre la tabla.             Aunque en pintura gótica es más difícil hablar de características generales, ya que se suele analizar las diversas escuelas y tendencias, podemos señalar las siguientes: -         Las técnicas empleadas son variadas según los soportes: temple y óleo, en pintura sobre tabla,  y el fresco en las pinturas murales. -         El dibujo tiene una gran importancia: delimita formas, marca modelados, crea ritmos compositivos.. -         Importancia del modelado, desde tonos planos al juego de contraluces -         La luz contribuye a destacar el volumen, pero en general no es una luz real y puede tener contenido simbólico -         El color es un elemento clave, se utiliza en gamas ternarias, con frecuencia es un colorido irreal lleno de contenido simbólico -         El interés por la perspectiva también evoluciona, aparece la preocupación por el espacio pictórico a partir del siglo XIV, con los pintores italianos y el gótico internacional -         La composición tiene muy en cuenta el eje de simetría, con los elementos orientados hacia el centro teórico del cuadro. -         Las formas de expresión reflejan un nuevo ideal estético hacia un naturalismo idealizado individual  y expresivo, al igual que en la escultura. -         La temática religiosa, y en menor escala también la profana -         Tiene un carácter narrativo y finalidad didáctica y devocional

3 LA ESCUELA FLORENTINA:
GIOTTO (Giotto di Bondone)

4 Giotto di Bondone, mejor conocido solo por su nombre de pila (Colle di Vespignano, 1267? - Florencia, 8 de enero de 1337) fue un notable pintor, escultor y arquitecto italiano del Trecento. Se lo considera el primer artista de los muchos que contribuyeron a la creación del Renacimiento italiano y uno de los primeros en sacudirse las limitaciones del arte y los conceptos medievales. Si bien se limitó mayormente a pintar temas religiosos, fue capaz de dotarlos de una apariencia terrenal, llena de sangre y fuerza vital.

5 Giotto: precursor de la pintura del Renacimiento
Su revolucionario enfoque de la forma y su manera de representar el espacio «arquitectónico» realista (sus figuras son a escala en relación con los edificios y los paisajes que las rodean) marcan un gran salto hacia delante en la historia de la pintura. Se considera que la pintura gótica alcanzó su cumbre con Giotto, quien tan espléndidamente sumó y revigorizó todo lo que se había hecho antes de él. Por primera vez tenemos en la pintura europea lo que el historiador Michael Levey denomina «una gran personalidad creativa». Sin embargo, la verdadera era de las «personalidades» fue el Renacimiento, y no es por casualidad que los escritores de la época siempre empiecen con Giotto. Como un gigante, abarca los dos períodos, ya que era de su época y se adelantó a ella. No obstante, sus fechas lo sitúan en el período que llamamos gótico, con su clima de gracia espiritual y el deleite primaveral en la frescura del color y en la belleza del mundo visible. Lo que los artistas góticos consiguieron fue representar una solidez de forma donde los pintores anteriores habían mostrado un mundo lineal, falto de volumen y con poca sustancia, a pesar de su fuerza espiritual. .

6 La Capilla de la Arena de Padua está decorada con la mejor obra de Giotto que ha llegado hasta nosotros, un ciclo de frescos pintados alrededor de que representan escenas de la vida de la Virgen y de la Pasión. La Deposición de Cristo de Giotto (arriba), uno de ¡ los frescos de la pared norte de la Capilla de la I Arena, es el final de la misma aventura cuyo comienzo vimos en la Llamada de los apóstoles de Duccio. Giotto ha reunido todas sus fuerzas para plasmar uno de los mayores episodios de la vida de Cristo. En contraste con las remotas alturas de las Madonas entronadas de Duccio y Cimabue, Giotto sitúa la acción a la altura del ojo humano, creando así una sorprendente veracidad y transformando el hecho conocido en un drama intensamente conmovedor y real. El gran cuadro vibra de actividad; los santos muestran su dolor, todos claramente diferenciados y atentos a una acción específica. La madre, una mujer con una determinación casi masculina (Giotto siempre la pinta alta y majestuosa), sujeta el cádaver contra su cuerpo, controlada y trágica. María Magdalena, que sujeta humildemente sus pies, contempla a través de sus lágrimas las marcas de los clavos. San Juan aparece en un exagerado gesto de dolor, con los brazos hacia atrás y su torso inclinado a la terrible realidad. Los hombres más mayores, Nicodemo y José de Arimatea, permanecen de pie a un lado, reticentes y tristes, mientras las compañeras de María, que la sujetan a los pies de la cruz, sollozan, se lamentan y derraman las lágrimas que ella no derrama. Una tierra tan manchada de sangre no es un lugar para los ángeles, pero éstos bajan en picado y dan vueltas en el aire con los gemidos de su dolor. Un árbol solitario y sin hojas en la árida colina al fondo sugiere el horror de la muerte; sin embargo, el azul oscuro del cielo tiene una secreta luminosidad. Giotto y sus contemporáneos sabían, aunque quizá los apasionados ángeles no lo supiesen, que Cristo iba a resucitar. La extraña contención de la VIrgen puede surgir de esa profética certidumbre interior, y es una medida de la convicción narrativa de Giotto que nosotros consideremos estas posibilidades. Los colores y las formas, tan claros, sólidos y completos, reafirman esta certeza mística sin otorgar ninguna concesión a la aparente desesperanza. Seis siglos después, el artista Henri Matisse dijo que no se necesitaba conocer la historia del evangelio para captar el significado del cuadro de Giotto: lleva su propia verdad en su interior. .

