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NATURALEZA DEL HOMBRE UNITARISMO O DUALISMO.

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1 NATURALEZA DEL HOMBRE UNITARISMO O DUALISMO

2 INTRODUCCIÓN Desde su propia experiencia el hombre ha llegado a detectar en su ser una doble dimensión: la corporal, y la intelectual o espiritual. ¿Cómo concebir esas dos dimensiones y cómo explicar el acoplamiento entre las dos para constituir el individuo humano como persona?

3 1. Concepción hebrea del hombre
Predomina en ella una visión sintética y totalitaria. Se concibe al hombre como una unidad muy estrecha. Los semitas no distinguían entre el alma y el cuerpo, como lo hacía Platón, sino que como los primitivos comprendían al hombre en su unidad físico-psíquica. Discuten los especialistas si la concepción helenista ha hecho su presencia en los últimos libros del AT. Sb 8, 19-20; 9, 15.

4 2. Concepción griega del hombre
Nos referimos a la pitagórica-platónica por la importancia que ha tenido en la teología. Predomina en ella la concepción dicotómica (separación cuerpo-alma). Las almas preexisten al cuerpo, en el que son introducidas como castigo por haber cometido una falta. El cuerpo es una cárcel y la redención del alma está en salir de él para volver al mundo de su preexistencia. Alma y cuerpo se unen como la barca y el barquero; son dos sustancias distintas. La esencia del hombre está en el alma espiritual; el cuerpo es fuente del error y del pecado.

5 3. La tradición La concepción antropológica en la teología no ha sido uniforme a lo largo de los siglos. Influenciados por corrientes diversas de pensamiento, con las que dialogan, los teólogos se han apoyado en diversas antropologías, con tal de salvaguardar la verdad revelada. El comienzo de la Tradición está marcado por la lucha con los gnósticos. Los apologetas parten de la noción del hombre como imagen y semejanza de Dios su subrayan frente a la gnosis el valor del cuerpo humano. La carne, no el alma, es la que está destinada a la vida en el Espíritu.

6 San Justino El misterio y valor el hombre se encierra en su cuerpo plasmado por Dios y en el elemento que vivifica el alma, al que Justino llama pneuma o logos. Hace incapié en la libertad, mediante la cual el hombre puede insertarse en el proyecto divino de salvación. Según Justino, las almas no van al cielo hasta la resurrección de la carne.

7 San Ireneo Ireneo aprueba la definición del hombre como compuesto de alma y cuerpo. No bastan el cuerpo y el alma para tener al hombre perfecto, hay que añadir el Espíritu, que es el que obra la salvación de la carne.

8 Tertuliano También Tertuliano admite que el hombre está compuesto de alma y cuerpo. Para Tertuliano, lo específico del hombre es el cuerpo, que fue lo primero que creó Dios y por él se diferencia de los ángeles.

9 Escuela Alejandrina Influencia del platonismo filoniano (Filón de Alejandría) en la Escuela de Alejandría. Para Clemente, el alma es de mayor dignidad que el cuerpo. El hombre es imagen de Dios en la nous, es decir en su parte racional, que Clemente llama “el hombre interior”. El alma es la que constituye propiamente al hombre. También para Orígenes, el alma, dotada de libertad, es el núcleo y la esencia del hombre. Las almas son creadas antes de ser infundidas en el cuerpo. Por su pecado son castigadas y encerradas en la materia. El alma ha de ser liberada del cuerpo para ser feliz.

10 Lactancio Lactancio (¿245? - ¿325?) defiende que el alma procede directamente de Dios. El cuerpo solo de manera indirecta. Por eso aquella es superior a este. Cada alma individual es creada inmediatamente por Dios en el momento de la concepción del individuo humano.

11 San Agustín Agustín sigue también la concepción dualista del hombre.
El alma es la parte principal por su mayor proximidad a Dios, capaz de contemplar a Dios, mientras el cuerpo es la fuente del pecado. La unidad del cuerpo y el alma es más funcional que sustancial. La tarea del alma es dominar el cuerpo y emplearlo como instrumento.

12 Escolástica temprana La concepción neoplatónica agustiniana se continúa en lo esencial en la escolástica primitiva. Pero no es uniforme el pensamiento en los teólogos de este tiempo. Hugo de san Víctor, Roberto Pulense y Roberto de Melún se adhieren a la concepción dualista platónica. El alma es el verdadero hombre. Otros, como Giberto de la Porrée, Alano de Lille, etc., afirman que el cuerpo y el alma constituyen de una manera tan esencial el carácter personal del hombre, que su separación en la muerte significa el fin del hombre como hombre. El alma espiritual perdurable vive en un estado que no corresponde a su esencia, porque su función esencial es dar vida al cuerpo.

