ACUEDUCTO DE SEGOVIA España HISTORIA DE LA INGENIERIA M. Kassandra Landeros Aceves Universidad Autonoma de Baja California FACULTAD DE INGENIERIA
ACUEDUCTO DE SEGOVIA El acueducto de Segovia es un acueducto romano que llevaba aguas a la ciudad española de Segovia. Su construcción data de principios del siglo II d. C., a finales del reinado del emperador Trajano o principios del de Adriano.
15 kilómetros antes de llegar a la ciudad. 6 metros de cimientos Tiene 167 arcos. Realizado en granito. 28 m de alto 818m de largo 20,400 bloques de piedra. ACUEDUCTO DE SEGOVIA
LA ARQUERIA Vista desde los pilares de la arquería del acueducto. Se aprecia la total ausencia de argamasa entre los sillares. Desde su llegada a la ciudad hasta la plaza de Día Sanz hay 75 arcos sencillos y a continuación 44 arcadas de orden doble (esto es, 88 arcos), siguiendo después otros cuatro arcos sencillos. En el primer sector del acueducto aparecen 36 arcos apuntados, reconstruidos en el siglo XV para restaurar la parte destruida por los musulmanes en el año En el piso superior, los arcos tienen una luz de 5,10 metros, con los pilares de menor altura y grosor que los del piso inferior.
CONSTRUCCION Para su construcción, los romanos utilizaron fuertes andamios que soportaban las cimbras, sobre las que se encajaban las dovelas de los arcos, cuya piedra central, la clave, tenía que estar perfectamente tallada en forma de cuña para así poder ejercer la presión suficiente. Era necesario marcar los dobles agujeros que vemos aun hoy, en los extremos de cada sillar de granito ya que para elevarlos usaban grandes tenazas metálicas. Estas tenazas se cerraban al tirar hacia arriba y se apretaban con el propio peso de la piedra. Los sillares ubicados a poca altura o por debajo del suelo eran colocados en su sitio transportándolos directamente hasta su disposición final desplazándolos mediante rodillos de encina, arrastrándolos por pequeñas rampas de madera apoyadas en andamios o desplazadas gracias a la fuerza de los animales de tiro. Cuando la altura era mayor a la estatura de un hombre, utilizaban ruedas de elevación de grandes dimensiones, movidas por esclavos, que daban vueltas a un eje en el que se enrollaba la cuerda de cáñamo que, por un sistema de poleas, permitía izar los sillares.
Las marcas hoy visibles de la construcción en época romana son los de ajuste, picado y almohadillado: las de ajuste son las hendiduras en la arista superior e inferior. Estas hendiduras se producen al introducir una palanca de hierro que hacía posible colocar los sillares en su posición final. Las marcas de picado están realizadas a golpes de pico formando estrías verticales en los sillares que conforman los extremos de los pilares y las marcas de almohadillado se producían para estilizar las aristas verticales. En algunas piedras aún pueden apreciarse las hendiduras en las que se introducían las cuñas de madera, que se hinchaban con agua para lograr perfectos cortes en el granito.
El Acueducto es más ancho en la parte inferior y va disminuyendo al aumentar su altura. Es esta una solución ingeniosa que ayuda a soportar su propio peso. La unión de los sillares "opus quadrata" está realizada sin argamasa, cemento o plomo. Los sillares se mantienen unidos gracias a un perfecto estudio de empujes de las piedras.
Aunque para construir el acueducto no se necesitó utilizar más matemáticas que las necesarias para contar y medir, el acueducto sí puede ser una herramienta estupenda para enseñar a hacer matemáticas. Veamos un ejemplo del tipo de ideas que pueden ser ilustradas con él, un ejemplo que además nos lleva a Arquímedes, el gran matemático que supo combinar sabiduría e ingenio en la construcción de muchas de las espléndidas máquinas que, en manos de los constructores romanos, hicieron posible el acueducto. Las dovelas del acueducto tienen sus lados rectos (o casi, pues el cantero les dio algo de forma con su cincel), por lo que el arco que describen no es un la mitad de un círculo, sino la mitad de un polígono con un número suficiente de lados como para parecerse bastante a un semi-círculo. La forma poligonal de estos sillares de piedra que forman los arcos, ilustra maravillosamente el método para calcular el perímetro de un círculo desarrollado por Eudoxo (s. 4 a.C) y perfeccionado por Arquímedes (s. 3 a.C.) en su tratado Medida del círculo ([Ar], pp ). Este método, en el que se basa todo el cálculo de áreas e integrales desarrollado a partir del siglo 17 y hasta bien entrado el 20 por Cavalieri, Persone de Roberval, Torricelli, Newton, Leibniz, Euler, Cauchy, Riemann, Weiertrass, Peano y Lebesgue, consiste en ir inscribiendo en el círculo polígonos regulares, cada vez con un número mayor de lados. No tenemos más que ir calculando los perímetros de los sucesivos polígonos, algo que todos hemos aprendido a hacer en las clases de matemáticas, para obtener una aproximación todo lo buena que queramos a la longitud exacta del perímetro del círculo. Y si alguien pregunta por qué aproximación, por qué no cálculo exacto, entonces podemos echar marcha atrás y, retomando la cuestión de los irracionales de Teeteto, hablar de una de las más famosas proporciones inconmensurables: la formada por las longitudes de radio y perímetro en cualquier círculo, el famoso número π.
BIBLIOGRAFIAS pensabamos_10826/6 pensabamos_10826/6