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Pablo Apóstol y misionero de Cristo y de sus comunidades

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Presentación del tema: "Pablo Apóstol y misionero de Cristo y de sus comunidades"— Transcripción de la presentación:

1 Pablo Apóstol y misionero de Cristo y de sus comunidades
Juan José Bartolomé

2 Misionero de Cristo

3 Puntos a tratar: 1.- PABLO Y SUS COMUNIDADES Misionero
A) Fundador de comunidades La urbe como campo de misión Una misión en colaboración B) La mujer en la misión paulina C) Con la vida común como meta Conflictos La colecta, tarea apostólica

4 De ningún otro misionero del cristianismo primitivo sabemos que apuntase tan lejos y que se propusiese llevar el evangelio hasta los confines del mundo entonces conocido. Intentaba así pagar la deuda contraída con Cristo, quien le había enviado a predicar el evan­gelio (1 Cor 1,17) a los paganos (Rom 1,14). Pablo no fue el único misionero de su tiempo, hay que aceptar que apenas tenemos in­formación sobre la misión cristiana al margen de Pablo.

5 No fue tanto su ruptura personal con la comunidad de Antioquía cuanto su con­ciencia de haber sido enviado a los paganos lo que motivó su incansable misio­nar en todas direcciones y su inquieta búsqueda de nuevas misiones (Rom 15,17- 24). Pablo tenía «la conciencia de ser un elemento indispensable en el gran drama que concluirá en el establecimiento final del reino mesiánico

6 Fundador de comunidades
Ateniéndonos a sus propias cartas, se cuentan enseguida las comunidades que surgieron por su predicación misionera. Carácter estratégico: son islas en el mar del imperio Pablo se entendía a sí mismo más como fundador que como acompañante, predicador primero antes que catequista (1 Cor 1,17; 3,6). El tiempo que Pablo pasaba en sus comunidades solía ser breve.

7 Todo estaba todavía haciéndose, cuando Pablo se veía obligado de nuevo a salir. Oposición por parte de judíos y autoridades civiles (1 Cor 4,9-16; 15,32; 16,9; 2 Cor 4,7-12; 11,23-12,21), compe­tencia por parte de misioneros cristianos (2 Cor 10-13), privaciones y persecucio­nes (1 Cor 4,11-15; 2 Cor 1,8-9; 4,7-10), maltratos (2 Cor 11,24-28; Hch 16,22-24) y prisión (Flp 1, ; 1 Cor 4,9; 15,32) fueron parte normal de su apostolado.

8 La imagen de un Pablo taumaturgo, que Hechos insiste en trans­mitir, obrara signos que confirmaban su misión (2 Cor 12,12; Rom 15,18-19) Como fun­dador, Pablo se sentía padre de comunidades enteras (Corinto: 1 Cor 4,15), su oración por ellos era constante, con gozo (Flp 1,4) o preocupación (1 Tes 3,10). Llega a comparar su tarca apostólica al dar a luz en el dolor (Gal 4,19-20), como padre, puede proponerse como meta de imitación (1 Cor 4,16; 11,1; Gal 4,12; Flp 3,17; 1 Tes 1,6; 2 Tes 3,7.9) exhorta (1 Tes 2,11-12) o corrige (1 Cor 4, ),. El amor y la ternura, no le ha­cían abdicar de su autoridad (2 Cor 10,6; Flp 2,12; Flm 2), conferida por Cristo para la edificación de su iglesias (2 Cor 10,8; 13,10)

9 LA URBE COMO CAMPO DE MISIÓN
Pablo concentró su esfuerzo en unas pocas ciudades, donde no había llegado to­davía el evangelio (Rom 15,20), situadas básicamente en cuatro provincias del imperio romano, Galacia y Asia, en el oriente; Macedonia y Acaya, en el occi­dente. Filipos representa a Mace­donia (Flp 4,5); Tesalónica, a Macedonia y Acaya (1 Tes 1,7-8); Corinto, a Acaya (l Cor 16,15; 2 Cor 1,1) y Éfeso, a Asia (Rom 16,5; 1 Cor 16,19; 2 Cor 1,8). Metodología característica de la misión paulina, a las comunidades fundadas por él, las hacía inmediatamente responsables a ellas mismas del servicio misionero.

