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En los años 1962/63, por el evangelio, que escucharon por primera vez los campesinos de Cajamarca, de labios de Mons. Dammert, empezó a brotar en los.

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2 En los años 1962/63, por el evangelio, que escucharon por primera vez los campesinos de Cajamarca, de labios de Mons. Dammert, empezó a brotar en los pobres una esperanza en una vida llena de dignidad, de justicia por ser todos hijos del mismo Padre.

3 Como historiador, él sabía que había sido enviado a la misma región, donde hace 500 años, un cura español dio la señal para la captura y muerte de Atahualpa, y así había comenzado la época más triste de la historia milenaria del pueblo campesino de Cajamarca.

4 Mons. Dammert, tuvo un corazón abierto para los campesinos y les enseñó con su testimonio de humildad el verdadero mensaje de Jesucristo. Su llegada a Cajamarca coincidió con el comienzo del Concilio Vaticano II.

5 En la inauguración del Concilio, Juan XXIII. habló de la necesidad de una Iglesia “con los pobres y d e los pobres” como la manera más auténtica de ser la Iglesia de Jesucristo.

6 Mons. Dammert entendió que en Cajamarca, la Iglesia renovada del Vaticano II era la “Iglesia de poncho y sombrero”. En Cajamarca, los marginados de siempre se sentían por primera vez escuchados y respetados, y más: se sentían ser promotores de su propio destino.

7 “Descubrimos que también somos gente” decía el primer catequista- campesino del mundo que tenía la autorización papal que Mons. Dammert había conseguido para que los catequistas pudieran bautizar y anunciar el Reino de Dios (Candelario Cruzado, Bambamarca). Muchos catequistas podían decir: “Mons. Dammert nos ha enseñado que somos personas, cristianos y peruanos”. O con las palabras de J. M. Arguedas, él nos enseñó “que más quiun animal vale un cristiano”.

8 Mons. Dammert nació en Lima el 20 – Agosto -1917. Dammert repetía siempre que la fe y el compromiso social de sus padres, era decisivo para su vocación de sacerdote. La opción por los pobres nació del ejemplo de su madre y de su conocimiento de Charles de Foucauld cuya biografía había leído cuando tenía 15 años. Su personalidad, entonces, influyó de algún modo en la pretensión de una iglesia que no solo debe identificarse con los pobres sino que ella misma debiera ser pobre.

9 Para Pepe Dammert, el obispo debería mostrar su intención a través de su forma de vivir. Desde su perspectiva, sin un aparato que le haga aparecer distante o lejano, antes bien cercano y accesible en todos los momentos. De hecho sacerdotes, laicos y personas que lo han visto actuar veían en él al obispo “cartero”, “bibliotecario”, “vestido de poncho y sombrero”, para finalmente ser nombrado como “obispo de los campesinos”.

10 Llegó a Cajamarca sin haber conocido antes la diócesis y la ciudad. Cajamarca era y es una diócesis rural (1962: 95% campesinos). La gran mayoría del pueblo de Dios nunca había escuchado algo del mensaje verdadero del Evangelio y la desigualdad campo-ciudad era una brecha hiriente.

11 En la sociedad y la iglesia local que Dammert encontró había discriminación y un desprecio de los campesinos, con muchos abusos de parte de los poderosos, del estado y aún de la iglesia misma. La ignorancia religiosa según Dammert se evidenció en la separación entre lo social y lo religioso y en el desconocimiento de la Biblia y de la doctrina social de la Iglesia.

12 Para Pepe Dammert parte de su tarea pastoral fundamental fue formar y construir los “templos del Dios vivo”: educando a los catequistas campesinos, a los maestros, a los jóvenes, a las mujeres y los niños fue prioritario para la acción pastoral de la iglesia de los pobres.

13 El obispo interpretó la situación de desprecio a los campesinos como anti- evangélica y sacó sus conclusiones para su trabajo pastoral. Su primer anhelo: Implementar el “espíritu” y las reformas del concilio Vaticano II. en su diócesis.

14 Dos ejemplos demuestran su opción: Ante la iniciativa del senador por el departamento en ese entonces de pedir al Gobierno un millón de soles para restaurar y embellecer la Catedral…

15 …Mons. Pepe le escribe, desde Roma, diciéndole que a su juicio hay otras necesidades prioritarias. “Si de templos se trata allí están los de algunas parroquias de la periferia de la ciudad que no tienen cómo atender debidamente a sus feligreses”.

