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EL EVANGELIO Y LA IGLESIA

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Presentación del tema: "EL EVANGELIO Y LA IGLESIA"— Transcripción de la presentación:

1 EL EVANGELIO Y LA IGLESIA
Lección 13 para el 24 de diciembre de 2011

2 ¿Cuál es “la ley de Cristo” de la que nos habla Pablo en Gálatas, 6: 2?
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan, 13: 34-35) Jesús nos amó como nadie puede amar. Él es la fuente de todo acto de amor. Cumplir la ley de Cristo es amar. Los creyentes debemos ser reconocidos por nuestra vida de amor.

3 En Gálatas, 6: 1-10, Pablo desglosa algunos principios prácticos de la ley del amor:
Cómo debemos, como iglesia, tratar a los que yerran (Gálatas, 6: 1 p.p.) Cómo debemos, individualmente, tratar a los que yerran (Gálatas, 6: 1 ú.p.) Cómo debemos ayudarnos unos a otros (Gálatas, 6: 2) Qué concepto debemos tener cada uno de nosotros mismos (Gálatas, 6: 3-5) En definitiva, debemos vivir haciendo el bien (Gálatas, 6: 6-10)

4 TRATAR A LOS QUE YERRAN (1)
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre…” (Gálatas, 6: 1) Pablo no está hablando aquí de un pecado desafiante sino de una “falta”. El contexto sugiere que Pablo se refiere no solo a un creyente que sorprende a otro en un acto malo, sino también cuando una persona encuentra que “incurrió” en una conducta errada que habría elegido evitar. “La censura y el oprobio no rescataron jamás a nadie de una posición errónea; pero ahuyentaron de Cristo a muchos y los indujeron a cerrar sus corazones para no dejarse convencer. Un espíritu bondadoso y un trato benigno y persuasivo pueden salvar a los perdidos y cubrir multitud de pecados. La revelación de Cristo en nuestro propio carácter tendrá un poder transformador sobre aquellos con quienes nos relacionemos” E.G.W. (El discurso maestro de Jesucristo, “Las críticas y la regla de oro”, pg. 109)

5 TRATAR A LOS QUE YERRAN (2)
“…considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas, 6: 1) “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1ª de Corintios, 10: 12) A la sentencia de Jesús “el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra” (Juan, 8: 7), Pablo añade: “el que esté completamente seguro de que nunca incurrirá en la falta que critica, que arroje la primera piedra”. Ser conscientes de nuestra propia debilidad ante el pecado debe hacernos tratar a los que yerran con cariño y bondad, tal como querríamos que nos tratasen a nosotros si incurriésemos en una falta similar. “Recordemos que estamos luchando y cayendo, fallando en palabra y acción en representar a Cristo, fallando en levantarnos nuevamente, descalentándonos y esperando. Cuidemos de no actuar duramente hacia quienes, lo mismo que nosotros, son objeto de tentación y que, como nosotros, son el objeto del amor infalible de Cristo” E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 9, “La lucha que tenemos por delante”, pg. 178

6 “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas, 6: 2)
AYUDARNOS UNOS A OTROS De este texto aprendemos que: Todos los cristianos tienen cargas (puede ser una tentación, un malestar físico, un desorden mental, falta de empleo, una crisis personal o familiar, …) Dios no desea que llevemos todas nuestras cargas solos. Esto implica que: Debemos ayudar a nuestros hermanos en sus dificultades. No hacerlo priva a nuestros hermanos del consuelo que podríamos brindarles. Debemos dejar que nuestros hermanos nos ayuden en nuestras dificultades. No hacerlo no solo nos quita el consuelo de otros sino también impide que otros cumplan el ministerio que Dios les dio. “La simpatía y el tierno interés por otros proporcionarán a nuestra alma bendiciones que no hemos experimentado, y nos pondrán en estrecha relación con nuestro Redentor” E.G.W. (A fin de conocerle, 24 de noviembre)

7 AYUDARNOS UNOS A OTROS “Porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas, 6: 5) ¿En qué quedamos? ¿Debemos sobrellevar los unos las cargas de los otros o cada uno debe llevar su propia carga? Esta aparente contradicción no existe en el griego original. La palabra “carga” del versículo 2 es báros, y habla de un peso grande que debía llevarse a una gran distancia. La palabra “carga” del versículo 5 es fórtion, y se refiere a la carga de un barco, la mochila de un soldado, o un niño en el vientre de su madre.

8 AYUDARNOS UNOS A OTROS Las cargas “báros” son cargas que pueden ser llevadas por varias personas. Debemos ayudar a otros a llevarlas, así como otros pueden ayudarnos a llevar las nuestras. Sin embargo, al igual que nadie puede llevar al niño que está en el vientre de su madre, las cargas “fórtion” (tales como una conciencia culpable, un sentimiento de superioridad, un pecado, …) las debe llevar el creyente por sí mismo. Dependemos solo de la ayuda de Dios para sobrellevar, aliviar o quitar este tipo de cargas. “La iglesia puede amonestar, aconsejar y advertir, pero no puede obligar a nadie a seguir el camino recto. Todo aquel que persista en despreciar la Palabra de Dios, deberá llevar su propia carga, dar cuenta de sí a Dios, y sufrir las consecuencias de su propia conducta” E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 5, “La unidad cristiana”, pg. 229)

9 CONTRA EL ORGULLO ESPIRITUAL
“Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro” (Gálatas, 6: 3-4) CONTRA EL ORGULLO ESPIRITUAL “El que valora más de lo justo su obra o sus méritos, "se engaña". El peligro de la presunción propia radica en el hecho de que anula el examen propio y el sentimiento de necesidad. Antes de que Dios pueda hacer algo por nosotros, debemos sentir nuestra necesidad (ver com. Mat. 5: 3). La persona más desvalida del mundo es la que se engaña a sí misma hasta el punto en que la domina una completa suficiencia propia. Dios no puede hacer nada por nosotros a menos que estemos dispuestos a aceptar lo que él nos ofrece. El que no siente su necesidad nunca pedirá la gracia de Dios” (CBA, sobre Gálatas, 6: 3)

10 “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”
(Gálatas, 6: 9) NUESTRA FORMA DE VIDA Pablo nos recuerda que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas, 6: 7) Si sembramos críticas, rencor, orgullo… recibiremos lo mismo. Dios no siempre nos librará de las consecuencias de nuestras malas acciones. Si sembramos amor, compasión, bondad…, recibiremos lo mismo. Con la expresión “a su tiempo segaremos”, Pablo aclara que no siempre recibiremos en esta tierra el fruto de nuestros actos. Pero podemos estar seguros de la promesa de Dios: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis, 22: 12)

11 “Puesto que la semilla sembrada produce una cosecha, y ésta a su vez es sembrada, la cosecha se multiplica. Esta ley se cumple en nuestra relación con otros. Cada acto, cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación, se reproducirá en otros, y por medio de ellos, todavía en otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión es una semilla que brotará en "raíz de amargura", con la cual muchos serán contaminados. ¡Y cuánto mayor será el número de los envenenados por los "muchos"! Así prosigue la siembra del bien y del mal para el tiempo y la eternidad” E.G.W. (Palabras de vida del gran Maestro, cp. 6, pg. 63)

12 “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas, 6: 10)


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