10 Quiso sembrar el imperio de pequeñas células, estratégicamente situadas y permanentemente ligadas a su persona, a las que encargaba proseguir su misión personal. La urbe «era el lugar donde se podía tomar contacto con la nueva civilización, donde se tropezaba con las novedades. Era el lugar donde esta­ba el imperio y donde empezaba el futuro, siempre mantuvo con sus comunidades una relación diferenciada y personal Un hombre como Pablo, en continuo peregrinaje apostólico, tuvo que recu­rrir frecuentemente a la hospitalidad de los hermanos en casas privadas. La casa le ofreció no sólo alojamiento y cobijo sino también un ambiente adecuado para la propaganda y el cul­to (Rom 16,5)

11 LAS CONSECUENCIAS : El número de cristianos, cuya asamblea se reunía en casas de particulares, tenía que ser por fuerza exiguo Con todo, la diferencia que Pablo establece entre la asamblea doméstica (1 Cor 16,19; Rom 16,5) y toda la iglesia (1 Cor 14,23; Rom 16,23), impide reducir los creyentes de una ciudad a los integrantes de una familia El vocabulario paulino lo refleja: los cristianos son hermanos (1 Cor 8,11.13), el apóstol se ve como padre (1 Tes 2,11), como madre (1 Tes 2,7), e incluso, co­mo hijo (Rom 16,13). Que la célula más pequeña del cristianismo fueran sus asambleas domésticas (Rom 16,5.19; Flm 2) no lo restringe a ellas; la iglesia abarca la reunión de fieles de una ciudad (1 Cor 5,4-5; 11,18)

12 UNA MISIÓN EN COLABORACIÓN
Pablo acudió a la ayuda de colaboradores para cuidar de los suyos en su ausencia, dada la imposibilidad de visitarlos más a menudo. Las fuentes conocen casi un centenar de personas que le ayudaron en su misión, sólo la despedida de Rom (16,3-16) llega a citar 26. Son considerados por el mismo apóstol más que simples acompañantes, auténticos apóstoles colaboradores. Pablo fue un óptimo organizador y un sabio planificador, líder carismático de equi­pos misioneros suficientemente elásticos, en donde se juntaban colaboradores estrechos y permanentes, ayudantes ocasionales, personalidades fuertes y hu­mildes gregarios, compañeros de viaje, representantes de comunidades... Sólo así se explica históricamente que su actividad misionera, reducida en el tiempo a menos de veinte años, se haya podido extender tanto y haya cosechado éxitos espectaculares y duraderos

13 La mujer en la misión paulina
En Hch la correspondencia paulina resalten la aportación de ciertas mujeres en la misión paulina. Algunas son conversas, como Lois y Eunice, Damaris o Lidia; otras llegaron a ocupar puestos de responsabilidad en las comunidades lo­cales, como Cloe y Ninfa; otras compartieron con Pablo misión apostólica: Evodia y Síntique, Prisca; y otras llegaron, probablemente, a ejercer funciones ministeriales, como Febe, diaconisa en Cencres y Junia, ilustre entre los apóstoles y compañera de prisión de Pablo (Rom 16,7).

14 Si es seguro que no fue Pablo el iniciador de esta inserción de la mujer cristiana en la misión (cf. Le 8,2-3), hay datos para afirmar que, lejos de poner repa­ros a su presencia e intervención, se valió de ella a veces y la alabó otras El apóstol trata de mantener el buen orden en las asambleas comunitarias en las que mujeres rezaban y profetizaban públicamente (1 Cor11,5.13) Pablo no determinó cuál debía ser el papel de la mujer en la comunidad, ni, muchos menos, la subordinó al del varón

