LA ORACIÓN IGNACIANA
¿Qué es la oración según Ignacio de Loyola? Una actitud contemplativa que me permite estar atento a los deseos que produce en mi interior la realidad cotidiana. Dejarme sorprender por los rostros, los paisajes, los abrazos, la injusticia, la pobreza, las flores y las espinas, etc. Estar con los sentidos bien abiertos para descubrir el amor que Dios me manifiesta día con día.
Ordenar los afectos para tener las condiciones que me permitan captar el amor. Ordenar los afectos para disfrutar de todo lo que hacemos… “No el mucho saber harta y satisface el alma, sino el disfrutar de las cosas internamente.” Asumir una responsabilidad ante la historia “Hacer todo como si dependiera de ti y todo como si dependiera de Dios”.
Ordenar los afectos para buscar y hallar la voluntad de Dios. Buscar el conocimiento interno de Jesús para más amarlo y seguirlo. Ser capaz de mirar tanto bien recibido para en todo amar y servir. Ser contemplativos en la acción. Buscar la Mayor Gloria de Dios.
¿Qué metodología propone Ignacio de Loyola? La oración en tres pasos: preparación, oración y evaluación. Lo más importante es lograr el fruto de la oración. Cada persona hace uso de las técnicas o modos que más le ayudan a lograr el fruto. Un fruto que se refleje en la construcción de actitudes que me permitan crecer en humanidad.
Examen de conciencia: saborear los momentos de encuentro con Dios, sistematizar los llamados que me hace a través de lo vivido y reconocer fallas en el seguimiento de Jesús. Discernimiento: seguir la pista a los llamados de Dios y hacer frente de los engaños que me disminuyen en mi compromiso por el Reino de Dios.