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Publicada porAurelio Luciano Modificado hace 10 años
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En sus largos años de riguroso entrenamiento el campeón olímpico se imaginó subiendo al podio para recibir su presea dorada. La diva del ballet soñó con poder hacer su grand jeté en los escenarios más exclusivos del mundo. El científico galardonado con el Premio Nobel visualizó su apoteosis. La vendedora estrella hizo mentalmente sus maletas 365 veces para aquellas vacaciones de ensueño que quería ganarse en el Caribe.
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Ahí vemos que esa técnica de visualización no tiene nada de nuevo. Dice en alusión a Noé, Abraham, Moisés y otros tantos personajes: «Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo» (Hebreos 11:13).
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Ellos me recuerdan al atleta olímpico, a la bailarina, al ganador del Premio Nobel y a la vendedora, con una diferencia:
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Pon los ojos en ese premio: Dios no sólo te dará el empujoncito providencial que necesitas para ponerte en marcha, sino que te colmará de beneficios en el trayecto (Salmo 37:4; 68:19; 84:11). Pon los ojos en ese premio: Dios no sólo te dará el empujoncito providencial que necesitas para ponerte en marcha, sino que te colmará de beneficios en el trayecto (Salmo 37:4; 68:19; 84:11).
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