15 Con la vida común como meta
A diferencia de los predicadores itinerantes de su época, a los que se asemejaba en su labor proselitista, a Pablo no le guiaba la educación moral de los indivi­duos, sino la creación de comunidades (2 Cor 11,28). Ello le obligó a con­vertirse de misionero en pastor, responsable del crecimiento y de la maduración de sus iglesias, no tolera que nadie le arrebate esa responsabilidad (1 Cor 3,1-17), supo conjugar sentido de responsabi­lidad por sus iglesias con una relación de auténtica inti­midad, sin rehuir emociones apasionadas (amor: 2 Cor 2,4; alegría: 2 Cor ,4.9; amistad)

16 Acudía, siempre que le fue posible, a la exhortación más que al mandato (1 Tes 2,7; Flm 8.21), en nombre y con la autoridad de Cristo (1 Tes 4,1-2), se mantenía presente en sus comunidades a través de cartas o delegando (2 Cor 9,13). Al parecer, en las comunidades paulinas existía una cierta libertad en las formas externas, muy en consonancia con el modus vivendi de cualquier comuni­dad helenística Sus comunidades permanecen unidas a él perso­nalmente, de quien dependen por haberles engendrado para la fe (1 Cor 4,15- 17). Sólo en Jesús, que con su muerte ha hecho posible la vida común, pueden los cristianos sentirse fundados (1 Cor 1,13-16); todos los demás, él in­cluido, son meros auxiliares (1 Cor 3,5); los creyentes pertenecen sólo a Cristo y sus dirigentes están a su servicio (1 Cor 3,21-23). Comunidad paulina es, por su origen (Gal 3,1-5) y vivencia diaria (1 Tes5,19-21; 1 Cor 12-14), recinto del Espíritu; sus miembros poseen diversos carismas que tienen la vida común como meta (Rom 12,4-8; 1 Cor 12,4-11).

17 CONFLICTOS Las comunidades paulinas no estuvieron ajenas a conflictos y divisiones internas en los que se pusieron en discusión no sólo aspectos doctrinales importantes o cuestiones prácticas, sino incluso la misma autoridad personal del apóstol. Pablo suele reaccionar violentamente; aunque mantiene relaciones afectuosas y cordiales con sus comunidades, no permite que se ponga en cuestión su misión ni su evangelio; se sabe portador de la ‘potestad’ del mismo Cristo (2 Cor 13,2.4.8) y se proclama celoso de sus comunidades (2 Cor 11,2-3).

18 Esclavos y amos podían pertenecer a sus comunidades, sin quedar obligados a modificar su status social, existía una igualdad básica entre todos los creyentes en Cristo Jesús, quien había llamado a todos sin mirar origen o méri­tos propios, la clase social no condiciona la salvación de Dios. No se lucha por la igualdad social, se vive de la igualdad ante Dios (Gal 3,28). No se lucha por los propios derechos, se trabaja por respetar el derecho del hermano; la solicitud fraternal y la solidaridad interpersonal sostienen la integración comunitaria, constituyen la trama del tejido social. Y hay que advertir que el comportamiento que Pablo espera de sus comunidades no se diferencia mucho de lo que la ética contemporánea estimaba como recomendable (Rom 12,3-21; Flp 4,8) Pablo no obligó a sus comunidades a vivir fuera de su ambiente, pero tampoco les permitió que se creyeran extraños a él ni superiores; mientras durase la espera, había que cumplir con el mundo y sus exigencias (1 Tes 4,12; Flp 2,5; 4,8), viviendo en paz con todos, sin devolver el mal (Rom 12,17-18)

19 LA COLECTA, TAREA APOSTÓLICA
El sentido práctico de Pablo se puede ver también en el modo de financiar su misión mediante el trabajo personal (Hch 18,3), llegó a gloriarse de no serles gravoso (1 Tes 2,9), parece que Pablo exageraba un tanto en su proclamada independencia material (1 Tes 2,9) difícil­mente sólo con el trabajo de sus manos podría haber financiado los costes de sus viajes y proveer para sí y sus acompañantes. Es posible, pues, que no aceptara ayudas regulares, pero que no despreciara las esporádicas, y que compartiera con sus colaboradores gastos y ganancias (Flp 4,10)