16 San Lucas que con sus aguas negras infecta a la población, funcionamiento del nuevo Hospital, instalación de agua y desagüe en toda la ciudad” y sigue el listado de las obras, muchas de las cuales siguen siendo reclamadas cuarenta años después. Además, considera el obispo que “tienen primacía algunas obras que exigen solución inmediata”, y las enumera: “cárcel que actualmente es una pocilga, canalización del río

17 La razón de esta inversión de valores respecto a lo que es generalmente aceptado estriba en que ante el templo de la Catedral, la iglesia propia del obispo, Mons. Dammert decía que es prioritario recordar a San Pablo: “Somos templo del Espíritu Santo”; por consiguiente, ante las inmensas necesidades de los pobres, ante las situaciones inhumanas en que viven, “creo – dice el obispo - que no debemos vacilar”.

18 La intención de don Pepe fue poner en práctica la enseñanza cristiana que todos somos iguales a los ojos de Dios. Eso no gustó a muchas autoridades de Cajamarca. Dammert decía que si hay preferencias, entonces que sean para los humildes y los pobres. Es la lógica del Evangelio que muchos, a pesar de haberlo leído, no entienden.

19 En esta lógica no hay ninguna razón para dar las primeras bancas en la Catedral a las autoridades civiles, judiciales o militares. Pronto llovieron las críticas y las recriminaciones cuando vieron las primeras bancas ocupadas por los minusválidos y los campesinos. Especialmente aquellas damas piadosas que eran “los pilares de la fe” y de la llamada “sociedad cristiana” que se incomodaron rápidamente.

20 Para su misión el obispo creyó oportuno seguir el consejo del Cardenal Landázuri: “primero ve, escucha y reflexiona, y solo después de seis meses haz algún cambio”. Estas palabras se plasmarían en estudios serios y luego en intervenciones concretas y cortas, sabiendo que “el problema de los hombres es fundamental”…

21 …una “prioridad” que debía concretarse en Cajamarca siguiendo lo dicho por Juan XXIII en la inauguración del Concilio en 1962: “La Iglesia se presenta y ella quiere ser la Iglesia de todos y particularmente la Iglesia de los pobres”.

22 El día 10 de diciembre de 1992 no fue una Misa de despedida sino una Acción de Gracias por sus treinta años de labor pastoral en Cajamarca.

23 A la celebración acudieron en su gran mayoría las personas sencillas y, como en otras grandes celebraciones, la procesión de sacerdotes salió del Obispado rumbo a la catedral al son de los clarines y los tambores de los campesinos. Don Pepe no quiso usar ni mitra (el símbolo de los faraones, como lo llamaba) ni báculo.

24 Mons. Pepe, nunca había sentido la necesidad de signos externos para reforzar su gobierno pastoral. Las autoridades y las damas de la sociedad brillaron por su ausencia, la celebración fue del pueblo común y corriente. Uno de los momentos más emocionantes de la misa fue el del Ofertorio cuando pusieron sobre el altar el sombrero, el poncho, la alforja y el bastón que don Pepe había usado para visitar los campos y la ciudad.

25 “Para que la inversión extranjera y nacional redunden en un verdadero desarrollo de la zona, tendrán que darse los mecanismos que incluyan a los campesinos en los beneficios de ésta. Las palabras de Mons. Pepe a los pocos meses de salir de Cajamarca siguen siendo la luz que nos ilumina hoy:

26 “No basta un ‘crecimiento’ económico de la zona sino aspiramos a un desarrollo humano, integral, en el que las riquezas de la tierra, en este caso el oro, distribuyan educación, empleo digno, tierras aptas para el cultivo y pastoreo entre quienes hasta ahora han sido excluidos de todo progreso”.

27 Gracias a la labor apostólica del Mons. Dammert, en Cajamarca los campesinos saben hoy que pueden defender sus derechos. El evangelio que fue anunciado a los pobres seguirá dando sus frutos…

28 Por todo eso, Don José Dammert Bellido, el pastor que evangelizó con su vida y su voz al pueblo de Cajamarca, es un hombre que debe estar en los corazones de todos los cajamarquinos. Don Pepe, es…

29 www.grufides.org info@grufides.org Textos tomados mayormente del estudio (tesis doctoral) de Dr. Willi Knecht: “La Iglesia de Cajamarca – El desafio de una opción por los pobres”, además de Luis Mujica: “Poncho y Sombrero, Alforja y Bastón - Proceso de un Proyecto Pastoral en la Diócesis de Cajamarca: 1962 – 1992” Diagramación: Luis Urtecho Fotos: P. Alois Eichenlaub, P. Marco y archivo


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