7 Giotto. Capilla de la Arena. Padua.

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18 LA ESCUELA DE SIENA DUCCIO Y SIMONE MARTINI

19 Duccio di Buoninsegna, 1278-1319).

20 DUCCIO Pintor italiano, precursor del estilo renacentista, que llevó a la cumbre el arte medieval italiano de tradición bizantina. Nació en Siena y fue el fundador de la escuela pictórica de esta ciudad. Sus trabajos, de carácter religioso, se caracterizan por la sensibilidad del dibujo, la habilidad de la composición, la calidad decorativa similar a los mosaicos y una intensidad emocional mayor que la del modelo bizantino que seguía. Su obra más famosa, y la única firmada, es la Maestà ( ), un gran retablo pintado por ambas caras; en la actualidad la mayor parte de esta obra se encuentra en el museo de la Catedral de Siena. La parte frontal muestra a la Virgen entronizada y rodeada de un gran número de ángeles, santos y apóstoles, levemente naturalistas. El reverso del retablo (que fue separado en 1795) contiene 26 escenas del magisterio y la pasión de Cristo. En algunas ya puede verse un tratamiento nuevo, más realista de la perspectiva. Las escenas de la predela (pintura de la zona inferior del retablo bajo el panel central) se hallan dispersas en varios museos. Otra pieza fundamental de Duccio di Buoninsegna es la Madonna Rucellai (encargada en 1285). Se trata de un retablo que muestra a la Virgen sentada en el trono con el Niño Jesús, con un fondo de oro de tradición bizantina y flanqueada por ángeles de rodillas. Esta obra la pintó para la iglesia de Santa María Novella de Florencia y en la actualidad se encuentra en la Galería de los Uffizi. Entre todas las obras que se le atribuyen están algunos paneles pequeños y polípticos de la Virgen.

21 Durante los siglos XIII y XIV , la ciudad de Siena rivalizó con Florencia en cuanto al esplendor de sus artes. Si Giotto revolucionó el arte florentino, Duccio y sus discípulos fueron responsables de la pequeña, pero importante, revolución en el sur. Duccio es un pintor de fuerza tremenda. Su mejor obra es su Maestá, encargada para la catedral de Siena en 1308 e instalada allí con gran ceremonia, en Un cronista describió las festividades: «Los sieneses la llevaron [la Maesta] a la catedral el 9 de junio con grandes devociones y procesiones [...] haciendo sonar campanas de alegría, y ese día las tiendas cerraron por devoción». Parece increíble que esta gran obra fuese fragmentada y vendida, en parte porque ya no se apreciaba. El único beneficio de esta locura cultural es que ahora museos de todo el mundo tienen tablas de la Maestá. Duccio pintó la Maestá por ambos lados; la parte frontal estaba dividida en tres partes. El panel principal (arriba) mostraba a la Madre y al Niño sentados en un trono rodeado de ángeles y santos. En la base había una predela (franja pictórica situada en la parte inferior) decorada con escenas de la infancia de Cristo. La franja de la parte superior estaba decorada con escenas de los últimos años de la vida de la VIrgen; las dos se han perdido. La parte trasera estaba pintada con escenas de la vida de Cristo (se conocen 26). Entre las escenas de la parte trasera de la Maestá que se conservaron en Siena se encuentra Las mujeres santas en el sepulcro (izquierda). Es el momento de la Pasión en el que las tres Marías descubren la tumba vacía de Cristo, y el arcángel Gabriel les comunica que ha resucitado. Esta pintura tiene una austeridad y una gracia tan poderosas que hacen que nos demos cuenta de la urgencia del mensaje cristiano. Lo que interesa a Duccio no es la psicología de las mujeres (como le interesaría a Giotto), sino el milagro de la sagrada influencia recíproca en ese punto tan importante de la Pasión. Las figuras de la pintura se acercan unas a otras y sin embargo, no llega a existir contacto entre ellas. Nos están mostrando un mundo de espiritualidad que ninguno de nosotros puede comprender, ni siquiera el mismo artista. La maravillosa reserva e independencia de la obra de Duccio es una de sus cualidades más características. Duccio parece pintar desde la distancia, mientras que Giotto se identifica totalmente con sus historias, crea verdaderos dramas y nos involucra al explicárnoslas. Aunque la composición rígida y formal de la parte frontal de la Maestá revela fuertes lazos de unión con la tradición bizantina, la influencia del norte de Europa (que Duccio recibió de segundas a través de la escultura de Nicola y Giovanni Pisano) puede apreciarse en las formas agraciadas y onduladas de las figuras -un ejemplo temprano del encanto refinado que caracteriza a todo el arte gótico.