20 De nuevo, la sensatez de Pablo se une a su concepción teológica en la cuestión de la colecta por los pobres (Gal 2,10). En ella no vio Pablo tanto un acto de caridad solidaria intraeclesial cuanto la mejor expresión de su concepción de iglesia. Por esa colecta Pablo une, en la práctica, la comunidad de origen pagano con la comunidad palestinense para formar un nuevo Israel; la limosna se convierte así en afirmación de fe en la novedad salvífica introducida por Cristo, en superación real de la ley exclusiva para judíos y en la extensión de su privilegiado estatuto de pueblo de Dios a todos los creyentes.

21 Haber educado a sus comunidades a mantener una responsabilidad frente a los más necesitados, la colecta daba base real y un contenido tangible a la conciencia de unidad eclesial Habría que corregir, pues, esa idea tan extendida de la misión paulina que la entiende como obra de un único apóstol.

22 Pablo apóstol de Cristo

23 El Pablo que conocemos no se forjó en Damasco, su conversión fue el punto de partida, tras pasar “unos días con los discípulos que había en Damasco, Pablo empezó a predicar en las sinagogas proclamando que Jesús es el Hijo de Dios” (Hch 9,19).

24 Apenas cristiano y ya apóstol

25 Es más que probable que, inmediatamente después de su repentino encuentro con el Resucitado, Pablo se incorporara a la comunidad cristiana de Damasco, precisamente aquélla a donde había viajado para llevar a los discípulos de Señor “encadenados a Jerusalén” (Hch 9,2). Es un hecho que silencia adrede: puesto que sólo una intervención de Dios estuvo origen de su vocación y de su evangelio (Gal 1,1.11), no podía aceptar protagonismo humano alguno. El primer relato lucano de la conversión de Pablo (Hch 9,1-19) acaba mencionando que el breve periodo que el apóstol pasó con “los discípulos que había en Damasco” (Hch 9,19). No se puede excluir que fuera esa misma comunidad y ese mismo personaje, quienes le instruyeran en los rudimentos de la nueva fe, además de ofrecerle un hogar y acogerlo como hermano (Hch 9,17).

26 Damasco, la comunidad que catequizó al apóstol
Antes de llegar a ser el apóstol por antonomasia, Pablo fue, como cualquier creyente, iniciado por Quien lo llamó y acompañado después por la comunidad a la que perseguía. Como cualquier cristiano, Pablo necesitó de una comunidad que lo acogiera y lo acompañara en su camino personal de fe. Pablo contó con educadores de su fe, una fe que debía solo a Dios (Gal 1, ). Tras una estancia corta en Damasco (Hch 9,19) marchó a Arabia (Gal 1,17), probablemente fue aquí que Pablo quiso misionar por vez primera y donde saboreó sus primeros fracasos (Hch 9,19-25).

27 Jerusalén, sólo una breve, y tardía, estancia
‘Después de tres años’, cuando se decidió a subir a Jerusalén, a una semana de viaje, para conocer a Pedro, como dice Pablo con medida ambigüedad (Gal 1,18). “Permanecí con él quince días” (Gal 1,18). No conocemos el motivo de esta entrevista. Lucas ofrece otra versión menos interesada: Bernabé, cristiano de la primera generación y misionero de reconocido prestigio (Hch 14,4), presentó a Pablo a los apóstoles narrándoles su conversión y superar, así, el recelo que Pablo suscitaba entre los discípulos de Jerusalén (Hch 9,21). El hecho innegable es que, tras predicar un tiempo, buscó él la comunidad primitiva y le presentó el evangelio que predicaba.

