He oído tu voz.

Presentación del tema: "He oído tu voz."— Transcripción de la presentación:

1 He oído tu voz

2 Todo comienza con la llamada del Señor que te invita a un encuentro con Él

3 Es una llamada invitándome a consagrarle todo mi ser, al el servicio de los niños, niñas y jóvenes más necesitados

4 Y por esto me pregunto: "¿por qué, Señor, por qué me llamaste a mí, precisamente a mí?

5 ¿Qué viste en mí, Señor, que te movió a llamarme, a escogerme?

6 ¿Qué plan de amor pensaste para mi vida?

7 Y hoy, ¿te hace feliz mi respuesta?

8 Son preguntas necesarias para revivir el don de Dios que es la vocación.

9 Son diversos los caminos que el Señor ha empleado para hacernos oír su voz: "En cuanto descubrí que existía Dios, comprendí que sólo podía vivir buscándolo".

10 Cada vocación tiene una historia concreta: Dios se ha servido de personas, de acontecimientos, de circunstancias para llamarnos.

11 Es hermoso ver la mano de Dios, guiando con amor los pasos de nuestra vida

12 Pregúntate ante Él y en diálogo con Él: "Señor , ¿qué fue lo que me movió a decirte que sí?".

13 "¿Qué fuerza tiene hoy en mí el "sí" que quiero darle

14 "Cada día me digo: hoy comienzo".

15 Cada una de nosotras podría decir: "He oído su voz y me he decidido a buscarle".

16 Quien busca a Dios de verdad comienza por olvidarse de sí mismo y vive dejándose llevar por Dios, en una actitud de disponibilidad total y de servicio a los hermanos

17 El que desea encontrar a Dios lo busca por el camino del silencio, necesita tiempos, espacios de silencio y oración.

18 Buscar a Dios consiste en mantener vivo el deseo de Él.

19 Si buscas a Dios en verdad, descubrirás que necesitas ser pobre y sencilla en tu oración: irás a Él con la convicción de que está, de que te espera... y te limitarás a decirle: "Aquí estoy, Señor, a tu disposición".

20 Buscar a Dios, buscarle, es amarle
Buscar a Dios, buscarle, es amarle. Y para amar de verdad es necesario darse, abrir todas las puertas, estar dispuesta a todo con tal de complacer a quien amas.

21 Deja a un lado tu temor al "¿qué me puede pedir el Señor?".