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Ciclo A Domingo XIX del Tiempo Ordinario

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Presentación del tema: "Ciclo A Domingo XIX del Tiempo Ordinario"— Transcripción de la presentación:

1

2 Ciclo A Domingo XIX del Tiempo Ordinario
«Mándame ir hacia ti andando sobre el agua»

3 Primera Lectura - I Reyes 19,9a.11-13a
9 En aquellos días, cuando Elías llegó al Horeb, el monte de Dios, se metió en una cueva donde pasó la noche. 11 El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor». Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. 13 Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Palabra de Dios Te alabamos Señor

4 «Ponte de pie en el monte ante el Señor»
Elías busca en el Sinaí -Horeb- la comunicación con Dios. Ha escapado de Israel, perseguido de muerte. Ha deseado morir en el camino. Una voz, un vaso de agua y un trozo de pan lo han traído hasta aquí.

5 Aquí estuvo también Moisés
Aquí estuvo también Moisés. Y aquí oyó la voz de Dios y sintió el peso de su presencia. Pasó delante de él. Elías recibe una experiencia semejante: Dios se digna pasar ante él. Pero la teofanía, en este caso, reviste modales especiales un tanto sorprendentes. No son ni el huracán ni el terremoto ni la tormenta, ni el rayo ni el temblor ni el trueno los que acompañan a Dios. Dios pasa en susurro tenue y suave. Elías se cubre el rostro. ¿Quiere Dios reprochar al fogoso Elías su excesivo e intempestivo celo?

6 comunicación de Dios a sus siervos.
¿Querrá Dios darnos una enseñanza sobre la espiritualidad y suavidad del Dios de Israel? Algunos piensan así también. Otros, ven aquí la profunda, sutil y penetrante comunicación de Dios a sus siervos. Otros, por último, recuerdan la necesidad de consuelo en que se encontraba el profeta y ven en ello, una delicada acción de Dios consolando a Elías como suave brisa, acariciador, asequible, humano. Con todo hay que taparse la cara a su paso. Es en verdad un Dios cercano, pero siempre transcendente.

7 Salmo 85(84) 9ab 9 Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón. 10 Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. 11 El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; 12 la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. 13 El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. 14 La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.

8 «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación»
El salmo, como unidad, es un salmo de súplica. A la súplica que presenta el pueblo responde Dios -en el profeta o sacerdote- con la bendición y la paz. Es un oráculo de salvación. Por ahí ha de correr nuestro espíritu.

9 Hay un gemido, acuciado por la necesidad: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
¿Quién no las necesita? Dios nos las promete; en Cristo de forma perfecta. Desde el alimento cotidiano -que no siempre sabemos agradecer- hasta la paz eterna. Vivimos entre súplicas y esperanzas. La promesa es segura: la bendición de ahora es ya comienzo de la vida eterna. El Misterio de Cristo lo garantiza: nuestra Paz y nuestra Justicia.

10 Segunda Lectura - Romanos 9,1-5
1 Hermanos: Digo la verdad en Cristo, mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. 2 Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. 3 Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza. 4 Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas. 5 A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén. Palabra de Dios Te alabamos Señor

11 «Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos»
El corazón de Pablo sangra de dolor. El pueblo judío -¡su pueblo!- queda al margen del evangelio, al margen de la salvación. El pueblo, preparado desde tiempo inmemorial para recibir el Reino, desatiende engreído la oferta. Todas las maravillas de antaño, todas las llamadas de los profetas, todos los pensamientos y cantos de los sabios, quedan sin efecto para ellos.

12 Con sencillez y reverencia alabamos la decisión salvadora de Dios.
El pueblo hebreo reniega de Cristo, maldice al Señor. El pueblo, llamado a ver la Luz, queda en las tinieblas; el pueblo, llamado a la Libertad, elige la esclavitud; el pueblo, llamado hijo de Dios, se aleja de la Casa; el pueblo, llamado al Reino, se queda fuera de la Ciudad. Pablo inclina respetuoso la cabeza ante el misterio de Dios y sufre, y tan sincero es su dolor que desea ser, si esto valiera, condenación -anatema- por la salvación de su pueblo. Algo semejante deseó Moisés en su tiempo. Jesús murió condenado, por salvar a su pueblo. Con sencillez y reverencia alabamos la decisión salvadora de Dios.