28 Antioquía, el tirocinio del apóstol
Antioquía fue la cuna de la comunidad cristiana y el centro de la misión a los gentiles. Gran metrópo­li, tercera en el imperio, mantenía una numerosa colonia judía, que había realizado una fuerte labor proselitista; era refugio natural de los prime­ros creyentes perseguidos (Hch 8,1) y primer púlpito para la predicación de los gentiles, griegos prosélitos probablemente (Hch 11,19-20; 14,27). Antioquia fue, antes que centro de operaciones de la misión de Pablo, lugar nutricio de vivencias cristianas y tiempo para el aprendizaje de la tradición. No debería silenciarse, pues, la importante aportación de la comunidad antioquena en la formación de Pablo, cristiano y misionero.

29 A Tarso irá Bernabé, para llevarle a Antioquia, distante unos 100 km
A Tarso irá Bernabé, para llevarle a Antioquia, distante unos 100 km., donde trabajarán juntos “durante un año” (Hch 11, ). Se inicia así una etapa, el período ‘antioqueno’ de la vida de Pablo, y nacía una amistad personal en el misión compartida, que tendrá una considerable influencia en formación del apóstol Pablo, en el evangelio que predicó y en las estrategias misioneras que, de ahora en adelante, adoptaría.

30 UNA FE CENTRADA EN CRISTO
Pablo fue hijo y es testigo del esfuerzo de vivir y decir la fe en el Señor Jesús en ambientes judeohelenísticos. De ellos recibió la fe y sus formulaciones, la tradi­ción que él asumió (1 Cor 11,23; 15,1-3) y desde la que elaboró la presen­tación de su evangelio (Rom 1,1-3; Gal 1,6-9). El cristianismo primitivo vivía esperanzado el retorno del Resucitado y la implantación de su señorío (Flp 4,5; 1 Cor 16,22); el retraso obligó a reinterpretar la esperada parusía como la conclusión de una serie de acontecimientos por venir (2 Tes 3-8): el Espíritu es patrimonio actual asegurado y segura prenda de salvación (2 Cor 1,22; 5,5; 1 Cor 6,11). Al pertenecernos ya el Espíritu se vive ya en los últimos tiempos; el conteni­do de lo que se espera se va convirtiendo en objeto de experiencia.

31 UNA MISIÓN UNIVERSAL DESCUBIERTA PAULATINAMENTE
Las comunidades prepaulinas se fueron descubriendo enviadas al mundo. Basándose en la experiencia proselitista del judaísmo de la diáspora , nació la misión cristiana, que ganó a Pablo para el cristianismo y que tuvo en el apóstol su más eficaz instrumento. Como un movimiento mesiánico más dentro de judaísmo; se seguía esperando aún la inmediata llegada del Señor y no se había roto todavía con las instituciones salvíficas de Israel. (Hch 13,2-3) Según el relato lucano, Pablo habría recibido Antioquía la misión oficial de predicar y, junto con Bernabé, emprendería inmediatamente lo que se ha venido a llamar el primer viaje misionero (Hch 13,1-14,28) . Pablo, al parecer, no guardaba un recuerdo grato; pero sin este período de aprendizaje mal hubiera podido llegar a ser maestro

32 La asamblea de Jerusalén
“constituye con toda probabilidad el acontecimiento más importante en la historia del cristianismo primitivo” (G. Bornkamm).

33 No se trataba ya de encontrar un lugar dentro de la comunidad a personas individuales, había que acomodarse a la presencia de comunidades enteras, de extracción étnica y de mentalidad y costumbres diversas, dentro del único, y definitivo, pueblo de Dios. No se trataba de dar con la mejor estrategia misionera, era la misma identidad de la nueva comunidad lo que se dilucidaba.

34 Dos versiones de los hechos
Confirman la importancia que a este suceso le concedieron sus propios protagonistas (Gal 2,1-10) y la iglesia posterior (Hch 15,1-35).

35 La cuestión en debate El apóstol no menciona con claridad el motivo inmediato de la reunión. Hch 15,1-3 nos ayuda a reconstruir la situación y concuerda con cuanto, implícitamente, da por sabido el apóstol (Gal 2,4-5). Debemos a Pablo el haber defendi­do con pasión las consecuencias de una práctica misionera que él no había introducido, pero que había asumido de forma consecuente (Hch 11,22).

