Desde los primeros tiempos de su existencia, los seres humanos se enfrentaron a un medio hostil. Para conseguir alimento y abrigo y sobrevivir a los ataques de los grandes animales y a las dificultades ocasionadas por los fenómenos naturales (el frío, las tormentas, las erupciones, las inundaciones), los seres humanos emplearon su capacidad racional.

La debilidad física de los hombre primitivos fue compensada con su capacidad de observación y destreza manual, lo que les permitió elaborar instrumentos que facilitaron la caza y la recolección. Por otra parte, el hombre, como ser social, buscó en el grupo , al lado de sus compañeros, la seguridad y protección que sólo podían obtenerse si él permanecía unido a otros, coordinando acciones colectivas planeadas.

La supervivencia del grupo dependía de su unidad y de la ayuda mutua: una persona aislada de los demás no tenía posibilidades de sobrevivir mucho tiempo. En el comienzo de la Prehistoria, los seres humanos se unieron en pequeños grupos con una mayor o menor estabilidad, denominados hordas. Los miembros de la horda vivían al aire libre o en refugios construidos con pieles de animales e iban de un lugar a otro en busca de alimento.

La vida en común propició el surgimiento del lenguaje, instrumento indispensable para mantener la unidad del grupo y organizar la lucha colectiva por la existencia. Además, permitió a las comunidades humanas que lo empleaban, establecer las reglas básicas mediante las cuales se regiría la primitiva sociedad.

El uso del lenguaje multiplicó la fuerza de la horda: permitió que las experiencias de cada uno de sus miembros se convirtieran en propiedad del grupo. Por medio del lenguaje las generaciones de más edad transmitían a las más jóvenes los conocimientos y la experiencia acumulados, lo que generó la cultura.

Con el paso del tiempo, la forma de vida de los seres humanos cambió: adquirió características y modalidades diversas y surgieron nuevas asociaciones humanas, pero la necesidad de las personas de convivir y trabajar en unión de sus semejantes se conserva hasta nuestros días. Esto quiere decir que los seres humanos, desde siempre, han sido seres sociales.