13 Lectura del Santo Evangelio - Mateo 14,22-33
22 En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 23 Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. 27 Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman». 28 Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».

14 29 «Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. 30 Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». 31 En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». 32 En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios». Palabra de Dios Gloria a Ti, Señor Jesús

15 «Mándame ir hacia ti andando sobre el agua»
La lectura comienza con un apremio de Jesús a su discípulos a que suban a las barcas y se alejen de allí porque Jesús había multiplicado los panes y querían hacerle Rey. Jesús deshace así un mal entendido sobre su persona: Él no ha venido a eso. Jesús se recoge a orar. A solas. En la noche ocurre un milagro.

16 Hay una adoración de su persona.
Para los apóstoles es como una manifestación de la naturaleza y poder superiores de Jesús. Jesús domina las fuerzas de la naturaleza. Jesús es el Señor, el Hijo de Dios. Hay una adoración de su persona.

17 ¡está a la altura de Jesús! La poca fe le hace tambalear y hundirse.
Aparece también Jesús salvador: Sálvame, Señor,… grita Pedro. El texto está lleno de sugerencias y alusiones: No temáis…Pedro puede caminar sobre las aguas siguiendo la voz de Jesús: ¡está a la altura de Jesús! La poca fe le hace tambalear y hundirse.

18 La debilidad y “audacia” de Pedro son una enseñanza para todos.
Pedro sin fe -lo mismo cualquier discípulo de Cristo- está a merced del viento y de las olas, a merced del maligno. Jesús está sobre ellos. También lo están sus discípulos, si se mantienen firmes en la fe. La debilidad y “audacia” de Pedro son una enseñanza para todos. Somos con frecuencia atrevidos hombres de poca fe.

19 Amenazan destrozarla, hundirla. Jesús vela por los suyos.
También la barca está cargada de simbolismo. Pensemos en la Iglesia, azotada y zarandeada con frecuencia por los vientos. Los poderes hostiles la acometen con fuerza. Amenazan destrozarla, hundirla. Jesús vela por los suyos.

20 Jesús aquieta las tempestades
Jesús aquieta las tempestades. Jesús salva a su Iglesia, la Barca de los Doce. El discípulo grita: Sálvame, Señor. Jesús reprocha: Hombre de poca fe. Jesús impone la calma. Los Doce le adoran. Es el retrato de la Iglesia. Es su historia. No hay por qué temer: Jesús está en ella.

21 Gracias Señor por tu Palabra purificadora,
que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela y compromete. Concédenos vivir conforme a ella.

22 A que tu barca, la barca de tu Iglesia,
TENGO MIEDO, SEÑOR P. Javier Leoz A que tu barca, la barca de tu Iglesia, me lleva a horizontes desconocidos A que, tu Palabra, veraz y nítida deje al descubierto el “pedro” que habita en mis entrañas. De caminar sobre las aguas de la fe De nadar contracorriente De mirarte y estremecerme De hundirme en mis miserias y en mis tribulaciones en mi falta de confianza y…de mis exigencias contigo. De que me vean avanzando en medio de las olas del mundo con las velas desplegadas de la fe Que me divisen, de cerca o de lejos, navegando en dirección hacia Ti TENGO MIEDO, SEÑOR De que, en las dificultades, no respondas como yo quisiera. Que, en las tormentas, no me rescates a tiempo. Que, en la lluvia torrencial, no acudas en mi socorro. Por eso, porque tengo miedo, Señor, mírame de frente, de costado y de lado para que, en mis temores, Tú seas el Señor El Señor que venga en mi rescate. Amén

23 Si deseas recibir el Evangelio del Domingo
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