36 Lo que estaba en juego era, ni más y ni menos, que la conciencia misma de la comunidad cristiana, que se iba viendo, aún con dificultad, libre de la ley de Moisés sin librarse de la salvación de Dios; a la base de esta nueva conciencia está el descubrimiento de que sólo en Cristo Jesús hay salvación, puesto que en él Dios ha cumplido sus promesas; los seguidores de Cristo son, de ahora en adelante y para siempre, el nuevo pueblo de Dios, el verdadero Israel. En CONSECUENCIA, la liberación de la ley no alcanza sólo a los paganos convertidos al cristianismo, sino específicamente a los que antes vivían bajo su dominio.

37 El acuerdo logrado Mientras Pablo, asegura que no impusieron nada a su evangelio (Gal 2,6), Hch 15, (cf. Hch 21,25) menciona la obligación de aceptar algunas prescripciones mínimas que todo habitante de Israel, judío o no, debería guardar; para salvar la convivencia había que guardar unas cuantas exigencias de pureza ritual (Lv 17,29). Se concordó que no se exigiera la circuncisión como condición previa a la integración en la iglesia. Los gentiles podían hacerse discípulos, sin dejar de ser gentiles; los judíos tenían que continuar siéndolo.

38 El acuerdo quedó sellado por un apretón de manos (Gal 2,9) y el compromiso adquirido por ambas partes a una dedicación preferencial a la doble audiencia posible del evangelio: los paganos y los judíos. No se trataba de descubrir un principio de organización misionera, sino de afirmar la igualdad de derecho entre ambas misiones, como expresión de la unidad profesada y de la comunión conseguida entre las iglesias, Pablo y Bernabé se comprometen a ‘pensar en los pobres’ (Gal 2,10; Rom 15,25-26). Tanto tiempo y esfuerzo le consagró a la colecta que se ha llegado a pensar que la iniciativa surgió en Jerusalén como sugerencia suya y no como imposición de las autoridades; Pablo no podía imaginar que un creyente, judío o gentil, creyera no tener necesidad del otro (cf. 1 Cor 12,14-26).

39 Una convivencia problemática como resultado
Cuestión importante que la asamblea no dejó resuelta, fue la libre participación a la mesa común por parte de los cristianos venidos de la gentilidad. Esta difícil convivencia entre judíos y paganos, dentro de la comunidad cristiana, queda atestiguada por el llamado decreto apostólico (Hch 15,13-29).

40 Se prohibía la comida de carne sacrificada a los ídolos (Lv 17,8; 1 Cor 8.10), ordena abstenerse de la sangre (Lv 17,10-12; JOSEFO, y de la carne de animales estrangulados (cf. Gen 9,4; Lv 17,15; Dt 14,21), se mandaba evitar uniones ilegales (¿matrimonio consanguíneo?, cf. Lv 18,6-18; 1 Cor 5,1-13). Estos principios se basan en las ordenanzas veterotestamentarias para paganos residentes en Israel (cf. Lv 17-18); y, según la tradición rabínica, pertenecían a los siete mandamientos que deberían obligar a todo hombre (San 56b). Pablo parece desconocer esta imposición: lo calla en su crónica de los hechos (Gal 2,9) y no aparece jamás en sus cartas

41 Pablo, misionero

42 Tras el incidente en Antioquía (ca
Tras el incidente en Antioquía (ca. 49), Pablo se desligó de la tutela de Bernabé y sin el aval y apoyo de la comunidad antioquena y se lanzó a la misión universal; el apóstol no fue el iniciador, de la misión cristiana al mundo gentil. No sabemos cuál pudo ser el motivo concreto. Lucas menciona una “acalorada discusión” entre esos dos “hombres que han consagrado su vida al servicio del Señor Jesucristo” (Hch 15,26) Bernabé y Marcos partieron hacia Chipre, mientras que Pablo se hizo acompañar de Silvano en su viaje por Siria y Cilicia (Hch 15,16-41). Pablo alude a una razón más profunda; una praxis comunitaria poco coherente con la fe cristiana, adoptada en Antioquía a iniciativa de Pedro, habría ocasionado la ruptura; dejándose arrastrar por el ejemplo de Pedro “hasta el mismo Bernabé”, recuerda Pablo, “no se ajustó a la verdad del evangelio” (Gal 2,11-14).

