Es Córdoba, con todo lo que se ha hablado de ella y lo apreciada que es en el mundo entero, una sorpresa aún mayor cuando se conoce su pasado. Quizás no todos sepan que en el s. XI contaba con ser la mayor y más culta capital de Europa; en ella convivieron en perfecta armonía judíos, musulmanes y cristianos. Fue cuna de filósofos, científicos, artistas y sabios, y en ella se forjaron pilares del saber que hoy ni sabemos de dónde procedieron.
La Judería es el barrio histórico más evocador de Córdoba. Durante el día lo encontramos atiborrado de turistas, animadas tabernas y tiendas de souvenirs. Por eso, es mejor recorrerlo bien entrada la noche si queremos apreciar toda su particular belleza.
La Puerta de Almodóvar es su entrada más noble. Sus doradas piedras almenadas peinan la noche oscura, ante la atenta mirada de Séneca
La ciudad tunecina de Kairuán presta su nombre a la calle que rodea la muralla, jalonada de albercas escalonadas por las que discurren las aguas del Arroyo del Moro.
El histórico dintel nos invita a iniciar un viaje en el tiempo.
La calle Judíos, es como una blanca novia morisca
Pasando la Sinagoga, la pequeña plaza de Tiberiades, con el monumento sedente de Maimónides, sabio y filósofo judío, adalid de la cultura hebrea en la Córdoba medieval.
El camino se ensancha al llegar a la antigua Plaza de las Bulas, asiento de ancestrales casas señoriales, convertidas hoy en museos y hoteles
Desde la esquina de la calle de los Deanes se aprecia ya el campanario renacentista de la Catedral, antiguo alminar musulmán.
La luz ambiental se vuelve dorada en el entorno del milenario templo.
La Virgen de los Faroles es testimonio de las seculares devociones populares. El cuadro original fue pintado por Julio Romero de Torres.
Y en la cercana Plazuela de las Flores...
encontramos la famosa postal que da a Córdoba uno de sus iconos más celebrados
También está llena de misterio la calle del Pañuelo, que con su blanca angostura es paradigma del urbanismo árabe andalusí.
La fachada oriental de la Mezquita corresponde a la ampliación de Almanzor
En ellas se refleja con toda su fantasía el arte de los omeyas, la dinastía de los califas cordobeses.
Junto al muro sur, el monumental Triunfo de San Rafael, homenaje de la Córdoba barroca al Angel Custodio de la ciudad.
La imagen es la de San Rafael, el Angel Custodio Protector de la Ciudad
Cuesta del Bailío., camino del barrio de Santa Marina
Dos iglesias nos ofrecen un bello contraste. La primera, la austeridad gótica de Santa Marina, con la silueta de Manolete ante la iglesia donde fue bautizado.
La segunda, la polícroma y jaspeada fachada barroca de la Merced
Muy cerca nos espera la Plaza del Cristo de los Faroles. Es un recinto de sabor monástico y la noche acentúa su misticismo.
Adiós Córdoba
¿A que tiene embrujo?