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Testimonio de fe Texto: Patxi Larrainzar.
Presentación: Asun Gutiérrez Cabriada. Música: Mahler. Sinfonía nº 5. Adagietto.
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Yo creo en ti, Señor Jesús, porque no eres un señor especial, ni poderoso y tu Dios no es un Dios raro ni castigador ni ajeno al ser humano.
3
Creo en ti porque me convence tu vida de trabajador normal y corriente, y tu costumbre de andar con los marginados y pobres; porque amas esta vida con pasión y la haces respetar a todos. Me convence, Señor, tu modo de mirar a las personas y tratarlas a todas por igual; y, de preferir a alguien, prefieres a los niños y los débiles. Prefieres a las viudas, a los obreros, a los pobres...
4
Me sorprende tu valentía para ir donde los ricos y cantarles las cuarenta, y tu decisión de exigir a los pobres que no quieran convertirse en ricos, que no sean acumuladores de riquezas o dinero. Me gusta, Jesús de Nazaret, la manera que tienes de tratar a los pecadores, sin ira y con calma, comprensivamente, esperando siempre su vuelta y confiando en su corazón rebelde.
5
Me entusiasma también tu libertad; lo fácil que te desatas de tu gente, de tu propia familia;
y lo lejos que quedas de la envidia y lo suelto que vives sin apenas dinero, sin la esclavitud de las cosas y los caprichos.
6
y obligas a todos a meditar en lo profundo de la vida;
Es bueno verte en las fiestas y banquetes y que sabes gozar de lo bueno de la vida, y verte en la playa almorzando sardinas con los amigos pescadores, o compartiendo tu pobre plato con un menesteroso. Es bueno seguirte a los entierros donde animas a las viudas y a los tristes y obligas a todos a meditar en lo profundo de la vida; y seguirte luego a la montaña y ver cómo te sabes recoger de vez en cuando, porque también tú necesitas un rato de soledad con el Padre.
7
Me gusta saber que tienes miedo al enemigo, pero nos gusta más verte superar el miedo,
porque los poderosos no te impresionan mayormente, y sabes que al final serán vencidos...
8
Nos entristece comprobar que muchas veces te conocemos mal y te interpretamos peor, y que muchas personas sanas y decentes se han apartado de ti porque han creído que no eres un Dios digno del ser humano. Nos apena que los ricos te hayan manipulado para su provecho.
9
Y yo no sabría decir muy bien por qué te seguimos y por qué nos convences: si porque eres tan débil y tan fuerte, si porque amas tanto la justicia y odias la hipocresía, si porque repartes el pan con los hambrientos, o porque te opones con energía al abusón y al cacique; no sabríamos decir si eres más atrayente cuando acaricias a los niños o cuando mueres en la cruz identificándote con el pueblo explotado.
10
Creemos, Señor, que tú estás vivo, que Dios te ha resucitado para siempre. Y por eso nos convences, Jesús de Nazaret, porque estás entre la humanidad para hacer a los seres humanos libres, porque atacas lo sucio y corrompido del mundo para hacer un mundo limpio: porque dices a los creyentes: “amaos como hermanos”, y esa es la suprema ley. Te amamos y te queremos seguir, en resumidas cuentas, porque tú eres el mejor, el único, el primero.
11
Y en este día de nuevo nos comprometemos a seguirte más de cerca y a quererte con más fuerza, porque tú eres nuestro Dios, nuestro hombre verdadero.
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Testimonio de Fe Yo creo en ti, Señor Jesús, porque no eres un señor especial, ni poderoso y tu Dios no es un Dios raro ni castigador ni ajeno al ser humano. Creo en ti porque me convence tu vida de trabajador normal y corriente, y tu costumbre de andar con los marginados y pobres; porque amas esta vida con pasión y la haces respetar a todos. Me convence, Señor, tu modo de mirar a las personas y tratarlas a todas por igual; y, de preferir a alguien, prefieres a los niños y los débiles. Prefieres a las viudas, a los obreros, a los pobres... Me sorprende tu valentía para ir donde los ricos y cantarles las cuarenta, y tu decisión de exigir a los pobres que no quieran convertirse en ricos, que no sean acumuladores de riquezas o dinero. Me gusta, Jesús de Nazaret, la manera que tienes de tratar a los pecadores, sin ira y con calma, comprensivamente, esperando siempre su vuelta y confiando en su corazón rebelde. Me entusiasma también tu libertad; lo fácil que te desatas de tu gente, de tu propia familia; y lo lejos que quedas de la envidia y lo suelto que vives sin apenas dinero, sin la esclavitud de las cosas y los caprichos. Es bueno verte en las fiestas y banquetes y que sabes gozar de lo bueno de la vida, y verte en la playa almorzando sardinas con los amigos pescadores, o compartiendo tu pobre plato con un menesteroso. Es bueno seguirte a los entierros donde animas a las viudas y a los tristes y obligas a todos a meditar en lo profundo de la vida; y seguirte luego a la montaña y ver cómo te sabes recoger de vez en cuando, porque también tú necesitas un rato de soledad con el Padre /...
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Me gusta saber que tienes miedo al enemigo, pero nos gusta más verte superar el miedo, porque los poderosos no te impresionan mayormente, y sabes que al final serán vencidos... Nos entristece comprobar que muchas veces te conocemos mal y te interpretamos peor, y que muchas personas sanas y decentes se han apartado de ti porque han creído que no eres un Dios digno del ser humano. Nos apena que los ricos te hayan manipulado para su provecho. Y yo no sabría decir muy bien por qué te seguios y por qué nos convences: si porque eres tan débil y tan fuerte, si porque amas tanto la justicia y odias la hipocresía, si porque repartes el pan con los hambrientos, o porque te opones con energía al abusón y al cacique; no sabríamos decir si eres más atrayente cuando acaricias a los niños o cuando mueres en la cruz identificándote con el pueblo explotado. Creemos, Señor, que tú estás vivo, que Dios te ha resucitado para siempre. Y por eso nos convences, Jesús de Nazaret, porque estás entre la humanidad para hacer a los seres humanos libres, porque atacas lo sucio y corrompido del mundo para hacer un mundo limpio: porque dices a los creyentes: “amaos como hermanos”, y esa es la suprema ley. Te amamos y te queremos seguir, en resumidas cuentas, porque tú eres el mejor, el único, el primero. Y en este día de nuevo nos comprometemos a seguirte más de cerca y a quererte con más fuerza, porque tú eres nuestro Dios, nuestro hombre verdadero. Patxi Larrainzar
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