43 Razón y método Anunciar el evangelio no es para mí un motivo de gloria; es una obligación que tengo, y ¡pobre de mí si no anunciara el evangelio! (1 Cor 9,16) Si la conciencia apostólica que tenía Pablo de sí mismo solamente es com­prensible a partir de su esperanza, otro tanto puede decirse del método y de la finalidad de su misión. Es expresión de un quehacer impuesto, de obligado cumplimiento, más que declaración de pesadas cargas; sabía que se ‘salvaba’ él, salvando a los demás con el evangelio predicado.

44 Fue en torno al año 50, que nace el auténtico Pablo apóstol
Fue en torno al año 50, que nace el auténtico Pablo apóstol. Buscará incansa­blemente predicar sin más límites que los que le imponen los límites del mundo (Rom 15,24.28). Intentaba así pagar la deuda contraída con Cristo, quien le había enviado a predicar el evangelio a los paganos (Rom 1,14; 1 Cor 1,17; Gal 1,16). En poco menos de 10 años Pablo logró establecer iglesias en cuatro provincias del imperio: Asia, Galacia, Macedonia, Acaya. Fueron los últimos años de su vida el período más fructífero de su misión: fundó iglesias, escribió cartas, educó discípulos. Dejando en heredad discípulos y correspondencia, Pablo consiguió tras su muerte, seguir siendo apóstol y educador de comunidades que él no fundaría pero que de él aprendieron a ser cristianas.

45 Fundador de comunidades
La urbe como campo de misión El hogar familiar, cuna de la comunidad Una misión en colaboración La mujer en la misión paulina Con la vida común como meta Conflictos Vivir pobre sin olvidarse de los más pobres

46 PADRE DE DISCÍPULOS Y FORMADOR DE HEREDEROS
Pablo encontró su familia donde el evangelio había encontrado acogida. La genialidad de Pablo, con todo, no estuvo tanto en compartir misión y fraternidad con otros evangelizadores cuanto en rodearse muy pronto de un grupo de jóvenes discípulos a los que iba a constituir como herederos. Habían recibido de él la fe, lo habían acompañado en la evangelización, habían sido sus apoderados en delicadas misiones; a ellos les dejará como legado su evangelio y sus comunidades, tras un largo aprendizaje junto a él.

47 Presintiendo su fin, Pablo sabía que dejaba comunidades que liderar y se seguía sintiendo responsable de una tradición que esas comunidades debían conservar. En ellas se había ido creando un rico patrimonio de fórmulas de fe y códigos de conducta Deseoso de asegurar la prolongación de su obra, eligiera con tiempo a sus albaceas y los seleccionara entre los creyentes que le debían a él la fe y que sentían por él afecto filial. En su selección, Pablo fue precavido: prefirió encomendar su obra no ya a cuantos colaboraron con él en la primera evangelización, sino a los que ésta había llevado a la fe.

48 Timoteo, “su colaborador” (Rom 16,21), “hijo querido y fiel en el Señor” (1 Cor 4,17) “su hermano y ministro de Dios” (1 Tes 3,2) y Tito, “hermano” (2 Cor 2,13), “compañero y colaborador” (2 Cor 8,23) “verdadero hijo en la fe” (Tit 1,4) representan la generación de cristianos ganados por Pablo, forjados en la misión común y elegidos personalmente para sucederle. Recibieron como patrimonio comunidades por él fundadas, Timoteo, Éfeso (1 Tim 1,3), Tito, Creta (Tit 1,5).

