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Las buenas prácticas en el aprendizaje en línea recomiendan una pedagogía que dé apoyo al desarrollo de comunidades de aprendizaje (Salmon, 2000; Garrison- Anderson, 2005 ).
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Esta perspectiva constata la necesidad de adaptar la tecnología para mejorar los procesos interactivos en la formación en línea como un elemento clave para el aumento de la calidad del aprendizaje.
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La utilización de herramientas que permitan la comunicación, la colaboración y la producción del conocimiento son fundamentales para mejorar los procesos formativos.
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Cabero (2003) considera que el trabajo colaborativo de los estudiantes ofrece una serie de ventajas, como son: 1. Interdependencia + entre los miembros. 2. Generar debates en torno a estrategias de uso y resolución de problemas. 3. Facilitar el intercambio de información. 4. C onstrucción social del conocimiento.
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Como señala Wenger (1998), una comunidad de práctica se crea alrededor de tres elementos básicos: 1. Comprensión compartida. 2. Compromiso mutuo. 3. Un repertorio compartido de recursos comunes.
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Dillenbourg señala que es difícil definir la colaboración, ya que hay tantas defini- ciones como personas y puntualiza: la definición más amplia pero “insatisfac- toria” del término aprendizaje colabora- tivo es la situación en la cual una o varias personas intentan aprender algo en forma conjunta.
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La anterior definición es parcial porque es difícil delimitar a qué nos referimos con una o más personas (grupo). ¿Se refiere a una pareja, un pequeño grupo, una clase o una comunidad?
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Y en relación al término aprendizaje, se pregunta, si esto quiere decir: ¿seguir un curso, estudiar un material del curso, resolver un problema en forma conjunta? (Dillenbourg, 1999: 1).
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Cooperación y colaboración no difieren en los términos ni tampoco en cómo están definidas las tareas, pero sí en la forma en que éstas están distribuidas. En la cooperación la tarea está diseñada en actividades independientes.
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La coordinación sólo es requerida para ensamblar los resultados parciales. En cambio, la colaboración consiste en haber coordinado la actividad sincróni- camente, lo cual es resultado de una tentativa continuada de construir y mantener un concepto común de un problema.
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Las diferencias más destacadas entre el aprendizaje cooperativo y colaborativo pueden expresarse a través de la existencia de diferentes grados de interdependencia entre los miembros, a partir de las metas de la tarea, la responsabilidad de los miembros, el liderazgo, el rol del profesor y el seguimiento.
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Los procesos de aprendizaje colaborativo tecnológicamente mediados dependen de tres elementos o factores básicos: 1. La situación de aprendizaje. 2. Las características del grupo que colabora. 3. La tecnología que se utiliza para apoyar o mediar la colaboración.
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Kirschner (2004) propone un modelo para mejorar las prestaciones de los entornos de aprendizaje colaborativo basado en tres dimensiones relacionadas con la actividad, que juegan un papel clave en el diseño: 1. La propiedad de la tarea, 2. El control de la tarea 3. El carácter de la tarea.
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La propiedad de la tarea tiene que ver con la intencionalidad de las acciones de aprendizaje. Ésta se puede conseguir otorgando a los estudiantes participación en el desarrollo de las tareas, que formulen los objetivos personales y colectivos de aprendizaje.
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La interdependencia positiva se establece a través de objetivos de grupo, reconocimiento grupal, división de recursos y roles complementarios.
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El carácter de la tarea tiene que ver con cómo se determina si una tarea es relevante o no para los estudiantes. En los entornos colaborativos, tiene que ver también con quien determina si la tarea es o no relevante para el grupo.
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Gros, B. (2011) Evolución y retos de la educación virtual. Construyendo el e-learning del siglo XXI - Barcelona, Editorial UOC, Cap. 4
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