13 Santo Tomás de Aquino Da el golpe de gracia a la concepción agustiniana. Unidad radical e íntima del compuesto humano formado de alma y cuerpo. El cuerpo no es inferior al alma, no es una cárcel ni instrumento del alma. El alma no existe antes que el cuerpo. De la corporalidad surge la dimensión social e histórica del hombre. Por el cuerpo el hombre se individualiza y al mismo tiempo se relaciona con los demás. La solución de santo Tomás es aceptada por la Iglesia en el concilio de Vienne (Francia) (1312).

14 Conclusión El anterior muestrario de autores significativos de la Tradición muestra la variedad de concepciones antropológicas de que se ha servido la teología para pensar y transmitir el mensaje de la fe. Todas ellas son igualmente válidas mientras no entrañen principios que vayan abiertamente contra las verdades profesadas por la Iglesia. Por ejemplo, la teoría origeniana de la preexistencia de las almas con su pecado.

15 4. El Magisterio Son muchas las intervenciones del Magisterio en esta materia. Contra la preexistencia de las almas defendida por los origenistas, niega esa vida anterior a su infusión en la materia. El concilio provincial de Braga (561) condena que el alma sea parte de la esencia divina. La composición del hombre de cuerpo y espíritu está afirmada en la definición del Lateranense IV contra los cátaros y albigenses.

16 El Magisterio Que materia y espíritu sean realidades diferentes, inderivables la una e la otra e irreductibles entre sí, ha sido de varias formas afirmado. El alma es individual, una para cada hombre, única, no varias almas en cada individuo, forma única del cuerpo, espiritual, simple e inmortal.

17 El Magisterio El Concilio Vaticano II: el hombres es “el centro y cima” de todos los bienes de la tierra. Creado a imagen de Dios, es señor de lo creado. Por su naturaleza es un ser social que necesariamente tiene que relacionarse con otros para su propio desarrollo personal (GS). El pecado produce una interna división en el hombre que convierte su vida en una lucha entre el bien y el mal de la que le libera Cristo (GS, 13).

18 El Magisterio: V II Por su unión de cuerpo y alma es síntesis del universo material, que alcanza su cima en el hombre. El hombre debe honrar a su cuerpo, superior al universo material. Afirmar la espiritualidad e inmortalidad del alma es tocar la verdad más profunda de la realidad (14) Es su inteligencia la que le sitúa por encima del universo material (15).

19 Magisterio: V II La razón más alta de la dignidad humana consiste en su vocación a la unión con Dios (19) Este gran misterio del hombre solo puede esclarecerse en el misterio del Verbo encarnado, porque Cristo “manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación”.

20 Magisterio: Catecismo
Puntos

21 Catecismo: 355 EL HOMBRE 355 "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).

22 Catecismo: 356 I "A imagen de Dios"
356 De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador" (GS 12,3); es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24,3); sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).

23 Catecismo: 357 357 Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.

24 Catecismo: 358 358 Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación: «¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, más precioso a los ojos de Dios que la creación entera; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y Dios ha dado tanta importancia a su salvación que no ha perdonado a su Hijo único por él. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D - 588A).

25 Catecismo: 359 359 "Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS 22,1): «San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo [...] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir [...] El segundo Adán es aquel que, cuando creó al primero, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy el primero y yo soy el último"». (San Pedro Crisólogo, Sermones, 117: PL 52, 520B).

26 Catecismo: 360 360 Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó [...] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf. Tb 8,6): «Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1).

27 Catecismo: 361 361 "Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.

28 Catecismo: 362 II “Corpore et anima unus”
362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.

29 Catecismo: 363 363 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio espiritual en el hombre.

30 Catecismo: 364 364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45): «Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).

31 Catecismo: 365 365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.

32 Catecismo: 366 366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.

33 5. Conclusión En la lectura de estos documentos se descubre un hilo conductor, que arranca de la Escritura y llega hasta nuestros días. El hombre, creado a imagen de Dios, es señor, aunque no absoluto, de todo lo creado. Su destino es la participación en la vida divina. Su doble dimensión, material y espiritual, constituye una unión tan íntima que el alma es considerada como forma del cuerpo. El alma espiritual sobrevive a la muerte. El hombre es un ser personal con capacidad de relacionarse con los demás y establecer una alianza con Dios.

34 Nota Al exponer esta doctrina acerca del hombre, el Magisterio se ha expresado en términos de claro sabor hilemorfista. Conviene distinguir en este punto el contenido y la forma de la expresión. El contenido, es decir, la doctrina, es asumido y avalado por el Magisterio. No así la forma de la expresión. Por eso hay que afirmar que el hilemorfismo no ha sido asumido como doctrina por la Iglesia, sino usado como forma de expresión, la más apta en la cultura de la época.


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