49 Timoteo, el albacea de Pablo
10“Tu has seguido atentamente mis enseñanzas, mi conducta, mis planes, mi fe, mi paciencia, mi amor, mi constancia, 11mis persecuciones y pruebas, como las que tuve que soportar en Antioquía, en Iconio, en Lista. ¡Cuántas persecuciones he sufrido, y de todas me ha librado el Señor! 12Todos los que quieran llevar una vida digna de Jesucristo, sufrirán persecuciones… 14Tu, por tu parte, permanece fiel a lo que aprendiste y aceptaste, sabiendo de quién lo has aprendido”(2 Tim 3, )

50 Hijo de padre pagano y de madre cristiana, recibió la fe, probablemente, del mismo Pablo durante su anterior misión en Listra (Hch 14, 6): el término ‘hijo’, repetidas veces aplicado a Timoteo (1 Cor 4, 17; Flp 2, 22; 1 Tim 1, 2.18; 2 Tim 1. 2), lo empleaba el apóstol sólo con sus convertidos (I Tes 2, 7.11; Gal 4, 19; Mm 10; 2 Cor 12, 14; 1 Cor 4, 15). Pablo no duda en reconocer, además, la enorme influencia que, en su instrucción cristiana, tuvieron su madre, Eunice y Loide, su abuela (2 Tim 1, 5; 3, 15). Pablo le convenció para que le acompañara en su misión por Europa y permaneció junto al apóstol durante todo el tiempo, excepción hecha de algún viaje que debió emprender a instancia del mismo Pablo (Rm 16, 21)

51 Llegó a ser, sin duda alguna, el colaborador más estrecho de Pablo, y estuvo a su lado en Roma, durante su cautividad (Flp 1, 1; 2, 19; Col 1, 1; Flm 1). Nada de extraño hay, pues, en que Pablo lo asocie como remitente de seis de sus cartas y en ellas lo presente a sus comunidades como su fiel colaborador (I Tes 1, 1; 2 Tes 1, 1; 2 Cor 1, 1; Col 1, 1; Flp 1,1; Flm 1). Es conmovedor notar cómo lo necesitaba Pablo, cuando, previendo cercana su muerte y habiendo sufrido la traición del algunos, lo echa de menos y desea su pronta venida (2 Tim 4, 9.21). Si la noticia de Heb 13, 23 es cierta, trabajó en la misión durante muchos años, para la cual había recibido la imposición de manos (1 Tim 4, 14; 2 Tim 1, 6), sobreviviéndole a su apóstol y responsabilizándose de sus iglesias.

52 Tito, el hombre de confianza
De padres paganos y converso de Pablo, Tito era miembro de la comunidad antioquena. Incircunciso, acompañó a Pablo durante su consulta con los pilares de la Iglesia de Jerusalén; allí resultó ser la prueba fehaciente de la libertad que el evangelio paulino proclamaba (Gal 2, 1-10). Uno de los primeros cristianos provenientes del paganismo, fue, según su propio testimonio, mucho más que un fiel colaborador (2 Cor 2, 13; 7, ; 8-6; 12, 17-18), fue su hombre de confianza.

53 Posteriormente acompañaría a Pablo en su misión a Creta y quedaría allí, comisionado por el apóstol, para completar su obra y para dotar a las comunidades de líderes propios (Tit 1, 5) Tito, hijo auténtico de Pablo (Tit 1, 4). La obediencia a sus directrices, el entusiasmo por llevarlas a término, la responsabilidad al tener que suplirle y la libertad de decisión a la hora de hacerlo distinguen, en efecto, al hijo del siervo. Pablo exhorta a sus heraldos a que asuman su propia responsabilidad: luchen contra los falsos maestros que amenazarían la vida de sus comunidades (1 Tim 1, 18-20; 6, 11-16), continúen organizando los misterios (I Tim 3, 1-13) y se preocupen de que no decaiga el fervor cristiano en la vivencia diaria de la fe (1 Tim, 2, 1-10; 5, 1-21).

54 LA HERENCIA APOSTÓLICA
Al asumirla como propias los discípulos de Pablo se convirtieron en sus legítimos herederos. Pablo era consciente de dejar una herencia que administrar. Discípulos como Timoteo o Tito tuvieron que asumir el testamento paulino para que las comunidades se reconocieran como herencia del apóstol.


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