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19 Domingo Tiempo Ordinario –C- 11 de Agosto de 2013 Música:Éxodo.

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2 19 Domingo Tiempo Ordinario –C- 11 de Agosto de 2013 Música:Éxodo

3 Aquella noche les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que sabiendo bien a qué juramento habían dado fe, se sintiesen seguros. Tu pueblo esperaba la salvación de los justos, y la perdición de los enemigos. Pues con el castigo de nuestros adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti. Los piadosos descendientes de los justos habían ofrecido sacrificios en secreto, y unánimes establecieron este pacto divino: que tus fieles compartirían igualmente bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados. Sa 18, 6-9 Aquella noche les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que sabiendo bien a qué juramento habían dado fe, se sintiesen seguros. Tu pueblo esperaba la salvación de los justos, y la perdición de los enemigos. Pues con el castigo de nuestros adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti. Los piadosos descendientes de los justos habían ofrecido sacrificios en secreto, y unánimes establecieron este pacto divino: que tus fieles compartirían igualmente bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.

4 Salmo 32 Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que se escogió como heredad. Alegraos, justos, en el Señor, que la alabanza es propia de los buenos. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que se escogió como heredad.

5 Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que se escogió como heredad. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librarlos de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

6 Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que se escogió como heredad. Nosotros esperamos en el Señor, él es nuestro socorro y nuestro escudo; él es la alegría de nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. Que tu amor, Señor, nos acompañe, como lo esperamos de ti. Nosotros esperamos en el Señor, él es nuestro socorro y nuestro escudo; él es la alegría de nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. Que tu amor, Señor, nos acompañe, como lo esperamos de ti.

7 La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de Dios. Por la fe Abrahán, obediente a la llamada divina, salió hacia una tierra que iba a recibir en posesión, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe vivió como extranjero en la tierra que se le había prometido, habitando en tiendas. Y lo mismo hicieron Isaac y Jacob, herederos como él de la misma promesa. Vivió así porque esperaba una ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe, a pesar de que Sara era estéril y de que él mismo ya no tenía la edad apropiada, recibió fuerza para fundar un linaje, porque se fió del que se lo había prometido. Por eso, de un solo hombre, sin vigor ya para engendrar, salió una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena de la orilla del mar. Todos estos murieron sin haber alcanzado la realización de las promesas, pero a la luz de la fe las vieron y saludaron de lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que así hablan ponen de manifiesto que buscan una patria. Indudablemente, si la patria que añoraban era aquella de donde habían salido, oportunidad tenían para volverse a ella. Pero a lo que aspiraban era a una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios, porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abrahán, sometido a prueba, estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac; y era su hijo único a quien inmolaba, el depositario de las promesas, aquel a quien se había dicho: De Isaac te nacerá una descendencia. Pensaba Abrahán que Dios es capaz de resucitar a los muertos. Por eso el recobrar a su hijo fue para él como un símbolo. He 11, 1-2, 8-19 La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de Dios. Por la fe Abrahán, obediente a la llamada divina, salió hacia una tierra que iba a recibir en posesión, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe vivió como extranjero en la tierra que se le había prometido, habitando en tiendas. Y lo mismo hicieron Isaac y Jacob, herederos como él de la misma promesa. Vivió así porque esperaba una ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe, a pesar de que Sara era estéril y de que él mismo ya no tenía la edad apropiada, recibió fuerza para fundar un linaje, porque se fió del que se lo había prometido. Por eso, de un solo hombre, sin vigor ya para engendrar, salió una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena de la orilla del mar. Todos estos murieron sin haber alcanzado la realización de las promesas, pero a la luz de la fe las vieron y saludaron de lejos, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Los que así hablan ponen de manifiesto que buscan una patria. Indudablemente, si la patria que añoraban era aquella de donde habían salido, oportunidad tenían para volverse a ella. Pero a lo que aspiraban era a una patria mejor, la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios, porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abrahán, sometido a prueba, estuvo dispuesto a sacrificar a Isaac; y era su hijo único a quien inmolaba, el depositario de las promesas, aquel a quien se había dicho: De Isaac te nacerá una descendencia. Pensaba Abrahán que Dios es capaz de resucitar a los muertos. Por eso el recobrar a su hijo fue para él como un símbolo. Abraham

8 Aleluya Mt 24, 42a, 44 Estad en vela y estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.

9 Desierto de Judà ( De l’evangeli segons sant Lluc ) Lc 12: 32-48 No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el reino. Vended vuestras posesiones y dad limosna. Acumulad aquello que no pierde valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladrón se acerca ni la polilla roe. Porque donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón. Tened ceñida la cintura, y las lámparas encendidas. Sed como los criados que están esperando a que su amo vuelva de la boda, para abrirle en cuanto llegue y llame. Dichosos los criados a quienes el amo encuentre vigilantes cuando llegue. Os aseguro que se ceñirá, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos. Si viene a media noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos. Tened presente que, si el amo de la casa supiera a qué hora iba a venir el ladrón, no le dejaría asaltar su casa. Pues vosotros estad preparados, porque a la hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre. -- / --

10 -- / -- Pedro dijo entonces: –Señor, esta parábola ¿se refiere a nosotros o a todos? Pero el Señor continuó: –Vosotros sed como el administrador fiel y prudente a quien el dueño puso al frente de su servidumbre para distribuir a su debido tiempo la ración de trigo. ¡Dichoso ese criado si, al llegar su amo, lo encuentra haciendo lo que debe! Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero, si ese criado empieza a pensar: “Mi amo tarda en venir”, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a emborracharse, su amo llegará el día en que menos lo espere y a la hora en que menos piense, lo castigará con todo rigor y lo tratará como merecen los que no son fieles. El criado que conoce la voluntad de su dueño, pero no está preparado o no hace lo que él quiere, recibirá un castigo muy severo. En cambio, el que sin conocer esa voluntad hace cosas reprobables, recibirá un castigo menor. A quien se le dio mucho, se le podrá exigir mucho; y a quien se le confió mucho, se le podrá pedir.

11 INICIO No hay nada más bello que un rostro que se haya vuelto transparente por toda una vida de penas y alegrías, de combates y de paz interior. Roger de Taizé


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