22 DUCCIO. LA MAESTÁ

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26 SIMONE MARTINI

27 Simone Martini es uno de los más originales e influyentes artistas de la escuela de Siena, su ciudad natal. Basándose en las técnicas de representación tridimensional del espacio desarrolladas por el maestro sienés Duccio de Buoninsegna, Simone añadió una refinada línea de contorno y de gracia y serenidad a la expresión. Pintó muchos frescos, introduciendo la técnica de esta pintura en la escuela de Siena. Realizó también paneles para retablos, como el de La virgen y el niño (1320) para la iglesia de Santa Catalina de Pisa. Simone vivió en Asís durante un tiempo y realizó uno de sus mejores frescos, ilustrando algunos momentos de la vida de san Martín para la capilla del mismo nombre. En 1339, a petición del papa Benedicto XII, fue a Avignon, donde realizó los frescos del palacio papal y la catedral. Entre sus obras destacan San Juan Bautista (Galería Nacional de Arte de Washington) y La Anunciación (1333, Galería de los Uffizi de Florencia), considerada como una de las mejores realizaciones de la escuela de Siena

28 El artista gótico por excelencia es Simone Martini (h. 1285-1344)
El artista gótico por excelencia es Simone Martini (h ). De los pintores sieneses, es el único del que se puede decir que rivalizó con su maestro, el gran Duccio. Puesto que Simone era, artísticamente hablando, un descendiente directo de Duccio, su arte todavía tiene nexos de unión con la tradición bizantina de remota espiritualidad. También reconoció las innovaciones espaciales de Giotto y el elegante estilo gótico de Europa del norte (representado por Francia), que en aquella época era popular en Siena. En 1260, el monarca francés Roberto de Anjou trasladó su corte aNápoles, y antes de 1317, Simone fue llamado a la corte para pintar un encargo del rey. Simone estaba muy influido por el arte de la corte de Anjou, con su característica elegancia y su refinamiento cortesano que diferenciaba al gótico francés de las primeras evoluciones italianas. La influencia del estilo gótico del norte en el arte italiano es más visible en la obra de Simone: su preocupación por la forma elegante, por las líneas ininterrumpidas que fluyen libremente y por el dibujo; el manierismo y los gestos delicados de sus figuras, y la preciosa cualidad de artesano de sus pinturas lo revelan como el artista definitivo del estilo gótico italiano y como un exponente temprano del estilo gótico internacional.

29 Las figuras de Simone tienen una extraordinaria fluidez física; tanto si son angelicales como humanas, vibran y recorren la escena de una forma sorprendentemente bella, como sifuesen habitantes mágicos de nuestro mundo y del cielo. Tienen los pies, firmemente apoyados en la tierra y, !sin embargo, todo el ser respira los hechizos de otra realidad. No hay ningún artista parecido a Simone, ni en el gran atrevimiento de sus combinaciones de colores ni en la fuerza persuasiva con la que nos invita a entrar en el mundo de su singular imaginación. Su sentido del drama queda bien claro en El ángel y la Anunciación (arriba), expuesto en la galería Uffizi, en Florencia. En este cuadro vemos cómo María se encoge, casi asustada por la solemnidad de la petición de que dé a luz al Hijo de Dios. Pero incluso en este momento de perplejidad espiritual,

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31 El ángel de la Anunciación (derecha), otra versión del mismo tema, se cree que fue un díptico cuyo panel derecho se ha perdido. En él se veía a la Virgen a quien el ángel extiende el brazo en el que lleva una rama de olivo. La ausencia de la Virgen es casi un felix culpa (un feliz infortunio), ya que ahora nos vemos forzados a ponemos en su lugar y a entrar en el drama silencioso.

32 María vibra con la gracia gótica tan característica del arte de Simone
María vibra con la gracia gótica tan característica del arte de Simone. Va toda de azul, color que generalmente simboliza el cielo; el ángel, deslumbrante en tonos dorados. El observador se da cuenta del encuentro sagrado en el que el cielo y la tierra se convierten en uno solo. María y el ángel, que cierran los ojos, se conmueven el uno al otro.

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